CAMINO DE PERFECCIÓN 1: Santa Teresa de Ávila
Contenido
De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este monasterio.
Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades corporales, y del bien
que hay en la pobreza.
Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean letrados.
Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.
En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos
para ganarle.
Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado interior y
exteriormente.
Prosigue en la mortificación, y dice la que se ha de adquirir en las
enfermedades.
Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero amador de Dios, y la
honra.
Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque se vean condenar
sin culpa.
Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que no pueden
discurrir con el entendimiento.
JHS
Este libro trata de avisos y
consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de
los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen
Madre de Dios, Señora nuestra, ha fundado de la Regla primera de nuestra
Señora del Carmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de
San José de Avila, que fue el primero, de donde ella era priora cuando le
escribió (1).
En todo lo que en él dijere, me
sujeto a lo que tiene la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere
contraria a esto, es por no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de
ver, pido, por amor de nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y
enmienden si alguna falta en esto hubiere, y otras muchas que tendrá en
otras cosas. Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honr de Dios y
servicio de su sacratísima Madre, Patrona y Señora nuestra, cuyo hábito yo
tengo, aunque harto indigna de él (2).
NOTAS
1 Un censor anotó enseguida: «Yo he
visto este libro, y lo que de él me parece está escrito al cabo de él y
firmado de mi nombre». El fin del libro se halla, en un papel suelto, la
«aprobación», pero sin firma. A lo largo del autógrafo, el mismo censor
tachó, enmendó y glosó profusamente el texto de la Santa. Los editores han
creído tratarse del P. Báñez, pero equivocadamente.
2 Tomamos esta protesta del ms. de
Toledo. Fue compuesta por la Santa al preparar el libro para la edición.
Precede el encabezamiento: «Comienza el tratado llamado Camino de
perfección».
JHS
PRÓLOGO
1. Sabiendo las hermanas de este
monasterio de San José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo
Bañes (1), de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi
confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar
por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto
importunado les diga algo de ella, que me he determinado a las obedecer,
viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto
y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien
escritos de quien sabía lo que escribe (2). Y confío en sus oraciones que
podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo
y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene (3). Y si fuere mal
acertado, el Padre Presentado que lo ha de ver primero, lo remediará o lo
quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y
verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.
2. Pienso poner algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone
el demonio (4), que -por serlo tanto- por ventura no hacen caso de ellas, y
otras cosas, como el Señor me diere a entender y se me fueren acordando, que
como no sé lo que he de decir, no puedo decirlo con concierto; y creo es lo
mejor no le llevar, pues es cosa tan desconcertada hacer yo esto. El Señor
ponga en todo lo que hiciere sus manos para que vaya conforme a su santa
voluntad, pues son éstos mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas
como yo soy.
3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo pudiere
para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio del
Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos
monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los
letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones
fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan
flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del
demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas
nuevas para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría
escarmentasen mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en
otras, no la tenga por experiencia (5).
4. Pocos días ha me mandaron escribiese cierta relación de mi vida, adonde
también traté algunas cosas de oración (6). Podrá ser no quiera mi confesor
le veáis, y por esto pondré aquí alguna cosa de lo que allí va dicho y otras
que también me parecerán necesarias. El Señor lo ponga por su mano, como le
he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria, amén.
NOTAS
1 Un censor (quizá el mismo
interesado) tachó: fray Domingo Bañes. El mismo repitió la tacha sobre el
propio nombre en el epílogo del libro (c. 42, n. 7). En cambio la Autora, al
preparar el ms. de Toledo para la edición tuvo en cuenta el nuevo título del
catedrático de Prima y tachó Presentado, para escribir entre líneas:
Maestro, añadiendo luego del nombre: catedrático de Salamanca. -Sobre Báñez,
véase Vida c. 36, n. 15, nota 27.
2 Al margen anotó uno de los
censores: «San Gregorio escribió sobre Job los Morales importunado de
siervos de Dios confiando en sus oraciones, como él dice».
3 En la 1ª redacción había escrito
así: ... me han tanto importunado lo haga por tenerme tanto amor que, aunque
hay libros muchos que de esto tratan y quien sabe bien y ha sabido lo que
escribe, parece la voluntad hace aceptas algunas cosas imperfectas y faltas
más que otras muy perfectas; y, como digo, ha sido tanto el deseo que las he
visto y la importunación, que me he determinado a hacerlo, pareciéndome por
sus oraciones y humildad querrá el Señor acierte algo a decir que les
aproveche, y me lo dará para que se lo dé.
4 En la 1ª redacción: Pienso poner
algunos remedios para tentaciones de religiosas...
5 En la 1ª redacción había añadido:
o dada en oración a entender por el Señor.
6 Alude al Libro de la Vida.
CAPÍTULO 1
De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura
este monasterio.
1. Al principio que se comenzó este
monasterio a fundar (por las causas que en el libro tengo escrito (1) están
dichas, con algunas grandezas del Señor, en que dio a entender se había
mucho de servir en esta casa), no era mi intención hubiera tanta aspereza en
lo exterior ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para
que no faltara nada. En fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos
intentos llevaba más que mi regalo.
2. En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago
que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta
desventurada secta (2). Dime gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera
algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que
mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se
perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que
yo quisiera en el ser servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que
pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos,
determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos
evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas
poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de
Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo;
y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes
no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que
todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y
predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a
este Señor mío, que tan apretado le traen (3) a los que ha hecho tanto bien,
que parece le querrían tornar ahora ala cruz estos traidores y que no
tuviese adonde reclinar la cabeza.
3. ¡Oh Redentor mío, que no puede mi corazón llegar aquí sin fatigarse
mucho! ¿Qué es esto ahora de los cristianos? ¿Siempre han de ser los que más
os deben los que os fatiguen? ¿A los que mejores obras hacéis, a los que
escogéis para vuestros amigos, entre los que andáis y os comunicáis por los
sacramentos? ¿No están hartos de los tormentos que por ellos habéis pasado?
4. Por cierto, Señor mío, no hace nada quien ahora se aparta del mundo. Pues
a Vos os tienen tan poco ley, ¿qué esperamos nosotros? ¿Por ventura
merecemos nosotros mejor nos la tengan? ¿por ventura hémosles hecho mejores
obras para que nos guarden amistad? ¿qué es esto? ¿qué esperamos yo los que
por la bondad del Señor estamos sin aquella roña pestilencial, que ya
aquéllos son del demonio? Buen castigo han ganado por sus manos y bien han
granjeado con sus deleites fuego eterno. ¡Allá se lo hayan!, aunque no me
deja de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden. Mas del mal no
tanto: querría no ver perder más cada día.
5. ¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para
eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros
negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas
vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo; que yo me
río y aun me congojo de las cosas que aquí nos vienen a encargar supliquemos
a Dios, de pedir a Su Majestad rentas y dineros, y algunas personas que
querría yo suplicasen a Dios los repisasen todos. Ellos buena intención
tienen y, en fin, se hace por ver su devoción, aunque tengo para mí que en
estas cosas nunca me oye. Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a
sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren
poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por
ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No,
hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia.
6. Por cierto que, si no mirase a la flaqueza humana, que se consuela que
las ayuden en todo (y) es bien si fuésemos algo), que holgaría se entendiese
no son éstas las cosas que se han de suplicar a Dios con tanto cuidado.
NOTAS
1 El Libro de la Vida, de que se ha
hablado en el n. anterior: cf. cc. 32-36.
2 Al margen escribió el mismo
censor (cf. Pról. n. 1 nota 2): «El intento que le motivó a escribir vida
tan estrecha»
3 Completar: tan apretado le traen
aquellos a los que... -Sigue una alusión a Lc 9, 58.
CAPÍTULO 2
Que trata cómo se han de descuidar de las necesidades
corporales, y del bien que hay en la pobreza.
1. No penséis, hermanas mías, que
por no andar a contentar a los del mundo os ha de faltar de comer, yo os
aseguro. Jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis
de hambre, y con razón. Los ojos en vuestro esposo; él os ha de sustentar.
Contento él, aunque no quieran, os darán de comer los menos vuestros
devotos, como lo habéis visto por experiencia. Si haciendo vosotras esto
muriereis de hambre, ¡bienaventuradas las monjas de San José! Esto no se os
olvide, por amor del Señor. Pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la
comida; si no, todo va perdido. Los que quiere el Señor que la tengan,
tengan enhorabuena esos cuidados, que es mucha razón, pues es su
llamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate.
2. Cuidado de rentas ajenas, me parece a mí sería estar pensando en lo que
los otros gozan. Sí, que por vuestro cuidado no muda el otro su pensamiento
ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado a quien los puede
mover a todos, que es el Señor de las rentas y de los renteros. Por su
mandamiento venimos aquí; verdaderas son sus palabras; no pueden faltar;
antes faltarán los cielos y la tierra (1.) No le faltemos nosotras, que no
hayáis miedo que falte. Y si alguna vez os faltare, será para mayor bien,
como faltaban las vidas a los santos cuando los mataban por el Señor, y era
para aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueco sería acabar presto
con todo y gozar de la hartura perdurable.
3. Mirad, hermanas, que va mucho en esto muerta yo, que para esto os lo dejo
escrito; que mientras yo viviere os lo acordaré, que por experiencia veo la
gran ganancia: cuando menos hay, más descuidada estoy, y sabe el Señor que,
a mi parecer, me da más pena cuando mucho sobra que cuando nos falta. No sé
si lo hace como ya tengo visto nos lo da luego el Señor. Sería engañar el
mundo otra cosa, hacernos pobres no lo siendo de espíritu, sino en lo
exterior. Conciencia se me haría, a manera de decir, y parecerme hía era
pedir limosna las ricas, y plega a Dios no sea así, que adonde hay estos
cuidados demasiados de que den, una vez u otra se irán por la costumbre, o
podrían ir y pedir lo que no han menester, por ventura a quien tiene más
necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada sino ganar, nosotras
perderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto hubiera de ser, más
quisiera tuvierais renta.
4. En ninguna manera se ocupe en esto el pensamiento, os pido por amor de
Dios en limosna. Y la más chiquita, cuando esto entendiese alguna vez en
esta casa, clame a Su Majestad y acuérdelo a la mayor. Con humildad le diga
que va errada; y valo tanto, que poco a poco se va perdiendo la verdadera
pobreza. Yo espero en el Señor no será así ni dejará a sus siervas. Y para
esto, aunque no sea para más, aproveche esto que me habéis mandado escribir
por despertador.
5. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha dado el Señor un poquito
a entender los bienes que hay en la santa pobreza, y las que lo probaren lo
entenderán, quizá no tanto como yo; porque no sólo no había sido pobre de
espíritu, aunque lo tenía profesado, sino loca de espíritu. Ello es un bien
que todos los bienes del mundo encierra en sí (2). Es un señorío grande.
Digo que es señorear todos los bienes de él otra vez a quien no se le da
nada de ellos. ¿Qué se me da a mí de los reyes y señores, si no quiero sus
rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa haber de
descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si
tengo entendido en lo que está ser muy honrado un pobre, que es en ser
verdaderamente pobre?
6. Tengo para mí que honras y dineros casi siempre andan juntos, y que quien
quiere honra no aborrece dineros, y que quien los aborrece que se le da poco
de honra. Entiéndase bien esto, que me parece que esto de honra siempre trae
consigo algún interés de rentas o dineros; porque por maravilla hay honrado
(3) en el mundo si es pobre; antes, aunque lo sea en sí, le tienen en poco.
La verdadera pobreza trae una honraza consigo que no hay quien la sufra; la
pobreza que es tomada por solo Dios, digo, no ha menester contentar a nadie,
sino a él. Y es cosa muy cierta, en no habiendo menester a nadie, tener
muchos amigos. Yo lo tengo bien visto por experiencia.
7. Porque hay tanto escrito de esta virtud que no lo sabré yo entender,
cuánto más decir, y por no la agraviar en loarla yo, no digo más de ella.
Sólo he dicho lo que he visto por experiencia, y yo confieso que he ido tan
embebida, que no me he entendido hasta ahora. Mas, pues está dicho, por amor
del Señor, pues son nuestras armas la santa pobreza y lo que al principio de
la fundación de nuestra Orden tanto se estimaba y guardaba en nuestros
santos Padres (que) me ha dicho quien la sabe, que de un día para otro no
guardaban nada), ya que en tanta perfección en lo exterior no se guarde, en
lo interior procuremos tenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio;
y cuando no hubiera ninguno sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era
grande la paga imitar en algo a Su Majestad.
8. Estas armas han de tener nuestras banderas, que de todas maneras lo
queramos guardar: en casa, en vestidos, en palabras y mucho más en el
pensamiento. Y mientras esto hicieren, no hayan miedo caiga la religión de
esta casa, con el favor de Dios; que, como decía Santa Clara, grandes muros
son los de la pobreza. De éstos, decía ella, y de humildad quería cercar sus
monasterios (4). Y a buen seguro, si se guarda de verdad, que esté la
honestidad y todo lo demás fortalecido mucho mejor que con muy suntuosos
edificios. De esto se guarden; por amor de Dios y por su sangre se lo pido
yo; y si con conciencia puedo decir, que el día que tal hicieren se torne a
caer (5).
9. Muy mal parece, hijas mías, de la hacienda de los pobrecitos se hagan
grandes casas. No lo permita Dios, sino pobre en todo y chica. Parezcámonos
en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa, sino en el portal de Belén adonde
nació, y la cruz adonde murió. Casas eran éstas adonde se podía tener poca
recreación. Los que las hacen grandes, ellos se entenderán; llevan otros
intentos santos. Mas trece pobrecitas, cualquier rincón les basta. Si porque
es menester por el mucho encerramiento tuvieren campo (y) aun ayuda a la
oración y devoción) con algunas ermitas para apartarse a orar, enhorabuena;
mas edificios y casa grande ni curioso nada, ¡Dios nos libre! Siempre os
acordad se ha de caer todo el día del juicio; ¿qué sabemos si será presto?
10. Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece pobrecillas no es bien,
que los pobres verdaderos no han de hacer ruido; gente sin ruido ha de ser
para que los hayan lástima. Y cómo se holgarán si ven alguno por la limosna
que les ha hecho librarse del infierno; que todo es posible, porque están
muy obligadas a rogar por sus almas muy continuamente, pues os dan de comer;
(6) que también quiere el Señor que, aunque viene de su parte, lo
agradezcamos a las personas por cuyo medio nos lo da; y de esto no haya
descuido.
11. No sé lo que había comenzado a decir, que me he divertido. Creo lo ha
querido el Señor, porque nunca pensé escribir lo que aquí he dicho. Su
Majestad nos tenga siempre de su mano para que no se caiga de ello, amén.
NOTAS
1 Cf. Lc. 21, 33.
2 En la 1ª redacción se lee: ...
todos los bienes del mundo encierra en sí y, creo, muchos de los de todas
las virtudes. En esto no me afirmo, porque no sé el valor que tiene cada
una, y lo que no me parece entiendo bien, no lo dirá; mas tengo para mí que
abraza a muchas.
3 Honrado: ser objeto de honores.
4 Lo leyó en una de las vidas de S.
Clara. En 1526 se había editado en Toledo la Leyenda mayor de S. Francisco y
S. Clara, de S. Buenaventura (n. 13. BAC p. 144).
5 En la 1ª redacción había escrito
con mucha más fuerza: y si con conciencia puedo [?] decir que el día que tal
quisieren se torne a caer que las mate a todas, yendo con buena conciencia,
lo digo y lo suplicará a Dios.
6 El mismo inciso en cursiva está
tomado de la 1ª redacción. La Santa lo omitió por descuido al pasar la
página. Ya fray Luis de León (p. 10) lo introdujo en el texto. La propia
Santa, al corregir el ms. de Salamanca, enmendó entre líneas: «muy obligadas
de encomendarlos a Dios».
CAPÍTULO 3
Prosigue lo que en el primero comencé a tratar, y
persuade a las hermanas a que se ocupen siempre en suplicar a Dios favorezca
a los que trabajan por la Iglesia. -Acaba con una exclamación.
1. Tornando a lo principal (1) para
lo que el Señor nos juntó en esta casa y por lo que yo mucho deseo seamos
algo para que contentemos a Su Majestad, digo que viendo tan grandes males
que fuerzas humanas no bastan a atajar este fuego de estos herejes, con que
(2) se ha pretendido hacer gente para si pudieran a fuerza de armas remediar
tan gran mal y que va tan adelante, hame parecido es menester como cuando
los enemigos en tiempo de guerra han corrido toda la tierra, y viéndose el
Señor de ella apretado se recoge a una ciudad, que hace muy bien fortalecer,
y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios y ser tales los que
están en la ciudad, como es gente escogida, que pueden más ellos a solas que
con muchos soldados, si eran cobardes, pudieron, y muchas veces se gana de
esta manera victoria; al menos, aunque no se gane, no los vencen; porque,
como no haya traidor, si no es por hambre, no los pueden ganar. Acá esta
hambre no la puede haber que baste a que se rindan; a morir sí, mas no a
quedar vencidos.
2. Mas ¿para qué he dicho esto?
Para que entendáis, hermanas mías, que lo que hemos de pedir a Dios es que
en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno
con los contrarios, y a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga
muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos;
y pues los más están en las religiones, que vayan muy adelante en su
perfección y llamamiento, que es muy necesario; que ya, como tengo dicho
(3), nos ha de valer el brazo eclesiástico y no el seglar. Y pues para lo
uno ni lo otro no valemos nada para ayudar a nuestro Rey, procuremos ser
tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que
con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajado
para ayudar ahora al Señor.
3. Podrá ser digáis que para qué encarezco tanto esto y digo hemos de ayudar
a los que son mejores que nosotras. Yo os lo diré, porque aún no creo
entendéis bien lo mucho que debéis al Señor en traeros adonde tan quitadas
estáis de negocios y ocasiones y tratos: es grandísima merced ésta; lo que
no están los que digo (4), ni es bien que estén, en estos tiempos menos que
en otros; porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo
a los pequeños. ¡Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir
entre los hombres y tratar con los hombres y estar en los palacios y aun
hacerse algunas veces con ellos en lo exterior. ¿Pensáis, hijas mías, que es
menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios
del mundo y hacerse, como he dicho (5), a la conversación del mundo, y ser
en lo interior extraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien
está en destierro y, en fin, no ser hombres sino ángeles?
Porque a no ser esto así, ni merecen nombre de capitanes, ni permita el
Señor salgan de sus celdas, que más daño harán que provecho. Porque no es
ahora tiempo de ver imperfecciones en los que han de enseñar; [4] y si en lo
interior no están fortalecidos en entender lo mucho que va en tenerlo todo
debajo de los pies y estar desasidos de las cosas que se acaban y asidos a
las eternas, por mucho que lo quieran encubrir, han de dar señal. Pues ¿con
quién lo han sino con el mundo? No hayan miedo se lo perdone, ni que ninguna
imperfección dejen de entender. Cosas buenas, muchas se les pasarán por
alto, y aun por ventura no las tendrán por tales; mas mala o imperfecta, no
hayan miedo. Ahora yo me espanto quién los muestra la perfección, no para
guardarla (que) de esto ninguna obligación les parece tienen, harto les
parece hacen si guardan razonablemente los mandamientos), sino para
condenar, y a las veces lo que es virtud les parece regalo.
Así que no penséis es menester poco
favor de Dios para esta gran batalla adonde se meten, sino grandísimo.
5. Para estas dos cosas os pido yo procuréis ser tales que merezcamos
alcanzarlas de Dios: la una, que haya muchos, de los muy muchos letrados y
religiosos que hay, que tengan las partes que son menester para esto, como
he dicho, y a los que no están muy dispuestos, los disponga el Señor; que
más hará uno perfecto que muchos que no lo estén. La otra, que después de
puestos en esta pelea, que -como digo- (6) no es pequeña, los tenga el Señor
de su mano para que puedan librarse de tantos peligros como hay en el mundo
y tapar los oídos, en este peligroso mar, del canto de las sirenas. Y si en
esto podemos algo con Dios, estando encerradas peleamos por El, y daré yo
por muy bien empleados los trabajos que he pasado por hacer este rincón (7),
adonde también pretendí se guardase esta Regla de nuestra Señora y
Emperadora con la perfección que se comenzó.
6. No os parezca inútil ser continua esta petición, porque hay algunas
personas que les parece recia cosa no rezar mucho por su alma; y ¿qué mejor
oración que ésta? Si tenéis pena porque no se os descontará la pena del
purgatorio, también se os quitará por esta oración, y lo que más faltare,
falte. ¿Qué va en que esté yo hasta el día del juicio en el purgatorio, si
por mi oración se salvase sola un alma? ¡Cuánto más el provecho de muchas y
la honra del Señor! De penas que se acaban no hagáis caso de ellas cuando
interviniere algún servicio mayor al que tantas pasó por nosotros. Siempre
os informad lo que es más perfecto (8).
Así que os pido por amor del Señor
pidáis a Su Majestad nos oiga en esto. Yo, aunque miserable, lo pido a Su
Majestad, pues es para gloria suya y bien de su Iglesia, que aquí van mis
deseos.
7. Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto.
Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé
no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros. Por Vos han dejado lo
poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois
Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que
os suplican. Ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las
mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad (9). Cuando os
pidiéremos honras no nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa a
mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre
eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras,
Señor, que no lo merecemos, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus
merecimientos.
8. ¡Oh Padre eterno! mirad que no son de olvidar tantos azotes e injurias y
tan gravísimos tormentos. Pues, Criador mío, ¿cómo pueden sufrir unas
entrañas tan amorosas como las vuestras que lo que se hizo con tan ardiente
amor de vuestro Hijo y por más contentaros a Vos (que) mandasteis nos amase)
sea tenido en tan poco como hoy día tienen esos herejes el Santísimo
Sacramento, que le quitan sus posadas deshaciendo las iglesias? ¡Si le
faltara algo por hacer para contentaros! Mas todo lo hizo cumplido. No
bastaba, Padre eterno, que no tuvo adonde reclinar la cabeza mientras vivió
(10), y siempre en tantos trabajos, sino que ahora las que tiene para
convidar sus amigos (por) vernos flacos y saber que es menester que los que
han de trabajar se sustenten de tal manjar) se las quiten? ¿Ya no había
pagado bastantísimamente por el pecado de Adán? ¿Siempre que tornamos a
pecar lo ha de pagar este amantísimo Cordero? No lo permitáis, Emperador
mío. Apláquese ya Vuestra Majestad. No miréis a los pecados nuestros, sino a
que nos redimió vuestro sacratísimo Hijo, y a los merecimientos suyos y de
su Madre gloriosa y de tantos santos y mártires como han muerto por Vos.
