BIOGRAFÍA DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA
Su fiesta se celebra el 5 de octubre
Primeros años de Santa Faustina Kowalska
Santa Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misercordia del Señor, nació
en la aldea de Glogoviec, en Swinice Varckie (Polonia), el 25 de agosto de
1905. Fue bautizada dos días después con el nombre de Elena Kowalska, en la
Iglesia de San Casimiro. Sus padres tuvieron 8 hijos (Elena es la tercera),
a quienes criaron con mucha disciplina, siendo gran ejemplo de vida
espiritual. A muy temprana edad, Elena fue llamada a hablar con el cielo.
Una indicación de este hecho fue un sueño que ella tuvo a la edad de 5 años.
Su madre recuerda que en esa época Elena dijo a su familia. “Yo estuve
caminando de la mano de la Madre de Dios en un jardín precioso”. Muchas
veces, aún antes de los siete años, la niña se despertaba durante la noche y
se sentaba en la cama. Su mamá veía que estaba rezando, y le decía que
regresara a dormir o terminaría perdiendo la cabeza. “Oh, no madre”, Elena
le contestaba, “mi ángel guardián me debe haber despertado para rezar.” Nos
dice Santa Faustina en su diario (#7): “Desde los siete años sentía la
suprema llamada de Dios, la gracia de la vocación a la vida consagrada. A
los siete años por primera vez oí la voz de Dios en mi alma, es decir, la
invitación a una vida más perfecta. Sin embargo, no siempre obedecí la voz
de la gracia. No encontré a nadie quien me aclarase esas cosas.” Este evento
ocurrió en Vísperas, durante la exposición del Santísimo Sacramento.
Elena tenía aproximadamente 9 años cuando se preparó para recibir los
sacramentos de la Confesión y la Comunión en la Iglesia de San Casimiro. Su
madre recuerda que antes de dejar la casa en el día de su Primera Comunión,
Elena besó las mano de sus padres para demostrar su pena por haberles
ofendido. Desde aquél entonces, se confesaba todas las semanas; cada vez
rogaba a sus padres perdón, besándoles las manos, siguiendo una costumbre
Polaca. Esto lo hacía a pesar de que sus hermanos y hermanas no le imitaban.
Elena ayudaba en la casa con los quehaceres de la cocina, ordeñando las
vacas, y cuidando de sus hermanos. Empezó a asistir al Colegio cuando tenía
12 años de edad, debido a que las escuelas en Polonia estaban cerradas
durante la ocupación Rusa. Solo pudo completar tres trimestres, cuando en la
primavera de 1919, se notificó a todos los estudiantes mayores, que salieran
del colegio para dar cabida a los niños menores.
A los 15 años comenzó a trabajar como empleada doméstica y de nuevo sintió
muy fuertemente el llamado a la vocación religiosa, pero al presentarle su
sentido a sus padres se lo negaron. Varias veces pidió permiso a sus padres
para entrar al convento; la misma Santa relata una de estas ocasiones en el
diario: “El decimoctavo año de mi vida, insistente pedido a mis padres el
permiso para entrar en un convento; una categórica negativa de los padres.
Después de esa negativa me entregué a las vanidades de la vida sin hacer
caso alguno a la voz de la gracia, aunque mi alma en nada encontraba
satisfacción. Las continuas llamadas de la gracia eran para mí un gran
tormento, sin embargo intenté apagarlas con distracciones. Evitaba a Dios
dentro de mí y con toda mi alma me inclinaba hacia las criaturas, Pero la
gracia divina venció en mi alma” (# 8).
Durante ese mismo año tuvo una experiencia que marcó su vida. Fue invitada a
una fiesta junto con su hermana Josefina, en el parque de Venecia, en la
ciudad de Lodz: “Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un baile.
Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría tormentos interiores. En el
momento en que empecé a bailar, de repente vi a Jesús junto a mí. A Jesús
martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome
esas palabras: '¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?'
En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música,
desapareció de mis ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús
y yo. Me senté junto a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi
alma con un dolor de cabeza. Un momento después abandoné discretamente a la
compañía y a mi hermana y fui a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba
anocheciendo, había poca gente en la catedral. Sin hacer caso a lo que
pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí
al Señor que se dignara hacerme conocer qué había de hacer en adelante.
