De Cristo o del mundo: Laicos y perfección cristiana
José María Iraburu
Diferenciadores de espiritualidades
Por los años 1940, 50 y 60 se hizo un gran esfuerzo por establecer una espiritualidad
laical o seglar de
fisonomía propia, lo que revalorizó no poco la conciencia de la vocación de
los laicos a la santidad, y el aprecio de los medios y modos que les son más
peculiares. Los mejores frutos de este movimiento, integrado por corrientes
muy diversas, los podemos hallar en los grandes documentos del Vaticano II,
como Lumen Gentium (cp.
IV), Gaudium et spes y Apostolicam
actuositatem.
Al paso de los años, sin embargo, la radicalización de este empeño vino a
causar en la espiritualidad laical graves perjuicios, al querer diseñarla
bien distinta y diversa,
y hasta cierto punto contrapuesta,
a la espiritualidad de los religiosos. Muchos planteamientos genuinamente
evangélicos fueron entonces silenciados, o incluso rechazados, alegando que
eran propios de una espiritualidad monástica,
y que los laicos estaban llamados a avanzar por otro camino.
Los desarrollos doctrinales que iban en esta dirección han disminuido su
radicalismo y su frecuencia; pero perduran en gran medida sus efectos
prácticos.
Se alejó así a los laicos de los mejores ejemplos de la santidad, más
aún, se les previno y alergizó contra ellos, pues casi todos aquellos son,
efectivamente, religiosos o sacerdotes: Benito, Francisco, Ignacio, Teresa,
Juan de la Cruz, Teresita... Aduciendo que la espiritualidad seglar iba a
quedar siempre subdesarrollada, más aún, torcida, en tanto quedara bajo la
inspiración de los grandes ascetas religiosos, se hizo primar en la
espiritualidad laical lo adjetivo -modos
y maneras, dedicaciones y aplicaciones-, con graves pérdidas de la común substancia de
la espiritualidad cristiana. Se decía buscar una espiritualidad seglar
profunda, «pero mundana,
esto es, intramundana, metida hasta los codos en los negocios de la tierra»
(Lily Alvarez, En tierra
extraña 46). Muchos autores,
con más o menos equilibrio, abundaron en esta dirección.
Fue tal el entusiasmo por una espiritualidad seglar semejante, que no pocos
sacerdotes y religiosos, haciendo de menos a su ministerio y vocación, se
hicieron albañiles, taxistas, políticos o camioneros, tomando de nuevo «la
barca y las redes» que habían dejado, para
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Unificadores de espiritualidades
Por esos mismos años, y como reacción a la tendencia anterior, fueron bastantes los autores que trataron de acentuar la condición unitaria de la espiritualidad cristiana: Féret, Bouyer, Huerga, etc. A mi juicio, la verdad más plena se hallaba entre estos autores, pues, por lo demás, ellos integraban normalmente todo lo bueno y verdadero providencialmente subrayado por los otros.
El dominico Alvaro Huerga, tan buen historiador de la espiritualidad como teólogo, en el libro La espiritualidad seglar(1964), después de mostrar cuán enclenques son los fundamentos buscados para una espiritualidad seglar claramentediversa de la de religiosos o sacerdotes, señala acertadamente «el carácter desagradable» de esas frecuentes contradistinciones, en las que para afirmar una espiritualidad se oscurece o caricaturiza la otra (81).
«La espiritualidad de los laicos no es, en cuanto simples fieles, otra que la del común de los cristianos. Una espiritualidad que se vive en ésta o en aquella profesión, en éste o en aquel estado (soltería, matrimonio...) Buscarle la
esencia a fuerza de oposiciones con el clérigo o el religioso es mal camino. El buscarle las raíces en la tierra fecunda de la mismidad cristiana es mucho más consolador y verdadero» (82-83).Magisterio apostólico
En el concilio Vaticano II se trata de la vida espiritual de los laicos sobre todo en el capítulo IV de la constitución Lumen Gentium. En ese capítulo, amplio y armónico, se describe el apostolado seglar y la vida espiritual de los laicos (laicorum spiritualis vitæ) en sus rasgos fundamentales. Sin caer en las exageraciones de los diferenciadores, el Concilio afirma, con un énfasis nuevo en la historia del Magisterio, que «el carácter secular es propio y peculiar de los laicos» (LG 31b).
En Occidente, concretamente, el desarrollo posterior de tan valiosa teología y espiritualidad se ha visto comprometido en los laicos por una
mundanización generalizada, que ya he descrito más arriba, y por los excesos diferenciadores, a los que acabo de referirme.La gran armonía del Vaticano II, al tratar de los laicos, la volvemos a encontrar, y aún más perfecta, en la exhortación apostólica de Juan Pablo II Christifideles laici (30-XII-1988), posterior al Sínodo 1987, dedicado a los laicos. La condiciónsecular, afirma el Papa, corresponde a toda la Iglesia, con todos sus miembros, y es al mismo tiempo una modalidad que distingue a los laicos de sacerdotes y religiosos (15).
