San Antonio de Padua,Fraile franciscano, Doctor de la Iglesia
(1195-1231)
Fiesta: 13 de junio
Biografìa
Adaptada de la Vida de los Santos de Butler
Etim: Antonio: "Defensor de la Verdad"
Ver también:
Oraciones a San Antonio
No lo confunda con San Antonio abad
Vea: Sermones de San Antonio pdf
BIOGRAFÍA
San Antonio nació en Portugal, pero adquirió el apellido por el que lo
conoce el mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía
se veneran sus reliquias.
León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción
se encuentran por todas partes.
Llamado "Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del
año
"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no
vivir de acuerdo con lo que se cree" -San Antonio
"Era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra pero su
alma vivía en el cielo" -un biógrafo de ese tiempo.
Patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y
papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen
esposo/a. Es verdaderamente extraordinaria su intercesión.
Vino al mundo en el año 1195 y se llamó Fernando de Bulloes y Taveira de
Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de
Frailes Menores, por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones
titulares de la capilla en que recibió el hábito franciscano. Sus padres,
jóvenes miembros de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la
Catedral de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos al
niño, pero cuando éste llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado
de los canónigos regulares de San Agustín, que tenían su casa cerca de la
ciudad. Dos años después, obtuvo permiso para ser trasladado al priorato de
Coimbra, por entonces capital de Portugal, a fin de evitar las distracciones
que le causaban las constantes visitas de sus amistades.
No le faltaron las pruebas. En la juventud fue atacado duramente por las
pasiones sensuales. Pero no se dejó vencer y con la ayuda de Dios las
dominó. El se fortalecía visitando al Stmo. Sacramento. Además desde niño se
había consagrado a la Stma. Virgen y a Ella encomendaba su pureza.
Una vez en Coimbra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias
a su extraordinaria memoria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los
más amplios conocimientos sobre la Biblia. En el año de 1220, el rey Don
Pedro de Portugal regresó de una expedición a Marruecos y trajo consigo las
reliquias de los santos frailes-franciscanos que, poco tiempo antes habían
obtenido allá un glorioso martirio. Fernando que por entonces había pasado
ocho años en Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de
aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la
vida por Cristo.
Poco después, algunos frailes franciscanos llegaron a hospedarse en el
convento de la Santa Cruz, donde estaba Fernando; éste les abrió su corazón
y fue tan empeñosa su insistencia, que a principio de 1221, se le admitió en
la orden. Casi inmediatamente después, se le autorizó para embarcar hacia
Marruecos a fin de predicar el Evangelio a los moros. Pero no bien llegó a
aquellas tierras donde pensaba conquistar la gloria, cuando fue atacado por
una grave enfermedad (hidropesía),que le dejó postrado e incapacitado
durante varios meses y, a fin de cuentas, fue necesario devolverlo a Europa.
La nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a
parar en Messina, la capital de Sicilia. Con grandes penalidades, viajó
desde la isla a la ciudad de Asís donde, según le habían informado sus
hermanos en Sicilia, iba a llevarse a cabo un capítulo general. Aquella fue
la gran asamblea de 1221, el último de los capítulos que admitió la
participación de todos los miembros de la orden; estuvo presidido por el
hermano Elías como vicario general y San Francisco, sentado a sus pies,
estaba presente. Indudablemente que aquella reunión impresionó hondamente al
joven fraile portugués. Tras la clausura, los hermanos regresaron a los
puestos que se les habían señalado, y Antonio fue a hacerse cargo de la
solitaria ermita de San Paolo, cerca de Forli. Hasta ahora se discute el
punto de si, por aquel entonces, Antonio era o no sacerdote; pero lo cierto
es que nadie ha puesto en tela de juicio los extraordinarios dones
intelectuales y espirituales del joven y enfermizo fraile que nunca hablaba
de sí mismo. Cuando no se le veía entregado a la oración en la capilla o en
la cueva donde vivía, estaba al servicio de los otros frailes, ocupado sobre
todo en la limpieza de los platos y cacharros, después del almuerzo comunal.
