VITA CHRISTI: Preámbulo para antes de la Vida de Cristo
Fray Luís de Granada
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AL CRISTIANO LECTOR
El tratado precedente (1), cristiano lector, sirve para el uso de la oración vocal, la cual con palabras humildes y devotas habla y negocia con Dios. Esta manera de orar, entre otros muchos provechos que tiene, uno y muy principal es, ser un grande estímulo y incentivo de devoción, cuando más derramado y frío está nuestro corazón. Porque como él sea tan malo de recoger en este tiempo, por el distraimiento de los pensamientos, no tenemos entonces otro más fácil remedio que apegarlo a las palabras de Dios, que son como unas brasas y saetas encendidas, para que con ellas se encienda y despierte a devoción.
Mas el tratado presente servirá al uso de la oración mental, que se hace con lo íntimo del corazón, en la cual entreviene la consideración de las cosas celestiales, que es la principal causa de la devoción, como dice el santo Doctor (2). De manera que así como los niños unas veces andan en pies ajenos, y otras, cuando ya son mayores, en los suyos propios, así el siervo de Dios debe tratar en la oración con Él, unas veces con palabras ajenas, pronunciándolas con toda devoción, y otras con las suyas propias, que es con las que su devoción o su necesidad le enseñare. En esta cuenta entra el ejercicio de la consideración de las cosas divinas, que es el propio pasto y mantenimiento de nuestra ánima.
Y entre otras muchas cosas que hay que considerar, una de las más principales es la vida y pasión de Cristo, que es universalmente provechosa para todo género de personas, así principiantes como perfectas. Porque éste es el árbol de vida que está en medio del paraíso de la Iglesia, donde hay ramas altas y bajas, las altas para los grandes, que por aquí suben a la contemplación de la bondad, caridad, sabiduría, justicia y misericordia de Dios, y las bajas para los pequeños, que por aquí contemplan la grandeza de los dolores de Cristo y la fealdad de sus pecados, para moverse a dolor y compasión.
Este es uno de los más propios ejercicios del verdadero cristiano, andar siempre en pos de Cristo, y seguir al Cordero por doquiera que va. Y esto es lo que Isaías nos enseñó cuando, según la translación caldea, dijo que los justos y los fieles serían la cinta de las renes de Cristo, y que andarían siempre al derredor de él (3). Lo cual espiritualmente se hace cuando el verdadero siervo de Cristo nunca se aparta de Él, ni le pierde jamás de vista, acompañándole en todos sus caminos, meditando en todos los pasos y misterios de su vida santísima. Porque verdaderamente no es otra cosa Cristo, para quien tiene sentido espiritual, sino como dice la Esposa, un suavísimo bálsamo derramado (4): el cual, en cualquier paso que le miréis, está siempre echando de sí olor de santidad, de humildad, de caridad, de devoción, de compasión, de mansedumbre y de todas las virtudes. De donde nace que así como el que tiene por oficio tratar o traer siempre en las manos cosas olorosas, anda siempre oliendo a aquello que trata, así el cristiano que de esta manera trata con Cristo, viene por tiempo a oler al mismo Cristo, que es, a parecerse con Cristo en la humildad, en la caridad, en la paciencia, obediencia y en las otras virtudes de Cristo.
Pues para este efecto se escribió este presente tratado, que es de los principales pasos y misterios de la vida de Cristo, poniendo brevemente al principio de cada uno la historia de aquel paso, y después apuntando con la misma brevedad algunas piadosas consideraciones sobre él, para abrir el camino de la meditación al ánima devota. De las cuales, unas sirven para despertar la devoción, otras para la compasión, otras para la imitación de Cristo, y otras para su amor, y para el agradecimiento de sus beneficios, y para otros propósitos semejantes. Imité en este tratado a otro que S. Buenaventura hizo, llamado Árbol de la Vida del Crucificado(5), que para este mismo efecto por este santo Doctor fue compuesto, y púselo así en este breve compendio, para que pudiese traerse en el seno lo que debe siempre andar en el corazón, y así pudiese el hombre decir con la esposa de los Cantares: Manonico de mirra es mi amado para mí, entre mis pechos morará (6). Al cabo, después de la subida del Señor al cielo, puse la venida a juicio, y la gloria del paraíso, y las penas del infierno, y el camino para lo uno y para lo otro, que es la muerte, tratando de la memoria de ella, que son las cuatro postrimerías en que el hombre debe siempre pensar para no pecar. Y después declaré brevemente de la manera que el hombre se había de haber en estos santos ejercicios. Mas antes que descendamos a tratar en particular de estos misterios, quise poner un breve preámbulo del misterio de la encarnación de Cristo, que ayuda mucho para la consideración y inteligencia de su vida santísima.
Notas
1. Supra, pp. 87127 [Regresar]
2. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, IIII, q. 82, a. 3. [Regresar]
3. Cf. Is 11, 5. [Regresar]
4. Cf. Ct 1, 2. [Regresar]
5. S. BUENAVENTURA/Ubertino de Casale, Arbor vitae Crucifixi. [Regresar]
6. Ct 1, 12. [Regresar]