Vicios capitales y virtudes opuestas: Preparación para la Confesión
Capítulo 12: Preparación para la Confesión
La Confesión, es:
Confesión de gratitud y alabanza
Confesión de pecados
Confesión de heridas, esclavitudes y luchas. No sólo pido al Señor perdón
por mis pecados, también le pido fuerza para luchar, curación para mis
heridas, liberación de mis esclavitudes, fortaleza en mis pruebas y fuerza
contra las tentaciones.
[32] Examen general de conciencia, para limpiarse y para confesarse mejor.
Presupongo que hay tres pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, que
es el que sale de mi pura libertad y querer; y otros dos, que se me ocurren
sin que yo lo pretenda y que vienen de afuera [de mi libertad y querer]: uno
que viene del buen espíritu, y el otro del malo.
33. Del pensamiento. Hay dos maneras de merecer en el mal pensamiento que
viene de fuera [de mi libertad y querer]: por ejemplo: me viene [=se me
ocurre] un pensamiento de cometer un pecado mortal, al cual pensamiento
resisto inmediatamente y queda vencido.
34. La segunda manera de merecer es, cuando me viene aquel mismo mal
pensamiento, y yo lo resisto, y me vuelve a venir una y otra vez, y yo
siempre resisto, hasta que el pensamiento va vencido; y esta segunda manera
es de mayor merecimiento que la primera.
35. Venialmente se peca, cuando el mismo pensamiento de pecar mortalmente
viene, y el hombre le da oído, demorándose algo en él o recibiendo algún
deleite sensual, o donde haya alguna negligencia en rechazar al tal
pensamiento.
36. Hay dos maneras de pecar mortalmente: la primera es, cuando el hombre da
consentimiento al mal pensamiento, para obrar luego, así como ha consentido,
o para ponerlo por obra si pudiese.
37. La segunda manera de pecar mortalmente es, cuando se pone en acto aquel
pecado; y es mayor por tres razones: la primera, por mayor tiempo; la
segunda, por mayor intención; la tercera, por mayor daño de las dos
personas.
38. De la palabra. No jurar, ni por el Creador ni por ninguna creatura, si
no fuese con verdad, por necesidad y con reverencia. Por necesidad entiendo,
no cuando se afirma con juramento cualquier verdad, sino cuando es de alguna
importancia respecto del provecho del ánima o del cuerpo, o de bienes
temporales. Entiendo con reverencia, cuando en el nombrar a su Creador y
Señor, considerando lo que dice, acata aquel honor y reverencia debida.
39. Es de advertir, que dado que en el vano juramento pecamos más jurando
por el Criador que por la criatura, es más difícil jurar debidamente con
verdad, necesidad y reverencia por la creatura que por el Creador, por las
razones siguientes. La primera: cuando nosotros queremos jurar por alguna
creatura, aquel querer nombrar la creatura, no nos hace ser tan atentos ni
advertidos para decir la verdad, o para afirmarla con necesidad, como en el
querer nombrar al Señor y Criador de todas las cosas. La segunda es, que en
el jurar por la creatura no es tan fácil hacer reverencia y acatamiento al
Creador, como jurando y nombrando al mismo Creador y Señor; porque el querer
nombrar a Dios nuestro Señor trae consigo más acatamiento y reverencia, que
el querer nombrar la cosa creada.
Por tanto, es más concedido a los perfectos jurar por la creatura, que a los
imperfectos. Porque los perfectos, por la asidua contemplación e iluminación
del entendimiento, consideran, meditan y contemplan más estar Dios nuestro
Señor en cada criatura, según su propia esencia, presencia y potencia; y así
en jurar por la creatura son más aptos y dispuestos para hacer acatamiento y
reverencia a su Creador y Señor, que los imperfectos. La tercera es, que en
el asiduo jurar por la creatura se ha de temer más la idolatría en los
imperfectos, que en los perfectos.
40. No decir palabra ociosa: la cual entiendo, cuando ni a mí ni a otro
aprovecha, ni a tal intención se ordena. De manera que en hablar para todo
lo que es de provecho, o con intención de aprovechar al ánima propia o
ajena, al cuerpo o a bienes temporales, nunca es ocioso; ni por hablar
alguno de cosas que no son propias de su estado, así como si un religioso
habla
de guerras o mercancías. Mas en todo lo que está dicho hay mérito en bien
ordenar, y pecado en el mal enderezar o en hablar vanamente.
41. No decir cosa de infamar o murmurar; porque si descubro pecado mortal
que no sea público, peco mortalmente; si descubro pecado venial peco
venialmente; y si descubro un defecto muestro defecto propio.
