Manifiesta Jesús a santa Brigida cómo de un pequeño principio de bien puede elevarse el alma a grande santidad y al contrario. |
REVELACIÓN 31 |
De poco bien, dice el Hijo de Dios a santa Brígida, suele resultar mucha recompensa. El dátil es de un agradable sabor, y tiene en su fruto un hueso, el cual si se pone en tierra bien abonada engruesa, fructifica y crece hasta llegar a ser un árbol grande, pero si se pone en tierra árida se seca. Muy árida es para el bien aquella tierra que se deleita en el pecado, en la cual, si se siembra la semilla de las virtudes, no engruesa ni crece. Pero es fértil, la tierra del alma de aquel que conoce su pecado y llora por haberlo cometido; en esta tierra, si se pone el hueso del dátil, esto es, si se siembra la severidad de mi juicio y de mi poder, echa en su alma tres raíces. Piensa primeramente, que sin mi auxilio no puede hacer nada, y así está siempre pidiendo mi ayuda; lo segundo, comienza a hacer alguna limosna por mi nombre, y en tercer lugar, se desocupa de los negocios del mundo para servirme. Principia luego a tener abstinencia y ayuno; procura negarse a su propia voluntad, y este es el que puede llamarse cuerpo del árbol. Crecen después las ramas de la caridad cuando atrae al bien a todos los que puede; da fruto, cuando lo poco que sabe lo enseña a los otros y procura con toda devoción la manera de extender y mirar por mi honor, y este fruto me agrada sobremanera. Así de poco que tiene va subiendo a la perfección, y cuando primeramente echa raíces con una corta devoción, crece el cuerpo con la penitencia, multiplícanse las ramas con la caridad y engruesa el fruto con la predicación.
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