Misioneros en lejanos países
1 - Según los Santos Evangelios
2 - ¿Qué experimentamos
nosotros?
a- Inmensa alegría.
b- Confianza ilimitada en Dios.
c- Grandes sueños.
d- Comunión.
3 - Incomprensiones.
1 - Según los Santos
Evangelios
Hay palabras del Señor que quedan en el alma católica con fuerza particular,
por ejemplo, las que se refieren al mandato misional de Cristo resucitado, a
los Apóstoles:
-"me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, por todo
el mundo, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con
vosotros todos los dias hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20).
-"y les dijo: "id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará" (Mc 16, 15-16).
-"y les dijo: "así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de
entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión
para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.
Vosotros sois testigos de estas cosas. Mirad, y voy a enviar sobre vosotros
la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que
seáis revestidos de poder desde lo alto."" (Lc 24, 46-49).
-"Jesús les dijo otra vez: "la paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío." Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos."" (Jn 20, 21-23).
Dos elementos en común tienen estos cuatro textos:
1º La dimensión universal de la tarea encomendada a los Apóstoles: "A todas
las gentes...", "por todo el mundo... a toda la creación...", "a todas las
naciones" (Act 1, 8). Como muy bien dice José María Pemán:
"mientras exista un confín
de tierra sin alabar
al que nos vino a salvar,
la tierra no tiene fin".
2º "La certeza dada por el Señor de que en esa tarea ellos no estarán solos,
sino que recibirán la fuerza y los medios para desarrollar su misión". Para
ello da la presencia y el poder del Espíritu y la ayuda de Jesús
"...colaborando el Señor con ellos" ( Mc 16, 20).
Las diversas acentuaciones de los cuatro textos, en resumen, son las
siguientes:
-en Mateo el acento misional está puesto en la fundación de la Iglesia y en
su enseñanza.
-en Marcos se presenta la misión como proclamación o kerigma.
-en Lucas la misión se presenta como testimonio.
-en Juan resalta el "mandato" (= misión), lo que Él recibió del Padre lo
confía a los Apóstoles.
2 - ¿Qué experimentamos
nosotros?
Nuestra pequeña familia religiosa ha tenido la gracia de poder, en estos
cortos diez años de vida, cumplir con el mandato del Señor de manera mucho
más espléndida de lo que se podían imaginar los más optimistas. Es así que
colaboramos en la misión "ad gentes" en Jerusalén, en Rusia, en China
insular, además enviamos,establemente, misioneros a Perú (Arequipa, Chapi,
Cusco...), a Estados Unidos (New York, Fall River, California...), a
Ucrania, y, proximamente, a Guyana inglesa, a Brasil, a Egipto, a ...¡donde
Dios quiera!
¿Qué es lo que se experimenta cuando se envía sacerdotes a lugares tan
dispares y tan difíciles? Pues varios son los sentimientos más profundos que
hay en el alma.
a- Inmensa alegría.
El envío sólo puede hacerse en la fe, y por amor. La fe en el poder de
Cristo resucitado y en la fuerza imparable del Espíritu Santo, fe por la que
los santos "sometieron reinos" (He 11, 33), fe por la que Abraham: "... al
ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en
herencia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe, peregrinó por la Tierra
Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y
Jacob, coherederos de las mismas promesas. Pues esperaba la ciudad asentada
sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (He 11, 8-10). Y por
el amor "...que no morirá jamás" (1 Co 13, 8), como dice San Agustín:
"Contra la fuerza de la caridad, el mundo no puede hacer nada". Por amor a
Dios y por amor a los hombres.
De la fe y del amor brota una alegría incontenible...¡poder poner nuestro
granito de arena en la gran obra de la misión! Alegría de la que participan
todos los que son realmente miembros de nuestra familia religiosa. Alegría
que se palpa cuando se lee alguna crónica de las misiones, cuando nos mandan
fotos o videos y de mil maneras más. Alegría inconmensurable ... "os
envío..."