Mas no estaban destinadas a permanecer ocultas las claras luces de su
intelecto. Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los candidatos
franciscanos y dominicos se reunieron en el convento de los Frailes Menores
de aquella ciudad. Seguramente a causa de algún malentendido, ninguno de los
dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la acostumbrada alocución
durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos se sentía capaz de
llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que fuese a hablar
y que dijese lo que el Espíritu Santo le inspirara. El joven obedeció sin
chistar y, desde que abrió la boca hasta que terminó su improvisado
discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados, embargados por
la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor y la
sabiduría de que hizo gala el orador. En cuanto el ministro provincial tuvo
noticias sobre los talentos desplegados por el joven fraile portugués, lo
mandó llamar a su solitaria ermita y lo envió a predicar a varias partes de
la Romagna, una región que, por entonces, abarcaba toda la Lombardía. En un
momento, Antonio pasó de la oscuridad a la luz de la fama y obtuvo, sobre
todo, resonantes éxitos en la conversión de los herejes, que abundaban en el
norte de Italia, y que, en muchos casos, eran hombres de cierta posición y
educación, a los que se podía llegar con argumentos razonables y ejemplos
tomados de las Sagradas Escrituras.
En una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a
sus sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar:
"Oigan la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores
de la tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles
de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro se
conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder.
A pesar de estar muy enfermo de hidropesía, San Antonio predicaba los 40
días de cuaresma. La gente presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos
del hábito, hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para
protegerlo después de los sermones.
Además de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología
entre sus hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden
Franciscana cumplía con aquella función. En una carta que, por lo general,
se considera como perteneciente a San Francisco, se confirma este
nombramiento con las siguientes palabras: "Al muy amado hermano Antonio, el
hermano Francisco le saluda en Jesucristo. Me complace en extremo que seas
tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que esos estudios
no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de acuerdo con
nuestra regla". Sin embargo, se advirtió cada vez con mayor claridad que, la
verdadera misión del hermano Antonio estaba en el púlpito. Por cierto que
poseía todas las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran
poder de persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz
sonora y bien timbrada que llegaba muy lejos. Por otra parte, se afirmaba
que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era de
corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una
personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética. A veces, bastaba
su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía
que de su persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes
le seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los
criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión.
Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus
sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes del alba o
permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar cerca del
púlpito. Con frecuencia, las iglesias eran insuficiente para contener a los
enormes auditorios y, para que nadie dejara de oírle, a menudo predicaba en
las plazas públicas y en los mercados. Poco después de la muerte de San
Francisco, el hermano Antonio fue llamado, probablemente con la intención de
nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna. En relación con la
actitud que asumió el santo en las disensiones que surgieron en el seno de
la orden, los historiadores modernos no dan crédito a la leyenda de que fue
Antonio quien encabezó el movimiento de oposición al hermano Elías y a
cualquier desviación de la regla original; esos historiadores señalan que el
propio puesto de lector en teología, creado para él, era ya una innovación.
Más bien parece que, en aquella ocasión, el santo actuó como un enviado del
capítulo general de 1226 ante el Papa, Gregorio IX, para exponerle las
cuestiones que hubiesen surgido, a fin de que el Pontífice manifestara su
decisión. En aquella oportunidad, Antonio obtuvo del Papa la autorización
para dejar su puesto de lector y dedicarse exclusivamente a la predicación.
El Pontífice tenía una elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien
cierta vez llamó "el Arca de los Testamentos", por los extraordinarios
conocimientos que tenía de las Sagradas Escrituras.
Desde aquel momento, el lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una
ciudad donde anteriormente había trabajado, donde todos le amaban y
veneraban y donde, en mayor grado que en cualquier otra parte, tuvo el
privilegio de ver los abundantísimos frutos de su ministerio. Porque no
solamente escuchaban sus sermones multitudes enormes, sino que éstos
obtuvieron una muy amplia y general reforma de conducta. Las ancestrales
disputas familiares se arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron
en libertad y muchos de los que habían obtenido ganancias ilícitas las
restituyeron, a veces en público, dejando títulos y dineros a los pies de
San Antonio, para que éste los devolviera a sus legítimos dueños. Para
beneficio de los pobres, denunció y combatió el muy ampliamente practicado
vicio de la usura y luchó para que las autoridades aprobasen la ley que
eximía de la pena de prisión a los deudores que se manifestasen dispuestos a
desprenderse de sus posesiones para pagar a sus acreedores. Se dice que
también se enfrentó abiertamente con el violento duque Eccelino para
exigirle que dejase en libertad a ciertos ciudadanos de Verona que el duque
había encarcelado. A pesar de que no consiguió realizar sus propósitos en
favor de los presos, su actitud nos demuestra el respeto y la veneración de
que gozaba, ya que se afirma que el duque le escuchó con paciencia y se le
permitió partir, sin que nadie le molestara.