Entonces oí esas palabras: 'Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en
un convento.' Me levanté de la oración, fui a casa y solucioné las cosas
necesarias. Como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi
afina, le dije que me despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin
nada más, llegué a Varsovia.” Pidió a la Santísima Virgen que la guiara y le
dejara saber donde dirigirse. Así llegó a la Iglesia de Santiago Apóstol en
las afueras de Varsovia y, al finalizar las misas, habló con un sacerdote
que la envió donde la Sra. Lipzye, una señora muy católica, y se hospedó con
ella. Durante su estadía con la familia Lipzye visitó varios conventos pero
todas las puertas le fueron cerradas. Pidiéndole al Señor que no la dejara
sola, buscaba una respuesta a su oración, pero el Señor quería enseñarle que
El siempre responde a nuestras oraciones solo en su tiempo, no en el
nuestro.
Santa Faustina se dirigió a las puertas de la Casa Madre de la Congregación
de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en la calle Zytnia, en
Varsovia, donde la Madre general la interrogó. Madre Micaela le dijo que
fuera a preguntarle al Señor de la casa si Él la aceptaba. Santa Faustina se
dirigió a la Capilla y le preguntó al Señor si la aceptaba y escuchó en su
corazón: "Yo te acepto; tu estas en mi Corazón". Ella se dirigió donde la
Madre General y le dijo lo que había oído, la Madre repuso, "si el Señor te
acepta yo también te acepto, esta es tu casa" (#’s 9 y 10).
La pobreza de Santa Faustina fue su peor obstáculo pues necesitaba recoger
dinero para el ajuar. La superiora le sugirió que siguiera trabajando hasta
completarlo. Trabajó un año como doméstica para reunir todo el dinero.
Durante ese tiempo tuvo muchos retos y obstáculos, pero se mantuvo firme en
su decisión, y durante la Octava de Corpus Christi, el 25 de julio de 1925,
hizo un voto de castidad perpetua al Señor. Relata la Santa, “Con las
palabras sencillas que brotaban del corazón, hice a Dios el voto de castidad
perpetua. A partir de aquel momento sentí una mayor intimidad con Dios, mi
Esposo. En aquél momento hice una celdita en mi corazón donde siempre me
encontraba con Jesús” (#16).
Postulantado de Santa Faustina Kowalska
El 2 de agosto de 1925, fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, entró en la
Congregación como Postulante. Pocas semanas después de haber entrado tuvo la
tentación de irse del convento. Fue en busca de la Madre Superiora y al no
encontrarla se fue a su celda. Estando en su cuarto tuvo una visión de
Jesús, con su rostro destrozado y cubierto de llagas. Ella le preguntó
"¿Jesús quien te ha herido tanto?" Jesús le contestó: "Esto es el dolor que
me causarías si te vas de este convento. Es aquí donde te he llamado y no a
otro; y tengo preparadas para ti muchas gracias." Ella comprendió que Dios
realmente la quería ahí y a la mañana siguiente confesó a su director
espiritual lo que le había ocurrido. Él le confirmó que realmente Dios la
quería ahí.
Como Postulante se familiarizó en sus ejercicios espirituales. Fue encargada
de la cocina, de limpiar el cuarto de la Madre Barkiewez y de cuidarla
durante su enfermedad.
A causa de sus conflictos interiores, su gran fervor espiritual, y el cambio
de vida, la salud de Santa Faustina empezó a decaer. Las superioras,
alarmadas por el agotamiento que manifestaba, la enviaron a Skolimow, a la
casa de descanso, en compañía de dos hermanas.
Entrada al Noviciado y profesión de Santa Faustina Kowalska
En los comienzos de 1926, fue enviada al noviciado en Józefów (el lugar de
San José) en Cracovia-Lagiewniki, para terminar su Postulantado y el 30 de
abril tomó el hábito religioso como novicia y recibió su nombre de Sor María
Faustina. Durante la ceremonia le fue revelada la magnitud de sus
sufrimientos futuros y a lo que se estaba comprometiendo. Esto duró poco,
luego el Señor la llenó de una gran consolación. En este convento de
Cracovia-Lagiewniki, Santa Maria Faustina hizo su noviciado, pronunció sus
primeros votos y los perpetuos, sirvió como cocinera, jardinera y portera, y
pasó los últimos años de su vida terrenal.