9. ¡Ay dolor, Señor, y quién se ha atrevido a hacer esta petición en nombre
de todas! ¡Qué mala tercera (11), hijas mías, para ser oídas, y que echase
por vosotras la petición! ¡Si ha de indignar más a este soberano Juez verme
tan atrevida, y con razón y justicia! Mas mirad, Señor, que ya sois Dios de
misericordia; habedla de esta pecadorcilla, gusanillo que así se os atreve.
Mirad, Dios mío, mis deseos y las lágrimas con que esto os suplico, y
olvidad mis obras, por quien Vos sois, y habed lástima de tantas almas como
se pierden, y favoreced vuestra Iglesia. No permitáis ya más daños en la
cristiandad, Señor. Dad ya luz a estas tinieblas.
10. Pídoos yo, hermanas mías, por
amor del Señor, encomendéis a Su Majestad esta pobrecilla y le supliquéis la
dé humildad, como cosa a que tenéis obligación. No os encargo
particularmente los reyes y prelados de la Iglesia, en especial nuestro
obispo; (12) veo a las de ahora tan cuidadosas de ello, que así me parece no
es menester más. Vean las que vinieren que teniendo santo prelado lo serán
las súbditas, y como cosa tan importante la poned siempre delante del Señor.
Y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen
por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí
os juntó el Señor (13).
NOTAS
1 «Torna» al c. q, n. 2 s: tema
misionero de Francia y los protestantes.
2 Con que: equivale a aunque (en la
1ª redacción había escrito aunque). Un corrector tachó toda la frase («con
que... gran mal») en el autógrafo.
3 En el n. 1.
4 Lo que no están (libres de
negocios etc.) los que digo (predicadores y teólogos, cf. n. 2).
5 En este mismo n. 3.
6 En los nn. 2-3. -Al margen anotó
el censor de turno: «cuánto importan letrados perfectos».
7 El monasterio de San José.
8 Omite a continuación un pasaje
interesante de la 1ª redacción: «siempre os informad de lo que es más
perfecto, pues, como os rogaré mucho y daré las causas, siempre habéis de
tratar con letrados. Ya en la 1ª redacción enmendó la Santa este pasaje.
9 La Santa omitió aquí un hermoso
pasaje tachado en la 1ª redacción: Ni aborrecisteis, Señor de mi alma,
cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre
con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los
hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos -y
por tener su hábito- lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta,
Señor, que nos tiene el mundo acorraladas... que no hagamos cosa que valga
nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en
secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo,
Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois juez justo y no como los
jueces del mundo, que -como son hijos de Adán y, en fin, todos varones- no
hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de
haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene
conocida el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porque veo
los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes,
aunque sean de mujeres. (Los suspensivos son nuestros e indican un paso
ilegible del autógrafo).
10 Lc 9, 58. -Precede una alusión a
Mc 7, 37.
11 Tercera: intercesora, medianera.
12 Don Alvaro de Mendoza (cf. Vida
33, 16). -En el ms. de Toledo añadió la Santa de propia mano: ... y esta
Orden de la Virgen sacratísima y las demás...
13 En la 1ª redacción concluye así:
y no permita el Señor esto se quite de vuestra memoria jamás, por quien Su
Majestad es.
CAPÍTULO 4
En que persuade la guarda de la Regla, y de tres cosas
importantes para la vida espiritual. Declara la primera de estas tres cosas,
que es amor del prójimo, y lo que dañan amistades particulares (1).
1. Ya, hijas, habéis visto la gran
empresa que pretendemos ganar (2). ¿Qué tales habremos de ser para que en
los ojos de Dios y del mundo no nos tengan por muy atrevidas? Está claro que
hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para
que nos esforcemos a que lo sean las obras. Pues con que procuremos guardar
cumplidamente nuestra Regla y Constituciones con gran cuidado, espero en el
Señor admitirá nuestros ruegos; que no os pido cosa nueva, hijas mías, sino
que guardemos nuestra profesión, pues es nuestro llamamiento y a lo que
estamos obligadas, aunque de guardar a guardar va mucho.
2. Dice en la primera Regla nuestra que oremos sin cesar (3). Con que se
haga esto con todo el cuidado que pudiéremos, que es lo más importante, no
se dejarán de cumplir los ayunos y disciplinas y silencio que manda la
Orden. Porque ya sabéis que para ser la oración verdadera se ha de ayudar
con esto; que regalo y oración no se compadece.
3. En esto de oración es lo que me habéis pedido diga alguna cosa, y lo
dicho hasta ahora, para en pago de lo que dijere, os pido yo cumpláis y
leáis muchas veces de buena gana.
Antes que diga de lo interior, que es la oración, diré algunas cosas que son
necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración, y tan
necesarias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy adelante en el
servicio del Señor, y es imposible si no las tienen ser muy contemplativas,
y cuando pensaren lo son, están muy engañadas. El Señor me dé el favor para
ello y me enseñe lo que tengo de decir, porque sea para su gloria, amén.
4. No penséis, amigas y hermanas mías, que serán muchas las cosas que os
encargaré, porque plega al Señor hagamos las que nuestros santos Padres
ordenaron y guardaron, que por este camino merecieron este nombre (4). Yerro
sería buscar otro ni deprenderle de nadie. Solas tres me extenderé en
declarar, que son de la misma Constitución, porque importa mucho entendamos
lo muy mucho que nos va en guardarlas para tener la paz que tanto nos
encomendó el Señor, interior y exteriormente: la una es amor unas con otras;
otra, desasimiento de todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que
aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas (5).
5. Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho;
porque no hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman y
recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamiento se guardase en el
mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía mucho para guardar los demás;
mas, más o menos, nunca acabamos de guardarle con perfección.
Parece que lo demasiado entre
nosotras no puede ser malo, y trae tanto mal y tantas imperfecciones
consigo, que no creo lo creerá sino quien ha sido testigo de vista (6). Aquí
hace el demonio muchos enredos, que en conciencias que tratan groseramente
de contentar a Dios se sienten poco y les parece virtud, y las que tratan de
perfección lo entienden mucho, porque poco a poco quita la fuerza a la
voluntad para que del todo se emplee en amar a Dios.
6. Y en mujeres creo debe ser esto aun más que en hombres; y hace daños para
la comunidad muy notorios; porque de aquí viene el no se amar tanto todas,
el sentir el agravio que se hace a la amiga, el desear tener para regalarla,
el buscar tiempo para hablarla, y muchas veces más para decirle lo que la
quiere y otras cosas impertinentes que lo que ama a Dios. Porque estas
amistades grandes pocas veces van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios,
antes creo las hace comenzar el demonio para comenzar bandos en las
religiones; que cuando es para servir a Su Majestad, luego se parece, que no
va la voluntad con pasión, sino procurando ayuda para vencer otras pasiones.
7. Y de estas amistades querría yo muchas donde hay gran convento, que en
esta casa, que no son más de trece ni lo han de ser (7), aquí todas han de
ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de
ayudar; y guárdense de estas particularidades, por amor del Señor, por
santas que sean, que aun entre hermanos suele ser ponzoña y ningún provecho
en ello veo; y si son deudos, muy peor, ¡es pestilencia! (8) Y créanme,
hermanas, que aunque os parezca es éste extremo, en él está gran perfección
y gran paz, y se quitan muchas ocasiones a las que no están muy fuertes;
sino que, si la voluntad se inclinare más a una que a otra (que) no podrá
ser menos, que es natural, y muchas veces nos lleva a amar lo más ruin si
tiene más gracias de naturaleza), que nos vayamos (9) mucho a la mano a no
nos dejar enseñorear de aquella afección. Amemos las virtudes y lo bueno
interior, y siempre con estudio traigamos cuidado de apartarnos de hacer
caso de esto exterior.
8. No consintamos, oh hermanas, que sea esclava de nadie nuestra voluntad,
sino del que la compró por su sangre (10). Miren que, sin entender cómo, se
hallarán asidas que no se puedan valer. ¡Oh, válgame Dios!, las niñerías que
vienen de aquí no tienen cuento. Y porque son tan menudas que sólo las que
lo ven lo entenderán y creerán, no hay para qué las decir aquí más de que en
cualquiera será malo y en la prelada pestilencia (11).
9. En atajar estas parcialidades es menester gran cuidado desde el principio
que se comience la amistad; esto más con industria y amor que con rigor.
Para remedio de esto es gran cosa no estar juntas sino las horas señaladas,
ni hablarse, conforme a la costumbre que ahora llevamos, que es no estar
juntas, como manda la Regla (12), sino cada una apartada en su celda.
Líbrense en San José de tener casa de labor; (13) porque, aunque es loable
costumbre, con más facilidad se guarda el silencio cada una por sí, y
acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración; y pues éste ha de ser
el cimiento de esta casa (14), es menester traer estudio en aficionarnos a
lo que a esto más nos ayuda.
10. Tornando al amarnos unas a otras, parece cosa impertinente encomendarlo,
porque ¿qué gente hay tan bruta que tratándose siempre y estando en compañía
y no habiendo de tener otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones
con personas de fuera de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a él pues por
Su Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En especial, que la virtud
siempre convida a ser amada; y ésta, con el favor de Dios, espero en Su
Majestad siempre la habrá en las de esta casa. Así que en esto no hay que
encomendar mucho, a mi parecer.
11. En cómo ha de ser este amarse y qué cosa es amor virtuoso -el que yo
deseo haya aquí- y en qué veremos tenemos esta virtud, que es bien grande,
pues nuestro Señor tanto nos la encomendó y tan encargadamente a sus
Apóstoles (15), de esto querría yo decir ahora un poquito conforme a mi
rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lo hallareis, no toméis nada de
mí, que por ventura no sé lo que digo.
12. De dos maneras de amor es lo que trato: una es espiritual, porque
ninguna cosa parece toca a la sensualidad ni la ternura de nuestra
naturaleza, de manera que quite su puridad; otra es espiritual, y junto con
ella nuestra sensualidad y flaqueza o buen amor, que parece lícito, como el
de los deudos y amigos. De éste ya queda algo dicho (16).
13. Del que es espiritual, sin que intervenga pasión ninguna, quiero ahora
hablar, porque, en habiéndola, va todo desconcertado este concierto; y si
con templanza y discreción tratamos personas virtuosas, especialmente
confesores, es provechoso. Mas si en el confesor se entendiere va encaminado
a alguna vanidad, todo lo tengan por sospechoso, y en ninguna manera, aunque
sean buenas pláticas, las tengan con él, sino con brevedad confesarse y
concluir. Y lo mejor sería decir a la prelada que no se halla bien su alma
con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si se puede hacer sin tocarle en
la honra.
14. En caso semejante y otros que podría el demonio en cosas dificultosas
enredar y no se sabe qué consejo tomar, lo más acertado será procurar hablar
a alguna persona que tenga letras; -que habiendo necesidad dase libertad
para ello-, y confesarse con él y hacer lo que le dijere en el caso; porque,
ya que no se pueda dejar de dar algún medio, podíase errar mucho; y ¡cuántos
yerros pasan en el mundo por no hacer las cosas con consejo, en especial en
lo que toca a dañar a nadie! Dejar de dar algún medio, no se sufre; porque
cuando el demonio comienza por aquí, no es por poco, si no se ataja con
brevedad; y así lo que tengo dicho de procurar hablar con otro confesor es
lo más acertado, si hay disposición, y espero en el Señor sí habrá.
15. Miren que va mucho en esto, que es cosa peligrosa y un infierno y daño
para todas. Y digo que no aguarden a entender mucho mal, sino que al
principio lo atajen por todas las vías que pudieren y entendieren con buena
conciencia lo pueden hacer. Mas espero yo en el Señor no permitirá que
personas que han de tratar siempre en oración puedan tener voluntad sino a
quien sea muy siervo de Dios, que esto es muy cierto, o lo es que no tienen
oración ni perfección, conforme a lo que aquí se pretende; porque, si no ven
que entiende su lenguaje y es aficionado a hablar en Dios, no le podrán
amar, porque no es su semejante. Si lo es, con las poquísimas ocasiones que
aquí habrá, o será muy simple o no querrá desasosegarse y desasosegar a las
siervas de Dios.
16. Ya que he comenzado a hablar en esto, que -como he dicho- (17) es gran
daño el que el demonio puede hacer y muy tardío en entenderse, y así se
puede ir estragando la perfección sin saber por dónde. Porque si éste (18)
quiere dar lugar a vanidad por tenerla él, lo hace todo poco aun para las
otras. Dios nos libre, por quien Su Majestad es, de cosas semejantes. A
todas las monjas bastaría a turbar, porque sus conciencias les dice al
contrario de lo que el confesor y si las aprietan en que tengan uno solo, no
saben qué hacer ni cómo se sosegar; porque quien lo había de quietar y
remediar es quien hace el daño. Hartas aflicciones debe haber de éstas en
algunas partes. Háceme gran lástima, y así no os espantéis ponga mucho en
daros a entender este peligro (19).
NOTAS
1 El presente cap. corresponde a
los caps. IV y V del autógrafo. En el n. 5 comenzaba nuevo capítulo, pero la
propia Santa anotó al margen del ms. de Toledo, luego de tachar el título
correspondiente: «No ha de haber aquí capítulo, que es el mismo quinto».
-Siguiendo esta indicación, reducimos a uno solo ambos capítulos, pero
conservamos el título del «quinto», en la segunda cláusula del presente
epígrafe.
2 La 1ª redacción añadía: Por el
prelado y obispo que es vuestro prelado, y por la Orden, ya va dicho en lo
dicho, pues todo es bien de la Iglesia, y eso cosa que es de obligación...
3 Así se leía en la versión
castellana de la Regla carmelitana usada por la Santa: «Estén todos los
hermanos siempre en sus celdas, o junto a ellas, meditando y pensando de
noche y de día en la ley de Dios y velando en oraciones, si no estuvieren
ocupados en otros justos y honestos oficios y ejercicios.
4 La Santa modificó
intencionadamente este pasaje; en la 1ª redacción se leía: Plega al Señor
hagamos las que nuestro Padres ordenaron en la regla y constituciones
cumplidamente, que son con todo cumplimiento de virtud. La modificación del
texto se debió, probablemente, a la introducción de nuevas constituciones en
el monasterio reformado de S. José.
5 En este punto concluía el cap.
IV.
6 Como yo en otras partes, añadió
la Santa entre líneas en el ms. de Toledo.
7 La Santa amplió más tarde este
número. Cf. Vida, c. 32, n. 13 nota 24. -Por eso, en el ms. de Toledo
enmendó el texto así: ... en esta casa que son pocas, todas han de...
8 En la redacción 1ª añadió: «si
no, mírenlo por Josef», aludiendo al episodio bíblico de los hijos de Jacob
(Gn 37). -La frase siguiente -«¡es pestilencia!- es una especie de anatema
teresiano que indica la gravedad y contagiosidad de un mal moral (cf. n.
8)).
9 Vamos, escribió la Santa.
10 Alusión a 1 Pt 1, 19.
11 El ms. de El Escorial ofrece una
variante de interés: Y porque no se entiendan tantas flaquezas de mujeres y
no deprendan las que no lo saben, no las quiero decir por menudo. Mas,
cierto, a mí me espantaban algunas veces verlas, que yo, por la bondad de
Dios, en este caso jamás me así mucho, y por ventura sería porque lo estaba
en otras cosas peores; mas, como digo, vilo muchas veces. Y en los más
monasterios temo que pasa, porque en algunos lo he visto, y sé que para
mucha religión y perfección es malísima cosa en todas. En la prelada sería
pestilencia; esto ya se está dicho.
12 Constitución, escribió en la 1ª
redacción.
13 Casa de labor: oficina para el
trabajo en común.
14 La 1ª redacción añadía: ... y a
esto nos juntamos, más que ninguna otra cosa hemos de traer estudio en
aficionarnos a lo que a esto nos aprovecha.
15 Jn 13, 34.
16 Todo este pasaje fue
decididamente modificado por la Autora, que no contenta con la segunda
redacción (ms. de Valladolid), arrancó íntegra la hoja del propio autógrafo
y la sustituyó con la que ahora leemos. Con todo, la redacción 1ª (ms. del
Escorial) sigue siendo interesante, y por ello la trascribimos íntegra: ...
otro es espiritual y que junta con él nuestra sensualidad y flaqueza; que
esto es lo que hace al caso: estas dos maneras de amarnos sin que intervenga
pasión ninguna, porque en habiéndola, va todo desconcertado este concierto;
y si con templanza y discreción tratamos el amor que tengo dicho, va todo
meritorio, porque lo que nos parece sensualidad se torna en virtud; sino que
va tan entremetido, que a veces no hay quien lo entienda, en especial si es
con algún confesor; que personas que tratan oración, si le ven santo y las
entiende la manera de proceder, tómase mucho amor. Y aquí da el demonio gran
batería de escrúpulos, que desasosiega el alma harto, que esto pretende él.
En especial si el confesor la trae a más perfección apriétala tanto que le
viene a dejar. Y no la deja con otro ni con otro de atormentar aquella
tentación.
Lo que en esto pueden hacer es
procurar no ocupar el pensamiento en si quieren o no quieren; sino si
quisieren, quieran. Porque, pues cobramos amor a quien nos hace algunos
bienes al cuerpo, quien siempre procura y trabaja de hacerlos al alma ¿por
qué no le hemos de querer? Antes tengo por gran principio de aprovechar
mucho tener amor al confesor, y si es santo y espiritual y veo que pone
mucho en aprovechar mi alma; porque es tal nuestra flaqueza, que algunas
veces nos ayuda mucho para poner por obra cosas muy grandes en servicio de
Dios. Si no es tal como he dicho, aquí está el peligro, y puede hacer
grandísimo daño entender él que le tienen voluntad, y en casas muy
encerradas mucho más que en otras. Y porque con dificultad se entenderá cuál
es tan bueno, es menester gran cuidado y aviso; porque decir que no entienda
él que hay la voluntad y que no se lo digan, esto sería lo mejor; mas
aprieta el demonio de arte, que no da ese lugar, porque todo cuanto tuviere
que confesar le parecerá es aquello y que está obligada a confesarlo. Por
esto querría yo que creyesen no es nada ni hiciesen caso de ello.
Lleven este aviso: si en el
confesor entendieren que todas sus pláticas es para aprovechar su alma y no
le vieren ni entendieren otra vanidad (que luego se entiende a quien no se
quiere hacer boba), y le entendieren temeroso de Dios, por ninguna tentación
que ellas tengan de mucha afición se fatiguen, que de que el demonio se
canse se le quitará. Mas si en el confesor entendieren va encaminado a
alguna vanidad en lo que les dicen, todo lo tengan por sospechoso, y ninguna
manera, -aunque sean pláticas de oración ni de Dios- las tengan con él, sino
con brevedad confesarse y concluir; y lo mejor sería decir a la Madre no se
halla su alma bien con él y mudarle. Esto es lo más acertado, si hay
disposición, y espero en Dios sí habrá; y poner lo que pudiere en no tratar
con él, aunque sienta la muerte. -Prosigue en el n. 15. Todo el n. 14
faltaba en la 1ª redacción.
17 En el n. 14.
18 Este: el confesor. -Lo hace todo
poco: lo juzga cosa sin importancia.
19 En la 1ª redacción concluía así:
He visto en monasterios gran aflicción de esta parte -aunque no en el mío-
que me han movido a gran piedad.
CAPÍTULO 5
Prosigue en los confesores. Dice lo que importa sean
letrados.
1. No dé el Señor a probar a nadie
en esta casa el trabajo que queda dicho, por quien Su Majestad es, de verse
alma y cuerpo apretadas, o que si la prelada está bien con el confesor, que
ni a él de ella ni a ella de él no osan decir nada. Aquí vendrá la tentación
de dejar de confesar pecados muy graves, por miedo de no estar en
desasosiego. ¡Oh, válgame Dios, qué daño puede hacer aquí el demonio y qué
caro les cuesta el apretamiento y honra! Que porque no traten más de un
confesor, piensan granjean gran cosa de religión y honra del monasterio, y
ordena por esta vía el demonio coger las almas, como no puede por otra. Si
piden otro, luego parece va perdido el concierto de la religión, o que si no
es de la Orden, aunque sea un santo, aun tratar con él les parece les hace
afrenta (1).
2. Esta santa libertad pido yo por amor del Señor a la que estuviere por
mayor: (2) procure siempre con el obispo o provincial (3) que, sin los
confesores ordinarios, procure algunas veces tratar ella y todas y comunicar
sus almas con personas que tengan letras, en especial si los confesores no
las tienen, por buenos que sean. Son gran cosa letras para dar en todo luz.
Será posible hallar lo uno y lo otro junto en algunas personas. Y mientras
más merced el Señor os hiciere en la oración, es menester más ir bien
fundadas sus obras y oración.
3. Ya sabéis que la primera piedra ha de ser buena conciencia y con todas
vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales y seguir lo más perfecto.
Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es engaño. A mí me acaeció
tratar con uno cosas de conciencia que había oído todo el curso de teología,
y me hizo harto daño en cosas que me decía no eran nada; y sé que no
pretendía engañarme ni tenía para qué, sino que no supo más. Y con otros dos
o tres, sin éste, me acaeció (4).
4. Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfección es
todo nuestro bien. Sobre ésta asienta bien la oración. Sin este cimiento
fuerte, todo el edificio va falso. Si no les dieren libertad para
confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he
dicho (5). Y atrévome más a decir, que aunque el confesor lo tenga todo,
algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es
bien no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la
obediencia, que medios hay para todo, y vale mucho a las almas, y así es
bien por las maneras que pudiere lo procure.