Después de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, la
salud de San Antonio comenzó a ceder y se retiró a descansar, con otros dos
frailes, a los bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que
sus días estaban contados y entonces pidió que le llevasen a Padua. No llegó
vivo más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la
habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió
los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Stma. Virgen y sonriendo dijo:
"Veo venir a Nuestro Señor" y murió. Era el 13 de junio de 1231. La gente
recorría las calles diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!.Al
morir tenía tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se
produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le
tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el tesoro más
preciado.
San Antonio fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su
muerte; en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor
optime" en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la
fecha del año 1946, cuando el Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor de
la Iglesia".
Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser interminable lista de favores
y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de
su muerte. Uno de los milagros mas famosos de su vida es el de la mula:
Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está
en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego
cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco
y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y
se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.
Iconografía: Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado
a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que
tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la
casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al
santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que
sostenía en sus brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII
aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su
sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó
con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda,
se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud
de la mula fue el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese
en la presencia real.
San Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se
dan para obtener su intercesión, se llama "pan de San Antonio"; esta
tradición comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación
satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los
objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con
un suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV Generalium"
(No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que
utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al
instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y
amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.
En Padua hay una magnífica basílica donde se veneran sus restos mortales.
BIBLIOGRAFÍA
Butler, Vida de los Santos.
Salesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos.
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día
ORACIONES
NOVENA A SAN ANTONIO
Es famoso por sus milagros
San Antonio obtenme de la Misericordia de Dios esta gracia que deseo
(mencione el favor que pide).
Como tú eres tan bondadoso con los pobres pecadores, no mires mi falta de
virtud antes bien considera la Gloria de Dios que será una vez más ensalzada
por ti al concederme la petición que yo ahora encarecidamente hago.
Glorioso San Antonio de los milagros, padre de los pobres y consuelo de los
afligidos, te pido ayuda.
Has venido a mi auxilio con tan amable solicitud y me has aliviado tan
generosamente que me siento agradecido de corazón.
Acepta esta ofrenda de mi devoción y amor.
Renuevo la seria promesa de vivir siempre amando a Dios y al prójimo.
Continúa defendiéndome benignamente con tu protección y obtenme la gracia de
poder un día entrar el Reino de los Cielos, donde cantaré enteramente las
misericordias del Señor. Amen.
ORACIÓN DE LIBERACIÓN DE SAN ANTONIO DE PADUA
Haciendo la señal de la cruz dirás con mucho fervor:
He aquí la Cruz del Señor,+
Huid, potestades enemigas:+
El león Judà, descendiente de David,+
Ha vencido. Aleluya.
Este exorcismo usado frecuentemente por San Antonio es muy eficaz contra las
tentaciones del demonio, como lo prueban muchísimos ejemplos. Constituyen
esas palabras el breve o carta de San Antonio que él mismo escribió y
entregó a una devota suya para librarla de una fuerte y tenaz tentación.
Oración
A ti, Antonio, dechado de amor a Dios y a los hombres que tuviste la dicha
de estrechar entre tus brazos al Niño-Dios, a ti lleno de confianza, recurro
en la presente tribulación que me acongoja………….
Te pido también por mis hermanos más necesitados, por los que sufren, por
los oprimidos, por los marginados, por los que hoy más necesiten de tu
protección.
Haz que nos amemos todos como hermanos, que en el mundo haya amor y no
odios. Ayúdanos a vivir el mensaje cristiano.
Tú, en presencia ya del Señor, no ceses de interceder por El, con El, y en
El, a favor nuestro ante El Padre. Amén.
TRECE MARTES EN HONOR DEL GLORIOSO
SAN ANTONIO DE PADUA.
Os ruego bendito San Antonio, que me hagáis partícipe de las incontables
misericordias que concedéis a cuantos os invocan con devoción y confianza.