Y siendo la intención sana, de dos maneras se puede hablar del pecado o
falta de otro. La primera, cuando el pecado es público, así como de una
meretriz pública, y de una sentencia dada en juicio, o de un público error,
que afecta a las ánimas con las que trata. Segundo, cuando el pecado
cubierto se descubre a alguna persona para que ayude al que está en pecado a
levantarle; con tal de que se tenga algunas conjeturas o razones probables
de que le podrá ayudar.
42. De la obra. Tomando por objeto los diez mandamientos y los preceptos de
la Iglesia y las comendaciones de los superiores, todo lo que se pone en
obra contra alguna de estas tres partes, según mayor o menor calidad, es
mayor o menor pecado. Entiendo por comendaciones de superiores, por ejemplo
bulas de cruzadas y otras indulgencias, como por paces, confesando y tomando
el santísimo sacramento. Porque no poco se peca entonces, en ser causa o en
hacer contra tan pías exhortaciones y comendaciones de nuestros mayores.
43.Modo de hacer el examen generalb
El primer punto es, dar gracias a Dios nuestro Señor por los beneficios
recibidos.
El segundo, pedir gracia para conocer los pecados, y lanzarlos.
El tercero, tomar cuenta al ánima desde la hora que se levantó hasta el
examen presente, de hora en hora o de tiempo en tiempo; y primero, del
pensamiento; y después de la palabra y después, de la obra; por el mismo
orden que se dijo en el examen particular.
El cuarto, pedir perdón a Dios nuestro Señor de las faltas.
El quinto, proponer enmienda con su gracia.
Padre nuestro.
44.Confesión general con la Comunión
En la confesión general [de toda la vida], para quien voluntariamente la
quisiere hacer durante los ejercicios, entre otros muchos, se hallarán tres
provechos.
El primero: aunque el que se confiesa cada año no esté obligado de hacer
confesión general, si con todo la hace tiene mayor provecho y mérito, por el
mayor dolor actual de todos sus pecados y malicias de toda su vida.
El segundo: como en los tales ejercicios espirituales se conocen más
interiormente los pecados y la malicia de ellos, que en el tiempo en que el
hombre no se daba así a las cosas internas, alcanzando ahora más
conocimiento y dolor de ellos, tendrá mayor provecho y mérito que antes.
El tercero es: en consecuencia, que estando mejor confesado y dispuesto, se
halla más apto y más preparado para recibir el santísimo sacramento; cuya
recepción no solamente ayuda para que no caiga en pecado, mas aún para
conservarse en aumento de gracia.
La cual confesión general se hará mejor inmediatamente después de los
ejercicios de la primera semana.
24. Examen particular y cotidiano. Contiene,en sí, tres tiempos y dos veces
examinarse
El primer tiempo es que a la mañana, enseguida de levantarse, debe uno
proponer de guardarse con diligencia de aquel pecado particular o defecto,
que se quiere corregir y enmendar.
25. El segundo: después de comer, pedir a Dios nuestro Señor lo que uno
quiere, es a saber, gracia para acordarse cuántas veces ha caído en aquel
pecado particular o defecto, y para enmendarse en adelante. Y a continuación
haga el primer examen, pidiendo cuenta a su alma de aquella cosa propuesta y
particular, de la cual se quiere corregir y enmendar, discurriendo de hora
en hora o de tiempo en tiempo, comenzando desde la hora en que se levantó
hasta la hora y punto del examen presente. Y haga en la primera línea de la
d = [=día] tantos puntos como veces haya incurrido en aquel pecado
particular o defecto. Y después proponga de nuevo enmendarse hasta el
segundo examen que hará.
26. El tercer tiempo: después de cenar se hará el segundo examen, asimismo
de hora en hora, comenzando desde el primer examen hasta el segundo
presente. Y haga en la segunda línea de la misma de tantos puntos cuantas
veces haya incurrido en aquel particular pecado o defecto.
27. Síguense cuatro adiciones para más pronto quitar aquel pecado o defecto
particular.
La primera adición es, que cada vez que uno cae en aquel pecado o defecto
particular, ponga la mano en el pecho, doliéndose de haber caído; lo que se
puede hacer aún delante muchos, sin que adviertan lo que hace.
28. La segunda: como la primera línea de la d = significa el primer examen,
y la segunda línea el segundo examen, mire a la noche si hay enmienda de la
primera línea a la segunda, es a saber, del primer examen al segundo.
29. La tercera: comparar el segundo día con el primero, es a saber, los dos
exámenes del día presente con los otros dos exámenes del día pasado, y mirar
si de un día para otro se ha enmendado.
30. La cuarta adición: comparar una semana con otra, y mirar si se ha
enmendado en la semana presente respecto de la pasada.
31. Es de notar, que la primera d = grande, que se sigue, significa el
domingo; la segunda más pequeña, el lunes; la tercera, el martes; y así
sucesivamente.