"Rosa, dedícale a mí todo tu amor" - Prepárate...
Páginas relacionadas
Comic: Historia de la
JMJ
Santa Rosa nació en Lima Perú en abril de 1586, donde creció y anduvo por su
camino de santidad. Sus padres Gaspar Flores y María Oliva la bautizaron con
el nombre de Isabel Flores y Oliva, pero con el pasar del tiempo su belleza
le otorgó el apodo de Rosa.
Desde pequeña era inclinada a la oración silenciosa y reflexiva en la
presencia de la Santa Eucaristía, un día en adoración escuchó una voz que le
decía “Rosa dedícale a mí todo tu amor”. Tiempo después de este contacto
místico con Cristo, su familia perdió mucho dinero y cayeron en la pobreza,
pero esta pobreza no era motivo para que Rosa dejara de actuar con caridad,
como cuando tomaba alimentos de la despensa de su casa para los pobres que
la buscaban para saciar el hambre de estos pequeñitos. Para ayudar en la
casa ella vendía flores, que cultivaba en casa, en el mercado, lo que le
daba destaque entre las chicas virtuosas y dotadas de la ciudad, cualidades
contadas más allá de su belleza.
Era codiciada entre los jóvenes ricos de su edad, los cuales eran vistos por
sus padres muchas veces como una salvación de su situación de pobreza, pero
a todos ella rechazó afirmando que Cristo es el único amor de su vida.
Cierta vez llegó a hasta cortarse su lindo pelo y comenzó a usar un velo
para evitar a sus pretensioso novios.
Así, Rosa fue pasando su juventud viviendo experiencias místicas
maravillosas, pero nunca faltándole la cruz. Hacía ayunos intensos donde su
madre tenía que quedarse atenta para que no acabara exagerando y escupiendo
sangre, lo que aconteció algunas veces. Usaba cilicios y uno de ellos se
asemejaba a una corona de plata con puntas como una corona de espinas, todo
para sentirse más próxima de aquel que era no sólo el sentido de su amor
pero de toda su vida.
Para espanto de aquella sociedad, y aún nuestra sociedad de hoy, tomó el
hábito de la orden tercera de San Domingos dedicándose a vivir como
religiosa mismo en su casa. Construyó una celda en el huerto donde dormía y
rezaba, pasaba horas en adoración silenciosa y cuidando de los indios y
negros, personas tiradas como basura en el puerto, personas que sufrían de
tuberculosis y que nadie se preocupaba en cuidar, pues no eran tratados como
gente en aquella época. Rosa acostumbraba decir esta frase para incentivar a
sí misma a continuar dándose cada vez más mismo creyéndose incapaz “Si no
puedo hacer las grandes cosas, entonces haré las pequeñas bien hechas”. Otra
frase que sonaba como un farol para ella era “No hay otra escalera para el
cielo, sino la cruz de Cristo”. O aún una de las más bellas "Si los hombres
supieran lo que es vivir en gracia, no se asustarían con ningún sufrimiento
y padecerían de buen grado cualquier pena, porque la gracia es fruto de la
paciencia".
Vivió intensamente su vida destinando su amor a Dios por encima de todo
hasta su sufrimiento, que la acompañó hasta la muerte a sus 31 años en 1617,
pero la fe el amor a Dios no les faltaron mismo en las dificultades, pues
sabía lo que venía después el gran encuentro con su amado.
"Señor, hazme sufrir, siempre que aumentes mi amor hacia ti".
Que Santa Rosa de Lima te inspire, lector, a vivir este amor completamente
dirigido a Dios, dándose cuenta que este mismo Dios es el único que le puede
satisfacer. Busca a Él con todas las fuerzas, pidiendo la ayuda de la gracia
divina en la búsqueda del desapego y de la vida virtuosa, donde se forme un
puerto seguro para soportar todo el sufrimiento en la certeza de que después
de todo, su Amado estará de brazos abiertos a esperarte con la corona
incorruptible.
Robson Atallah, www.rio2013.com/es
Id y haced discípulos...