Martes 1.- Amoroso San Antonio, que despreciasteis las vanidades del mundo,
haced que ame a Dios y me dedique a las cosas de su servicio. (Padre Nuestro
y Avemaría).
Martes 2.-Angélico San Antonio, lirio de incontable pureza, logradme del
Señor que venza todas las tentaciones. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 3.- Bendito San Antonio, amigo de la penitencia, alcanzadme que con
voluntarios sacrificios, satisfaga por mis faltas. (Padre Nuestro y
Avemaría).
Martes 4.- Admirable San Antonio, espejo de obediencia, obtenedme que sepa
conformarme a la voluntad de Dios. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 5.- Serenísimo San Antonio, joya de pobreza, atended por amor de
Jesús y de Maria a mí y a los necesitados.(Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 6.- Compasivo San Antonio, ejemplo de humildad, alcanzadme la firme
sujeción a la iglesia y a todo superior. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 7.- Amable San Antonio, consolador de los afligidos, rogad por
cuantos sufren para que se vean libres de sus males o se resignen en su
desgracia. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 8.- Celoso San Antonio, defensor de la inocencia y castigador del
vicio, alcanzadme que os sea agradable. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 9.- Amantísimo San Antonio, horno de ardiente caridad, alcanzadme
vivas ansias de trabajar por la gloria del Señor. (Padre Nuestro y
Avemaría).
Martes 10.- Incomparable San Antonio, lumbrera que ilumina a los pecadores,
obtenedme que jamás ofenda a Dios. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 11.- Inocente San Antonio, celador de la justicia, libradme de las
asechanzas del demonio, y de todo mal. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 12.- Perfectísimo San Antonio, que hacèi hallar las cosas perdidas,
obtenedme que lleve mi cruz y gane el cielo. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 13.- Santísimo y muy generosísimo San Antonio. Sembrador de milagros,
pretejedme con vuestra intercesión en todo el curso de mi vida. (Padre
Nuestro y Avemaría).
Oración final para todos los martes.
Caritativo protector de los que a vos acuden, ya que habéis recibido el don
de hacer milagros, trabajad en el de mi conversión, alejad de mí y de todos
los que me son queridos, las enfermedades, las adversidades, y las
desgracias, y por la virtud de vuestras oraciones, atraed sobre mí y todos
los míos las bendiciones del cielo. Amén.
LETANÍA DE SAN ANTONIO
(como devoción privada)
Señor ten piedad.
Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Santa María, ruega por nosotros.
San Francisco, San Antonio de Padua gloria de la orden de frailes menores,
mártir en el deseo de morir por Cristo, Columna de la Iglesia, Digno
sacerdote de Dios, Predicador apostólico, Maestro de la verdad, Vencedor de
herejes, Terror de los demonios,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los necesitados,
Guía de los extraviados,
Restaurador de las cosas perdidas,
Intercesor escogido,
Constante obrador de milagros,
Sé propicio, perdónanos, Señor,
Sé propicio, escúchanos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor,
De todo pecado,
De todo peligro de alma y cuerpo,
De los lazos del demonio,
De la peste, hambre y guerra,
De la muerte eterna,
Por los méritos de San Antonio,
Por su celo en la conversión de los pecadores,
Por su deseo de la corona del martirio,
Por sus fatigas y trabajos,
Por su predicación y doctrina,
Por sus lagrimas de penitencia,
Por su paciencia y humildad,
Por su gloriosa muerte,
Por sus numerosos prodigios,
En el día del juicio, Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos,
Que nos guíes por caminos de verdadera penitencia,
Que nos concedas paciencia en los sufrimientos,
Que nos asistas en las necesidades,
Que oigas nuestras oraciones y peticiones,
Que enciendas en nosotros el fuego de tu amor,
Que nos concedas la protección y la intercesión de San Antonio, Hijo de
Dios,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.
V. Ruega por nosotros oh bienaventurado San Antonio, R. Para que seamos
dignos de las promesas de Cristo. Oremos: Dios
Todopoderoso y eterno, Glorificaste a tu fiel confesor Antonio con el don
constante de hacer milagros. Concédenos que cuanto pedimos confiadamente por
sus méritos estemos ciertos de recibirlo por su intercesión. Te lo pedimos
en nombre de Jesús, el Señor.R. Amen.
cortesia: corazones.org