Ve la Santa a un bienaventurado rogar por una pecadora, y cómo por Maria santísima se convirtió.
REVELACIÓN 12

Oyó santa Brígida que un bienaventurado le decía a Dios: Señor, ¿por qué el alma de esta mujer redimida por vuestra sangre ha de ser maltratada y hollada por el demonio? Al punto respondió el enemigo: Porque de derecho es mía. Y díjole nuestro Señor: ¿ Qué derecho tienes sobre ella? Y contestóle el demonio: Dos caminos hay: uno para el cielo y otro para el infierno. Pensando ella en estos dos caminos, le decían su conciencia y la razón que escogiera el del cielo; y como tuvo libre la voluntad de elegir el camino que quisiese, le pareció serle más útil inclinarse a la realización del pecado, y entonces comenzó a andar por mi camino. Engañela después con tres vicios, a saber: gula, codicia y lujuria, y así estoy ahora de asiento en su vientre y en su naturaleza, y la tengo asida con cinco manos. Con una le cierro los ojos para que no vea las cosas espirituales; con la otra le ato las manos para que no pueda obrar bien; con la tercera le encadeno los pies para que no dé paso bueno; con la cuarta le ciego el entendimiento para que no se avergüence de pecar, y con la quinta le tengo su corazón para que no se arrepienta ni se duela de sus pecados. Entonces le dijo nuestra Señora a su Hijo:

Hijo, manda a ese enemigo que diga la verdad de lo que yo le preguntaré. Y respondióle Jesucristo: Tú eres mi Madre, tú eres la Reina del cielo, madre de misericordia, consuelo de los que están en el purgatorio, alegría de los que peregrinan en el mundo, Señora de los ángeles y muy estimada de Dios, tú eres también princesa y superior a los demonios; mándale, Madre mía, a este demonio lo que quieras, que él te obedecerá. Entonces le dijo la santisíma Virgen al demonio: Di, diablo, ¿qué intención tuvo esta mujer antes de entrar en el gremio de la Iglesia? Respondió el demonio: Voluntad tuvo de abstenerse de pecar. Y le dijo la Virgen: Si la voluntad y deseo de pecar que primero tuvo, la llevaba al infierno, el deseo segundo de dejar el pecado ¿adónde la ha de llevar? Dijo el demonio contra su voluntad: Ese deseo es el camino para el cielo.

Entonces dijo la Virgen María: Si de justicia tenías derecho sobre ella por el deseo anterior para desviarla del sendero de la Iglesia, ahora tambíen es justicia que por este otro deseo sea vuelta a encaminar a la Iglesia. Y ahora quiero hacerte otra pregunta: Dime, ¿qué deseo tiene ahora en este instante y en qué está fija su conciencia? Respondió el demonio: Tiene en la mente contrición de sus pecados; llora mucho; propone no volver a pecar y quiere enmendarse cuanto pueda. Entonces le preguntó la Virgen al diablo: Dime, ¿estos tres pecados lujuria, gula y avaricia pueden estar en un mismo corazón juntamente con estas tres virtudes: contricíon, llanto y propósito de la enmienda? Respondió el demonio: No por cierto. Pues si no pueden estar, dijo la Virgen, esos tres vicios en un corazón juntamente con esas tres virtudes, ¿cuáles será más razón que salgan, los vicios o las virtudes? Los pecados y vicios han de salir, dijo el demonio. Entonces dijo la santisíma Virgen: Luego le está cerrado el camino del infierno y abierto el del cielo. Entonces le preguntó además la Virgen al diablo: Dime, si un ladrón está á las puertas de la esposa quieriéndola maltratar, ¿qué hará en este caso el esposo? Respondió el diablo: Si el esposo es honrado y valeroso, debe defenderla aun a riesgo de su vida. Enseguida le Dijo la Virgen: Tú eres un malicioso ladrón, y el alma es la esposa de mi Hijo, porque la redimió con su propia sangre. Tú la corrompiste y la arrebataste con violencia. Por consiguiente, puesto que mi Hijo es el esposo del alma, y al mismo tiempo Señor tuyo, retírate de su presencia.

Declaración
Esta mujer fué una ramera que después de convertida, se quiso volver a sus pecados, porque el demonio la maltrataba día y noche, de tal manera, que se le aparecía por momentos, y en presencia de muchos la maltrataba y sacaba de la cama. Viendo esto santa Brígida, dijo al demonio en presencia de muchas personas fidedignas: Márchate, diablo, que bastante has maltratado a esta criatura de Dios. A estas palabras la mujer puso sus ojos en la tierra por espacio de media hora, y levantándolos dijo: He visto al diablo salir por la ventana en muy abominable figura, y oí una voz que me dijo: ya estás libre, mujer. Y desde entonces cesaron sus malos pensamientos, tuvo mucha paciencia, y acabó con una dichosa muerte.