5. Todo esto que he dicho toca a la prelada. Y así la torno a pedir que,
pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma, procure en
esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios y no
por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten
personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las
que han de ser, aunque seáis pobres; que el que las sustenta los cuerpos
despertará y pondrá voluntad a quien con ella dé luz a sus almas, y
remédiase este mal, que es el que yo temo; que cuando el demonio tentase al
confesor en engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros iráse a
la mano y mirará mejor, en todo, lo que hace (6).
Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá en esta
casa; y así pido por amor del Señor al obispo que fuere, que deje a las
hermanas esta libertad y que no se la quite, cuando las personas fueren
tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan chico
como éste.
6. Esto que aquí he dicho, téngolo visto y entendido y tratado con personas
doctas y santas, que han mirado lo que más convenía a esta casa para que la
perfección de esta casa fuese adelante. Y entre los peligros -que en todo le
hay mientras vivimos- éste hallamos ser el menor; y que nunca haya vicario
(7) que tenga mano de entrar y salir, ni confesor que tenga esta libertad;
sino que éstos sean para celar el recogimiento y honestidad de la casa y
aprovechamiento interior y exterior, para decirlo al prelado cuando hubiere
falta; mas no que sea él superior.
7. Y esto es lo que se hace ahora, y no por solo mi parecer; porque el
obispo que ahora tenemos, debajo de cuya obediencia estamos (que) por causas
muchas que hubo, no se dio la obediencia a la Orden) (8), que es persona
amiga de toda religión y santidad y gran siervo de Dios (llámase) Don Alvaro
de Mendoza, de gran nobleza de linaje, y muy aficionado a favorecer esta
casa de todas maneras) (9), hizo juntar personas de letras y espíritu y
experiencia para este punto, y se vino a determinar esto. Razón será que los
prelados que vinieren se lleguen a este parecer, pues por tan buenos está
determinado y con hartas oraciones pedido al Señor alumbrase lo mejor; y, a
lo que se entiende hasta ahora, cierto esto lo es. El Señor sea servido
llevarlo siempre adelante como más sea para su gloria, amén.
NOTAS
1 En la 1ª redacción había escrito
con fina ironía: Si no es de la Orden, aunque fuese un San Jerónimo, luego
hacen afrenta a la Orden toda. -Alabad mucho, hijas, a Dios por esta
libertad que tenéis que -aunque no ha de ser para con muchos- podréis tratar
con algunos, aunque no sean los ordinarios confesores, que os den luz para
todo. -Es interesante notar que en este delicado asunto la legislación
eclesiástica ha venido a dar la razón a Santa Teresa.
2 Quien estuviere por «mayor»: la
superiora.
3 O provincial: añadido entre
líneas por la Santa. En la 3ª redacción (ms. de Toledo), la Santa tachó
además obispo y escribió prelado. -Todo este pasaje tenía sentido diverso en
la 1ª redacción: procure siempre tratar con quien tenga letras, y que traten
sus monjas. Dios las libre, por espíritu que uno les parezca tenga y en
hecho de verdad le tenga, regirse en todo por él, si no es letrado.
4 Véase Vida c. 6, n. 4; y c. 4, n.
7; c. 5, n. 3; c. 8, n. 11; c. 26, n. 3...
45 En el laconismo de esa frase
compendia las siguientes de la 1ª redacción: Así que gente de espíritu y de
letras han menester tratar. Si el confesor no pudieren lo tenga todo, a
tiempos procurar otros; y si por ventura las ponen precepto no se confiesen
con otros, sin confesión traten su alma con personas semejantes a lo que
digo. -Uno de los censores, luego de haber subrayado largamente el texto del
autógrafo, anotó al margen: «Esto es bien; porque hay unos maestros
espirituales que, por no errar, condenan cuantos espíritus hay, por
demonios, y yerran más en esto, porque ahogan los espíritus del Señor, como
dice el Apóstol».
6 La 1ª redacción continuaba: ...
no las quite que algunas veces se confiesen con ellos [con letrados] y
traten su oración aunque haya confesores; que para muchas cosas sé que
conviene, y que el daño que puede haber es ninguno en comparación del grande
y disimulado y casi sin remedio, a manera de decir, que hay en lo contrario.
Que esto tienen los monasterio: que el bien cáese presto, si con gran
cuidado no se guarda; y el mal, si una vez comienza, es dificultosísimo de
quitarse, que muy presto la costumbre se hace hábito y naturaleza de cosas
imperfectas.
7 Vicario: superior facultado por
el Obispo o Provincial Cf. carta al P. Gracián (B.M.C., 350, n. 1) con
instrucciones para el gobierno de las carmelitas.
8 En la 1ª redacción continuaba
insistiendo: Porque, como digo, hallóse grandes causas para ser esto lo
mejor, miradas todas, y que un confesor confiese ordinario que sea el mismo
capellán, siendo tal; y que para las veces que hubiere necesidad en un alma,
puedan confesarse con personas tales como quedan dichas, nombrándolas al
mismo prelado o, si la Madre fuera tal que el Obispo que fuere fíe esto de
ella, a su disposición; que, como son pocas, poco tiempo ocuparán a nadie.
Esto se determinó después de harta oración y de muchas personas y mía
-aunque miserable- y entre personas de grandes letras y entendimiento y
oración; y así espero en el Señor es lo más acertado.
9 Véase Vida c. 33, n. 16. -El
elogio de D. Alvaro aquí hecho por la Santa, fue borrado por ella misma en
el ms. de Toledo, al preparar el libro para la edición, y asimismo en el ms.
de Madrid; lo conservó en el ms. de Salamanca.
CAPITULO 6
Torna a la materia que comenzó del amor perfecto.
1. Harto me he divertido; mas
importa tanto lo que queda dicho, que quien lo entendiere no me culpará.
Tornemos ahora al amor que es bien y lícito nos tengamos (1), del que digo
es puro espiritual. No sé si sé lo que me digo. Al menos paréceme no es
menester mucho hablar en él, porque le tienen pocos. A quien el Señor se le
hubiere dado, alábele mucho, porque debe ser de grandísima perfección. En
fin, quiero tratar algo de él. Por ventura hará algún provecho, que
poniéndonos delante de los ojos la virtud, aficiónase a ella quien la desea
y pretende ganar.
2. Plega a Dios yo sepa entenderle, cuánto más decirle, que ni creo sé cuál
es espiritual, ni cuándo se mezcla sensual, ni sé cómo me pongo a hablar en
ello. Es como quien oye hablar de lejos, que no entiende lo que dicen; así
soy yo, que algunas veces no debo entender lo que digo y quiere el Señor sea
bien dicho; si otras fuere dislate, es lo más natural a mí no acertar en
nada.
3. Paréceme ahora a mí que cuando una persona ha llegado la Dios a claro
conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es mundo, y que hay otro
mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y que lo uno es eterno y
lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a la criatura (esto) visto
por experiencia, que es otro negocio que sólo pensarlo y creerlo), o ver y
probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo otro, y qué cosa es Criador
y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que el Señor enseña a quien se
quiere dar a ser enseñado de él en la oración o a quien Su Majestad quiere,
que aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí.
4. Podrá ser, hermanas, que os parezca tratar en esto impertinente y que
digáis que estas cosas que he dicho ya todas las sabéis. Plega al Señor sea
así que lo sepáis de la manera que hace al caso, imprimido en las entrañas;
pues si lo sabéis, veréis que no miento en decir que a quien el Señor llega
aquí tiene este amor. Son estas personas que Dios las llega a este estado
almas generosas, almas reales; no se contentan con amar cosa tan ruin como
estos cuerpos, por hermosos que sean (2), por muchas gracias que tengan,
bien que place a la vista y alaban al Criador; mas para detenerse en ello,
no. Digo «detenerse», de manera que por estas cosas los tengan amor;
parecerles hía que aman cosa sin tomo y que se ponen a querer sombra;
correrse hían de sí mismos y no tendrían cara, sin gran afrenta suya, para
decir a Dios que le aman.
5. Diréisme: «esos tales no sabrán querer ni pagar la voluntad que se les
tuviere».
-Al menos dáseles poco de que se la tengan. Ya que de presto algunas veces
el natural lleva a holgarse de ser amados, en tornando sobre sí ven que es
disparate, si no son personas que las ha de aprovechar su alma o con
doctrina o con oración. Todas las otras voluntades les cansan, que entienden
ningún provecho les hace y les podría dañar, no porque las dejan de
agradecer y pagar con encomendarlos a Dios. Tómanlo como cosa que echan
carga al Señor los que las aman, que entienden viene de allí, porque en sí
no les parece que hay qué querer, y luego les parece las quieren porque las
quiere Dios, y dejan a Su Majestad lo pague y se lo suplican, y con esto
quedan libres, que les parece no les toca. Y bien mirado, si no es con las
personas que digo que nos pueden hacer bien para ganar bienes perfectos, yo
pienso algunas veces cuán gran ceguedad se trae en este querer que nos
quieran.
6. Ahora noten que, como el amor, cuando de alguna persona le queremos,
siempre se pretende algún interés de provecho o contento nuestro, y estas
personas perfectas ya todos los tienen debajo de los pies los bienes que en
el mundo les pueden hacer y regalos, los contentos ya están de suerte, que,
aunque ellos quieran, a manera de decir, no le pueden tener que lo sea fuera
de con Dios o en tratar de Dios. Pues ¿qué provecho les puede venir de ser
amados?
7. Como se les representa esta verdad, de sí mismos se ríen de la pena que
algún tiempo les ha dado si era pagada o no su voluntad. Aunque sea buena la
voluntad, luego nos es muy natural querer ser pagada. Venido a cobrar esta
paga, es en pajas, que todo es aire y sin tomo, que se lo lleva el viento.
Porque, cuando mucho nos hayan querido, ¿qué es esto que nos queda? Así que,
si no es para provecho de su alma con las personas que tengo dichas, porque
ven ser tal nuestro natural que si no hay algún amor luego se cansan, no se
les da más ser queridas que no.
Pareceros ha que estos tales no quieren a nadie, ni saben, sino a Dios.
-Mucho más (3), y con más verdadero amor, y con más pasión y más provechoso
amor: en fin, es amor. Y estas tales almas son siempre aficionadas a dar,
mucho más que no a recibir; aun con el mismo Criador les acaece esto. Digo
que merece éste nombre de amor, que esotras aficiones bajas le tienen
usurpado el nombre.
8. También os parecerá, que si no aman por las cosas que ven, que ¿a qué se
aficionan?
-Verdad es que lo que ven aman y a lo que oyen se aficionan; mas es a cosas
que ven son estables. Luego éstos, si aman, pasan por los cuerpos y ponen
los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo hay y ven algún
principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en esta mina, si la
tienen amor, no les duele el trabajo; ninguna cosa se les pone delante que
de buena gana no la hiciesen por el bien de aquel alma, porque desean durar
en amarla y saben muy bien que, si no tiene bienes y ama mucho a Dios, que
es imposible. Y digo que es imposible, aunque más la obligue y se muera
queriéndola y la haga todas las buenas obras que pueda y tenga todas las
gracias de naturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad ni la podrá hacer
estar con asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le
echarán dado falso; (4) ve que no son para en uno, y que es imposible durar
a quererse el uno al otro, porque es amor que se ha de acabar con la vida si
el otro no va guardando la ley de Dios y entiende que no le ama y que han de
ir a diferentes partes.
9. Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el Señor ya ha
infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo que vale, ni en
tanto. Porque para los que gustan de gustar de cosas del mundo, deleites y
honras y riquezas, algo valdrá, si es rico o tiene partes para dar
pasatiempo y recreación; mas quien todo esto aborrece ya, poco o nonada se
le dará de aquello.
Ahora, pues, aquí -si tiene amor- es la pasión para hacer esta alma para ser
amada de él; (5) porque, como digo, sabe que no ha de durar en quererla. Es
amor muy a su costa. No deja de poner todo lo que puede porque se aproveche.
Perdería mil vidas por un pequeño bien suyo.
¡Oh precioso amor, que va imitando
al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!
NOTAS
1 Reanuda el tema del c. 4, n. 13.
-La Santa había escrito: «es bien y lícito...».
2 En el ms. de Toledo la Santa
intercaló este inciso: digo amor que sujete y ate.
3 Una segunda mano enmendó el
autógrafo así: «Digo que si aman mucho más ...». La corrección no fue
incluida por la Santa en el ms. de Toledo, ni pasó a la edición príncipe (p.
21v), ni a la de fray Luis (p. 37). -En el ms. de Toledo la Santa misma
corrigió la frase siguiente: «... y con más pasión»: «aunque sin pasión»,
titubeo lexical que se debe a su inseguridad sobre el alcance filosófico
técnico del término «pasión»: «yo sé poco de estas pasiones del alma» (M.
IV, 1, 5). Ver la nota 5.
4 Echar dado falso: engañar. -No
son para en uno: no tienen condición para vivir unidos o conformes, o: «no
son el uno para el otro».
5 Para ser amada: equivale a «digna
de, apta para ...». Uno
de los censores corrigió el autógrafo: «... para hacer esta alma ame a Dios
para ser amada de él». En el ms. de Toledo la Santa corrige «pasión» y
escribe «afición» (frase precedente), pero no acepta la enmienda del
corrector, que no pasa a la edición príncipe (p. 23), pero sí a la de fray
Luis (p. 39) y a la generalidad de las ediciones. -A continuación: «como
digo»: alude a lo dicho en el n. 8.
CAPITULO 7
En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da
algunos avisos para ganarle.
1. Es cosa extraña qué apasionado
amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué
cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios
para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no
le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo
atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con
este cuidado (1), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder,
y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en
nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las
manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni mucho de
interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de
bienes del cielo.
Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo
los malos, que de ésos Dios nos libre: [2] en cosa que es infierno no hay
que nos cansar en decir mal, que no se puede encarecer el menor mal de él.
Este no hay para qué tomarle nosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le
hay en el mundo, en burlas ni en veras oírle, ni consentir que delante de
vosotras se trate ni cuente de semejantes voluntades. Para ninguna cosa es
bueno, y podría dañar aun oírlo. Sino de estotros lícitos, como he dicho,
que nos tenemos unas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que
no se nos muera: (3) si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si
los vemos con trabajos, no queda -como dicen- paciencia; todo de esta
manera.
3. Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza natural se siente algo
de presto, luego la razón mira si es bien para aquel alma, si se enriquece
más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios la dé paciencia y merezca en
los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y
consuela; bien que lo pasaría de mejor gana que vérselo pasar, si el mérito
y ganancia que hay en padecer pudiese todo dársele, mas no para que se
inquiete ni desasosiegue.
4. Torno otra vez a decir (4), que se parece y va imitando este amor al que
nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan tanto, porque no querrían
ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los otros sin trabajar se
aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen su amistad; y
crean que, o los dejarán de tratar -con particular amistad, digo- o acabarán
con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra, como hizo
Santa Mónica (5) con San Agustín. No les sufre el corazón tratar con ellos
doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas
faltas. No pueden consigo acabar otra cosa. Y como de esto no se enmendarán
ni tratan de lisonja con ellos ni de disimularles nada, o ellos se
enmendarán o apartarán de la amistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de
sufrir; para el uno y para el otro es continua guerra. Con andar descuidados
de todo el mundo y no trayendo cuenta si sirven a Dios o no porque sólo
consigo mismos la tienen, con sus amigos no hay poder hacer esto, ni se les
encubre cosa. Las motitas ven. Digo que traen bien pesada cruz (6).
5. Esta manera de amar es la que yo querría tuviésemos nosotras. Aunque a
los principios no sea tan perfecta, el Señor la irá perfeccionando.
Comencemos en los medios, que aunque lleve algo de ternura, no dañará, como
sea en general. Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la
voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de las
hermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar una cosa muy
liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y a personas que
tienen de natural apretarle mucho pocas cosas (7). Si vos le tenéis al
contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quiere nuestro Señor
reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas, y de las que para
nosotras son graves -aunque de suyo lo sean- para la otra serán leves. Así
que en estas cosas no juzguemos por nosotras ni nos consideremos en el
tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, el Señor nos ha hecho más
fuertes, sino considerémonos en el tiempo que hemos estado más flacas.
6. Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de los trabajos de
los prójimos, por pequeños que sean, en especial a almas de las que quedan
dichas; (8) que ya éstas, como desean los trabajos, todo se les hace poco, y
es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era flaca y ver que si no
lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el demonio ir enfriando la
caridad con los prójimos y hacernos entender es perfección lo que es falta.
En todo es menester cuidado y andar despiertas, pues él no duerme, y en los
que van en más perfección, más; porque son muy más disimuladas las
tentaciones, que no se atreve a otra cosa, que no parece se entiende el daño
hasta que está ya hecho, si -como digo- no se trae cuidado. En fin, que es
menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas
cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración (9).
7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienen recreación con
necesidad de ella y el rato que es de costumbre, aunque no sea a vuestro
gusto, que yendo con consideración todo es amor perfecto (10). Así que es
muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras. Miren no sea
con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia. Aunque le
parezca áspero dentro en sí lo que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a
entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, que haréis
mucho daño. Y sabed entender cuáles son las cosas que se han de sentir y
apiadar de las hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es
notoria, que veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor
en sabérsela sufrir y no se espantar de ella, que así harán las otras las
que vos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y
encomendarla mucho a Dios, y procurar hacer vos con gran perfección la
virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse a esto,
para que enseñe a aquélla por obra lo que por palabra por ventura no lo
entenderá, ni le aprovechará, ni castigo. Y esto de hacer una lo que ve
resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Este es buen aviso; no se os
olvide.
8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede
aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir muy adelante
en todas las virtudes y guardar con gran perfección su Regla! Mejor amistad
será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan
ni han de usar en esta casa, tal como «mi vida», «mi alma», «mi bien», y
otras cosas semejantes, que a las unas llaman uno y a las otras otro. Estas
palabras regaladas déjenlas para con su Esposo, pues tanto han de estar con
El y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues Su
Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin
esto, no hay para qué; es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo
fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes: que si ellas hacen
lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres.
¡Y qué fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada!
9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas de trabajo y
tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de holgarse y alabar
mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas estas
cosas, dejado el gran bien que traen consigo, ayudan mucho a la paz y
conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos por experiencia, por la
bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo lleve siempre adelante, porque sería
cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir, pocas y mal avenidas;
no lo permita Dios.
10. Si por dicha (11) alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese
luego y hagan gran oración. Y en cualquiera de estas cosas que dure, o
bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra (que) parece se me hiela
la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún tiempo venir a
ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando esto
hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado a su Esposo de casa
y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le echan de su casa
propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio. Porque, si no le pone
confesar y comulgar tan a menudo, teman si hay algún Judas.
11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto, atajando
mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; (12) y la que
entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, que Dios las dará
con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia. Corten como pudieren las
ramas. Y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando no pudiesen esto, no
salga de una cárcel quien de estas cosas tratare: mucho más vale, antes que
pegue a todas tan incurable pestilencia. ¡Oh, que es gran mal! Dios nos
libre de monasterio donde entra. Yo más querría entrase en éste un fuego que
nos abrasase a todas.
Porque en otra parte creo diré algo
más de esto -como en cosa que nos va tanto- no me alargo más aquí (13)
NOTAS
1 Entre líneas añadió la Santa en
el códice de Toledo: no se ha de entender que es con inquietud interior.
2 En el c. 6, nn. 6 y 9.
3 En el códice de Toledo arregló la
Autora este pasaje de suerte que dijese: sea nuestra voluntad tal que no nos
quite la paz y libertad.
4 Véase lo dicho al fin del c. 6.
5 Amonica escribe la Santa.
6 La Santa suprimió allí un pasaje
interesante de la 1ª redacción: ¡Oh dichosas almas que son amadas de los
tales! ¡dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais
merced que hubiese muchas que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor
gana lo procuraría que ser amada de todos los reyes y señores del mundo; y
con razón, pues éstos no procuran, por cuantas vías pueden, hacer tales que
señoreemos el mismo mundo y que nos estén sujetas todas las cosas de él.
Cuando alguna persona semejante
conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiere la Madre
procure trate con vosotras. Quered cuanto quisiereis a los tales. Pocos debe
haber, mas no deja el Señor de querer se entienda cuando alguno hay que
llegue a la perfección. Luego os dirán que no es menester, que basta tener a
Dios. Buen medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca
gran ganancia, yo lo sé por experiencia; que, después del Señor, si no estoy
en el infierno, es por personas semejantes, que siempre fui muy aficionada
me encomendasen a Dios, y ansí lo procuraba. Ahora tornemos a lo que íbamos.
7 Prosigue la 1ª redacción: Y no se
espanten; que el demonio por ventura puso allí todo su poder con más fuerza
que para que vos sintieseis las penas y trabajos grandes.
8 Importa este aviso... a almas de
las que quedan dichas en el n. 4.
9 Alusión a dos consejos del Señor:
Mt 26, 41 y 17, 20.
10 En la 1ª redacción seguían estas
dos delicadas confidencias: Y es así que queriendo tratar del que no lo es
tanto [tan perfecto], que no hallo camino en esta casa para que me parezca
entre nosotras será bien tenerle; porque si por bien es, como digo, todo se
ha de volver a su principio, que es el amor que queda dicho.
Pensé decir mucho de esotro [de la
segunda especie de amor menos perfecto], y venido a adelgazar, no me parece
se sufre aquí con el modo que llevamos; y por eso, lo quiero dejar en lo
dicho, que espero en Dios, -aunque no sea con toda perfección- no habrá en
esta casa disposición para que haya otra manera de amaros.
11 Por dicha: equivale a «por
ventura».
12 Añadía con fuerza en la 1ª
redacción: y cuando no bastare con amor, sean graves castigos.
13 El capítulo tenía un hermoso
epílogo en la 1ª redacción. Helo aquí: Porque [en] otra parte trataré aún
otra vez de esto, no digo aquí más, sino que quiero más que se quieran y
amen tiernamente y con regalo (aunque no sea tan perfecto como el amor que
queda dicho, como sea en general) que no haya un punto de discordia. No lo
permita el Señor, por quien Su Majestad es, amén.
