Vicios capitales y virtudes opuestas: Del pecado en general y los Pecados Capitales
Capítulo 2: Pecado y vicios capitales
Del pecado en general y los Pecados Capitales
1. ¿Qué es el pecado?
Refresquemos primero lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica
acerca del pecado (CIC N1 1849 y siguientes):
2. 1849: "El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia
recta.
Es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de
un apego perverso a ciertos bienes.
Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.
Ha sido definido por San Agustín como: "una palabra, un acto o un deseo
contrarios a la ley eterna".
3. 1850: El pecado es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti sólo he
pecado, lo malo a tus ojos cometí" (Salmo 51,6).
El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de El
nuestros corazones.
Como el primer pecado, todo pecado es una desobediencia, una rebelión contra
Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y
determinar el bien y el mal (Génesis 3,5).
El pecado es así "amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios" (S. Agustín).
Por esta exaltación orgullosa de sí mismo, el pecado es diametralmente
opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación.
4. 1851: En la Pasión de Jesús, la misericordia de Cristo vence al pecado.
En la Pasión es donde el pecado manifiesta mejor su violencia y su
multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del
pueblo, debilidad de Pilatos y crueldad de los soldados, traición de Judas
tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin
embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo, el
sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que
brotará inagotable el perdón de nuestros pecados.
La diversidad de pecados
5. 1852: La variedad de pecados es grande.
La Escritura contiene varias listas.
La Carta de San Pablo a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del
Espíritu:
"Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
idolatría, hechicería, odios, discordias,
celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces,
orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os
prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el
Reino de Dios" (5, 19-21).
6. 1853: Se pueden distinguir los pecados:
según su objeto como en todo acto humano (el objeto es el bien hacia el cual
tiende deliberadamente la voluntad)
según las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto,
según los mandamientos que quebrantan.
según que se refieran a Dios, al prójimo, a sí mismo;
se los puede dividir en pecados espirituales y carnales
o también en pecados de pensamiento, palabra obra y omisión.
Jesús enseña que la raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su
libre voluntad:
"Es de adentro del corazón que salen las intenciones malas, asesinatos,
adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo
que hace impuro al hombre" (Mateo 15,19-20).
En el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y
puras, a la que hiere el pecado.
Pecado venial y pecado mortal
7. 1854: Conviene valorar los pecados según su gravedad.
La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura,
se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia la corroboran.
8. 1855: El pecado mortal destruye la caridad del corazón del hombre por una
infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin
último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.
El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.
9. 1856: El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es
la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una
conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el sacramento de la
Reconciliación.
10. Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad,
por la que estamos ordenados al último fin, el pecado, por su objeto mismo,
tiene causa para ser mortal...sea contra el amor de Dios, como la blasfemia,
el perjurio, etc. o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el
adulterio, etc.
En cambio cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que
contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de
Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua... tales
pecados son veniales.
11. 1857: Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: "Es
pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es
cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento":
1) materia grave
2) pleno conocimiento
3) deliberado consentimiento
12. 1858: La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la
respuesta de Jesús al joven rico: "No mates, no cometas adulterio, no robes,
no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu
madre" (Marcos 10,19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un
asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas
cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la
ejercida contra un extraño.
13. 1859: El pecado mortal requiere plena conciencia y entero conocimiento.
Presupone que se conoce el carácter pecaminoso del acto, de su oposición a
la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente deliberado
para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento
del corazón, no disminuyen, sino aumentan el carácter voluntario del pecado.
14. 1860: La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la
imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los
principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo
hombre.
Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones, pueden igualmente reducir el
carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones
exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se
comete por malicia, por elección deliberada del mal.
15. La proliferación del pecado: los vicios.
Llegamos ahora a la parte del Catecismo que trata de nuestro tema: los
pecados o vicios capitales.
16. 1865: El pecado, crea una facilidad para el pecado.
Engendra el vicio por la repetición de actos.
De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y
corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a
reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta
su raíz.
