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1. La primera de las pasiones del alma y afecciones de la voluntad
es el gozo, el cual, en cuanto toca a lo que de el pensamos decir,
no es otra cosa que un contentamiento de la voluntad con
estimación de alguna cosa que tiene por conveniente; porque nunca
la voluntad se goza sino cuando la cosa le hace aprecio y da
contento.
Esto es cuanto al gozo activo, que es cuando el alma entiende
distinta y claramente de lo que se goza, y está en su mano gozarse
y no gozarse. Porque hay otro gozo pasivo, en que se puede hallar
la voluntad gozando sin entender cosa clara y distinta, y a veces
entendiendola, de que sea el tal gozo, no estando en su mano
tenerle o no tenerle. Y de este trataremos despues. Ahora diremos
del gozo en cuanto es activo y voluntario de cosas distintas y
claras.
2. El gozo puede nacer de seis generos de cosas o bienes, conviene
a saber: temporales, naturales, sensuales, morales, sobrenaturales
y espirituales, acerca de los cuales habemos de ir por su orden
poniendo la voluntad en razón, para que no, embarazada con ellos,
deje de poner la fuerza de su gozo en Dios. Para todo ello
conviene presuponer un fundamento, que será como un báculo en que
nos habemos de ir siempre arrimando. Y conviene llevarle
entendido, porque es la luz por donde nos habemos de guiar y
entender en esta doctrina y enderezar en todos estos bienes el
gozo a Dios, y es: que la voluntad no se debe gozar sino sólo de
aquello que es gloria y honra de Dios, y que la mayor honra que le
podemos dar es servirle según la perfección evangelica; y lo que
es fuera de esto es de ningún valor y provecho para el hombre.
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