CAPITULO 8
Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado
interior y exteriormente.
1. Ahora vengamos al desasimiento
que hemos de tener, porque en esto está el todo, si va con perfección. Aquí
digo está el todo, porque abrazándonos con solo el Criador y no se nos dando
nada por todo lo criado, Su Majestad infunde de manera las virtudes, que
trabajando nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho
más que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra todo
el mundo en nuestra defensa.
¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al
Todo sin hacernos partes? Y pues en él están todos los bienes, como digo,
alabémosle mucho, hermanas, que nos juntó aquí adonde no se trata de otra
cosa sino de esto. Y así no sé para qué lo digo, pues todas las que aquí
estáis me podéis enseñar a mí; que confieso en este caso tan importante no
tener la perfección como la deseo y entiendo conviene (1), y en todas las
virtudes; y lo que aquí digo, lo mismo, que es más fácil de escribir que de
obrar; y aun a esto no atinara, porque algunas veces consiste en experiencia
el saberlo decir, y debo atinar por el contrario de estas virtudes que he
tenido.
2. Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de todo (2).
Oh hermanas, entended, por amor de Dios, la gran merced que el Señor ha
hecho a las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí, pues en solas
doce quiso Su Majestad fueseis una. Y qué de ellas mejores que yo, sé que
tomaran este lugar de buena gana, y diómele el Señor a mí, mereciéndole tan
mal. Bendito seáis Vos, mi Dios, y alábeos todo lo criado, que esta merced
tampoco se puede servir, como otras muchas que me habéis hecho, que darme
estado de monja fue grandísima. Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis,
Señor, de mí, porque adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver
así mi ruindad hasta que se me acabara la vida, y trajísteisme adonde, por
ser tan pocas que parece imposible dejarse de entender, porque ande con más
cuidado, quitáisme todas las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí, Señor,
yo lo confieso, y así he más menester vuestra misericordia, para que
perdonéis la que tuviere.
3. Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevar lo que
aquí se acostumbra, lo diga. Otros monasterios hay adonde se sirve tan bien
el Señor. No turben estas poquitas que aquí Su Majestad ha juntado. En otras
partes hay libertad para consolarse con deudos; aquí, si algunos se admiten,
es para consuelo de los mismos. Mas la monja que deseare ver deudos para su
consuelo, si no son espirituales, téngase por imperfecta; crea no está
desasida, no está sana, no tendrá libertad de espíritu, no tendrá entera
paz, menester ha médico, y digo que, si no se le quita y sana, que no es
para esta casa.
4. El remedio que veo mejor es no los ver hasta que se vea libre y lo
alcance del Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lo tome por
cruz, véalos enhorabuena, que entonces les hará provecho a ellos y no daño a
sí (3).
NOTAS
1 ... que confieso en este caso tan
importante soy la más imperfecta; mas, pues me lo mandáis, tocaré en algunas
cosas que se me ofrecen... -Así en la 1ª redacción.
2 En la 1ª redacción escribió con
mucha más espontaneidad y vehemencia: parece nos quiere el Señor apartar de
todo a las que aquí nos trajo, para llegarnos más sin embarazo a Su Majestad
aquí. -¡Oh Criador y Señor mío! ¿Cuándo merecí yo tan gran dignidad, que
parece habéis andando rodeando cómo os llegar más a nosotras? Plegue a
vuestra bondad no lo perdamos por nuestra culpa. ¿Oh hermanas mías!...
3 En la 1ª redacción insistía: mas
si los tiene amor, si le duelen mucho sus penas y escucha sus sucesos del
mundo de buena gana, crea que a sí se dañará, y a ellos no les hará ningún
provecho.
CAPITULO 9
Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los
que han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan.
1. ¡Oh, si entendiésemos las
religiosas el daño que nos viene de tratar mucho con deudos, cómo huiríamos
de ellos! Yo no entiendo qué consolación es ésta que dan, aun dejado lo que
toca a Dios, sino para solo nuestro sosiego y descanso, que de sus
recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus trabajos sí;
ninguno dejan de llorar, y algunas veces más que los mismos. A usadas (1),
que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso
estáis aquí quitadas, que como todo es en común y ninguna puede tener regalo
particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de
contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.
2. Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino quien
lo tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día de hoy en las
religiones esta perfección! (2) No sé yo qué es lo que dejamos del mundo las
que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo
principal, que son los parientes. Viene ya la cosa a estado, que tienen por
falta de virtud no querer y tratar mucho los religiosos a sus deudos, y como
que lo dicen ellos y alegan sus razones.
3. En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios (3), que es
razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos, porque es
cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras personas.
Yo he sido querida mucho de ellos,
a lo que decían, y yo los quería tanto, que no los dejaba olvidarme. Y tengo
por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (que) por maravilla
dejan de hacer por los hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad
de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos
extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en los
demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien menos ha
ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí (4).
4. Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que no hallaréis
mejores deudos que los que Su Majestad os enviare. Yo sé que es así, y
puestas en esto -como lo vais- y entendiendo que en hacer otra cosa faltáis
al verdadero amigo y esposo vuestro, creed que muy en breve ganaréis esta
libertad, y que de los que por solo él os quisieren, podéis fiar más que de
todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y en quien no pensáis,
hallaréis padres y hermanos. Porque como éstos pretenden la paga de Dios,
hacen por nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y
que en nada les podemos aprovechar, cánsanse presto. Y aunque esto no sea en
general, es lo más usado ahora en el mundo, porque, en fin, es mundo.
Quien os dijere otra cosa y que es virtud hacerla, no los creáis, que si
dijese todo el daño que trae consigo, me había de alargar mucho; y porque
otros, que saben lo que dicen mejor, han escrito en esto, baste lo dicho.
Paréceme que, pues con ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán
los que son perfectos?
5. Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejan los Santos,
claro está que es bueno. Pues creedme que lo que, como he dicho (5), más se
apega de él son los deudos y más malo de desapegar. Por eso hacen bien los
que huyen de sus tierras; si les vale, digo, que no creo va en huir el
cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús,
Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo olvida todo; aunque ayuda es
apartarnos muy grande hasta que ya tengamos conocida esta verdad; que
después podrá ser quiera el Señor, por darnos cruz en lo que solíamos tener
gusto, que tratemos con ellos.
NOTAS
1 A usadas, escribe la Santa,
deformando la expresión clásica «a osadas», que equivale a «con resolución,
sin miedo o bien a «ciertamente». Cobarruvias la explica así: de osadía «se
forma una manera de decir antigua aosadas, que vale tanto como 'osaría yo
apostar» (s. v. «osar»).
2 ... al menos en las más, aunque
no en todos los santos que escribieron, o muchos (1ª redacción). -Sigue una
alusión a los consejos evangélicos (Lc 14, 33).
3 ... después de los dicho que toca
a su Iglesia (1ª redacción).
4 Las últimas frases han sido
retocadas en los autógrafos y en las ediciones. En la primera redacción
escribió «En los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido;
y quien me ha ayudado en ellos, los siervos de Dios». En la nueva redacción,
copió materialmente esa frase. Luego la enmendó, no muy certeramente, tal
como se transcribe en el texto. Tanto la edición príncipe (f 31r) como fray
Luis de León (p. 55) deforman el texto. Aunque la frase es poco feliz, el
sentido es claro: en los trabajos, sus deudos (parientes) la han ayudado
menos que los siervos de Dios.
5 Lo ha dicho en el n. 2.
CAPITULO 10
Trata cómo no basta desasirse de lo dicho, si no nos
desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas esta virtud y la humildad.
1. Desasiéndonos del mundo y deudos
y encerradas aquí con las condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos
todo hecho y que no hay que pelear con nada. ¡Oh hermanas mías!, no os
aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy
sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones, y se
los deja en casa. Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos nosotras
mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una -como en negocio más
importante que todos- no se mira mucho en andar contradiciendo su voluntad,
hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu, que pueda
volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
2. Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad
que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las cosas
que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar. Y aunque
parece flaco medio, viene a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas
cosas traer gran cuidado; en aficionándonos a alguna, procurar apartar el
pensamiento de ella y volverle a Dios, y Su Majestad ayuda. Y hanos hecho
gran merced, que en esta casa lo más está hecho, puesto que (1) este
apartarnos de nosotras mismas y ser contra nosotras, es recia cosa, porque
estamos muy juntas y nos amamos mucho.
3. Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra (2)
paréceme andan siempre juntas. Son dos hermanas que no hay para qué las
apartar. No son éstos los deudos de que yo aviso se aparten, sino que los
abracen, y las amen y nunca se vean sin ellas. ¡Oh soberanas virtudes,
señoras de todo lo criado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los
lazos y enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro enseñador Cristo,
que nunca un punto se vio sin ellas! Quien las tuviere, bien puede salir y
pelear con todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones. No
haya miedo de nadie, que suyo es el reino de los cielos. No tiene a quién
temer, porque nada no se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida;
sólo teme descontentar a su Dios; y suplicarle (3) las sustente en ellas
porque no las pierda por su culpa.
4. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de
quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene
ninguna, aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto, que siempre anda
procurando tenerlas, y valas perfeccionando en sí más, aunque bien se
señalan los que las tienen; luego se da a entender a los que los tratan, sin
querer ellos.
Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación, estando tan
loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos!
Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que en
hallándolas hallaréis el maná; (4) todas las cosas os sabrán bien; por mal
sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces.
5. Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotras el
amor de este cuerpo, que somos algunas tan regaladas de nuestro natural, que
no hay poco que hacer aquí, y tan amigas de nuestra salud, que es cosa para
alabar a Dios la guerra que dan, a monjas en especial, y aun a los que no lo
son. Mas algunas monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio,
sino a procurar no morirnos. Cada una lo procura como puede. Aquí, a la
verdad, poco lugar hay de eso con la obra, mas no querría yo hubiese el
deseo. Determinaos, hermanas, que venís a morir por Cristo, y no a regalaros
por Cristo; que esto pone el demonio «que para llevar y guardar la Orden»;
(5) y tanto enhorabuena se quiere guardar la Orden con procurar la salud
para guardarla y conservarla, que se muere sin cumplirla enteramente un mes,
ni por ventura un día. Pues no sé yo a qué venimos.
6. No hayan miedo nos falte discreción en este caso por maravilla, que luego
temen los confesores nos hemos de matar con penitencias. Y es tan aborrecido
de nosotras esta falta de discreción, que así lo cumpliésemos todo. Las que
lo hicieren al contrario, yo sé que no se les dará nada de que diga esto, ni
a mí de que digan juzgo por mí, que dicen verdad (6). Tengo para mí que así
quiere el Señor seamos más enfermas; al menos a mí hízome en serlo gran
misericordia, porque como me había de regalar así como así, quiso fuese con
causa.
Pues es cosa donosa las que andan con este tormento que ellas mismas se dan,
y algunas veces dales un deseo de hacer penitencias sin camino ni concierto,
que duran dos días, a manera de decir. Después pónelas el demonio en la
imaginación que las hizo daño; hácelas temer de la penitencia y no osar
después cumplir la que manda la Orden, «que ya lo probaron». No guardamos
unas cosas muy bajas de la Regla -como el silencio, que no nos ha de hacer
mal- y no nos ha dolido la cabeza, cuando dejamos de ir al coro, -que
tampoco nos mata-, y queremos inventar penitencias de nuestra cabeza para
que no podamos hacer lo uno ni lo otro (7). Y a las veces es poco el mal, y
nos parece no estamos obligadas a hacer nada, que con pedir licencia
cumplimos.
7. Diréis ¿que por qué la da la priora? -A saber lo interior, por ventura no
haría; mas como le hacéis información de necesidad y no falta un médico que
ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga que llore al lado, o
parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulo si falta en la caridad.
Quiere más faltéis vos que ella (8).
8. Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque os guardéis de
ellas las pongo aquí. Porque si el demonio nos comienza a amedrentar con que
nos faltará la salud, nunca haremos nada. El Señor nos dé luz para acertar
en todo, amén.
NOTAS
1 Puesto que, en acepción de
aunque. -El pasaje es más claro en la 1ª redacción: Y hanos hecho gran
merced, que en esta casa lo más está hecho; mas queda desasirnos de nosotros
mismos. Este es recio apartar...
2 estotra: la virtud del
desasimiento, de que viene hablando.
3 Suplícale debió escribir. En la
1ª redacción concluía así: No tiene a quién temer, sino suplicar a Dios le
sustente en ellas para que no las pierda por su culpa.
4 Alusión a Sab 16, 20, y al Ex c.
16.
5 Un corrector enmendó sin motivo
el autógrafo: «que esto pone el demonio que es menester para llevar y
guardar la orden». -Recuérdese que pone equivale a sugiere. -Guardar la
orden equivale a guardar la observancia de la Orden. -Tanto enhorabuena: tan
enhorabuena.
6 En la 1ª redacción escribió más
lacónicamente: Creo, y sélo cierto, que tengo más compañeras que tendré
injuriadas por hacer lo contrario.
7 En la 1ª redacción era más fina
la ironía y fuerza de este pasaje. Algunas veces dales un frenesí de hacer
penitencias sin camino ni concierto.... La imaginación que les pone el
demonio 'que las hizo daño' 'que ¡nunca más penitencia!, ni la que manda la
orden que ya lo probaron'. No guardan unas cosas muy bajas de la Regla -como
es el silencio, que no nos ha de hacer mal-, y no nos ha venido la
imaginación de que nos duele la cabeza, cuando dejamos de ir al coro -que
tampoco nos mata-, un día porque nos dolió, y otro porque nos ha dolido, y
otros tres porque no nos duela.
8 Y no
le parece justo juzgarnos mal -añadía la 1ª redacción-. -En lugar del n.
siguiente, la redacción primitiva concluía así: ¡Oh, este quejar -válgame
Dios- entre monjas!; que El me lo perdone, que temo es ya costumbre. A mí me
acaeció una vez ver esto: que la tenía una de quejarse de la cabeza, y
quejábaseme mucho de ella. Venido a averiguar, poco ni mucho le dolía, sino
en otra parte tenía algún dolor. -Todo este capítulo es mucho más espontáneo
y finamente cáustico en la redacción escurialense.
CAPITULO 11
Prosigue en la mortificación, y dice la que se ha de
adquirir en las enfermedades.
1. Cosa imperfecta me parece,
hermanas mías, este quejarnos siempre con livianos males; si podéis
sufrirlo, no lo hagáis. Cuando es grave el mal, él mismo se queja; es otro
quejido y luego se parece (1). Mirad que sois pocas, y si una tiene esta
costumbre es para traer fatigadas a todas, si os tenéis amor y hay caridad;
sino que la que estuviere de mal que sea de veras, lo diga y tome lo
necesario; que si perdéis el amor propio, sentiréis tanto cualquier regalo,
que no hayáis miedo le toméis sin necesidad ni os quejéis sin causa. Cuando
la hay, sería muy peor no decirlo que tomarle sin ella, y muy malo si no os
apiadasen.
2. Mas de eso, a buen seguro que adonde hay caridad y tan pocas, que nunca
falte el cuidado de curaros (2). Mas unas flaquezas y malecillos de mujeres,
olvidaos de quejarlas, que algunas veces pone el demonio imaginación de esos
dolores; quítanse y pónense. Si no se pierde la costumbre de decirlo y
quejaros de todo si no fuere a Dios, nunca acabaréis (3). Porque este cuerpo
tiene una falta, que mientras más le regalan, más necesidades descubre. Es
cosa extraña lo que quiere ser regalado; y como tiene aquí algún buen color,
por poca que sea la necesidad, engaña a la pobre del alma para que no medre.
3. Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quién se quejar.
Pues pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos también de muchas
casadas; -yo sé que las hay- y personas de suerte, que con graves males, por
no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y con graves trabajos. Pues
¡pecadora de mí!, sí, que no venimos aquí a ser más regaladas que ellas.
¡Oh, que estáis libres de grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un
poquito por amor de Dios sin que lo sepan todos! Pues es una mujer muy
malcasada (4), y porque no sepa su marido lo dice y se queja, pasa mucha
malaventura sin descansar con nadie, ¿y no pasaremos algo entre Dios y
nosotras de los males que nos da por nuestros pecados? ¡Cuánto más que es
nonada lo que se aplaca el mal!
4. En todo esto que he dicho, no trato de males recios, cuando hay calentura
mucha, aunque pido haya moderación y sufrimiento siempre, sino unos
malecillos que se pueden pasar en pie. Mas ¿qué fuera si éste se hubiera de
ver fuera de esta casa?, ¿qué dijeran todas las monjas de mí? Y ¡qué de
buena gana, si alguna se enmendara, lo sufriera yo! Porque por una que haya
de esta suerte, viene la cosa a términos que, por la mayor parte, no creen a
ninguna, por graves males que tenga (5).
Acordémonos de nuestros Padres santos pasados ermitaños, cuya vida
pretendemos imitar: ¡qué pasarían de dolores, y qué a solas, y de fríos y
hambre y sol y calor, sin tener a quién se quejar sino a Dios! ¿Pensáis que
eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y creed, hijas, que
en comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto. Hartas habrá
que miren lo que es menester; descuidaos de vosotras, si no fuere a
necesidad conocida. Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y
la falta de salud, nunca haremos nada.
5. Procurad de no temerla, y dejaros toda en Dios, venga lo que viniere.
¿Qué va en que muramos? De cuantas veces nos ha burlado el cuerpo, ¿no
burlaríamos alguna de él? Y creed que esta determinación importa más de lo
que podemos entender; porque de muchas veces que poco a poco lo vayamos (6)
haciendo, con el favor del Señor, quedaremos señoras de él. Pues vencer un
tal enemigo, es gran negocio para pasar en la batalla de esta vida. Hágalo
el Señor como puede. Bien creo no entiende la ganancia sino quien ya goza de
la victoria, que es tan grande, a lo que creo, que nadie sentiría pasar
trabajo por quedar en este sosiego y señorío.
NOTAS
1 Luego se parece: se pone de
manifiesto. -En la 1ª redacción el capítulo comenzaba en términos más
perentorios: Cosa imperfectísima me parece, hermanas mías, este aullar y
quejar siempre y enflaquecer la habla haciéndola de enferma...
2 ... adonde hay «oración» y
caridad y tan pocas... -había escrito en la 1ª redacción.
3 En la 1ª redacción añadía: Pongo
tanto en esto, porque tengo para mí importa y que es una cosa que tiene muy
relajados los monasterios.
4 Malcasada: en la acepción de
desafortunada en el matrimonio, o -como dice la Santa- «que pasa mucha
malaventura».
5 La 1ª redacción proseguía: En
fín, viene la cosa a términos, que pierden unas por otras; y si alguna hay
sufrida, aún los mismos médicos no la creen, como han visto a otras con poco
mal quejarse tanto. (Como es para solas mis hijas, todo puede pasar).
6 Vamos, escribió la Santa,
contracción frecuente en su pluma (como hais por hayais; cf. este mismo cap.
en la 1ª red. n. 1).
CAPÍTULO 12
Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero
amador de Dios, y la honra.
1. Vamos a otras cosas que también
importan harto, aunque parecen menudas. Trabajo grande parece todo, y con
razón, porque es guerra contra nosotros mismos; mas comenzándose a obrar,
obra Dios tanto en el alma y hácela tantas mercedes, que todo le parece poco
cuanto se puede hacer en esta vida. Y pues las monjas hacemos lo más, que es
dar la libertad por amor de Dios poniéndola en otro poder, y pasan tantos
trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, servir el coro, que por mucho que
nos queramos regalar es alguna vez, y por ventura sola yo en muchos
monasterios que he visto, pues ¿por qué nos hemos de detener en mortificar
lo interior, pues en esto está el ir todo estotro muy más meritorio y
perfecto, y después obrarlo con más suavidad y descanso? Esto se adquiere
con ir -como he dicho- (1) poco a poco, no haciendo nuestra voluntad y
apetito, aun en cosas menudas, hasta acabar de rendir el cuerpo al espíritu.
2. Torno a decir (2) que está el todo o gran parte en perder cuidado de
nosotros mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza a servir al
Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida. Pues le ha dado su
voluntad, ¿qué teme? Claro está que si es verdadero religioso o verdadero
orador (3), y pretende gozar regalos de Dios, que no ha de volver las
espaldas a desear morir por él y pasar martirio. Pues ¿ya no sabéis,
hermanas, que la vida del buen religioso y que quiere ser de los allegados
amigos de Dios es un largo martirio? Largo, porque para compararle a los que
de presto los degollaban, puédese llamar largo; mas toda es corta la vida, y
algunas cortísimas. ¿Y qué sabemos si seremos de tan corta, que desde una
hora o momento que nos determinemos a servir del todo a Dios se acabe?
Posible sería; que, en fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de
ello; y pensando que cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará? Pues
creedme que pensar esto es lo más seguro.
3. Por eso mostrémonos a contradecir en todo nuestra voluntad; que si traéis
cuidado, como he dicho (4), sin saber cómo, poco a poco os hallaréis en la
cumbre. Mas ¡qué gran rigor parece decir no nos hagamos placer en nada, como
no se dice qué gustos y deleites trae consigo esta contradicción y lo que se
gana con ella! Aun en esta vida, ¡qué seguridad! Aquí, como todas lo usáis,
estáse lo más hecho; unas a otras se despiertan y ayudan; en esto ha cada
una procurar (5) ir adelante de las otras.
4. En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial si
tocan en mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar para
detenerse en ello «si soy más antigua», «si he más años», «si he trabajado
más», «si tratan a la otra mejor». Estos pensamientos, si vinieren, es
menester atajarlos con presteza; que si se detienen en ellos, o lo ponen en
plática, es pestilencia y de donde nacen grandes males (6). Si tuvieren
priora que consiente cosa de éstas, por poco que sea, crean por sus pecados
ha permitido Dios la tengan para comenzarse a perder, y hagan gran oración
porque dé el remedio, porque están en gran peligro (7).
5. Podrá ser que digan «que para qué pongo tanto en esto» y «que va con
rigor»; «que regalos hace Dios a quien no está tan desasido».