Orientación bibliográfica
Antes y después del Vaticano II, como ya he dicho, hubo una abundantísima literatura sobre la teología, espiritualidad y apostolado de los laicos. Recuerdo algunas obras:
-Y.-M. Congar,
Sacerdoce et läicat dans l’Église, «Vie Intell» 14 (1946) 6-34; Pour une théologie du läicat, «Études» 256 (1948) 42-54, 194-218; Jalones para una teología del laicado, Barcelona, Estela 1969 (original 1951); -H.U. von Balthasar, Läicat et plein apostolat, Liège 1949; -G. Philips, Le rôle du läicat dans l’Église, París-Tournai 1954; -K. Rahner, Sobre el apostolado seglar, en Escritos de Teología II, Madrid, Taurus 1961, 337-374; -C. Baumgartner, Formes diverses de l’apostolat des laics, «Christus» 4 (1957) 9-33; AA.VV., Los laicos y la vida cristiana perfecta, Barcelona 1965; -A. Royo Marín, Espiritualidad de los seglares, Madrid, BAC 272, 1967; -G.M. Giordano, La teologia spirituale del laicato nel Vaticano II, Roma 1970; -P. Brugnoli, La spiritualità dei laici, Brescia 1971; -J.L. Illanes - J.B. Torelló - A. Byrne, La vocación cristiana, Madrid 1975; -M. Keller, Teología del laicado, en Mysterium Salutis IV/2, Madrid 1975, 383-387; -J.B. Torelló, La espiritualidad de los laicos, en La vocación cristiana, Madrid 1975, 61-68; -F. Guerrero, La espiritualidad del laico en un mundo secularizado y la reforma de la Iglesia, III semana C.E.T.E., Toledo 1977, 203-249; -D. Salado, Ideas básicas del Concilio Vaticano II sobre espiritualidad laical, «La vida sobrenatural» 522 (1985) 421-435; -E.F. Pironio, I laici nella trasformazione del mondo, Roma 1987; -J.L. Illanes, La secularidad como elemento especificador de la condición laical, en «Teología del Sacerdocio», Burgos 20 (1987) 275-300; -A. Fernández, Espiritualidad esencialmente secular. Comentario al número cuatro del Decreto «Apostolicam Actuositatem», ib. 595-625; -AA.VV., La misión del laico en la Iglesia y en el mundo (VIII Simposio internacional de Teología), Pamplona 1987; -P. Rodríguez,La identidad teológica del laico, ib. 71-111; -J.L. Illanes, Llamada a la santidad y radicalismo cristiano, ib. 803-824; -B. Forte, Laicado y laicidad, Salamanca 1987; -E. Bueno de la Fuente,¿Redescubrimiento de los laicos o de la Iglesia? Boletín bibliográfico 1985-1987, «Revista Española de Teología» 48 (1988) 220-224; 49 (1989) 73-78; -R. Berzosa Martínez, Bases teológico-eclesiológicas de una espiritualidad laical, «Burgense» 30/1 (1989) 203-218.Entre los autores que han insistido mejor en la unidad de las espiritualidades, acentuando la substancialidad común de la espiritualidad cristiana en todos los estados, conviene recordar:
-H.-M. Féret,
Du danger de construire una «spiritualité» a priori: «La Maison-Dieu» 3,1945, 71-76; -S. Fuster, Estudios sobre espiritualidad seglar. Boletín sintético-informativo («Teología espiritual» 2,1958, 487-514); -A. Huerga, La espiritualidad seglar, Barcelona, Herder 1964; -J. Hausherr,Vocación cristiana y vocación monástica según los Padres, en Los laicos y la vida cristiana perfecta, Barcelona 1964, 37-133; -L. Bouyer, Introducción a la vida espiritual, Barcelona, Herder 1964; -G. Colombo, La teologia del laicato. Bilancio de una vicenda storica, en I laici nella Chiesa. Symposium della Facoltà del’Italia settentrionale, Leumann 1986, 5-7, 9-27, 238; -G. Angelini, La condizione cristiana del laico: per una definizione teologico-prattica del problema, ib. 28-56; La coscienza cristiana, en Laico e cristiano, Turín 1987, 209-291; -A. Antón, Fundamentos cristológicos y eclesiológicos de una teología y definición del laico, en «Teología del sacerdocio», Burgos 20 (1987) 97-162.