Vicios capitales y virtudes opuestas: La Ira
Capítulo 10: la Ira
Coraje, paciencia, magnanimidad, mansedumbre
1. A la ira se le llama también cólera y se la conoce por muchos otros
nombres. La gran variedad de nombres con que se la designa demuestra que se
trata de un hecho muy común.
2. Cuando hablamos de Ira, tenemos que distinguir entre la pasión y el
vicio. La pasión es algo bueno y aún virtuoso, pero cuando se desordena da
lugar al vicio, que se llama: cólera.
3. Cólera se llama el deseo de venganza. La venganza es devolver mal por
mal.
4. Rencor es la memoria de las ofensas recibidas con la perduración de la
cólera contra el ofensor.
La ira justa
5. La ira-pasión es el movimiento natural, espontáneo, pre-voluntario, de
nuestro apetito ante un mal presente o ante la privación de un bien. Por
ejemplo ante una injusticia, ante la frustración de un deseo, ante una
amenaza o un peligro, ante una agresión física o moral; ante un robo, ante
lo que dificulta o impide obtener lo que deseo. La ira sobreviene por la
frustración de un apetito.
6. Esta ira-pasión es buena y si faltara como reacción espontánea, se podría
hablar de defecto. Por ejemplo: Jesús se enoja algunas veces, como podemos
ver en el siguiente pasaje del evangelio: "Jesús entró nuevamente en una
sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos
observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin
de acusarlo. Jesús dijo al hombre... ven y colócate aquí adelante. Y les
preguntó ´¿está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida
o perderla?´ Pero ellos callaron. Entonces dirigiendo sobre ellos una mirada
llena de ira y apenado por la dureza de sus corazones dijo al hombre:
´extiende tu mano´. El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos
salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar
con él" (Marcos 3,1-6)
7. El enojo es justo cuando es causado por un mal verdadero y cuando no
excede la medida. Así es el enojo de Jesús en el episodio que acabamos de
leer. En cambio, la ira de sus opositores, es injusta porque es ira por un
bien y contra alguien bueno.
8. Otro ejemplo: Jesús se enoja viendo a los mercaderes en el templo, pero
su ira corrige de una manera a los mercaderes y cambistas ricos y de otra
manera más suave a los pobres vendedores de palomas: "Se acercaba la Pascua
de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de
sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto
con sus ovejas y sus bueyes; desparrramó las monedas de los cambistas,
derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: ´Saquen esto de aquí y
no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio´" (Juan 2,13-16).
9. Más ejemplos. En algunos momentos, Jesús se exaspera: "Dando un profundo
gemido desde lo íntimo de su ser, dice: ´)Por qué esta generación pide una
señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal´. Y,
dejándolos, se embarcó de nuevo y se fue a la orilla opuesta" (Marcos 8,12)
"¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que soportaros?" (Marcos 9,19)
10. También Pablo, se aíra y corrige a sus comunidades. Les reprocha a los
corintios que toleren al incestuoso en la comunidad y que no hayan
reaccionado enojándose con este mal y poniéndole oportuno remedio: "(Y
vosotros andáis tan hinchados!... (No es como para gloriaros!... (Arrojad de
entre vosotros al malvado!" (10 Corintios 5,2.6.13).
11. Algunos corintios decían que Pablo no era tanto como parecía por sus
cartas. Pablo les contesta: "Les ruego que cuando esté entre ustedes no me
vea obligado a emplear esa severidad que pienso usar resueltamente contra
aquellos que suponen que nuestra conducta se inspira en motivos carnales...
aunque vivimos en la carne no combatimos con armas carnales. No, las armas
de nuestro combate no son carnales, pero, por la fuerza de Dios, son
suficientemente poderosas para derribar fortalezas. Por eso destruimos
sofismas y toda clase de altanería que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y sometemos toda inteligencia humana para que obedezca a Cristo. Y
estamos dispuestos a castigar cualquier desobediencia... porque algunos
dicen: ´sus cartas son enérgicas y severas, pero su presencia resulta
insignificante y su palabra despreciable´. A los que dicen esto, les
respondo: lo que somos en nuestras cartas, cuando estamos ausentes, lo
seremos con nuestros actos cuando estemos presentes" (ver 20 Corintios
10,1-11).
12. Tanto Jesús como Pablo y los santos, tienen un claro conocimiento de la
verdad y una firme adhesión al bien. Eso les permite ser firmes para
resistir al mal con el bien, como aconseja Pablo. Y a no responder al mal
con otro mal propio, como es la ira injusta o desmedida, o la falta de
corrección del mal.