En el transcurso de su noviciado un hecho que se conoce mucho es la historia
de la escurrida de las papas. Debido a la gran debilidad que sufría, esta
tarea se le dificultaba cada día mas, entonces empezó a evadirla, pero al
poco tiempo se empezó a notar; la Madre Superiora no comprendía que a pesar
de su deseo, Sor Faustina no podía hacerlo por su poca fuerza. Un día,
cuando hizo su examen de conciencia se quejó al Señor de su debilidad.
Escuchó estas palabras: "Desde hoy tendrás mas facilidad, pues yo te
fortaleceré". A la noche, confiada por lo que el Señor le había prometido,
se apresuró a tomar la olla. La levantó con facilidad y la escurrió
perfectamente. Cuando levantó la tapa para dejar salir el vapor, en vez de
papas, ella vio ramos de rosas, las más hermosas que jamás hubiese visto.
Tratando de comprender esta visión escuchó estas palabras: "Yo cambié tu
trabajo tan duro en un ramillete de las más bellas flores, y su perfume sube
a Mi Trono". Después de esto ella buscaba como hacer este trabajo
diariamente aun cuando no le tocaba, porque comprendió que le agradaba al
Señor.
Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su extraordinaria
y rica vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente
todas las reglas del convento, era recogida y piadosa, pero a la vez
natural, y alegre, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Sus
hermanas recuerdan que Santa Faustina fue una grata compañía durante el
noviciado y su conducta al orar provocaba en las otras novicias una gran
reverencia a la Majestad de Dios.
Toda su vida se concentraba en caminar con constancia hacia la cada vez más
plena unión con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de
la salvación de las almas. “Jesús mío - confeso en el diario – Tú sabes que
desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir, deseaba
amarte con un amor tan grande como ningún alma Te amó hasta ahora” (# 1372).
Durante su vida logró un alto grado de unión de su alma con Dios, pero
también tuvo que esforzarse y luchar en duros combates en el camino hacia la
perfección cristiana. El Señor la colmó de muchas gracias extraordinarias:
los dones de contemplación y de profundo conocimiento del misterio de la
Divina Misericordia, visiones, revelaciones, estigmas ocultos, los dones de
profecía, de leer en las almas humanas, y desposorios místicos. Colmada de
tantas gracias, escribió: “Ni las gracias ni las revelaciones, ni los
éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la
comunión interior del alma con Dios... Mi santidad y perfección consisten en
una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios." (# 1107).
La Noche oscura del Alma
Santa Faustina sufrió la mayor parte de su noviciado constantes combates
interiores. No podía meditar ni sentir la presencia de Dios. Sufrió fuertes
tormentos y tentaciones, aún estando en la capilla. En mas de una ocasión,
estando en la Santa Misa, sintió que blasfemaba contra Dios, no sentía
contento con nada. Hasta las verdades mas simples sobre la fe le eran
difícil de comprender.
Durante todo este tiempo Santa Faustina no estuvo sola, tuvo la ayuda de su
Maestra de Novicias, Sor Joseph Brzoza quien veía en ella grandes gracias
venidas de Dios. Aunque Santa Faustina se sentía en ese momento totalmente
abandonada por Dios, Sor Joseph le decía: "sepa querida hermana que Dios
quiere tenerla bien cerca de El en el Cielo. Tenga gran confianza en Jesús."
Alma Víctima
Durante su tercer año de noviciado le fue revelado lo que era ser Alma
Víctima. Anota ella en su diario: "El sufrir es una gracia grande; a través
del sufrimiento el alma se hace como la del Salvador; en el sufrimiento el
amor se cristaliza, mientras más grande el sufrimiento más puro el amor".
(57)
Sor Faustina Kowalska se ofreció como víctima por los pecadores y con este
propósito experimentó diversos sufrimientos para salvar las almas a través
de ellos. Durante una hora particular de adoración, Dios le reveló a Santa
Faustina todo lo que ella tendría que sufrir: falsas acusaciones, la pérdida
del buen nombre, y mucho más. Cuando la visión terminó, un sudor frío bañó
su frente. Jesús le hizo saber que aún cuando ella no diere su
consentimiento a esto, ella se salvaría y El no disminuiría Sus gracias y
seguiría manteniendo una relación íntima con ella. La generosidad de Dios no
disminuiría para nada. Consciente de que todo el misterio dependía de ella,
consintió libremente al sacrificio en completo uso de sus facultades. Luego
escribió lo siguiente en su diario: “De repente, cuando había consentido a
hacer el sacrificio con todo mi corazón y todo mi entendimiento; la
presencia de Dios me cubrió, me parecía que me moría de amor a la vista de
su mirada.”