-Yo lo creo, que con su sabiduría
infinita ve que conviene para traerlos a que lo dejen todo por El. No llamo
«dejarlo», entrar en religión, que impedimentos puede haber, y en cada parte
puede el alma perfecta estar desasida y humilde; ello a más trabajo suyo,
que gran cosa es el aparejo. Mas créanme una cosa, que si hay punto de honra
o de hacienda (8) (y) esto tan bien puede haberlo en los monasterios como
fuera, aunque más quitadas están las ocasiones y mayor sería la culpa), que
aunque tengan muchos años de oración (o,) por mejor decir, consideración,
porque oración perfecta, en fin, quita estos resabios), que nunca medrarán
mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de la oración.
6. Mirad si os va algo, hermanas, en estas cosas, pues no estáis aquí a otra
cosa. Vosotras no quedáis más honradas, y el provecho perdido para lo que
podríais más ganar; así que deshonra y pérdida cabe aquí junto (9).
Cada una mire en sí lo que tiene de
humildad y verá lo que está aprovechada. Paréceme que al verdadero humilde
aun de primer movimiento no osará el demonio tentarle en cosa de mayorías;
porque, como es tan sagaz, teme el golpe. Es imposible, si uno es humilde,
que no gane más fortaleza en esta virtud, y aprovechamiento, si el demonio
le tienta por ahí; porque está claro que ha de dar vuelta sobre su vida, y
mirar (10) lo que ha servido con lo que debe al Señor, y las grandezas que
hizo en bajarse a sí para dejarnos ejemplo de humildad, y mirar sus pecados
y adónde merecía estar por ellos. Sale el alma tan gananciosa, que no osa
tornar (11) otro día por no ir quebrada la cabeza.
7. Este consejo tomad de mí y no se os olvide: que no sólo en lo interior
-que sería gran mal no quedar con ganancia-, mas en lo exterior procurad la
saquen las hermanas de vuestra tentación; si queréis vengaros del demonio y
libraros más presto de la tentación, que así como os venga pidáis a la
prelada que os mande hacer algún oficio bajo o, como pudiereis, los hagáis
vos, y andéis estudiando en esto cómo doblar vuestra voluntad en cosas
contrarias, que el Señor os las descubrirá, y con esto durará poco la
tentación (12). Dios nos libre de personas que le quieren servir acordarse
de honra. Mirad que es mala ganancia, y -como he dicho- (13) la misma honra
se pierde con desearla, en especial en las mayorías, que no hay tóxico en el
mundo que así mate como estas cosas la perfección.
8. Diréis «que son cosillas naturales, que no hay que hacer caso».
-No os burléis con eso, que crece
como espuma, y no hay cosa pequeña en tan notable peligro como son estos
puntos de honra y mirar si nos hicieron agravio. ¿Sabéis por qué, sin otras
hartas cosas? -Por ventura en una comienza por poco y no es casi nada, y
luego mueve el demonio a que al otro le parezca mucho, y aun pensará es
caridad decirle que cómo consiente aquel agravio, que Dios le dé paciencia,
que se lo ofrezcáis, que no sufriera más un santo. Pone un caramillo en la
lengua de la otra (14), que ya que acabáis con vos de sufrir, quedáis aún
tentada de vanagloria de lo que no sufristeis con la perfección que se había
de sufrir.
9. Y es esta nuestra naturaleza tan flaca, que aun diciéndonos que no hay
qué sufrir, pensamos hemos hecho algo y lo sentimos, cuánto más ver que lo
sienten por nosotras. Y así va perdiendo el alma las ocasiones que había
tenido para merecer, y queda más flaca y abierta la puerta al demonio para
que otra vez venga con otra cosa peor; y aun podrá acaecer, aun cuando vos
queráis sufrirlo, que vengan a vos y os dirán «que si sois bestia», «que
bien es que se sientan las cosas» (15). ¡Oh, por amor de Dios, hermanas
mías!, que a ninguna le mueva indiscreta caridad para mostrar lástima de la
otra en cosa que toque a estos fingidos agravios, que es como la que
tuvieron los amigos del santo Job con él (16), y su mujer.
NOTAS
1 En el c. 11, n. 5. -Los
pensamientos que preceden tenían otro matiz en la 1ª redacción: Pues ¿por
qué nos detenemos en mortificar estos cuerpos en naderías, que es no
hacerlos placer en nada, sino andar en cuidado llevándolos por donde no
quieren hasta tenerlos rendidos al espíritu?
2 Cf. c. 11, n. 4.
3 Verdadero orador: verdadera
persona de oración.
4 En el n. 1 y en el c. 11, n. 5.
-Uno de los censores acotó este pasaje con una larga nota, que luego fue
introducida en el texto por el amanuense del ms. de Salamanca. Dice así: No
nos hagamos placer etc.: en esta mortificación parece que en todo se huelgan
y hacen placer queriéndolo todo; porque tienen lo que quieren y quieren lo
que tienen, en lo cual consiste nuestro contentamiento siendo bueno lo que
se quiere».
5 En esto ha cada una de
procurar...
6 En la 1ª redacción: ...de donde
nacen grandes males en los monasterios. ¡Miren que lo sé mucho!
7 En la 1ª redacción: ... clamen a
él y toda su oración sea porque dé el remedio en religioso o persona de
oración; que quien de veras la tiene con determinación de gozar de las
mercedes que hace Dios y regalos en ella, esto del desasimiento a todos
conviene.
8 Punto de honra o de hacienda:
vana estima o deseo de una u otra. En la 1ª redacción había escrito: punto
de honra o deseo de hacienda.
9 Alusión a una especie de ley del
código del honor. En la 1ª redacción la alusión es explícita.
10 Mirar (comparar) lo que ha
servido con lo que debe. Al margen anotó uno de los censores: «remedio de
humildes contra la soberbia».
11 No osa tornar «el demonio»,
añadió la Santa en el ms. de Madrid.
12 La 1ª redacción añadía: (en
cosas contrarias...) y con mortificaciones públicas, pues se usan en esta
casa. Como de pestilencia huid de tales tentaciones del demonio, y procurad
que esté poco con vos».
13 En el n. 6.
14 Caramillo era una flautilla de
caña, y en sentido figurado, «chisme o enredo». «Poner un caramillo en la
lengua» es «inducir a algo seduciendo».
15 En la 1ª redacción añadía una de
sus típicas exclamaciones finamente irónica: ¡Uh, que si hay alguna amiga!
16 Job 2, 11. -En el ms. de Toledo
la Santa enmendó la frase final, equívoca: ... y la que tuvo su mujer.
CAPÍTULO 13
Prosigue en la mortificación, y cómo ha de huir de los
puntos y razones del mundo para llegarse a la verdadera razón.
1. Muchas veces os lo digo,
hermanas, y ahora lo quiero dejar escrito aquí, porque no se os olvide, que
en esta casa, y aun toda persona que quisiere ser perfecta, huya mil leguas
de «razón tuve», «hiciéronme sinrazón», «no tuvo razón quien esto hizo
conmigo»... De malas razones nos libre Dios. ¿Parece que había razón para
que nuestro buen Jesús sufriese tantas injurias y se las hiciesen y tantas
sinrazones? La que no quisiere llevar cruz sino la que le dieren muy puesta
en razón, no sé yo para qué está en el monasterio; tórnese al mundo, adonde
aun no le guardarán esas razones. ¿Por ventura podéis pasar tanto que no
debáis más? ¿Qué razón es ésta? Por cierto, yo no la entiendo.
2. Cuando nos hicieren alguna honra o regalo o buen tratamiento, saquemos
esas razones, que cierto es contra razón nos le hagan en esta vida. Mas
cuando agravios -que así los nombran sin hacernos agravio-, yo no sé qué hay
que hablar. O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer
honrada hay que no participe de las deshonras que a su esposo hacen? Aunque
no lo quiera por su voluntad, en fin, de honra o deshonra participan
entrambos. Pues tener parte en su reino y gozarle, y de las deshonras y
trabajos querer quedar sin ninguna parte, es disparate.
3. No nos lo deje Dios querer, sino que la que le pareciere es tenida entre
todas en menos, se tenga por más bienaventurada; y así lo es, si lo lleva
como lo ha de llevar, que no le faltará honra en esta vida ni en la otra.
Créanme esto a mí. Mas qué disparate he dicho, que me crean a mí, diciéndolo
la verdadera Sabiduría (1).
Parezcámonos, hijas mías, en algo a la gran humildad de la Virgen
Sacratísima, cuyo hábito traemos, que es confusión nombrarnos monjas suyas;
que por mucho que nos parezca nos humillamos, quedamos bien cortas para ser
hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo.
Así que si las cosas dichas no se
atajan con diligencia, lo que hoy no parece nada mañana por ventura será
pecado venial; y es de tan mala digestión, que si os dejáis no quedará solo.
Es cosa muy mala para congregaciones.
4. En esto habíamos de mirar mucho las que estamos en ella, por no dañar a
las que trabajan por hacernos bien y darnos buen ejemplo. Y si entendiésemos
cuán gran daño se hace en que se comience una mala costumbre, más querríamos
morir que ser causa de ello; (2) porque es muerte corporal, y pérdidas en
las almas es gran pérdida y que no parece se acaba de perder; porque muertas
unas vienen otras, y a todas por ventura les cabe más parte de una mala
costumbre que pusimos, que de muchas virtudes; porque el demonio no la deja
caer, y las virtudes la misma flaqueza natural las hace perder.
5. ¡Oh, qué grandísima caridad haría y qué gran servicio a Dios la monja que
en sí viese que no puede llevar las costumbres que hay en esta casa,
conocerlo e irse! Y mire que le cumple, si no quiere tener un infierno acá y
plega a Dios no sea otro allá (3), porque hay muchas causas para temer esto,
y por ventura ella ni las demás no lo entenderán como yo.
6. Créanme en esto, y si no, el tiempo les doy por testigo. Porque el estilo
que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas, y así se
desasen de todo lo criado, y a quien el Señor ha escogido para aquí,
particularmente veo la hace esta merced. Aunque ahora no sea en toda
perfección, vese que va ya a ella por el gran contento que le da y alegría
ver que no ha de tornar a tratar con cosa de la vida, y el sabor todas las
de la Religión.
Torno a decir que si inclina a
cosas del mundo, que se vaya si no se ve ir aprovechando; e irse, si todavía
quiere ser monja, a otro monasterio, y si no, verá cómo le sucede. No se
queje de mí, que comencé éste, porque no la aviso.
7. Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se
contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo; tiénese
muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque no lo puede
tener; y alma descontenta es como quien tiene gran hastío, que por bueno que
sea el manjar, la da en rostro, y de lo que los sanos toman gran gusto
comer, le hace asco en el estómago. En otra parte se salvará mejor, y podrá
ser que poco o poco llegue a la perfección que aquí no pudo sufrir por
tomarse por junto. Que aunque en lo interior se aguarde tiempo para del todo
desasirse y mortificarse, en lo exterior ha de ser luego. Y a quien con ver
que todas lo hacen y con andar en tan buena compañía siempre, no le
aprovecha en un año, temo que no aprovechará en muchos, más, sino menos. No
digo sea tan cumplidamente como en las otras, mas que se entienda va
cobrando salud, que luego se ve cuándo el mal es mortal.
NOTAS
1 En la 1ª redacción: ¡Qué
disparate he dicho que me crean a mí, diciéndolo la verdadera Sabiduría -que
es la misma Verdad-. Y la Reina de los ángeles. -Alusión a la sentencia
evangélica de Lc 14, 11... y a dos versos del Magnificat: Lc 1, 48, y 52.
-Proseguía enseguida: Siquiera en algo, imitemos esta su humildad, digo
algo, porque por mucho que nos bajemos y humillemos, no hace nada una como
yo, que por sus pecados tenía merecido la hiciesen bajar y despreciar los
demonios, ya que ella no quisiese. Porque aunque no tengan tantos pecados,
por maravilla habrá quien deje de tener alguno por que haya perecido el
infierno.
2 Una mala costumbre de estos
puntillos de honra; mas querríamos morir mil muertes; así en la primera
redacción.
3 El releer la Santa este pasaje ya
listo para la imprenta, encontró dura su amenaza «si no quiere tener un
infierno acá y otro allá», y la tachó. Entre líneas completó la frase
anterior: ... lo conociese y se fuese «antes que profesase, como otra vez he
dicho».
El texto de la 1ª redacción era más
extensivo y mucho más fuerte: ¡Oh, qué grandísima caridad haría y qué gran
servicio a Dios, la monja que se viese no puede llevar las perfecciones y
costumbres que hay en esta casa, conocerse e irse y dejar a las otras en
paz...! Y aun en todos los monasterios (al menos si me creen a mí) no lo
tendrán ni darán profesión hasta que de muchos años esté probado a ver si se
enmiendan.. -No llamo faltas en la penitencia y ayunos, porque aunque lo es,
no son cosas que hacen tanto daño. Mas unas condiciones que hay de suyo
amigas de ser estimadas y tenidas, y mirar las faltas ajenas y nunca conocer
las suyas y otras cosas semejantes, que verdaderamente nace de poca
humildad; si Dios no favorece con darla gran espíritu, hasta de muchos años
verla enmendada, os libre Dios de que quede en vuestra compañía. Entended
que ni ella sosegará ni os dejará sosegar a todas. Como no tomáis dote,
háceos Dios merced para esto, que es lo que me lastima de los monasterios:
que muchas veces, por no tornar a dar el dinero, dejan el ladrón que les
robe el tesoro, o por la honra de sus deudos. En esta casa tenéis ya
aventurada y perdida la honra del mundo, porque los pobres no son honrados;
no tan a vuestra costa queráis que lo sean los otros. Nuestra honra,
hermanas, ha de ser servir a Dios. Quien pensare que de esto os ha de
estorbar, quédese con su honra en su casa; que para esto ordenaron nuestros
padres la probación de un año, y en nuestra Orden que no se dé en cuatro,
que para esto hay libertad. Aquí querría yo no se diese en diez. La monja
humilde poco se le dará en no ser profesa; ya sabe que si es buena, no la
echarán; si no, ¿para qué quiere hacer daño a este colegio de Cristo. Y no
llamo no ser buena, cosa de vanidad, que, con el favor de Dios, creo estará
lejos de esta casa; llamo no ser buena, no estar mortificada, sino con
asimiento de cosas del mundo o de sí en estas cosas que he dicho. Y la que
mucho en sí no le viere, cr��ame ella mesma y no haga profesión si no quiere
tener un infierno acá, y plega a Dios no sea otro allá, porque hay muchas
causas en ella para ello; y por ventura las mesmas de la casa no las
entenderán, ni la mesma, como yo las tengo entendidas».
4 Y a quien... no le aprovecha en
un año, o medio, temo no aprovechará más en muchos, sino menos; así en la 1ª
redacción.
CAPÍTULO 14
En que trata lo mucho que importa no dar profesión a
ninguna que vaya contrario su espíritu de las cosas que quedan dichas.
1. Bien creo que favorece el Señor
mucho a quien bien se determina, y por eso se ha de mirar qué intento tiene
la que entra, no sea sólo por remediarse (como) acaecerá a muchas), puesto
que el Señor puede perfeccionar este intento, si es persona de buen
entendimiento, que si no, en ninguna manera se tome; porque ni ella se
entenderá cómo entra, ni después a las que la quisieren poner en lo mejor.
Porque, por la mayor parte, quien esta falta tiene, siempre les parece
atinan más lo que les conviene que los más sabios; y es mal que le tengo por
incurable, porque por maravilla deja de traer consigo malicia. Adonde hay
muchas, podráse tolerar, y entre tan pocas no se podrá sufrir.
2. Un buen entendimiento, si se comienza a aficionar al bien, ásese a él con
fortaleza, porque ve es lo más acertado; y cuando no aproveche para mucho
espíritu, aprovechará para buen consejo y para hartas cosas, sin cansar a
nadie (1). Cuando éste falta, yo no sé para qué puede aprovechar en
comunidad, y podría dañar harto.
Esta falta (2) no se ve muy en breve, porque muchas hablan bien y entienden
mal, y otras hablan corto y no muy cortado, y tienen entendimiento para
mucho bien. Que hay unas simplicidades santas que saben poco para negocios y
estilo de mundo, y mucho para tratar con Dios. Por eso es menester gran
información para tomarlas y larga probación para hacerlas profesas. Entienda
una vez el mundo que tenéis libertad para echarlas, que en monasterio donde
hay asperezas, muchas ocasiones hay, y como se use, no lo tendrán por
agravio.
3. Digo esto, porque son tan desventurados estos tiempos y tanta nuestra
flaqueza, que no basta tenerlo por mandamiento de nuestros pasados, para que
dejemos de mirar lo que han tomado por honra los presentes para no agraviar
los deudos. Plega a Dios no lo paguemos en la otra vida las que las
admitimos, que nunca falta un color con que nos hacemos entender se sufre
hacerlo (3).
4. Y éste es un negocio que cada una por sí le había de mirar y encomendar a
Dios y animar a la prelada, pues es cosa que tanto importa. Y así suplico a
Dios en ello os dé luz, que harto bien tenéis en no recibir dotes, que
adonde se toman podría acaecer que por no tornar a dar el dinero -que ya no
lo tienen- dejen el ladrón en casa que les robe el tesoro, que no es pequeña
lástima. Vosotras, para en este caso, no la tengáis de nadie, porque será
dañar a quien pretendéis hacer provecho.
NOTAS
1 Antes, es recreación, proseguía
la 1ª redacción.
2 ... y las demás! (1ª red.).
3 La 1ª redacción añadía: Y en caso
tan importante ninguno es bueno; porque cuando el Prelado sin afición ni
pasión mira lo que está bien a la casa, nunca creo Dios le dejará errar. Y
en mirar estas piedades y puntos necios tengo para mí que no deja de haber
yerro.
CAPÍTULO 15
Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque
se vean condenar sin culpa.
1. Confusión grande me hace lo que
os voy a persuadir (1), porque había de haber obrado siquiera algo de lo que
os digo en esta virtud; es así que yo confieso haber aprovechado muy poco.
Jamás me parece me falta una causa para parecerme mayor virtud dar disculpa.
Como algunas veces es lícito y sería mal no lo hacer, no tengo discreción
-o, por mejor decir, humildad- para hacerlo cuando conviene. Porque,
verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar, y es
gran imitación del Señor que nos quitó todas las culpas. Y así os ruego
mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandes ganancias,
y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna, ninguna veo, si
no es -como digo- en algunos casos que podría causar enojo o escándalo no
decir la verdad. Esto quien tuviere más discreción que yo lo entenderá.
2. Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud, o en procurar alcanzar del
Señor verdadera humildad, que de aquí debe venir; porque el verdadero
humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y perseguido y condenado
sin culpa, aun en cosas graves. Porque si quiere imitar al Señor, ¿en qué
mejor puede que en esto? Que aquí no son menester fuerzas corporales ni
ayuda de nadie, sino de Dios.
3. Estas virtudes grandes, hermanas mías, querría yo estudiásemos mucho e
hiciésemos penitencia, que en demasiadas penitencias ya sabéis os voy a la
mano, porque pueden hacer daño a la salud si son sin discreción. En estotro
no hay que temer, porque por grandes que sean las virtudes interiores, no
quitan las fuerzas del cuerpo para servir la religión, sino fortalecen el
alma; y de cosas muy pequeñas se pueden -como he dicho otras veces-
acostumbrar para salir con victoria en las grandes (2). En éstas no he yo
podido hacer esta prueba, porque nunca oí decir cosa mala de mí que no viese
quedaban cortos; porque, aunque no era en las mismas cosas, tenía ofendido a
Dios en otras muchas, y parecíame habían hecho harto en dejar aquéllas, y
siempre me huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades
(3).
4. Ayuda mucho traer consideración de lo mucho que se gana por todas vías y
cómo nunca -bien mirado- nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos
llenas de ellas, pues cae siete veces al día el justo, y sería mentira decir
no tenemos pecado (4). Así que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan,
nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jesús.
5. ¡Oh Señor mío!, cuando pienso por qué de maneras padecisteis y cómo por
ninguna lo merecíais, no sé qué me diga de mí, ni dónde tuve el seso cuando
no deseaba padecer, ni adónde estoy cuando me disculpo. Ya sabéis Vos, Bien
mío, que si tengo algún bien, que no es dado por otras manos sino por las
vuestras. Pues ¿qué os va, Señor, más en dar mucho que poco? Si es por no lo
merecer yo, tampoco merecía las mercedes que me habéis hecho. ¿Es posible
que he yo de querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho
tantos males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes? No se sufre, no
se sufre, Dios mío -ni querría yo lo sufrieseis Vos- que haya en vuestra
sierva cosa que no contente a vuestros ojos. Pues mirad, Señor, que los míos
están ciegos y se contentan de muy poco. Dadme Vos luz y haced que con
verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os he dejado a Vos,
amándome con tanta fidelidad.
6. ¿Qué es esto, mi Dios? ¿Qué pensamos sacar de contentar a las criaturas?
¿Qué nos va en ser muy culpadas de todas ellas, si delante del Señor estamos
sin culpa? ¡Oh hermanas mías, que nunca acabamos de entender esta verdad, y
así nunca acabamos de estar perfectas, si mucho no la andamos considerando y
pensando qué es lo que es y qué es lo que no es!
Pues cuando no hubiese otra ganancia sino la confusión que le quedará a la
persona que os hubiere culpado de ver que vos sin ella os dejáis condenar,
es grandísimo. Más levanta una cosa de éstas a las veces el alma que diez
sermones. Pues todas hemos de procurar de ser predicadoras de obras, pues el
Apóstol y nuestra inhabilidad nos quita que lo seamos en las palabras (5).
7. Nunca penséis ha de estar secreto el mal o el bien que hiciereis, por
encerradas que estéis. Y ¿pensáis que aunque vos, hija, no os disculpéis, ha
de faltar quien torne de vos? Mirad cómo respondió el Señor por la Magdalena
en casa del Fariseo y cuando su hermana la culpaba (6). No os llevará por el
rigor que a sí, que ya al tiempo que tuvo un ladrón que tornase por El,
estaba en la cruz; (7) así que Su Majestad moverá a quien torne por
vosotras, y cuando no, no será menester. Esto yo lo he visto y es así,
aunque no querría se os acordase, sino que os holgaseis de quedar culpadas,
y el provecho que veréis en vuestra alma, el tiempo os doy por testigo.
