Cómo ejercer la autoridad en la adolescencia
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LaFamilia.info 22.08.2008
La adolescencia es un periodo de turbulencias, con cambios físicos y
psíquicos, que genera grandes desconciertos en los chicos y en sus padres.
Una de las principales características de esta época es discutir y
cuestionar la autoridad de los padres y confundir la libertad con la
independencia.
Aunque durante la niñez los padres tratan de inculcar a sus hijos una serie
de normas familiares y sociales con las que tienen que convivir, cuando el
hijo llega a la adolescencia esta tarea es más difícil, ya que a esta edad
es común que los jóvenes rechacen las normas y las cuestionen cuando no
están de acuerdo con ellas.
¿Qué hacer como padres ante esta situación? Ante todo no perder el miedo a
exigir y a ejercer la autoridad en la familia pero sin perder el cariño
hacia los chicos. Además, para exigir con acierto es necesario ser
coherentes, es decir, no hacer lo contrario de lo que exigirnos a los hijos.
Recuerde que los adolescentes juzgan todo y, generalmente, sin misericordia.
La firmeza en la decisión tomada es uno de los mejores aliados en la
educación del adolescente. Para ejercer la autoridad con un joven no se
necesitan gritos, ni amenazas, basta unas palabras firmes y con cariño para
dar una orden y el hijo comprenda que la debe cumplir.
Prepararse para un mal rato
Como padres es preciso prepararnos para pasar un mal rato en ciertas
ocasiones por la reacción del chico ante una orden que vaya en desacuerdo
con él. Es preciso mantenerse consciente de que es por el bien del hijo y
hacerle ver que, aunque todos vuelvan a su casa a las tantas horas de la
mañana o vayan a determinados lugares, él no debe de hacerlo.
Según José Manuel Mañú Noáin, autor de varios libros sobre educación, es muy
conveniente que los hijos sepan que los padres no se rinden ante todas las
modas del ambiente. “Aunque es correcto hacerle entender las razones de
nuestra decisión, hay que estar dispuesto también a ejercer la autoridad
hasta sus últimas consecuencias, por el bien de ellos. Si no lo entienden
ahora, lo entenderán más adelante. Hay muchos adolescentes que saben que lo
que piden está mal, y en su fuero interno entienden que se les diga que no”.
Los padres deben tener cuidado de no caer en un modelo excesivamente
autoritario ante el hijo adolescente, pues aunque se logre imponer la
autoridad, se puede correr peligro de perder el cariño. Sin embargo es
también preciso evitar comprar la paz familiar cediendo en todo lo que pide
el joven. Según el especialista, “hoy los adolescentes pelean menos con sus
padres que hace veinte años, porque en muchos casos los padres han
renunciado a exigir”.
Condiciones para ejercer la autoridad
El ejercicio de la autoridad requiere del cumplimiento de ciertas
condiciones como las siguientes:
Establecer previamente las reglas del juego con el hijo adolescente y
hacerle ver que el incumplimiento de dichas normas tendrá una consecuencia.
Estas normas deben ser aceptadas por padres e hijos y exigibles a todos.
Papá y mamá deben estar de acuerdo previamente en lo que se le exige al
adolescente, de lo contrario el chico aprovechará estos desacuerdos para
desafiar la autoridad de sus padres.
No separar comprensión y exigencia. No es
difícil observar en algunas familias con adolescentes que toda la
comprensión está en los padres y toda la exigencia está en los hijos.
Ser sobrios en el ejercicio de la autoridad.
Hay muchos problemas que pueden resolverse mediante otros tipos de
influencia.
Poner a prueba la propia imaginación para encontrar situaciones de
participación para los hijos.
Saber resistir frente a dificultades y
frustraciones.
No desanimarse nunca, pase lo que pase. La
autoridad se puede perder y se puede recuperar. Hay que ser perseverantes.
En una discusión destacar siempre lo
positivo en primer lugar.
Como padres, tener la paciencia de aclarar
muchas veces algunas ideas de base, para que el chico entienda la razón de
nuestras afirmaciones.
El ejercicio de la autoridad se logra en un
clima de confianza que no excluye actos de energía de enfado. Debe ser una
exigencia serena. Sin rechazos y sin comentarios mientras el hijo trata de
exponer su punto de vista y sin dejar de aclarar después.
No es aconsejable entrar en la dinámica de rivalidad y testarudez ya que, además de reforzar esta actitud, no se consiguen buenos resultados. Esta postura provoca enfrentamientos, estados de irritabilidad y agresividad entre los miembros de la familia, y puede dificultar la convivencia familiar.
Características peculiares en la
adolescencia
Los padres dejan de ser el punto de referencia para pasar a ser el grupo de
amigos.
Se acrecienta es el sentido de la intimidad. El adolescente descubre su
interioridad y la protege. Por eso es frecuente que comience a encerrarse en
su habitación y deje de comunicar lo que piensa y hace. Se puede volver
hermético en la relación con sus padres y contestar con monosílabos cuando
se considera interrogado. Cuando piensa que se le está pidiendo una
información que vulnera su intimidad o la de sus amigos tiende a contestar
con evasivas o a rechazar la conversación.
No está contento con su cuerpo. Esto puede dar lugar a complejos, y, en
casos extremos, a la anorexia o a la bulimia. Es necesario explicarle que
esto que le pasa es normal y que el cuerpo encontrará su propio equilibrio
en el desarrollo.
¿Cómo reaccionar ante estas condiciones? Las actitudes de continua crítica,
rebeldía y oposición que se presentan en la adolescencia deben ser
consideradas como normales, propias de la etapa evolutiva que se está
atravesando. El sentido del humor y la ausencia de susceptibilidad son
valiosas armas para soportar los continuos ataques y retos que a los jóvenes
tanto les gustan. A medida que el joven se hace mayor, se encuentra más
seguro, accesible y tolerante, lo que facilitará las relaciones familiares.
Fuentes: Oliveros f. Otero. Autoridad de los padres”, mundogar.com,
masalto.com, Entrevista a José Manuel Mañú Noáin en Iglesia.org