Durante la Cuaresma de ese mismo año, 1933, experimentó en su propio cuerpo
y corazón la Pasión del Señor, recibiendo invisiblemente las estigmas.
Únicamente su confesor lo conoció. Ella lo narra así: "Un día durante la
oración, vi una gran luz y de esta luz salían rayos que me envolvían
completamente. De pronto sentí un dolor muy agudo en mis manos, en mis pies,
y en mi costado, y sentí el dolor de la corona de espinas, pero esto fue
sólo por un tiempo bien corto."
Tiempo más tarde, cuando Santa Faustina se enfermó de Tuberculosis,
experimentó nuevamente los sufrimientos de la Pasión del Señor repitiéndose
todos los Viernes y algunas veces cuando se encontraba con un alma que no
estaba en estado de gracia. Aunque esto no era muy frecuente; los
sufrimientos eran dolorosos y de corta duración, no los hubiera soportado
sin una gracia especial de Dios.
Visión del Purgatorio de Santa Faustina Kowalska
Mientras estaba en Skolimow, casi al final de su Postulantado, Santa
Faustina le preguntó al Señor por quién mas debía orar y la noche siguiente
tuvo esta visión. "Esa noche vi a mi ángel de la Guarda, quien me pidió que
lo siguiera. En un momento me vi en un lugar lleno de fuego y de almas
sufrientes. Estaban orando fervientemente por si mismas pero no era válido,
solamente nosotras podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban no podían
tocarme. Mi ángel de la guarda no me dejó sola ni un momento. Yo pregunté a
las almas que es lo que mas las hacía sufrir. Ellas me contestaron que era
el sentirse abandonadas por Dios...Vi a Nuestra Señora visitando a las almas
del Purgatorio, la llamaban Estrella del Mar. Luego mi ángel guardián me
pidió que regresáramos, al salir de esta prisión de sufrimiento, escuché la
voz interior del Señor que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo
pide mi Justicia’".
Visión del Infierno de Santa Faustina Kowalska
Durante un retiro de ocho días en octubre de 1936, se le mostró a Sor
Faustina el abismo del infierno con sus varios tormentos, y por pedido de
Jesús ella dejó una descripción de lo que se le permitió ver: "Hoy día fui
llevada por un Ángel al abismo del infierno. Es un sitio de gran tormento.
¡Cuán terriblemente grande y, extenso es!. Las clases de torturas que vi:
La primera es la privación de Dios;
la segunda es el perpetuo remordimiento de conciencia;
la tercera es que la condición de uno nunca cambiará;
la cuarta es el fuego que penetra en el alma sin destruirla -un sufrimiento
terrible, ya que es puramente fuego espiritual,-prendido por la ira de Dios.
La quinta es una oscuridad continua y un olor sofocante terrible. A pesar de
la oscuridad, las almas de los condenados se ven entre ellos;
la sexta es la compañía constante de Satanás;
la séptima es una angustia horrible, odio a Dios, palabras indecentes y
blasfemia.
Estos son los tormentos que sufren los condenados, pero no es el fin de los
sufrimientos. Existen tormentos especiales destinados para almas en
particular. Estos son los tormentos de los sentidos. Cada alma pasa por
sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionado con el tipo de pecado
que ha cometido.
Existen cavernas y fosas de tortura donde cada forma de agonía difiere de la
otra. Yo hubiera fallecido a cada vista de las torturas si la Omnipotencia
de Dios no me hubiera sostenido. Estoy escribiendo esto por orden de Dios,
para que ninguna alma encuentre una excusa diciendo que no existe el
infierno, o que nadie a estado ahí y por lo tanto, nadie puede describirlo."
El Señor fue preparando de esta forma el corazón de Santa Faustina para que
por medio de su intercesión se salvaran muchas almas.