Porque se comienza a ganar libertad y no se da más que digan mal que bien,
antes parece es negocio ajeno. Y es como cuando están hablando dos personas,
y como no es con nosotras mismas, estamos descuidadas de la respuesta. Así
es acá: con la costumbre que está hecha de que no hemos de responder, no
parece hablan con nosotras.
Parecerá esto imposible a los que somos muy sentidos y poco mortificados. A
los principios dificultoso es; mas yo sé que se puede alcanzar esta libertad
y negación y desasimiento de nosotros mismos con el favor del Señor.
NOTAS
1 En la 1ª redacción precedía una
introducción interesante: Mas ¡qué desconcertado escribo! Bien como quien no
sabe qué hace. Vosotras tenéis la culpa, hermanas, pues me lo mandáis.
Leedlo como pudiéreis, que así lo escribo yo como puedo; y si no, quemadlo
por mal que va. Quiérese asiento, y yo tengo tan poco lugar como veis, que
se pasan ocho días que no escribo; y así, se me olvida lo que he dicho y aun
lo que voy a decir, que ahora será mal de mí y rogaros no lo hagáis vosotras
en esto que acabo de hacer, que es disculparme; que veo ser una costumbre
perfectísima y de gran edificación y mérito; y aunque os la enseño muchas
veces, y por la bondad de Dios lo hacéis, nunca Su Majestad me la ha dado.
2 Cf. c. 12, nn. 1-2 y c. 11, n. 5.
-En la 1ª redacción añadía: Mas ¡qué bien se escribe esto, y qué mal lo hago
yo! A la verdad, en cosas grandes nunca he podido hacer esta prueba.
3 La 1ª redacción contenía otros
detalles: Estotras cosas, por graves que fuesen, no. Mas en cosas pequeñas
seguía mi naturaleza -y sigo- sin advertir qué es lo más perfecto. Por eso
querría yo lo comenzáseis temprano a entender, y cada una a traer
consideración de lo mucho que gana por todas vías, y por ninguna pierde, a
mi parecer. Gana lo principal en seguir en algo al Señor. Digo algo, porque
-como he dicho- nunca nos culpan sin culpas.
4 Alusiones a Pv 24, 16 y Jn 1,
8-10.
5 Alusión a la prescripción paulina
de 1 Cor 16, 34.
6 Lc 7, 36-40 y 10, 38.
7 Lc 23, 41.
CAPÍTULO 16
De la diferencia que ha de haber en la perfección de la
vida de los contemplativos a los que se contentan con oración mental, y cómo
es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta
contemplación y la causa de ello. -Es mucho de notar este capítulo y el que
viene cabe él (1).
1. Y no os parezca mucho todo esto,
que voy entablando el juego, como dicen. Pedísteisme os dijese el principio
de oración; yo, hijas, aunque no me llevó Dios por este principio, porque
aún no le debo tener de estas virtudes (2), no sé otro. Pues creed que quien
no sabe concertar las piezas en el juego de ajedrez, que sabrá mal jugar, y
si no sabe dar jaque, no sabrá dar mate. Así me habéis de reprender porque
hablo en cosa de juego, no le habiendo en esta casa ni habiéndole de haber.
Aquí veréis la madre que os dio Dios, que hasta esta vanidad sabía; mas
dicen que es lícito algunas veces. Y cuán lícito será para nosotras esta
manera de jugar, y cuán presto, si mucho lo usamos, daremos mate a este Rey
divino, que no se nos podrá ir de las manos ni querrá.
2. La dama (3) es la que más guerra le puede hacer en este juego, y todas
las otras piezas ayudan. No hay dama que así le haga rendir como la
humildad. Esta le trajo del cielo en las entrañas de la Virgen, y con ella
le traeremos nosotras de un cabello a nuestras almas (4). Y creed que quien
más tuviere, más le tendrá, y quien menos, menos. Porque no puedo yo
entender cómo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad,
ni es posible estar estas dos virtudes sin gran desasimiento de todo lo
criado.
3. Diréis, mis hijas, «que para qué os hablo en virtudes, que hartos libros
tenéis que os las enseñan, que no queréis sino contemplación». -Digo yo que
aun si pidierais meditación pudiera hablar de ella y aconsejar a todos la
tuvieran, aunque no tengan virtudes; porque es principio para alcanzar todas
las virtudes, y cosa que nos va la vida en comenzarla todos los cristianos,
y ninguno, por perdido que sea, si Dios le despierta a tan gran bien, lo
habrá de dejar, como ya tengo escrito en otra parte (5), y otros muchos que
saben lo que escriben, que yo por cierto que no lo sé; Dios lo sabe.
4. Mas contemplación es otra cosa, hijas, que éste es el engaño que todos
traemos, que en llegándose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que)
está obligado a ello si es cristiano de más que nombre), luego dicen es muy
contemplativo, y luego le quieren con tan grandes virtudes como está
obligado a tener el muy contemplativo, y aun él se quiere, mas yerra. En los
principios no supo entablar el juego: pensó bastaba conocer las piezas para
dar mate, y es imposible, que no se da este Rey sino a quien se le da del
todo.
5. Así que, hijas, si queréis que os diga el camino para llegar a la
contemplación, sufrid que sea un poco larga en cosas aunque no os parezcan
luego tan importantes, aunque a mi parecer no lo dejan de ser. Y si no las
queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oración mental toda vuestra vida,
que yo os aseguro a vosotras y a todas las personas que pretendieren este
bien (ya) puede ser yo me engañe, porque juzgo por mí que lo procuré veinte
años) que no lleguéis a verdadera contemplación.
6. Quiero ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué es oración
mental, y plega a Dios que ésta tengamos como se ha de tener; mas también he
miedo que se tiene con harto trabajo si no se procuran las virtudes, aunque
no en tan alto grado como para la contemplación son menester. Digo que no
vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma -digo a estar unido con ella- si
no nos esforzamos a ganar las virtudes grandes. Quiérolo declarar, porque si
en alguna cosa que no sea verdad me tomáis, no creeréis cosa, y tendríais
razón si fuese con advertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber
más, o no lo entender. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios a
personas que estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlas por
este medio de las manos al demonio (6).
7. ¡Oh Señor mío, qué de veces os hacemos andar a brazos (7) con el demonio!
¿No bastara que os dejasteis tomar en ellos cuando os llevó al pináculo,
para enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas, ver junto a aquel Sol
con las tinieblas y qué temor llevaría aquel desventurado sin saber de qué,
que no permitió Dios lo entendiese! (8) Bendita sea tanta piedad y
misericordia; que vergüenza habíamos de haber los cristianos de hacerle
andar cada día a brazos -como he dicho- con tan sucia bestia. Bien fue
menester, Señor, los tuvieseis tan fuertes; mas ¿cómo no os quedaron flacos
de tantos tormentos como pasasteis en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa
con amor torna a soldarse! Y así creo, si quedarais con la vida, el mismo
amor que nos tenéis tornara a soldar vuestras llagas, que no fuera menester
otra medicina (9). ¡Oh Dios mío, y quién la pusiese tal en todas las cosas,
que me diesen pena y trabajos! Qué de buena gana las desearía, si tuviese
cierto ser curada con tan saludable ungüento!
8. Tornando a lo que decía (10), hay almas que entiende Dios que por este
medio las puede granjear para sí. Ya que las ve del todo perdidas, quiere Su
Majestad que no quede por El, y aunque estén en mal estado y faltas de
virtudes, dale gustos y regalos y ternura que la comienza a mover los
deseos, y aun pónela en contemplación algunas veces, pocas, y dura poco. Y
esto, como digo, hace porque las prueba si con aquel favor se querrán
disponer a gozarle muchas veces. Mas si no se dispone, perdonen -o
perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir- que harto mal es que os lleguéis
Vos a un alma de esta suerte, y se llegue ella después a cosa de la tierra
para atarse a ella.
9. Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor hace esta
prueba, y pocos los que se disponen para gozar de esta merced; que cuando el
Señor la hace y no queda por nosotros, tengo por cierto que nunca cesa de
dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando no nos damos a Su Majestad con la
determinación que El se da a nosotros, harto hace de dejarnos en oración
mental y visitarnos de cuando en cuando, como a criados que están en su viña
(11). Mas estotros son hijos regalados, no los querría quitar de cabe sí; ni
los quita, porque ya ellos no se quieren quitar; siéntalos a su mesa, dales
de lo que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele.
10. ¡Oh dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh bienaventurada dejación de cosas
tan pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad qué se os dará,
estando en los brazos de Dios, que os culpe todo el mundo. Poderoso es para
libraros de todo, que una vez que mandó hacer el mundo, fue hecho: su querer
es obra. Pues no hayáis miedo que si no es para más bien del que le ama,
consienta hablar contra vos: no quiere tan poco a quien le quiere (12). Pues
¿por qué, mis hermanas, no le mostraremos nosotras, en cuanto podemos, el
amor? Mirad que es hermoso trueco dar nuestro amor por el suyo. Mirad que lo
puede todo y acá no podemos nada sino lo que El nos hace poder. Pues ¿qué es
esto que hacemos por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto como nada,
una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere Su Majestad que
merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas.
11. ¡Oh Señor! que todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en
Vos, que si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas
damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos -como
digo- en el verdadero camino. Parece que nunca se anduvo, según se nos hace
nuevo. Cosa es para lastimar, por cierto, lo que algunas veces pasa (13).
Pues tocar en un puntito de ser
menos, no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir; luego dicen: «¡no somos
santos!».
[12] Dios nos libre, hermanas,
cuando algo hiciéremos no perfecto decir: «no somos ángeles», «no somos
santas». Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar, si nos
esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que
quede por El, si no queda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa
(14), manos a labor, como dicen: no entendamos cosa en que se sirve más el
Señor, que no presumamos salir con ella con su favor. Esta presunción
querría yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una
santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de personas.
13. Mucho me he divertido. Quiero tornar a lo que decía (15), que es
declarar qué es oración mental y contemplación. Impertinente parece, mas
para vosotras todo pasa; podrá ser lo entendáis mejor por mi grosero estilo
que por otros elegantes. El Señor me dé favor para ello, amén.
NOTAS
1 Los cuatro primeros números de
este capítulo están tomados de la primera redacción. También en la segunda
los incluyó la Autora, pero luego arrancó ella mismas las páginas que los
contenían y comenzó con el n. 5. Los cuatro párrafos suprimidos llevan por
título: Que trata de cuán necesario ha sido lo que queda dicho para comenzar
a tratar de oración.
2 Estas virtudes: humildad y
silencio cuando se nos acusa (cf. c. 15, nn. 2-3)).
3 La dama: la reina.
4 Alusión a Ct 4, 9.
5 En Vida c. 8, n. 4 y passim.
6 Con esta proposición comienza un
pasaje doctrinalmente interesante, profusamente discutido y comentado por
teresianistas y teólogos de la espiritualidad. Facilitamos su estudio con
los siguientes datos de índole textual: -1º. La proposición que precede
enmienda un texto tachado al arrancar los cuatro primeros números del
capítulo, y que decía así: En el capítulo pasado dije que no vendría el Rey
de la gloria a nuestra alma -digo a estar unido con ella-, si no nos
esforzábamos a ganar las virtudes que allí dije. -2º. Ténganse en cuenta los
matices nuevos del segundo planteamiento del problema en el número 8: aunque
estén en mal estado y faltas de virtudes... -3º. La primera redacción
contiene diferencias textuales importantes; en el n. 6: Acaece muchas veces
que el Señor pone un alma muy ruin -entiéndase no estando en pecado mortal
entonces, a mi parecer- ... [el sentido queda suspenso; probablemente quiso
escribir: «el Señor pone en contemplación un alma muy ruin, etc.»]; porque
una visión, aunque sea muy buena, permitirá el Señor que la vea uno estando
en mal estado para tornarle a sí; mas ponerle en contemplación no lo puedo
creer porque en aquella unión divina, adonde el Señor se regala con el alma
y el alma con El, no lleva camino alma sucia deleitarse con ella la limpieza
de los cielos y el regalo de los ángeles con cosa que no sea suya, pues ya
sabemos que, en pecando uno mortalmente, es del demonio: con él se puede
regalar, pues le ha contentado (que ya sabemos son sus regalos continuo
tormento aun en esta vida), que no le faltará a mi Señor hijos suyos con
quien se huelgue sin que ande a tomar los ajenos. Hará Su Majestad lo que
hace muchas veces, que es sacárselos de las manos. -El comienzo del n. 8:
Ansí que, cuando el Señor quiere, torna el alma a sí; pónela, estando aun
sin tener estas virtudes, en contemplación algunas veces; pocas, y dura
poco. -Finalmente, en la redacción del manuscrito de Toledo, autorizada por
la Santa, se leen nuevas variantes; en el n. 6: «Quiero, pues, decir que
querrá Dios algunas veces hacer tan gran merced a personas que están en mal
estado, que las suba a perfecta contemplación, para sacarlas por este medio
de las manos del demonio».
-Todo este forcejeo de la Santa por
llegar a una formulación satisfactoria de «su problema», demuestra que había
en él datos huidizos, no captados plenamente por su mente, ni fáciles de
expresar.
7 Andar a brazos: luchar a brazo
partido, cuerpo a cuerpo. -Sigue una alusión a Mt 4, 5.
8 ... y cuán merecido había por tan
gran atrevimiento que criara Dios otro infierno nuevo para él: frase que
tachó la propia Santa en el autógrafo de El Escorial (1ª red.).
9 La 1ª redacción continuaba:
Parece que desatino; pues no hago, que mayores cosas que éstas hace el amor
divino, y por no parecer curiosa -ya que lo soy- y daros mal ejemplo, no
traigo aquí algunas.
10 Tornando a lo que decía en el n.
6.
11 Alusión a Mt 21, 37.
12 La 1ª redacción añadía: de
cuantas maneras puede mostrar el amor, le muestra; pero uno de los censores
juzgó poco atildada teológicamente la frase y la borró.
13 Proseguía la 1ª redacción: Digo
que no parecemos cristianos, ni que leímos la Pasión en nuestra vida.
¡Válgame Dios, tocar en un puntillo de honra! Luego, quien os dice que no
hagáis caso de ello parece no es cristiano. Yo me reía -o me afligía- alguna
vez de lo que veía en el mundo, y aun, por mis pecados, en las religiones:
¡tocar en un puntillo de ser menos no se sufre! Luego dicen que no somos
santos, o lo decía yo...
14 Aquí otra cosa, escribió la
Santa. Lo corregimos por la 1ª redacción.
15 Ef 6, 9. -La 1ª redacción
contiene variantes de interés: ... humildad: siempre estar con ánimo, que
Dios le da a los fuertes -y no es aceptador de personas y os le dará a
vosotras y a mí.
16 En el n. 6.
CAPÍTULO 17
De cómo no todas las almas son para contemplación, y cómo
algunas llegan a ella tarde, y que el verdadero humilde ha de ir contento
por el camino que le llevare el Señor.
1. Parece que me voy entrando en la
oración, y fáltame un poco por decir, que importa mucho, porque es de la
humildad y es necesario en esta casa; (1) porque es el ejercicio principal
de oración y, como he dicho (2), cumple mucho tratéis de entender cómo
ejercitaros mucho en la humildad, y éste es un gran punto de ella y muy
necesario para todas las personas que se ejercitan en oración: ¿cómo podrá
el verdadero humilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a ser
contemplativos? Que Dios le puede hacer tal, sí, por su bondad y
misericordia. Mas, de mi consejo, siempre se siente en el más bajo lugar,
que así nos dijo el Señor lo hiciésemos y nos lo enseñó por la obra (3).
Dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino. Cuando no, para
eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir a las siervas del
Señor y alabarle porque, mereciendo ser sierva de los demonios en el
infierno, la trajo Su Majestad entre ellas.
2. No digo esto sin gran causa, porque, como he dicho (4), es cosa que
importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino, y por
ventura el que le pareciere va por muy más bajo, está más alto en los ojos
del Señor.
Así que no porque en esta casa
todas traten de oración, han de ser todas contemplativas (5). Es imposible.
Y será gran desconsolación para la que no lo es, no entender esta verdad,
que esto es cosa que lo da Dios; y pues no es necesario para la salvación,
ni nos lo pide de premio (6), no piense se lo pedirá nadie. Que por eso no
dejará de ser muy perfecta si hace lo que queda dicho. Antes podrá ser tenga
mucho más mérito, porque es a más trabajo suyo y la lleva el Señor como a
fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí no goza. No por eso
desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a las veces viene el
Señor muy tarde y paga tan bien y tan por junto como en muchos años ha ido
dando a otros.
3. Yo estuve más de catorce que nunca podía tener aun meditación sino junto
con lección. Habrá muchas personas de este arte, y otras que, aunque sea con
la lección, no puedan tener meditación, sino rezar vocalmente, y aquí se
detienen más. Hay pensamientos tan ligeros que no pueden estar en una cosa,
sino siempre desasosegados, y en tanto extremo que, si quieren detenerle a
pensar en Dios, se les va a mil disparates y escrúpulos y dudas (7).
Yo conozco una persona bien vieja,
de harto buena vida, penitente y muy sierva de Dios, y gasta hartas horas,
hartos años ha, en oración vocal, y en mental no hay remedio; (8) cuando más
puede, poco a poco en las oraciones vocales se va deteniendo. Y otras
personas hay hartas de esta manera, y si hay humildad, no creo yo saldrán
peor libradas al cabo, sino muy en igual de los que llevan muchos gustos, y
con más seguridad en parte; porque no sabemos si los gustos son de Dios o si
los pone el demonio. Y si no son de Dios, es más peligro, porque en lo que
él trabaja aquí es en poner soberbia; que si son de Dios, no hay que temer;
consigo traen la humildad, como escribí muy largo en el otro libro (9).
4. Estotros (10) andan con humildad, sospechosos que es por su culpa,
siempre con cuidado de ir adelante. No ven a otros llorar una lágrima, que,
si ella no las tiene, no le parezca está muy atrás en el servicio de Dios, y
debe estar por ventura muy más adelante; porque no son las lágrimas, aunque
son buenas, todas perfectas; y la humildad y mortificación y desasimiento y
otras virtudes, siempre hay más seguridad. No hay qué temer, ni hayáis miedo
que dejéis de llegar a la perfección como los muy contemplativos.
5. Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más
queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a
Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y
comer a su mesa? (11) Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no
hubiera quien diera de comer a este divino Huésped. Pues pensad que es esta
congregación la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que
fueren llevadas por la vida activa, no murmuren a las que mucho se
embebieren en la contemplación, pues saben ha de tornar el Señor de ellas,
aunque callen, que, por la mayor parte, hace descuidar de sí y de todo (12).
6. Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por
dichosas en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está
mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer
de ellos, y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si
contemplar y tener oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las
cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-, todo es servir al Huésped que
se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo
uno que en lo otro?
7. No digo yo que quede por nosotras, sino que lo probéis todo, porque no
está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor. Mas si después de muchos
años quisiere a cada una para su oficio, gentil humildad será querer
vosotras escoger. Dejad hacer al Señor de la casa. Sabio es, poderoso es,
entiende lo que os conviene y lo que le conviene a El también. Estad seguras
que haciendo lo que es en vosotras y aparejándoos para contemplación con la
perfección que queda dicha, que si El no os la da (lo) que creo no dejará de
dar, si es de veras el desasimiento y humildad), que os tiene guardado este
regalo para dároslo junto en el cielo, y que -como otra vez he dicho- (13)
os quiere llevar como a fuertes, dándoos acá cruz como siempre Su Majestad
la tuvo. ¿Y qué mejor amistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y
pudiera ser no tuvierais tanto premio en la contemplación. Juicios son
suyos, no hay que meternos en ellos. Harto bien es que no quede a nuestro
escoger, que luego -como nos parece más descanso- fuéramos todos grandes
contemplativos.
¡Oh gran ganancia, no querer ganar
por nuestro parecer para no temer pérdida, pues nunca permite Dios la tenga
el bien mortificado, sino para ganar más!
NOTAS
1 Monasterio de San José de Avila.
2 En el c. 12, n. 6-7.
3 Lc 14, 10.
4 En el c. 16, n. 9.
5 Recogemos una variante de la 1ª
red.: No porque en esta casa haya costumbre y ejercicio de oración, es por
fuerza que han de ser todas contemplativas... -En cambio, en el ms. de
Toledo borró la Santa la afirmación siguiente: «es imposible».
6 Premio, escribe la Santa. Fray
Luis de León (p. 93) conservó el término. -El amanuense del ms. toledano
trascribió «de premio», y la Santa tachó simplemente ambos vocablos. -«Pedir
de apremio» equivale a exigir.
7 ... en la fe: añadía la 1ª red.
8 En la 1ª redacción es más
explícita: Yo conozco a una monja bien vieja, -que pluguiera a Dios fuera mi
vida como la suya-, muy santa y penitente y en todo gran monja y de mucha
oración vocal y muy ordinaria.
9 En Vida c. 15, n. 14; c. 17, n.
3; c. 20, nn. 7 y 29, etc.
10 estotros: los no agraciados con
gustos espirituales en la oración.
11 Más gráficamente en la 1ª
redacción: ... darle de comer y servirle y por ventura comer a su mesa y aun
en su plato? -Alude a Lc 10, 38-42.
12 Tornar... por ellas, que por la
mayor parte la contemplación hace descuidar...
13 En el n. 2.
CAPÍTULO 18
Que prosigue en la misma materia y dice cuánto mayores
son los trabajos de los contemplativos que de los activos. -Es de mucha
consolación para ellos.
1. Pues yo os digo, hijas, a las
que no lleva Dios por este camino, que a lo que he visto y entendido de los
que van por él, que no llevan la cruz más liviana y que os espantaríais por
las vías y maneras que las da Dios. Yo sé de unos y de otros, y sé claro que
son intolerables los trabajos que Dios da a los contemplativos, y son de tal
suerte, que si no les diese aquel manjar de gustos no se podrían sufrir. Y
está claro que, pues lo es que a los que Dios mucho quiere lleva por camino
de trabajos, y mientras más los ama, mayores, no hay por qué creer que tiene
aborrecidos los contemplativos, pues por su boca los alaba y tiene por
amigos (1).