13. Es inevitable molestarse o enojarse cuando, por ejemplo, perturban mi
sueño los mosquitos o los grillos, cuando descubro que me comieron la ropa
las polillas, cuando otro ensucia lo que acabo de limpiar con tanto trabajo,
cuando me dicen una palabra injusta, cuando el vecino corrige a mi hijo, o
cuando el hijo del vecino rompe un vidrio con la pelota, cuando me atienden
con grosería en un mostrador, o cuando el público que tengo que atender yo
en el mostrador se desboca, etc. Pero sentir esa molestia todavía no es
vicio, sino sólo pasión. Vicio es cuando no logro dominar mi reacción ante
esos motivos de enojo o en esas situaciones y reacciono
desproporcionadamente, de modo que agrego otro mal al mal.
14. El mal exige una respuesta: a veces hay que resistirlo y otras veces hay
que soportarlo. Las virtudes cardinales: prudencia, justicia, templanza y
fortaleza permiten acertar en tan delicada decisión. )Cuándo debo resistir y
cuándo debo aguantar? ¿Cómo debo responder al mal? La virtud de la fortaleza
se manifiesta en forma de valentía ante los males que puedo y debo resistir
y vencer, y en forma de paciencia, ante los males invencibles que sólo puedo
sobrellevar.
15. La respuesta al mal es diversa: defensa, defensa propia, corrección o
castigo del malvado. En todo esto fácilmente se yerra por exceso o por
defecto.
Castigo, corrección y legítima defensa
16. 2302: "La cólera (o ira) es un deseo de venganza. Si el vengador procura
hacerle un daño a quien es preciso corregir o castigar, esa venganza es
ilícita. Pero es justo imponer una reparación del mal cometido con el fin de
corregir los vicios y de mantener la justicia o restablecer la justicia y
mantenerla".
17. Si la cólera llega hasta el extremo deliberado de matar al prójimo o de
herirlo gravemente, constituye una falta grave contra la caridad; es pecado
mortal. El Señor dice: "todo aquél que se encolerice contra su hermano, será
reo ante el tribunal" (Mateo 5,22). San Pablo dice: "que no se ponga el sol
sobre vuestra ira".
18. La antigua norma de la venganza era "Ojo por ojo y diente por diente"
(ver Éxodo 21,24). Jesús enseña el perdón cristiano y desautoriza ese
principio en el Sermón de la Montaña: "Habéis oído que se dijo ´Ojo por ojo
y diente por diente´. Pero Yo os digo que no resistáis al mal [por venganza,
devolviendo el mal con mal]; antes bien, al que te abofetee en la mejilla
derecha preséntale también la otra" (Mateo 5,38-39).
19. Esto no se debe entender como que no se haya de resistir al mal de
ninguna manera, sino sólo de mala manera. Así Jesús, cuando lo abofetean en
la Pasión, no se queda callado sino que, exponiéndose a un mayor castigo,
responde al que le pega: "Si he hablado mal, prueba en qué; pero si he
hablado bien, ´)por qué me pegas?´" (Juan 18,23). Los dichos de Jesús han de
interpretarse a la luz de sus obras.
20. También Pablo interpela en el tribunal a quien lo abofetea: "(Dios te
golpeará a ti, pared blanqueada! )Tú te sientas para juzgarme según la ley y
mandas, violando la ley, que me golpeen?" (Hechos 23,3). Y esto no se opone,
sino que muestra cómo debe realizarse el dicho paulino: "no queráis vencer
al mal con el mal, sino venced al mal con el bien".
21. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica N° 2264: "El amor a sí mismo
constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo
hacer respetar el propio derecho a la vida [y todos los demás derechos
propios]. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso
cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal. Si para
defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría de
una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la
acción es lícita. Y para la salvación, no es necesario que se omita este
acto de protección mesurada por temor de matar al otro, pues es mayor la
obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la del otro".
22. 2265: "La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un
deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común
de la familia o de la sociedad".
23. 2307-2309: Este mismo principio se aplica a la legítima defensa de las
naciones agredidas y su derecho a defenderse por las armas en una guerra
justa.
La ira - vicio: cólera, venganza
24. La ira-vicio: La ira se convierte en vicio, cuando yo no gobierno con mi
razón el movimiento espontáneo de mi naturaleza, o sea:
25.
1) si me enojo por algo que no es malo. Así se enojan contra Jesús los
escribas y fariseos porque curó al hombre de la mano seca, y los sacerdotes
porque purificó el Templo.
26. La justicia de la ira depende de la correcta percepción del bien y del
mal. Donde esa percepción es subjetiva, como en el soberbio, puede suceder
fácilmente que uno se enoje por lo que no debe o no se enoje por lo que
debería enojarse.
27.