17. 1866: Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se
oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la
experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a San
Gregorio Magno.
Son llamados (vicios) capitales porque generan otros pecados, otros vicios.
18. 1877: La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que
claman al cielo". Claman al cielo: la sangre de Abel, el pecado de los
sodomitas, el clamor del pueblo oprimido en Egipto, el lamento del
extranjero, de la viuda y del huérfano (e.d. del indefenso oprimido), la
injusticia para con el asalariado.
19. 1878: El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una
responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a
ellos:
1)participando directa y voluntariamente
2)ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos
3)no revelándolos o no impidiéndolos, cuando se tiene obligación de hacerlo
4)protegiendo a los que hacen el mal.
20. 1869: Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros,
hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia, y la injusticia.
Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la
bondad divina.
Las "estructuras de pecado" son expresión y efecto de los pecados
personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En cierto
sentido pueden llamarse "pecado social".
21. Los pecados capitales.
Los pecados capitales son hábitos viciosos. Es decir, malas maneras de ver,
de sentir y de pensar, malas maneras de actuar y de vivir. Los hábitos,
buenos o malos, se adquieren por repetición de actos. La repetición de actos
malos se hace, por fin, hábito de actuar mal, y se le llama vicio. El vicio
da la facilidad y hasta el gusto de obrar mal. Por el contrario, la
repetición de actos buenos produce el hábito de obrar el bien que se llama
virtud.
22. Los pecados capitales son vicios. Se llaman capitales porque son como
cabeza de otros vicios y pecados. Son hábitos malos que generan otros vicios
y actos malos.
23. Algunos Padres del Desierto, en vez de hablar de pecados o de vicios los
llamaban ensamientos porque están en el espíritu del hombre, o aparecen en
él, como maneras de pensar habituales y, por eso mismo, a menudo no
conscientes. No es lo mismo el hambre que el pensamiento de la comida o
espíritu de gula. Aunque naturalmente, cuando se tiene hambre se es más
débil ante el ataque del pensamiento de la comida. En determinadas
situaciones el hombre es más susceptible de ser tentado por el asalto de
estos pensamientos. Con este nombre: pensamientos, los padres de la
espiritualidad ponen de relieve que estos vicios, en su origen, son
tentaciones consistentes en pensamientos; y que si no se los resiste, acaban
convirtiéndose en modos de pensar y de vivir habituales. Cuando se acepta el
pensamiento tentador, uno termina viviendo como piensa y justificando su
modo de pensar y de vivir.
24. ¿Cuántos son los pecados capitales?
La lista de los pecados capitales que se encuentra en la tradición católica
es variable en número y en nombres, según diversos autores. Pero por encima
de las diferencias de detalle hay un acuerdo doctrinal de fondo.
25. En la tradición de la Iglesia católica hay quienes han contado ocho
pecados capitales. Evagrio Póntico, por ejemplo, enumera ocho pensamientos.
Pero por lo general se enumeran siete.
26. En el Catecismo de la Iglesia católica encontramos esta lista: Soberbia,
avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza (CIC 1866).
27. También hay pequeñas variantes en la lista de los pecados capitales.
Unos ponen la tristeza en lugar de la envidia. Otros nombran la acedia en
lugar de la envidia o de la pereza. Las razones de este hecho se verán más
adelante, cuando hayamos tratado de la acedia. La envidia es una tristeza
por el bien ajeno como si fuera un mal propio. Y la acedia es la tristeza
por el Bien que es Dios, como si fuera un mal y es el pecado capital
radical.
Ejercicio
Comente, pregunte, escriba:
¿En qué se diferencia el pecado venial del mortal?
¿Cuáles son las tres condiciones necesarias para que un pecado sea mortal?
¿Cuál es la diferencia entre un pecado y un vicio?
¿Por qué a algunos pecados se los llama capitales?
¿Los pecados capitales son vicios?
¿Cómo nos hacemos corresponsables de pecados ajenos?
¿Cuántos y cuáles son los pecados capitales?