2. Pues creer que admite a su amistad estrecha gente regalada y sin
trabajos, es disparate. Tengo por muy cierto se los da Dios mucho mayores. Y
así como los lleva por camino barrancoso y áspero, y a las veces que les
parece se pierden y han de comenzar de nuevo a tornarle a andar, que así ha
menester Su Majestad darles mantenimiento, y no de agua, sino de vino, para
que, emborrachados, no entiendan lo que pasan, y lo puedan sufrir. Y así
pocos veo verdaderos contemplativos que no los vea animosos y determinados a
padecer; que lo primero que hace el Señor, si son flacos, es ponerles ánimo
y hacerlos que no teman trabajos.
3. Creo piensan los de la vida activa, por un poquito que los ven regalados,
que no hay más que aquello. Pues yo digo que por ventura un día de los que
pasan no lo pudieseis sufrir. Así que el Señor, como conoce a todos para lo
que son, da a cada uno su oficio, el que más ve conviene a su alma y al
mismo Señor y al bien de los prójimos; y como no quede por no os haber
dispuesto, no hayáis miedo se pierda vuestro trabajo. Mirad que digo que
todas lo procuremos, pues no estamos aquí a otra cosa; y no un año, ni dos
solos, ni aun diez, porque no parezca lo dejamos de cobardes, y es bien que
el Señor entienda no queda por nosotras; como los soldados que, aunque mucho
hayan servido, siempre han de estar a punto para que el capitán los mande en
cualquier oficio que quiera ponerlos, pues les ha de dar su sueldo. ¡Y cuán
mejor pagado lo paga nuestro Rey que los de la tierra! (2)
4. Como los ve presentes y con gana de servir y tiene ya entendido para lo
que es cada uno, reparte los oficios como ve las fuerzas; y si no estuviesen
presentes, no les daría nada ni mandaría en qué sirviesen.
Así que, hermanas, oración mental, y quien ésta no pudiere, vocal y lección
y coloquios con Dios, como después diré (3). No se deje las horas de oración
que todas. No sabe cuándo llamará el Esposo (no) os acaezca como a las
vírgenes locas) (4) y la querrá dar más trabajo, disfrazado con gusto. Si
no, entiendan no son para ello y que les conviene aquello, y aquí entra el
merecer con la humildad creyendo con verdad que aun para lo que hacen no son
(5).
5. Andar alegres sirviendo en lo que les mandan, como he dicho; (6) y si es
de veras esta humildad, bienaventurada tal sierva de vida activa, que no
murmurará sino de sí (7). Deje a las otras con su guerra, que no es pequeña.
Porque aunque en las batallas el alférez no pelea, no por eso deja de ir en
gran peligro, y en lo interior debe de trabajar más que todos; porque como
lleva la bandera, no se puede defender, y aunque le hagan pedazos no la ha
de dejar de las manos. Así los contemplativos han de llevar levantada la
bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les dieren sin dar ninguno;
porque su oficio es padecer como Cristo, llevar en alto la cruz, no la dejar
de las manos por peligros en que se vean, ni que vean en él flaqueza en
padecer; para eso le dan tan honroso oficio. Mire lo que hace, porque si él
(8) deja la bandera, perderse ha la batalla. Y así creo que se hace gran
daño en los que no están tan adelante, si a los que tienen ya en cuento de
capitanes y amigos de Dios les ven no ser sus obras conforme al oficio que
tienen.
6. Los demás soldados vanse como pueden, y a las veces se apartan de donde
ven el mayor peligro, y no los echa nadie de ver ni pierden honra; estotros
llevan todos los ojos en ellos, no se pueden bullir.
Así que bueno es el oficio, y honra grande y merced hace el rey a quien le
da, mas no se obliga a poco en tomarle. Así que, hermanas, no sabemos lo que
pedimos; (9) dejemos hacer al Señor; que hay algunas personas que por
justicia parece quieren pedir a Dios regalos. ¡Donosa manera de humildad!
Por eso hace bien el conocedor de todos, que pocas veces creo lo da a éstos:
ve claro que no son para beber el cáliz (10).
7. Vuestro entender, hijas, si estáis aprovechadas, será en si entendiere
cada una es la más ruin de todas, y esto que se entienda en sus obras que lo
conoce así para aprovechamiento y bien de las otras; y no en la que tiene
más gustos en la oración y arrobamientos o visiones o mercedes que hace el
Señor de esta suerte, que hemos de aguardar al otro mundo para ver su valor.
Estotro es moneda que se corre, es renta que no falta, son juros perpetuos y
no censos de al quitar, que estotro quítase y pónese; (11) una virtud grande
de humildad y mortificación, de gran obediencia en no ir en un punto contra
lo que manda el prelado, que sabéis verdaderamente que os lo manda Dios,
pues está en su lugar.
En esto de obediencia es en lo que más había de poner, y por parecerme que,
si no la hay, es no ser monjas, no digo nada de ello, porque hablo con
monjas, y a mi parecer buenas, al menos que lo desean ser. En cosa tan
sabida e importante, no más de una palabra porque no se olvide.
8. Digo que quien estuviere por voto debajo de obediencia y faltare no
trayendo todo cuidado en cómo cumplirá con mayor perfección este voto, que
no sé para qué está en el monasterio; al menos yo la aseguro que mientras
aquí faltare, que nunca llegue a ser contemplativa ni aun buena activa; y
esto tengo por muy muy cierto. Y aunque no sea persona que tiene a esto
obligación, si quiere o pretende llegar a contemplación, ha menester, para
ir muy acertada, dejar su voluntad con toda determinación en un confesor que
sea tal (12). Porque esto es ya cosa muy sabida, que aprovechan más de esta
suerte en un año que sin esto en muchos, y para vosotras no es menester, no
hay que hablar de ello.
9. Concluyo con que estas virtudes son las que yo deseo tengáis, hijas mías,
y las que procuréis y las que santamente envidiéis. Esotras devociones no
curéis de tener pena por no tenerlas; es cosa incierta. Podrá ser en otras
personas sean de Dios, y en vos permitirá Su Majestad sea ilusión del
demonio y que os engañe, como ha hecho a otras personas (13). En cosa dudosa
¿para qué queréis servir al Señor, teniendo tanto en qué seguro? ¿Quién os
mete en esos peligros?
10. Heme alargado tanto en esto, porque sé conviene, que esta nuestra
naturaleza es flaca, y a quien Dios quisiere dar la contemplación, Su
Majestad le hará fuerte; a los que no, heme holgado de dar estos avisos, por
donde también se humillarán los contemplativos (14).
El Señor, por quien es, nos dé luz
para seguir en todo su voluntad, y no habrá de qué temer.
NOTAS
1 Alusión al pasaje evangélico (Lc
10,41) de que habló en el c. 17, n. 5.
2 En la 1ª redacción: ¡Y cuán mejor
pagado es que los que sirven al rey! Andan los tristes muriendo, y después
sabe Dios cómo se paga.
3 Cf. c. 30 passim, y n. 7. -La
frase siguiente se refiere a las horas de oración obligatorias a todas por
ley.
4 Mt 25, 1-13. -En la 1ª redacción
persistía el símil guerrero, en lugar de esta alusión evangélica: No sabe
cuándo la llamará el capitán y la querrá dar más trabajo disfrazado con
gusto. Si no las llamaren, entiendan que no son para él y que les convino
aquello. -Este párrafo comenzaba así: Como no estén ausentes y los ve el
capitán con deseo de servir, ya tiene entendido -aunque no también como
nuestro celestial Capitán- para lo que es cada uno...
5 Lc 17, 10.
6 En el n. 4; y en el c. 17, n. 6.
7 Añadía la 1ª red.: Harto más
querría yo ser ella que algunas contemplativas. -Todo el tema militar que
sigue, tiene desarrollo diverso en la primera redacción.
8 Porque que si él, escribió la
Santa.
9 Mt 20, 22. No sabemos lo que
pedimos, cuando solicitamos los regalos de la contemplación. -En la 1ª red.:
Dejemos hacer al Señor, que nos conoce mejor que nosotras mismas. Y la
verdadera humildad es andar contentas con lo que nos dan.
10 Alusión a Mt 20, 22.
11 Censos de al quitar eran los
censos redimibles, en contraposición a los juros, que de suyo eran
perpetuos, como la misma Autora insinúa.
12 En la 1ª redacción: Que sea tal
que le entienda. Porque esto se sabe ya muy sabido y lo han escrito muchos y
para vosotras no es menester, no hay que hablar de ello.
13 Que en mujeres es cosa
peligrosa, añadía la 1ª redacción.
14 Proseguía la 1ª red.: Si decís,
hijas, que vosotras no los habéis menester, alguna vendrá que por ventura se
huelgue con ellos.
CAPÍTULO 19
Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que
no pueden discurrir con el entendimiento.
1. Ha tantos días que escribí lo
pasado sin haber tenido lugar para tornar a ello, que si no lo tornase a
leer no sé lo que decía. Por no ocupar tiempo habrá de ir como saliere, sin
concierto. Para entendimientos concertados y almas que están ejercitadas y
pueden estar consigo mismas, hay tantos libros escritos y tan buenos y de
personas tales, que sería yerro hicieseis caso de mi dicho en cosa de
oración, pues, como digo, tenéis libros tales adonde van por días de la
semana repartidos los misterios de la vida del Señor y de su Pasión, y
meditaciones del juicio e infierno y nuestra nonada y lo mucho que debemos a
Dios, con excelente doctrina y concierto para principio y fin de la oración
(1). Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevar este modo de oración, no
hay que decir, que por tan buen camino el Señor le sacará a puerto de luz, y
con tan buenos principios el fin lo será, y todos los que pudieren ir por él
llevarán descanso y seguridad; porque, atado el entendimiento, vase con
descanso (2).
Mas de lo que querría tratar y dar algún remedio, si el Señor quisiese
acertase (y) si no, al menos que entendáis hay muchas almas que pasan este
trabajo, para que no os fatiguéis las que le tuviereis), es esto:
2. Hay unas almas y entendimientos tan desbaratados como unos caballos
desbocados, que no hay quien las haga parar. Ya van aquí, ya van allí,
siempre con desasosiego (3). Es su misma naturaleza, o Dios que lo permite.
Heles mucha lástima, porque me parecen como unas personas que han mucha sed
y ven el agua de muy lejos, y cuando quieren ir allá, hallan quien las
defienda el paso (4) al principio y medio y fin. Acaece que, cuando ya con
su trabajo -y con harto trabajo- han vencido los primeros enemigos, a los
segundos se dejan vencer y quieren más morir de sed que beber agua que tanto
ha de costar. Acabóseles el esfuerzo, faltóles ánimo. Y ya que algunos le
tienen para vencer también los segundos enemigos, a los terceros se les
acaba la fuerza, y por ventura no estaban dos pasos de la fuente de agua
viva que dijo el Señor a la Samaritana, que quien la bebiere no tendrá sed
(5). Y con cuánta razón y verdad, como dicho de la boca de la misma Verdad,
que no la tendrá de cosa de esta vida, aunque crece muy mayor de lo que acá
podemos imaginar de las cosas de la otra por esta sed natural. Mas ¡con qué
sed se desea tener esta sed! Porque entiende el alma su gran valor, y aunque
(6) es sed penosísima que fatiga, trae consigo la misma satisfacción con que
se mata aquella sed, de manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas
terrenas, antes da hartura, de manera que cuando Dios la satisface, la mayor
merced (7) que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y
mayor queda siempre de tornar a beber esta agua.
3. El agua tiene tres propiedades, que ahora se me acuerda que me hacen al
caso, que muchas más tendrá.
La una es que enfría, que, por
calor que hayamos, en llegando al agua, se quita; y si hay gran fuego, con
ella se mata, salvo si no es de alquitrán (8), que se enciende más. ¡Oh,
válgame Dios, qué maravillas hay en este encenderse más el fuego con el
agua, cuando es fuego fuerte, poderoso, no sujeto a los elementos, pues
éste, con ser su contrario, no le empece, antes le hace crecer! Mucho
valiera aquí poder hablar con quien supiera filosofía, porque sabiendo las
propiedades de las cosas, supiérame declarar, que me voy regalando en ello y
no lo sé decir y aun por ventura no lo sé entender.
4. De que Dios, hermanas, os traiga a beber de esta agua y las que ahora lo
bebéis, gustaréis de esto y entenderéis cómo el verdadero amor de Dios -si
está en su fuerza, ya libre de cosas de tierra del todo y que vuela sobre
ellas- cómo es señor de todos los elementos y del mundo. Y como el agua
procede de la tierra, no hayáis miedo (9) que mate este fuego de amor de
Dios; no es de su jurisdicción. Aunque son contrarios, es ya señor absoluto;
no le está sujeto.
Y así no os espantaréis, hermanas, de lo mucho que he puesto en este libro
para que procuréis esta libertad. ¿No es linda cosa que una pobre monja de
San José pueda llegar a señorear toda la tierra y elementos? Y ¿qué mucho
que los santos hiciesen de ellos lo que querían, con el favor de Dios? A San
Martín el fuego y las aguas le obedecían; a San Francisco hasta las aves y
los peces, y así a otros muchos santos. Se veía claro ser tan señores de
todas las cosas del mundo, por haber bien trabajado de tenerle en poco y
sujetádose de veras con todas sus fuerzas al Señor de él. Así que, como
digo, el agua que nace en la tierra no tiene poder contra él; (10) sus
llamas son muy altas, y su nacimiento no comienza en cosa tan baja.
Otros fuegos hay de pequeño amor de Dios, que cualquiera suceso los matará;
mas a éste no, no: aunque toda la mar de tentaciones venga, no le harán que
deje de arder de manera que no se enseñoree de ellas (11).
5. Pues si es agua de lo que llueve del cielo, muy menos le matará. No son
contrarios, sino de una tierra (12). No hayáis miedo se hagan mal el un
elemento al otro, antes ayuda el uno al otro a su efecto. Porque el agua de
las lágrimas verdaderas (que) son las que proceden en verdadera oración,
bien dadas del Rey del cielo) le ayuda a encender más y hace que dure, y el
fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan hermosa y de
tanta maravilla, que el fuego enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones
del mundo, cuando se junta con el agua viva del cielo, que es la fuente de
donde proceden las lágrimas que quedan dichas, que son dadas y no adquiridas
por nuestra industria. Así que a buen seguro que no deja calor en ninguna
cosa del mundo para que se detenga en ellas, si no es para si puede pegar
este fuego, que es natural suyo no se contentar con poco, sino que, si
pudiese, abrasaría todo el mundo.
6. Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no hubiese agua para
lavar, ¿qué sería del mundo? ¿Sabéis qué tanto limpia esta agua viva, esta
agua celestial, esta agua clara, cuando no está turbia, cuando no tiene
lodo, sino que cae del cielo? Que de una vez que se beba, tengo por cierto
deja el alma clara y limpia de todas las culpas. Porque -como tengo escrito-
(13) no da Dios lugar a que beban de esta agua (que) no está en nuestro
querer, por ser cosa muy sobrenatural esta divina unión), si no es para
limpiarla y dejarla limpia y libre del lodo y miseria en que por las culpas
estaba metida. Porque otros gustos que vienen por medianería del
entendimiento, por mucho que hagan, traen el agua corriendo por la tierra;
no lo beben junto a la fuente; nunca falta en este camino cosas lodosas en
que se detengan, y no va tan puro ni tan limpio. No llamo yo esta oración
-que, como digo, va discurriendo con el entendimiento- «agua viva», conforme
a mi entender, digo; porque, por mucho que queramos hacer, siempre se pega a
nuestra alma, ayudada de este nuestro cuerpo y bajo natural, algo de camino
de lo que no querríamos.
7. Quiérome declarar más: estamos pensando qué es el mundo y cómo se acaba
todo, para menospreciarlo. Casi sin entendernos, nos hallamos metidos en
cosas que amamos de él. Y deseándolas huir, por lo menos nos estorba un poco
pensar cómo fue y cómo será y qué hice y qué haré. Y para pensar lo que hace
al caso para librarnos, a las veces nos metemos de nuevo en el peligro. No
porque esto se ha de dejar, mas hase de temer. Es menester no ir
descuidados.
Acá lleva este cuidado el mismo Señor, que no quiere fiarnos de nosotros
(14). Tiene en tanto nuestra alma, que no la deja meter en cosas que la
puedan dañar por aquel tiempo que quiere favorecerla; sino pónela de presto
junto cabe sí y muéstrale en un punto más verdades y dala más claro
conocimiento de lo que es todo, que acá pudiéramos tener en muchos años.
Porque no va libre la vista; ciéganos el polvo como vamos caminando. Acá
llévanos el Señor al fin de la jornada sin entender cómo.
8. La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed. Porque sed me
parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace gran falta, que si
del todo nos falta nos mata. Extraña cosa es que si nos falta nos mata, y si
nos sobra nos acaba la vida, como se ve morir muchos ahogados. ¡Oh Señor
mío, y quién se viese tan engolfada en esta agua viva que se le acabase la
vida! Mas ¿no puede ser esto? Sí, que tanto puede crecer el amor y deseo de
Dios, que no lo pueda sufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que
han muerto. Yo sé de una que, si no la socorriera Dios presto con esta agua
viva tan en gran abundancia, que (15) casi la sacaba de sí con
arrobamientos. Digo que casi la sacaban de sí, porque aquí descansa el alma.
Parece que, ahogada de no poder sufrir el mundo, resucita en Dios, y Su
Majestad la habilita para que pueda gozar lo que, estando en sí, no pudiera
sin acabarse la vida.
9. Entiéndase de aquí que, como en nuestro sumo Bien no puede haber cosa que
no sea cabal, todo lo que El da es para nuestro bien, y por mucha abundancia
de esta agua que dé, no puede haber demasía en cosa suya; porque si da
mucho, hace -como he dicho- (16) hábil el alma para que sea capaz de beber
mucho; como un vidriero, que hace la vasija del tamaño que ve es menester
para que quepa lo que quiere echar en ella.
En el desearlo, como es de nosotros, nunca va sin falta. Si alguna cosa
buena lleva, es lo que en él ayuda el Señor. Mas somos tan indiscretos que,
como es pena suave y gustosa, nunca nos pensamos hartar de esta pena;
comemos sin tasa, ayudamos como acá podemos a este deseo, y así algunas
veces mata. ¡Dichosa tal muerte! Mas, por ventura, con la vida ayudara a
otros para morir por deseo de esta muerte. Y esto creo hace el demonio,
porque entiende el daño que ha de hacer con vivir, y así tienta aquí de
indiscretas penitencias para quitar la salud, y no le va poco en ello.
10. Digo que quien llega a tener esta sed tan impetuosa, que se mire mucho,
porque crea que tendrá esta tentación; y aunque no muera de sed, acabará la
salud y dará muestras exteriores, aunque no quiera, que se han de excusar
por todas vías. Algunas veces aprovechará poco nuestra diligencia, que no
podremos todo lo que se quiere encubrir. Mas estemos con cuidado, cuando
vienen estos ímpetus tan grandes de crecimiento de este deseo, para no
añadir en él, sino con suavidad cortar el hilo con otra consideración; que
nuestra naturaleza a veces podrá ser obre tanto como el amor, que hay
personas que cualquier cosa, aunque sea mala, desean con gran vehemencia.
Estas no creo serán las muy mortificadas, que para todo aprovecha la
mortificación.
Parece desatino que cosa tan buena se ataje. Pues no lo es, que yo no digo
se quite el deseo, sino que se ataje, y por ventura será con otro que se
merezca tanto.
11. Quiero decir algo para darme mejor a entender. Da un gran deseo de verse
ya con Dios y desatado de esta cárcel, como le tenía San Pablo: (17) pena
por tal causa y que debe en sí ser muy gustosa; no será menester poca
mortificación para atajarla, y del todo no podrá. Mas cuando viere aprieta
tanto que casi va a quitar el juicio (como) yo vi a una persona no ha mucho,
y de natural impetuosa (18), aunque demostrada a quebrar su voluntad -me
parece lo ha ya perdido, porque se ve en otras cosas- digo que por un rato,
que la vi como desatinada de la gran pena y fuerza que se hizo en
disimularla), digo que en caso tan excesivo, aunque fuese espíritu de Dios,
tengo por humildad temer, porque no hemos de pensar tenemos tanta caridad,
que nos pone en tan gran aprieto.
12. Y digo que no tendré por malo (si) puede -digo- que por ventura todas
veces no podrá) que mude el deseo pensando si vive servirá más a Dios, y
podrá ser a alguna alma que se había de perder la dé luz, y que con servir
más, merecerá por donde pueda gozar más de Dios, y témase lo poco que ha
servido. Y son buenos consuelos para tan gran trabajo, y aplacará su pena y
ganará mucho, pues por servir al mismo Señor se quiere acá pasar y vivir con
su pena. Es como si uno tuviese un gran trabajo o grave dolor, consolarle
con decir tenga paciencia y se deje en las manos de Dios, y que cumpla en él
su voluntad, que dejarnos en ellas es lo más acertado en todo.
13. Y si el demonio ayudó en alguna manera a tan gran deseo, que sería
posible, como cuenta creo Casiano de un ermitaño de asperísima vida, que le
hizo entender se echase en un pozo porque vería más presto a Dios; yo bien
creo no debía haber servido con humildad ni bien; porque fiel es el Señor
(19) y no consintiera Su Majestad se cegara en cosa tan manifiesta (20). Mas
está claro si el deseo fuera de Dios, no le hiciera mal: trae consigo la luz
y la discreción y la medida. Esto es claro, sino que este adversario,
enemigo nuestro, por dondequiera que puede, procura dañar (21). Y pues él no
anda descuidado, no lo andemos nosotros. Este es punto importante para
muchas cosas, así para acortar el tiempo de la oración, por gustosa que sea,
cuando se ven acabar las fuerzas corporales o hacer daño a la cabeza. En
todo es muy necesario discreción.
