Un recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy: Via Crucis para los jóvenes
Autora: Santa Teresa de Calcuta
Las palabras Vía Crucis significan “El camino de la Cruz”. Este es
un recorrido espiritual conformado por 14 estaciones donde se meditan la
pasión y muerte de Cristo. A través de la oración se interioriza el
sufrimiento y los horrores que experimentó el Señor antes de la crucifixión.
Esta práctica espiritual tuvo sus orígenes en las peregrinaciones que
antiguamente realizaban los cristianos a Jerusalén para recorrer los lugares
de la pasión y muerte de Jesús con los evangelios en la mano. Este
peregrinaje terminaba en el Monte Calvario.
Las meditaciones del Vía Crucis de la Madre Teresa de Calcuta “Un recorrido
por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy”, fueron escritas por la querida
religiosa con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico Internacional
de 1976 en Filadelfia, Estados Unidos.
A continuación el Vía Crucis escrito por Santa Teresa de Calcuta:
Oración
Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las
torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que
lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida.
Tú que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana,
igual que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos
el dolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como
personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.
Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra
confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida
plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas.
Pues solo si morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.
Primera Estación: Jesús es condenado a muerte
«Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del
pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al
procurador Pilato» (Mt 27, 1-2).
El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito
porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es
la primera estación del calvario.
Segunda Estación: Jesús carga con la cruz
«Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús,
que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice
Gólgota» (Jn 19, 16-17).
¿No tengo razón? ¡Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros
tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si
queremos reencontrarnos con Él. Yo creo que Jesucristo, antes de su muerte,
nos ha dado su Cuerpo y su Sangre para que nosotros podamos vivir y tengamos
bastante ánimo para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
«Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo,
tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el
que pierda su vida, ese la salvará» (Mt 16,24).
En nuestras estaciones del Vía Crucis vemos que caen los pobres y los que
tienen hambre, como se ha caído Cristo. ¿Estamos presentes para ayudarle a
Él?
¿Lo estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles
de personas que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de
aprecio. Esta es una estación del Vía Crucis donde Jesús se cae de hambre.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su Madre
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi
salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes en mí» (Lc 1, 45-49).
Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús
encuentra a su Madre. ¿Somos nosotros los que sufrimos las penas de una
madre? ¿Una madre llena de amor y de comprensión? ¿Estamos aquí para
comprender a nuestra juventud si se cae? ¿Si está sola? ¿Si no se siente
deseada? ¿Estamos entonces presentes?
Quinta Estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
«Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene,
que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz» (Lc 23, 26).
Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su
cruz. Con lo que habéis dado durante el año, como signo de amor a la
juventud, los miles y millones de cosas que habéis hecho a Cristo en los
pobres, habéis sido Simón de Cirene en cada uno de vuestros hechos.
Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
«Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber»
(Mt, 25,35).
Con respecto a los pobres, los abandonados, los no deseados, ¿somos como la
Verónica? ¿Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus
penas? ¿O somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez
«¿Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus
discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes quienquiera que
haga la voluntad de mi Padre» (Mt 12, 48-50).
Jesús cae de nuevo ¿Hemos recogido a personas de la calle que han vivido
como animales y se murieron entonces como ángeles? Estamos presentes para
levantarlos.
También en vuestro país podéis ver a gente en el parque que están solos, no
deseados, no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la
palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita
nuestras manos para limpiar sus caras. ¿Podéis hacerlo? ¿O pasaréis sin
mirar?
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres
«Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y
lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis
por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos» (Lc 23,
27-28).
Padre Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre,
santificadas por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en
el sacrificio. Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio
con Cristo.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez
«Os he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo tendréis
tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se le
roba a los pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir
porque nosotros no deseamos a estos niños.
Estos niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y
Jesús toma este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque
no tiene más remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con
mi hermana.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
«Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo
cuatro partes, una para cada soldado y la túnica» (Jn 19,23).
¡Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y
torturas de la vida diaria, para que logremos siempre una más grande y
creativa abundancia de vida!
Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz
«Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos
malhechores Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc
23, 33).
Jesús es crucificado ¡Cuántos disminuidos psíquicos, retrasados mentales
llenan las clínicas! Cuántos hay en nuestra propia patria ¿Les visitamos?
¿Compartimos con ellos este calvario? ¿Sabemos algo de ellos?
Jesús nos ha dicho: Si vosotros queréis ser mis discípulos, tomad la cruz y
seguidme y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de
comer a Él en los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los
recibamos por Él en nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.
Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz
«Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando
la cabeza entregó el espíritu» (Jn 19,30).
Empecemos las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran
alegría, pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, ¡Que es el Pan de la
Vida que nos da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra
alegría, nuestra pureza. Sin Él no podemos hacer nada.
Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz
«Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era
discípulo de Jesús tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia» (Mt
27, 57.59).
¡Vosotros jóvenes, llenos de amor y de energía, no desperdiciéis vuestras
fuerzas en cosas sin sentido!
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado
«Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un
sepulcro nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a
Jesús» (Jn 19, 41-42).
Mirad a vuestro alrededor y ved, mirad a vuestros hermanos y hermanas no
sólo en vuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre
que os esperan.
Desnudos que no tienen patria. ¡Todos os miran! ¡No les volváis las
espaldas, pues ellos son el mismo Cristo!
(ACIprensa)