2) O si me enojo desproporcionadamente. El enojo desproporcionado induce a
la venganza, o a excederse en la defensa o en la corrección del culpable sin
guardar proporción con la ofensa. Debe haber una proporción entre ofensa y
defensa, que dictan las virtudes cardinales:
prudencia-justicia-fortaleza-templanza.
28.
3) Y por defecto: cuando no me enojo lo suficiente por un mal que debo
corregir o al que me debo oponer. Por ejemplo: peca por defecto el sacerdote
Elí, cuando no corrige los excesos de sus hijos en el culto del templo: "Los
hijos de Elí eran unos canallas que no reconocían al Señor ni respetaban los
deberes de los sacerdotes para con su pueblo...su pecado era muy grave
delante del Señor, porque deshonraban las ofrendas del Señor" (11 Samuel
2,12.17).
29. Todos sabemos que las mismas cosas nos molestan a veces y otras no,
según sea nuestro estado de ánimo, porque algunas veces estamos más
irritables, irascibles o quisquillosos" que otras.
30. Nuestra razón es capaz de dominar el movimiento natural del apetito
irascible, aún en aquellos momentos en que estamos más susceptibles. El
autodominio es un hábito que hay que practicar y da lugar a la virtud
contraria a la cólera.
31. La ira-viciosa consiste en la cólera, la venganza, el rencor, el odio al
ofensor.
32. Rencor viene de rancio. Es la ira vieja que se guarda en el corazón y
vuelve a encenderse una y otra vez, cuando ya se creía olvidada. Son esos
enojos por ofensas que uno no acaba de digerir, como esas cosas rancias que
se comen y que uno repite una y otra vez todavía, cuando ya pensaba haberlas
digerido.
Virtudes contrarias
33. Siendo la ira un movimiento tan complejo se necesitan muchas virtudes
para regularla y encauzarla. Las virtudes reguladoras de la ira y contrarias
a la cólera son: la virtud cardinal de la fortaleza con sus dos formas:
1) la valentía o el coraje para luchar contra el mal vencible
2) la paciencia para soportar, aguantar y sobrellevar el mal inevitable o
invencible. Relacionada con estas dos virtudes está la magnanimidad, o sea
la grandeza de ánimo necesaria tanto para luchar con coraje como para sufrir
y aguantar. También se opone a la cólera, la virtud cardinal de la
templanza, por la cual moderamos nuestros deseos del bien. De esta manera,
cuando nuestros deseos se frustran, soportamos con paciencia dicha
frustración. En cambio, si nos hemos entregado a la vehemencia de los
deseos, nos costará más dominar el disgusto por su frustración. Como se ve,
un remedio preventivo de la cólera comienza con cierto autodominio que
modera incluso los buenos deseos.
34. Vinculada con la magnanimidad está la clemencia que consiste en
suspender el castigo merecido por la ofensa o el delito. La clemencia es, en
la cultura de la fe cristiana, la virtud del perdón que Jesús enseña y su
Padre reclama de todos los que quieren ser sus hijos.
35. Otra virtud opuesta a la cólera es la mansedumbre. La mansedumbre está
muy relacionada con la humildad y la modestia y deriva de ellas. El hombre
modesto y humilde es también sufrido y paciente. "Aprended de mí que soy
manso y humilde de Corazón" dice Jesús, que es nuestro modelo de ira justa y
de mansedumbre.
36. El soberbio, por el contrario, tiene una percepción subjetiva del bien.
Es bueno lo que él declara bueno de acuerdo a la medida de su propio juicio,
interés y capricho. Esto lo conduce inevitablemente a ser arbitrario y a
enojarse por cosas que son en sí buenas, o a no enojarse por los males que
debiera. Y de esta manera, la soberbia predispone a la cólera.
37. La Sagrada Escritura dice: "Enojaos pero no queráis pecar". La ira es
buena y hasta necesaria, pero hay que evitar que se convierta en cólera.
38. Ejercicios
Orar, pidiendo al Señor conocimiento interno de los motivos de mi ira,
cuándo es justa y cuándo no; cuándo me quedo corto y cuándo me excedo.
¿Me enojo desproporcionadamente por pequeñeces y no me inmuto por cosas
importantes ante las que me debería enojar?
¿Me enojo cuando me tocan a mí y a mis pequeños intereses y me dejan frío
los males de: los más débiles, la patria, la iglesia, el mundo?
¿Tengo celo por la gloria de Dios y me enojo por las ofensas a él y sus
santos?
¿Soy valiente para defender los bienes y combatir los males aún con daño
propio de bienes, salud o fama? ¿Soy fuerte para aguantar los males que no
puedo remediar o vencer?
¿Sé ejercitar la clemencia?
¿Hay alguien: familiar, compañero de trabajo, amigo/a a quien le guarde
rencor?