Carta del Papa Francisco a los jóvenes por el Sínodo de los Obispos 2018
VATICANO, 13 Ene. 17 En ocasión de la presentación del documento
preparatorio para la realización del Sínodo de los Obispos de 2018 cuyo tema
serán los jóvenes, el Papa Francisco dirigió una carta a la juventud en la
que los alienta a no tener miedo y seguir por los caminos a los que los
llama el Señor.
A continuación el texto completo de la misiva:
Queridos jóvenes,
Tengo el agrado de anunciarles que en el mes de octubre del 2018 se
celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema «Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional». He querido que ustedes ocupen el centro de la
atención porque los llevo en el corazón. Precisamente hoy se presenta el
Documento Preparatorio, que les ofrezco como una “guía” para este camino.
Me vienen a la memoria las palabras que Dios dirigió a Abrahán: «Vete de tu
tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te
mostraré» (Gen 12,1). Estas palabras están dirigidas hoy también a ustedes:
son las palabras de un Padre que los invita a “salir” para lanzarse hacia un
futuro no conocido pero prometedor de seguras realizaciones, a cuyo
encuentro Él mismo los acompaña.
Los invito a escuchar la voz de Dios que resuena en el corazón de cada uno a
través del soplo vital del Espíritu Santo.
Cuando Dios le dice a Abraham «Vete», ¿qué quería decirle? Ciertamente no le
pedía huir los suyos o del mundo. Su invitación fue una fuerte provocación
para que dejase todo y se encaminase hacia una tierra nueva. Dicha tierra,
¿no es acaso para ustedes aquella sociedad más justa y fraterna que desean
profundamente y que quieren construir hasta las periferias del mundo?
Sin embargo, hoy, la expresión «Vete» asume un significado diverso: el de la
prevaricación, de la injusticia y de la guerra. Muchos jóvenes entre ustedes
están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de la
tierra natal.
El grito de ellos sube a Dios, como el de Israel esclavo de la opresión del
Faraón (cfr. Es 2, 23).
Deseo también recordarles las palabras que Jesús dijo un día a los
discípulos que le preguntaban: «Rabbí […] ¿dónde vives?». Él les respondió:
«Venid y lo veréis» (Jn 1,38).
También a ustedes Jesús dirige su mirada y los invita a ir hacia Él. ¿Han
encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han
sentido este impulso a ponerse en camino? Estoy seguro que, si bien el ruido
y el aturdimiento parecen reinar en el mundo, esta llamada continua a
resonar en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena.
Esto será posible en la medida en que, a través del acompañamiento de guías
expertos, sabrán emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el
proyecto de Dios en la propia vida. Incluso cuando el camino se encuentre
marcado por la precariedad y la caída, Dios, que es rico en misericordia,
tenderá su mano para levantarlos.
En Cracovia, durante la apertura de la última Jornada Mundial de la
Juventud, les pregunté varias veces: «Las cosas, ¿se pueden cambiar?». Y
ustedes exclamaron juntos a gran voz «¡sí»”.
Esa es una respuesta que nace de un corazón joven que no soporta la
injusticia y no puede doblegarse a la cultura del descarte, ni ceder ante la
globalización de la indiferencia.
¡Escuchen ese grito que viene de lo más íntimo! También cuando adviertan,
como el profeta Jeremías, la inexperiencia propia de la joven edad, Dios los
estimula a ir donde Él los envía: «No les tengas miedo, que contigo estoy
para salvarte» (Jer 1,8).
Un mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean
cambiar y ser generosos. No tengan miedo de escuchar al Espíritu que les
sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida
arriesgar para seguir al Maestro.
También la Iglesia desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad,
de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas. Hagan
sentir a todos el grito de ustedes, déjenlo resonar en las comunidades y
háganlo llegar a los pastores.
San Benito recomendaba a los abades consultar también a los jóvenes antes de
cada decisión importante, porque «muchas veces el Señor revela al más joven
lo que es mejor» (Regla de San Benito III, 3).
Así, también a través del camino de este Sínodo, yo y mis hermanos Obispos
queremos contribuir cada vez más a vuestro gozo (cfr. 2 Cor 1,24). Los
proteja María de Nazaret, una joven como ustedes a quien Dios ha dirigido su
mirada amorosa, para que los tome de la mano y los guíe a la alegría de un
¡heme aquí! pleno y generoso (cfr. Lc 1,38).
Con paternal afecto,
FRANCISCO
Haciendo escuchar tu voz ayudando al Sínodo, ayudando a la Iglesia
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