Lesbianismo: Diario de Terapia de Emma - VI. Recuperando mi vida
Presentación del Diario de la Terapia
El Diario:
- 7. Pese a las dudas hay progreso
Referencia: Elena Lorenzo Rego, ReL
http://elenalorenzo.com/
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Aún
recuerdo el temor de ser descubierta en terapia con Elena. Todavía puedo
visualizar las noches sin dormir porque no sabía cómo iba conseguir quedar
con ella sin que lo supiese nadie, qué pensaría la gente si supiera que
tenía sentimientos homosexuales, mi familia, mis amigos… cómo me juzgaría la
sociedad en la que vivo por querer encontrar mi identidad perdida durante
tantos años y no querer pertenecer al colectivo LGTB.
Hoy releía los primeros correos que le escribía a Elena y pensaba sobre qué
escribir en ésta sexta página de mi cuaderno y qué decirte tanto si acabas
de empezar la terapia, como si llevas ya varios meses como yo, si tienes un
amigo/a homosexual o un familiar con AMS. La terapia funciona pero hay que
empezar de cero una nueva vida y sé que si antes de la terapia te sentías
roto/a en los próximos meses hay que sacar todos los pedazos de nuestra
anterior vida y comenzar a ver nuestra vida bajo otro ángulo, con otras
gafas.
También quiero decirte que aguantar es más difícil que atacar lo que tengas
que trabajar, es por ello por lo que no me sentí perdida al empezar la
terapia. Necesitaba concentrar toda la rabia y frustración que sentía en lo
que iba haciendo semana tras semana, día tras día.
Lo primero fue conocer las causas, ver qué había provocado mi AMS, si relees
la página de mi infancia, verás que hablo de muchas de estas cosas. No me
había vinculado bien con mi madre, y sentía que todas las mujeres eran
débiles. Tuve que rellenar un test un poco tedioso sobre mi familia, empecé
a descubrir qué mis padres tampoco habían tenido buenos padres, y que la
causa de mi AMS también tenía su origen en varias generaciones atrás, no fue
divertido hacer este test, pero parte de mi perdón hacia mi madre empezó en
ese momento.
Tuve que buscar cuál era el patrón de mi atracción. Curiosamente siempre me
gustaba un tipo de mujer con ciertas características físicas que coincidían
en la mayoría de ellas. Todo lo que no veía en mí me atraía de ellas, todo
lo que yo no era me gustaba de otras mujeres, toda la feminidad que otras
chicas tenían a mí me obsesionaba. Tenía un gran problema de autoestima
porque yo sentía que no tenía nada de valor comparado con estas chicas, y lo
que no encontraba dentro de mí lo “mendigaba” en otras mujeres.
Lo más interesante fue descubrir cuál era el motivo que provocaba que yo
hiciera "click” con estas personas; eran sus problemas. La atracción tarde o
temprano se pasaba, en mayor o menor medida, pero mi gran sufrimiento era
manejar las obsesiones. Desayunar, comer, cenar, respirar en cada
pensamiento sobre una chica en concreto. Para que una atracción se
convirtiese en obsesión esa mujer tenía que abrirme su corazón, tenía que
contarme sus problemas, podían ser muy variados (infidelidades, problemas
familiares, económicos…) pero problemas más o menos graves. Mi “corazón”
hacía mal el proceso de la empatía. Yo me convertía en la mejor amiga de
esta mujer, conseguía “cautivarla” de una manera u otra, pero intentado ser
perfecta para ella. No hablo de una relación sexual con ella. Me obsesionaba
el contacto físico, que alguien me dijese te quiero era un punto de gran
sufrimiento para mí.
Además de todo esto la situación familiar que yo estaba viviendo empeoro. En
mi familia las discusiones, los gritos y las peleas eran el pan de cada día.
No sabía qué me iba a encontrar al llegar de trabajar y siempre evitaba
estar en casa.
Mi manera de ser es la de poner a prueba a la gente, así que también lo hice
con Elena, estaba casi segura que me iba a fallar, que no iba a aparecer a
alguna sesión o que no iba a contestar algún correo. No me “falló” en ningún
momento, fue “peor” que eso… Me llamaba para preguntarme que tal estaba con
mi familia, quería estar al tanto de qué cosas me costaban, me consolaba en
mis caídas. Veía a través de mí lo que yo no era capaz de ver.
Cometí varios errores, creí que podría manejar ciertas situaciones, así que
seguí quedando con mujeres que me gustaban, teniendo problemas con la
masturbación, manteniendo conversaciones subidas de tono, viendo películas
que no me convenían, escuchando música demasiado romántica, saliendo de
fiesta y emborrachándome de vez en cuando. Seguí teniendo esta vida caótica
al menos durante las primeras semanas de terapia. Aún me acuerdo lo que
Elena me dijo, necesitaba poner fin a todas estas cosas, teníamos que ver
ciertas actitudes y respetarlas. Debo aclarar que Elena no trabaja contigo
si no te tomas en serio el proceso.
Tuve que retomar mi vida, adiós a las fiestas durante un tiempo, tomar
distancia de ciertas chicas, no de todas, pero sí de algunas en concreto,
empezar a escribir un diario sobre qué era lo que me provocaba atracción,
todo lo que no me hacía bien tuvo que ser desechado de mi vida.
Mi mayor campo de batalla fue mi propia mente, para mí soñar y tener
fantasías con mujeres era una droga, me llevó varios meses desintoxicarme de
eso. Tuve que empezar a hacer mucho más deporte, a cuidarme más en lo que
comía y en mis horas de sueño. Dejar atrás todo lo que me provocaba algún
tipo de estrés o ansiedad. Podría parecer fácil, pero esto al menos me llevo
3 meses, un trabajo diario que requiere perseverancia. Aún sigo luchando en
esta área.
Creo que se le atribuye a Pablo Neruda esta frase: Acepta la dificultad de
edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del
verdadero ser humano surge de las cenizas de su error. Para mí resume en
tres líneas lo que viví al principio de la terapia.
En la siguiente página hablaré de cuánto tiempo me costó encontrar una
mentora, de lo necesario que es esto y también hablaré de las dudas que he
tenido en este camino.