Visión del Cielo de Santa Faustina Kowalska
El 27 de noviembre de 1936, cuando la debilidad la llevó a la cama, escribió
la siguiente visión del cielo: "Hoy día, estuve en el cielo en espíritu, y
vi sus bellezas incomparables y la felicidad que nos espera para después de
la muerte. Cómo todas las criaturas alaban y dan gracias a Dios sin
cesar...Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero es
siempre nueva, derramando felicidad para todas las criaturas. Dios me ha
hecho entender que hay una cosa de un valor infinito a Sus ojos, y eso es,
el amor a Dios; amor, amor y nuevamente amor, y nada puede compararse a un
solo acto de amor a Dios.
Dios en su gran majestad, es adorado por los espíritus celestiales, de
acuerdo a sus grados de gracias y jerarquías en que son divididas, no me
causó temor ni susto; mi alma estaba llena de paz y amor; y mientras más
conozco la grandeza de Dios, más me alegro de que El sea El que es. Me
regocijo inmensamente en Su grandeza y me alegro de que soy tan pequeña, ya
que siendo tan pequeña, El me carga en Sus brazos y me aprieta a Su corazón"
(777-780).
Los siguientes años fueron un entrenamiento del Señor. Ella no sabía lo que
Dios estaba haciendo en ella, pero su respuesta era firme e invariable: si
Señor, haz en mi tu voluntad. Algo que ella si veía en todo esto era que el
Señor quería su obediencia. Santa Faustina siempre mantuvo una fuerte
relación con Dios, sin saber de antemano el camino que Dios trazaba para
ella.
La Devoción a la Divina Misericordia según las revelaciones de Jesús a Santa
Faustina Kowalska
Los últimos días de Santa Faustina Kowalska
En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimiento interiores, la
llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo: se desarrolló
la tuberculosis que atacó sus pulmones y sistema digestivo. A causa de ello
dos veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia, por varios
meses.
Extenuada físicamente por completo, pero plenamente adulta de espíritu y
unida místicamente con Dios, falleció en olor de santidad, el 5 de octubre
de 1938, a los 33 años, de los cuales 13 fueron vividos en el convento. Su
funeral tuvo lugar dos días mas tarde, en la Fiesta de Nuestra Señora del
Rosario que aquel año fue primer viernes de mes. Su cuerpo fue sepultado en
el cementerio de la Comunidad en Cracovia – Lagievniki, y luego, durante el
proceso informativo en 1966, fue trasladado a la capilla.
La Historia Subsiguiente
En el año 1935, Santa Faustina le escribió a su director espiritual:
"Llegará un momento en que esta obra que Dios tanto recomienda parecerá como
[si estuviera] en ruina completa, y entonces, la acción de Dios seguirá con
gran poder, que dará testimonio de la verdad. Ella [la obra] será un nuevo
esplendor para la Iglesia, aunque haya reposado en Ella desde hace mucho
tiempo" (Diario 378).
De hecho, esto sí sucedió. El 6 de marzo de 1959, la Santa Sede, por
información errónea que le fue presentada, prohibió "la divulgación de
imágenes y escritos que propagan la devoción a La Misericordia Divina en la
manera propuesta por Santa Faustina". Como resultado, pasaron casi veinte
años de silencio total. Entonces, el 15 de abril de 1978, la Santa Sede,
tras un examen cuidadoso de algunos de los documentos originales previamente
indisponibles, cambió totalmente su decisión y de nuevo permitió la práctica
de La Devoción. El hombre principalmente responsable de la revocación de
esta decisión fue el Cardenal Karol Wojtyla, el Arzobispo de Cracovia,
diócesis en la que nació Santa Faustina. El 16 de octubre de 1978, el mismo
Cardenal Wojtyla fue elevado a la Sede de San Pedro bajo el título de "Papa
Juan Pablo II".
El 7 de marzo de 1992, se declararon "heroicas" las virtudes de Sor
Faustina. El 21 de diciembre de 1992, una curación por medio de su
intercesión fue declarada "milagrosa"; y el 18 de abril de 1993, el Papa
Juan Pablo II tuvo el honor de declarar a la Venerable Sierva de Dios, Sor
Faustina Kowalska, "Beata".
En 1997 el Papa Juan Pablo II hizo una peregrinación a la tumba de la Beata
Faustina en Polonia, le llamó "Gran apóstol de la Misericordia en nuestros
días". El Papa dijo en su tumba "El mensaje de la Divina Misericordia
siempre ha estado cerca de mi como algo muy querido..., en cierto sentido
forma una imagen de mi Pontificado."
