VITA CHRISTI: La predicación de Cristo y sus milagros
Fray Luís de Granada
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Después de esto considera cómo llegado ya el Señor a edad perfecta, comenzó a entender en el oficio de la predicación y salvación de las ánimas. Donde se te ofrece materia de considerar con cuánto celo de la honra de Dios y con cuánto deseo de la salud de los hombres discurría este Señor por toda aquella tierra, de ciudad en ciudad y de villa en villa, ya en Judea, ya en Galilea, ya en Samaria, predicando y haciendo tantos beneficios a los hombres, curando los enfermos, lanzando los demonios, enseñando los simples, recibiendo y perdonando los pecadores.
Mira, pues, con cuánta caridad aquel buen Pastor andaba por montes y valles buscando la oveja perdida para traerla sobre sus hombros a la manada, y cuántos trabajos, pobrezas, fríos, calores, persecuciones, contradicciones y calumnias de fariseos padeció andando en esto, predicando de día, y orando de noche, y tratando siempre los negocios de nuestra salud como verdadero padre, pastor, salvador y remediador nuestro.
Mira también aquí cuán benignamente trataba con los pecadores, entrando en sus casas y comiendo con ellos, para enamorarlos con su conversación y remediarlos con su doctrina. Testigo de esta misericordia es Mateo el publicano, testigo Zaqueo, príncipe de los publicanos, testigo aquella mujer pecadora que a sus pies fue recibida, y testigo la mujer adultera que tan benignamente fue perdonada.
Sigue, pues, oh ánima mía, este Señor con Mateo, y recíbelo en la posada de tu ánima con Zaqueo, y lava sus pies con lágrimas con la mujer pecadora, para que con ella también merezcas oír aquella dulce palabra: Tus pecados te son perdonados.
La entrada en Jerusalén con los ramos
Acabados los discursos y oficio de la predicación del evangelio, y llegándose ya el tiempo de aquel grande sacrificio de la pasión, quiso el Cordero sin mancilla llegarse al lugar de la pasión, donde había de dar cabo a la redención del género humano. Y porque se viese con cuánta caridad y alegría de ánimo iba a beber por nosotros este cáliz, quiso ser recibido este día con grande fiesta, saliéndose a recibir todo el pueblo con grandes voces y alabanzas, con ramos de olivas y palmas en las manos, y con tender muchos sus vestiduras por tierra, clamando todos a una voz y diciendo: Bendito sea el que viene en el nombre del Señor: sálvanos en las alturas.
Junta, pues, hermano mío, tus voces con estas voces y tus alabanzas con estas alabanzas, y da gracias al Señor por este tan grande beneficio como aquí te hace, y por el amor con que lo hace. Porque aunque le debes mucho por lo que por ti padeció, mucho más le debes por el amor con que lo padeció. Y aunque fueron tan grandes los tormentos de su pasión, mucho mayor fue el amor de su corazón: y así más amó que padeció, y mucho más padeciera si nos fuera necesario. Sal, pues, al camino a recibir a este noble triunfador, y recíbelo con voces de alabanza y con ramos de olivas y palmas en las manos, y con tender tus propias vestiduras por tierra para celebrar la fiesta de esta entrada. Las voces de alabanza son la oración y el hacimiento de gracias, las olivas las obras de misericordia, y las palmas, la mortificación y victoria de las pasiones, y el tender las ropas por tierra, el castigo y maltratamiento de nuestra carne.
Persevera pues en oración, para glorificar a Dios, y usa de misericordia para socorrer al prójimo, y con esto mortifica tus pasiones y castiga tu carne, y de esta manera recibirás en ti al Hijo de Dios. Aquí también tienes un grande argumento y motivo para despreciar la gloria del mundo, tras que los hombres andan tan perdidos, y por cuya causa hacen tantos excesos. ¿Quieres, pues, ver en que se debe estimar esa gloria? Pon los ojos en esta honra que aquí hace el mundo a este Señor, y verás que el mismo mundo que hoy le recibió con tanta honra, de ahí a cinco días lo tuvo por peor que Barrabás, y le pidió la muerte, y dio contra Él voces, diciendo: jCrucifícalo, crucifícalo! De manera que el que hoy predicaba por hijo de David, que es por el mas santo de los santos, mañana le tiene por el peor de los hombres y por más indigno de la vida que Barrabás.
Pues ¿qué ejemplo más claro para ver lo que es la gloria del mundo, y en lo que se deben estimar los testimonios y juicios de los hombres? ¿Qué cosa mas liviana, más antojadiza, más ciega, más desleal y más inconstante en sus pareceres que el juicio y testimonio de este mundo? Hoy dice, y mañana desdice: hoy alaba, y mañana blasfema: hoy livianamente os levanta sobre las nubes, y mañana con mayor liviandad os sume en los abismos: hoy dice que sois hijo de David, mañana dice que sois peor que Barrabás.
Tal es el juicio de esta bestia de muchas cabezas y de este engañoso monstruo que ninguna fe, ni lealtad, ni verdad guarda con nadie, y ninguna virtud ni valor mide sino con su proprio interés. No es bueno sino quien es para con él pródigo, aunque sea pagano; y no es malo sino el que le trata como él merece, aunque haga milagros. Porque no tiene otro peso para medir la virtud sino solo interés. Pues ¿qué aire de sus mentiras y de sus engaños? ¿A quién jamás guardó fielmente su palabra? ¿A quién dio lo que prometió? ¿Con quién tuvo amistad perpetua? ¿A quién conservó mucho tiempo lo que dio? ¿A quién jamás vendió vino, que no se lo diese aguado con mil zozobras? Sólo esto tiene de fiel, que a ninguno fue fiel. Este es aquel falso Judas, que besando a sus amigos los entrega a la muerte: este, aquel traidor de Joab, que abrazando al que le saludaba como amigo, secretamente le metió la espada por el cuerpo. Pregona vino, y vende vinagre: promete paz, y tiene de secreto armada la guerra. Malo de conservar, peor de alcanzar, peligroso para tener, y dificultoso de dejar. ¡Oh mundo perverso, prometedor falso, engañador cierto, amigo fingido, enemigo verdadero, lisonjeador público, traidor secreto, en los principios dulce, en los dejos amargo, en la cara blando, en las manos cruel, en las dádivas escaso, en los dolores pródigo, al parecer algo, de dentro vacío, por de fuera florido, y debajo de la flor espinoso!