14. ¿Para qué pensáis, hijas, que he pretendido declarar el fin y mostrar el
premio antes de la batalla, con deciros el bien que trae consigo llegar a
beber de esta fuente celestial, de esta agua viva? Para que no os congojéis
del trabajo y contradicción que hay en el camino, y vayáis con ánimo y no os
canséis. Porque -como he dicho- (22) podrá ser que después de llegadas, que
no os falta sino bajaros a beber en la fuente, lo dejéis todo y perdáis este
bien, pensando no tendréis fuerza para llegar a él y que no sois para ello.
15. Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma verdad, no hay que
dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara el Señor a todos, y
aunque los llamara, no dijera: «Yo os daré de beber» (23). Pudiera decir:
«Venid todos, que, en fin, no perderéis nada; y los que a mí me pareciere,
yo los daré de beber». Mas como dijo, sin esta condición, «a todos», tengo
por cierto que todos los que no se quedaren en el camino, no les faltará
esta agua viva.
Dénos el Señor, que la promete,
gracia para buscarla como se ha de buscar, por quien Su Majestad es.
NOTAS
1 Se refiere muy probablemente a
los libros del P. Granada, conocidos y estimados de la Santa, recomendados a
sus monjas en las Constituciones, y alabados en términos superlativos en
carta al autor: «De las muchas personas que aman en el Señor a Vuestra
Paternidad y por haber escrito tan santa y provechosa doctrina, y dan
gracias a Su Majestad, y por haberle dado a Vuestra Paternidad para tan
grande y universal bien de las almas, soy yo una» (BMC, t. 7, p. 211).
2 Y así no hablo ahora con estas
almas, añadió la Santa en el ms. de Toledo.
3 Y aunque si es diestro el que va
en él, no peligra muchas veces, algunas sí; y cuando va seguro de la vida,
no lo está del hacer cosa en él que no sea desdón, y va con gran trabajo
siempre. -Desdón: falta de gracia, desdoro (cf. COROMINAS, Diccionario
crítico, etimológico de la lengua castellana, -Madrid 1954-., s.v.
(«donaire»).
4 Defienda el p.: en acepción de
prohibir.
5 Alusión a Jn 4, 13. -En el ms. de
Toledo añadió la Santa: ... no tendrá sed de manera que pierda a Dios;
entiéndese no la dejándola El de su mano; y ansí siempre se ha de andar con
temor».
6 Aunque: en el autógrafo parece de
mano ajena.
7 Por escrúpulo teológico un censor
corrigió: una de las mayores mercedes...
8 Alquitrán: «Es una especie de
betún de que se hacen fuegos inextinguibles para arrojar a los enemigos»;
así lo define Cobarrubias, S.V. _. La exposición que sigue se basa en la
antigua teoría filosófica de los cuatro elementos simples de que consta el
universo: tierra, aire, agua y fuego; eran contrarios entre sí el primero y
el segundo, el tercero y el cuarto; de ahí las aplicaciones que hace la
Santa al «agua viva» y el «fuego del amor», lamentándose de no saber
filosofía que -creía ella- la hubiera iniciado en el conocimiento de las
«propiedades de las cosas».
9 Fiados en la misericordia de
Dios, escribió la Santa entre líneas en el ms. toledano.
10 Contra él: añadido al margen por
la Santa.
11 Alusión a Ct, 8, 7. _. En lugar
de estos tres últimos períodos. («Se... veía... de ellas»), en la 1ª
redacción escribió: Pues con ayuda de Dios, ya haciendo lo que han podido,
casi se lo pueden pedir de derecho. Que ¿pensáis porque dice el Salmista que
todas las cosas están sujetas y puestas debajo de los pies de los hombres,
pensáis que de todos? -No hayáis miedo, antes los veo yo sujetos a ellos
debajo de los pies de ellas; y conocí un caballero que, en porfiando sobre
medio real, le mataron: mira si se sujetó a miserable precio. Y hay muchas
cosas que veis cada día por donde conoceréis que digo verdad. Pues sí, que
el Salmista no pudo mentir, que es dicho del Espíritu Santo, sino que me
parece a mí (ya puede ser yo no lo entienda y sea disbarate -que lo he
leído), que es dicho por los perfectos, «que todas las cosas de la tierra
señoreen». -Alude la Santa al Salmo 8: pero el severo censor no le perdonó
esta audacia exegética; tachó el pasaje con una enorme cruz en aspa y un
buen borrón, y luego anotó al margen: «No es este el sentido de la
autoridad, sino de Cristo y también de Adán en el estado de la Inocencia».
Esto bastó para que la Santa descartase radicalmente el texto de las
siguientes redacciones.
12 De una tierra: de un mismo país
(cf. c. 40, n. 8), es decir, tienen un mismo origen.
13 En el c. 16, n. 6 s.
14 Nótese que compara el «agua
viva» (contemplación infusa) con el «agua fangosa» (oración discursiva).
-«Acá» se refiere al «agua viva», es decir, a la contemplación. -En las dos
frases siguientes: ... dala más claro conocimiento de lo que es todo, que
acá» [o sea más de lo que acá en la tierra] pudiéramos tener... Acá [en la
contemplación infusa] llévanos el Señor...
15 Queda suspenso el sentido. -La
Santa alude a sí misma: véase el c. 20 de Vida y la Relación 1ª. -En la
primera redacción lo refería así: Yo sé de una que, si no la socorriera Dios
presto con esta agua viva en grandísima abundancia con arrobamientos, tenía
tan grande esta sed, iba en tanto crecimiento su deseo, que entendía claro
era muy posible -si no la remediaran- morir de sed. ¡Bendito sea el que nos
convida que va[ya]mos a beber en su evangelio!... (Jn 7,37). Y así como en
nuestro Bien y Señor no puede haber cosa que no sea cabal, como es sólo de
El darnos esta agua, da la que hemos menester. -En el ms. de Toledo la frase
quedó así: «casi la sacaba de sí con una gran suspensión»: las tres últimas
palabras son autógrafas de la Santa.
16 En el n. 8.
17 Cf. Fp 1, 23.
18 Y no de natural, escribió; el no
fue tachado quizá por la propia Autora. Cf.
r 3, 4.
19 1 Cor 10, 13.
20 Se trata del solitario Herón,
cuya historia refiere Casiano en la Conferencia II, c. 5. -Sobre la afición
de Santa Teresa a los libros de Casiano, depone María Bautista en el Proceso
Remisorial (Avila 1610): «Imitando al dicho Padre Santo Domingo, era muy
devota de las Colaciones de Casiano y Padres del Desierto, y así, cuando
esta declarante estuvo con ella, la Santa Madre la mandaba cada día que
leyese dos o tres vidas de aquellos santos por no tener ella siempre lugar
por sus justas y santas ocupaciones, y que a las noches se las refiriese
esta declarante, y así lo hacía» (BMC, t. 19, p. 591).
21 Alusión al texto bíblico de 1 Pt
5, 8 que la Santa leía en la Regla carmelitana. -En la 1ª red. concluía así:
pues él [el diablo] no anda descuidado, no lo andemos nosotros. Este es
punto importante para muchas cosas, que algunas veces hay gran necesidad de
no nos olvidar de él.
22 En el n. 2.
23 Jn 7, 37. Este texto no aparece
en la Biblia en la forma citada por la Santa. Parece una combinación de Jn
7, 37 y Mt 11, 28 conservando el pensamiento del primero y la forma
gramatical del segundo.
CAPÍTULO 20
Trata cómo por diferentes vías nunca falta consolación en
el camino de la oración, y aconseja a las hermanas de esto sean sus pláticas
siempre.
1. Parece que me contradigo en este
capítulo pasado de lo que había dicho; porque, cuando consolaba a las que no
llegaban aquí (1), dije que tenía el Señor diferentes caminos por donde iban
a El, así como había muchas moradas (2). Así lo torno ahora a decir; porque,
como entendió Su Majestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es. Mas no
dijo: «por este camino vengan unos y por éste otros»; antes fue tan grande
su misericordia, que a nadie quitó procurase venir a esta fuente de vida a
beber. ¡Bendito sea por siempre, y con cuánta razón me lo quitara a mí!
2. Pues no me mandó lo dejase cuando lo comencé e hizo que me echasen en el
profundo, a buen seguro que no lo quite a nadie, antes públicamente nos
llama a voces (3). Mas, como es tan bueno, no nos fuerza, antes da de muchas
maneras a beber a los que le quieren seguir, para que ninguno vaya
desconsolado ni muera de sed. Porque de esta fuente caudalosa salen arroyos,
unos grandes y otros pequeños, y algunas veces charquitos para niños, que
aquello les basta, y más sería espantarlos ver mucha agua; éstos son los que
están en los principios.
Así que, hermanas, no hayáis miedo muráis de sed en este camino. Nunca falta
agua de consolación tan falto que no se pueda sufrir. Y pues esto es así,
tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes
hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y
con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al
fin del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en esta vida, en la
que es para siempre os dará con toda abundancia de beber y sin temor que os
ha de faltar. Plega al Señor no le faltemos nosotras, amén (4).
3. Ahora, para comenzar este camino que queda dicho (5) de manera que no se
yerre desde el principio, tratemos un poco de cómo se ha de principiar esta
jornada, porque es lo que más importa; digo que importa el todo para todo.
No digo que quien no tuviere la determinación que aquí diré le deje de
comenzar, porque el Señor le irá perfeccionando; y cuando no hiciese más de
dar un paso, tiene en sí tanta virtud, que no haya miedo lo pierda ni le
deje de ser muy bien pagado.
Es -digamos- como quien tiene una
cuenta de perdones (6), que si la reza una vez gana, y mientras más veces,
más. Mas si nunca llega a ella, sino que se la tiene en el arca, mejor fuera
no tenerla. Así que, aunque no vaya después por el mismo camino, lo poco que
hubiere andado de él le dará luz para que vaya bien por los otros, y si más
andare, más. En fin, tenga cierto que no le hará daño el haberle comenzado
para cosa ninguna, aunque le deje, porque el bien nunca hace mal.
Por eso todas las personas que os
trataren, hijas, habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarlas
el miedo de comenzar tan gran bien. Y por amor de Dios os pido que vuestro
trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra
oración ha de ser para provecho de las almas. Y pues esto habéis siempre de
pedir al Señor, mal parecería, hermanas, no lo procurar de todas maneras.
4. Si queréis ser buen deudo, ésta es la verdadera amistad. Si buena amiga,
entended que no lo podéis ser sino por este camino. Ande la verdad en
vuestros corazones, como ha de andar por la meditación, y veréis claro el
amor que somos obligadas a tener a los prójimos.
No es ya tiempo, hermanas, de juego
de niños, que no parece otra cosa estas amistades del mundo, aunque sean
buenas; ni haya entre vosotras tal plática de «si me queréis», «no me
queréis», ni con deudos ni nadie, si no fuere yendo fundadas en un gran fin
y provecho de aquel ánima. Que puede acaecer, para que os escuche vuestro
deudo o hermano o persona semejante una verdad y la admita, haber de
disponerle con estas pláticas y muestras de amor que a la sensualidad
siempre contentan; y acaecerá tener en más una buena palabra -que así la
llaman- y disponer más que muchas de Dios, para que después éstas quepan. Y
así, yendo con advertencia de aprovechar, no las quito. Mas si no es para
esto, ningún provecho pueden traer, y podrán hacer daño sin entenderlo
vosotras. Ya saben que sois religiosas y que vuestro trato es de oración. No
se os ponga delante: «no quiero que me tengan por buena», porque es provecho
o daño común el que en vos vieren. Y es gran mal a las que tanta obligación
tienen de no hablar sino en Dios, como las monjas, les parezca bien
disimulación en este caso, si no fuese alguna vez para más bien.
Este es vuestro trato y lenguaje;
quien os quisiere tratar, depréndale; y si no, guardaos de deprender
vosotras el suyo: será infierno.
5. Si os tuvieren por groseras, poco va en ello; si por hipócritas, menos.
Ganaréis de aquí que no os vea sino quien se entendiere por esta lengua.
Porque no lleva camino uno que no sabe algarabía (7), gustar de hablar mucho
con quien no sabe otro lenguaje. Y así, ni os cansarán ni dañarán, que no
sería poco daño comenzar a hablar nueva lengua, y todo el tiempo se os iría
en eso. Y no podéis saber como yo, que lo he experimentado, el gran mal que
es para el alma, porque por saber la una se le olvida la otra, y es un
perpetuo desasosiego, del que en todas maneras habéis de huir. Porque lo que
mucho conviene para este camino que comenzamos a tratar es paz y sosiego en
el alma.
6. Si las que os trataren quisieren deprender vuestra lengua, ya que no es
vuestro de enseñar, podéis decir las riquezas que se ganan en deprenderla. Y
de esto no os canséis, sino con piedad y amor y oración porque le aproveche,
para que, entendiendo la gran ganancia, vaya a buscar maestro que le enseñe;
que no sería poca merced que os hiciese el Señor despertar a algún alma para
este bien.
Mas ¡qué de cosas se ofrecen en
comenzando a tratar de este camino aun a quien tan mal ha andado por él como
yo! Plega al Señor os lo sepa, hermanas, decir mejor que lo he hecho, amén
(8).
NOTAS
1 En el c. 17, n. 2.
2 Cf. Jn 14, 2.
3 Alusión a Pv 1, 20 s., y a Jn 7,
37.
4 En la 1ª redacción matizaba así
este importante pasaje: Y con ir siempre con esta determinación de antes
morir que dejar de llegar a esta fuente, si os lleva el Señor sin llegar a
ella en esta vida, en la otra os la dará con toda abundancia; beberéis sin
temor que por vuestra culpa os ha de faltar. Plega al Señor que no nos falte
su misericordia, amén.
5 Este camino que queda dicho: el
de la oración, único de que trata el libro entre los muchos a que alude el
n. 1 y c. 19, título.
6 Cuenta de perdones: especie de
rosario indulgenciado, que servía para contar el número de veces que se
rezaban las oraciones prescritas. Perdones = indulgencias.
7 Algarabía: chapurreo del idioma
árabe: lengua atropellada e ininteligible (cf. Vida c. 14, n. 8 nota).
Vuestro trato y lenguaje (n. 4), esta lengua: son expresiones con que se
indica el matiz peculiar e inconfundible que caracteriza la conversación de
quien vive la vida de oración.
8 La 1ª redacción concluía de otra
manera: ¡ojalá pudiera yo escribir con muchas manos, para que unas por otras
no se olvidaran!
CAPÍTULO 21
Que dice lo mucho que importa comenzar con gran
determinación a tener oración, y no hacer caso de los inconvenientes que el
demonio pone.
1. No os espantéis, hijas, de las
muchas cosas que es menester mirar para comenzar este viaje divino, que es
camino real para el cielo. Gánase yendo por él gran tesoro, no es mucho que
cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es
todo para tan gran precio.
2. Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin (1),
que es llegar a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que
importa mucho, y el todo (2), una grande y muy determinada determinación de
no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere,
trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue
allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos
que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con
decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó»,
«el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para
mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han
menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría».
3. Esto así lo digo yo, hermanas, y ¡cómo si basta! Siempre es gran bien
fundar vuestra oración sobre oraciones dichas de tal boca como la del Señor.
En esto tienen razón, que si no estuviese ya nuestra flaqueza tan flaca y
nuestra devoción tan tibia, no eran menester otros conciertos de oraciones,
ni eran menester otros libros. Y así me ha parecido ahora (pues,) como digo
(3), hablo con almas que no pueden recogerse en otros misterios, que les
parece es menester artificio y hay algunos ingenios tan ingeniosos que nada
les contenta), iré fundando por aquí unos principios y medios y fines de
oración, aunque en cosas subidas no me detendré; (4) y no os podrán quitar
libros, que si sois estudiosas, y teniendo humildad, no habéis menester otra
cosa.
4. Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los
Evangelios (5) que libros muy concertados. En especial, si no era el autor
muy aprobado, no los había gana de leer. Allegada, pues, a este Maestro de
la sabiduría, quizá me enseñará alguna consideración que os contente.
No digo que diré declaración de estas oraciones divinas (6) (que) no me
atrevería y hartas hay escritas; y que no las hubiera, sería disparate),
sino consideración sobre las palabras del Paternóster. Porque algunas veces
con muchos libros parece se nos pierde la devoción en lo que tanto nos va
tenerla, que está claro que el mismo maestro cuando enseña una cosa toma
amor con el discípulo, y gusta de que le contente lo que le enseña, y le
ayuda mucho a que lo deprenda, y así hará este Maestro celestial con
nosotras.
5. Por eso, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren (7) ni de los
peligros que os pintaren. Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino
adonde hay tantos ladrones, sin peligros, y a ganar un gran tesoro. Pues
bueno anda el mundo para que os le dejen tomar en paz; sino que por un
maravedí de interés se pondrán a no dormir muchas noches y a desasosegaros
cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a ganar -o a robar, como dice el Señor
que le ganan los esforzados- (8) y por camino real y por camino seguro, por
el que fue nuestro Rey y por el que fueron todos sus escogidos y santos, os
dicen hay tantos peligros y os ponen tantos temores, los que van, a su
parecer, a ganar este bien sin camino, ¿qué son los peligros que llevarán?
6. ¡Oh hijas mías!, que muchos más sin comparación, sino que no los
entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro, cuando no hay quien les
dé la mano, y pierden del todo el agua sin beber poca ni mucha, ni de charco
ni de arroyo.
Pues ya veis, sin gota de esta agua ¿cómo se pasará camino adonde hay tantos
con quien pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán de sed; porque,
queramos que no, hijas mías, todos caminamos para esta fuente, aunque de
diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros
otro camino sino el de la oración. [7] Yo no hablo ahora en que sea mental o
vocal para todos; para vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester.
Este es el oficio de los religiosos. Quien os dijere que esto es peligro,
tenedle a él por el mismo peligro y huid de él. Y no se os olvide, que por
ventura habéis menester este consejo. Peligro será no tener humildad y las
otras virtudes; mas camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal
quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido
mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración, al parecer.
8. Y mirad qué ceguedad del mundo, que no miran los muchos millares que han
caído en herejías y en grandes males sin tener oración, sino distracción, y
entre la multitud de éstos, si el demonio, por hacer mejor su negocio, ha
hecho caer a algunos que tenían oración, ha hecho poner tanto temor a
algunos para las cosas de virtud. Estos que (9) toman este amparo para
librarse, se guarden; porque huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan
mala invención he visto: bien parece del demonio. ¡Oh Señor mío!, tornad por
Vos; mirad que entienden al revés vuestras palabras. No permitáis semejantes
flaquezas en vuestros siervos (10).
9. Hay un gran bien: que siempre veréis algunos que os ayuden. Porque esto
tiene el verdadero siervo de Dios, a quien Su Majestad ha dado luz del
verdadero camino, que en estos temores le crece más el deseo de no parar.
Entiende claro por dónde va a dar el golpe el demonio, y húrtale el cuerpo y
quiébrale la cabeza. Más siente él (11) esto, que cuantos placeres otros le
hacen le contentan. Cuando en un tiempo de alboroto, en una cizaña que ha
puesto -que parece lleva a todos tras sí medio ciegos, porque es debajo de
buen celo-, levanta Dios uno que los abra los ojos y diga que miren los ha
puesto niebla para no ver el camino, ¡qué grandeza de Dios, que puede más a
las veces un hombre solo o dos que digan verdad, que muchos juntos!; tornan
poco a poco a descubrir el camino, dales Dios ánimo. Si dicen que hay
peligro en la oración, procura se entienda cuán buena es la oración, si no
por palabras, por obras. Si dicen que no es bien a menudo las comuniones,
entonces las frecuentan más. Así que como haya uno o dos que sin temor sigan
lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar lo perdido.
10. Así que, hermanas, dejaos de estos miedos. Nunca hagáis caso en cosas
semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a
todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad
tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo
y creer firmemente lo que tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que
vais buen camino.
Dejaos -como he dicho- (12) de
temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, declaradle con
humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar -que
así nos lo manda- y que la habéis de guardar (13). Si os dijeren que sea
vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que
decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa-, veis adonde
confiesan que habéis forzado de tener oración mental, y aun contemplación,
si os la diere Dios allí.
NOTAS
1 Ahora tornando al tema: comenzó a
tratarlo en el c. 19, nn. 1-2.
2 La 1ª redacción intercalaba aquí
una interesante referencia literaria: «importa... el todo y aunque en algún
libro he leído lo bien que es llevar este principio -y aun en algunos- me
parece no se pierde nada en decirlo aquí...
3 Alude al c. 19, n. 2.
4 En la 1ª redacción decía: ... en
cosas subidas no haré sino tocar, porque -como digo- las tengo ya escritas
[se refiere al libro de la Vida]; y no os podrán quitar libro, que no os
quede tan buen libro... -Esta última expresión alude a la reciente
prohibición de libros en lengua vulgar («Indice de libros prohibidos...» del
Inquisidor F. de Valdés, 1559) que tan honda pena causó a la Santa (cf. Vida
c. 26, n. 5).
5 ... que se salieron por aquella
sacratísima boca así como las decía, añadía la 1ª red.
6 Estas oraciones: el paternóster y
avemaría, porque en un principio se propuso comentar las dos, renunciando
luego a la segunda. -La frase siguiente: «y si no las hubiere (otras obras
escritas), sería disparate (escribirlas yo)».
7 Pusiera, escribió por
distracción.
8 Mt 11, 12.
9 Estos que...: los que huyen de la
oración para evitar sus peligros.
10 Haced bien, hijas, que no os
quitarán el paternóster y avemaría. Así proseguía la 1ª redacción, aludiendo
nuevamente a la prohibición inquisitorial (cf. nuestra nota al n. 3); pero
esta vez la alusión no fue del agrado de uno de los censores, que la tachó
en el autógrafo de El Escorial y añadió al margen: «Parece que reprehende a
los Inquisidores que prohibieron los libros de oración». Esta glosa marginal
fue tachada tan meticulosamente, que hasta el presente no había sido
descifrada.
11 Siente él: el demonio.
12 En el n. 5 y 10.
13 Véase el texto de la Regla en c.
4, nota 3.