Instruye la Virgen María a santa Brígida de cuánto importa a veces dejar a Díos por Dios, y preferir la salud y celo de las almas al propio consuelo espiritual. |
REVELACIÓN 92 |
Dirás, hija mía, dice nuestra Señora, a aquel anciano sacerdote ermitaño amigo tuyo, que contra su voluntad y paz de su alma se ve a veces obligado por la fe y devoción de los prójimos a dejar su solitaria celda y su tranquila contemplación, y por caridad sale del yermo y entra en el mundo para dar consejos espirituales a sus prójimos, con cuyos ejemplos y saludables consejos se convierten a Dios, y los ya convertidos suben a más altas virtudes; a ese ermitaño, pues, que dudando humildemente de la astucia y fradulentos engaños del demonio, te pidió con humildad que le aconsejases, y te suplicó pidieras por él si agradará más a Dios, empleándose solamente en la dulzura de la contemplación, o le será más grato al Señor ese amor al prójimo, le dirás de mi parte, que agrada mucho más a Dios que, como se ha dicho salga alguna vez del decierto y vaya a ejercer con el prójimo esas obras de caridad, compartiendo con ellos las virtudes y gracias que tiene recibidas de Dios, a fin de que se conviertan y se unan a Dios y se hagan participantes de su gloria, que si en su solitaria celda se dedicase este ermitaño a la contemplación mental.
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