El 10 de marzo del 2000, se anunció la fecha para la canonización después de
ser aceptado el segundo milagro obtenido por su intercesión. El milagro fue
la curación del Padre Pytel de una condición congénita del corazón, después
de las oraciones hechas por miembros de la congregación de su parroquia el
día del aniversario de la muerte de Santa Faustina, en Octubre 5 de 1995.
La Secretaria de la Misericordia de Dios fue elevada a los altares por el
Santo Padre el 30 de abril del año 2000, el Domingo de la Divina
Misericordia. Es la primera santa que fue canonizada en el año jubilar 2000
y en el milenio.
La biografía de Santa Faustina nos narra que el Señor le recordaba
frecuentemente Su deseo de que se estableciera la Fiesta de la Divina
Misericordia. Ella ofreció una novena por esta intención y el 23 de marzo de
1937, martes de Semana Santa, el séptimo día de la novena Santa Faustina
tuvo la siguiente visión: “De pronto la presencia de Dios me invadió e
inmediatamente me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre y al mismo
tiempo estaba en nuestra capilla...Yo tomé parte en la solemne celebración,
simultáneamente aquí y en Roma... Vi al Señor Jesús en nuestra capilla,
expuesto en el Sacramento de la Eucaristía en el altar mayor. La capilla
estaba adornada como para una fiesta, y ese día todo el que quisiera, podía
entrar. La multitud era tan grande que la vista no podía alcanzarla toda.
Todos estaban participando en las celebraciones con gran júbilo, y muchos de
ellos obtuvieron lo que deseaban. La misma celebración tuvo lugar en Roma,
en una hermosa Iglesia, y el Santo Padre, con todo el clero, estaban
celebrando esta Fiesta, y entonces súbitamente yo vi a San Pedro, que estaba
de pie entre el altar y el Santo Padre...Entonces de repente vi cómo los dos
rayos, como están pintados en la imagen, brotaron de la hostia y se
extendieron sobre todo el mundo. Esto duró sólo un momento, pero pareció
como si hubiese durado todo el día, y nuestra capilla estuvo repleta todo el
día, y todo el día abundó en júbilo. Luego, vi en nuestro altar, al Señor
Jesús vivo, tal como luce en la imagen. Luego, en un instante me encontré de
pie cerca de Jesús, y me paré en el altar junto al Señor Jesús, y mi
espíritu estuvo lleno de una felicidad tan grande...Jesús se inclinó hacia
mí y dijo con gran bondad, ‘¿Cuál es tu deseo Hija mía’ Y yo contesté,
‘Deseo que toda adoración y gloria sean dadas a Tu Misericordia’. ‘Yo ya
estoy recibiendo adoración y gloria por la congregación y la celebración de
esta Fiesta: ¿Qué más deseas?’ Entonces yo miré a la inmensa multitud que
adoraba la Divina Misericordia y le dije a Jesús, ‘Jesús, bendice a todos
aquellos que están reunidos para darte gloria y venerar Tu infinita
misericordia’. Jesús hizo la señal de la cruz con su mano y esta bendición
fue reflejada en las almas como un rayo de luz” (1044-1049). Muchos ven esta
visión en respecto a la canonización de Santa Faustina Kowalska. Jesús le
mostraba a su apóstol los frutos de su trabajo y sufrimientos.
Al final de la Canonización de Santa Faustina Kowalska, el Santo Padre
declaró el segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia
Divina”, estableciendo la Fiesta de la Divina Misericordia que Jesús tanto
pedía a Santa Faustina. El Santo Padre dijo: “En todo el mundo, el segundo
domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia.
Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en
la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género
humano en los años venideros”. Y después de su visita a Polonia en junio del
2002, “para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración,
el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca
con la indulgencia plenaria para que los fieles reciban con más abundancia
el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente
caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón
de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.”
Podemos encontrar un paralelismo entre los poderosos mensajes que Jesús
revela a Santa Faustina, sobre la Divina Misericordia y a Santa Margarita,
sobre la devoción al Sagrado Corazón. A través de ellas Dios nos manifestó y
nos dio a conocer Su Misericordia encerrada en Su Sagrado Corazón.
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