Alguien podría decir que somos pocos, que no estamos preparados, y que ante
la magnitud de la empresa somos sólo una gota de agua en el océano, sí, le
podemos responder con palabras de la Madre Teresa de Calcuta: "somos una
gota de agua en el océano, pero sin nosotros el océano tendría una gota de
agua menos".
b- Confianza ilimitada en
Dios.
Fundamentándonos en la Palabra de Dios "...y no puede fallar la Escritura"
(Jn 10, 35), en el Resucitado y en el Espíritu, tenemos una confianza
inconmovible en que la providencia de Dios dará todo lo necesario para que
nuestros sacerdotes puedan desempeñar cumplidamente su misión. Día a día
experimentamos aquí la mano amorosa de nuestro Padre del cielo, que no nos
deja faltar nada, pues lo mismo sucede en otras partes del globo terraqueo:
"mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros;
y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que
ellas?... Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni
hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno
de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al
horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de
poca fe?. No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué
vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se
afanan los gentiles..."(Mt 6, 26 y ss.).
Ciertamente que las dificultades que se encuentran son muchas y muy arduas,
idiomas extranjeros intrincados, costumbres distintas, miserias clamorosas,
complicaciones políticas, arbitrariedades de todo tipo, falta de apoyos
humanos, lejanía de la madre patria y de los amigos, climas muy frios o muy
calurosos, muy secos y muy húmedos, etc., pero muy por encima de todo ello
está Dios "que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos
e injustos" (Mt 5, 45). Ante esto siempre recordamos un hecho en la vida de
San José de Cupertino, aparentemente le habían dado un "mal" destino, cuando
alguien se lo hizo notar candorosamente preguntó: "¿Dios está allí?", -
"Sí", le respondieron, -"Entonces para mí es un buen lugar", replicó.
Nuestros jóvenes sacerdotes se emulan entre ellos queriendo ir a los
destinos más difíciles, porque están convencidos que "Dios no se deja ganar
en generosidad por nadie". Y así nosotros nos desangramos en misioneros, y
en misioneros con grados académicos, pero parafraseando a Tertuliano podemos
decir "la sangre de misioneros es semilla de cristianos", es semilla de más
vocaciones a la vida consagrada.
Por eso, como leímos que hacía San Bernardo, los enviamos sin dinero, una
porque no lo tenemos, y, otra, para que mejor experimenten el poder de Dios
que de un confín al otro de la tierra reina con su amorosa providencia.
c- Grandes sueños.
Entendemos que "es todo un mundo el que es necesario rehacer desde su
fundamento; de salvaje hacerlo humano; de humano hacerlo divino, es, decir
según el corazón de Dios" y para ello hay que trabajar en todos los frentes
culturales, educativos, asistenciales, sociales...y hay que estar dispuestos
a encarar todos los emprendimientos que sean necesarios.
Por ejemplo, habría que editar en esas lenguas los escritos de la Santos
Padres y Doctores de la Iglesia; habría que fundar grandes Universidades y
Seminarios; ponerse a la cabeza de los medios de comunicación social;
destacarse en el vivir concretamente la caridad de Cristo, especialmente,
con los más pobres y necesitados; fundar Parroquias; rescatar y preservar
las grandes y valiosas riquezas culturales de esos pueblos, sus idiomas, su
folklore, sus artistas, su literatura y teatro, sus sanas costumbres, su
liturgia... Tal vez, por el hecho de ser argentinos podremos tener mayor
respeto por las legítimas diferencias culturales y, predicando el Evangelio
en todo su integridad, al mismo tiempo, cuidar de no imponer la "cultura"
occidental, que hace rato dejó de ser cristiana. En Africa pedía el Papa que
se cuidasen "de las miasmas del liberalismo occidental".
¿Por qué no se podrá repetir la gesta de los grandes misioneros de todos los
tiempos? ¿Será Dios menos fuerte ahora que entonces? ¿Por qué no se podrá
reeditar, con genio distinto la obra de ellos? Dios no falla, los que
fallamos somos nosotros. Si fue la gracia la que movió a San Ireneo en las
Galias; a San Benito en Italia;San Paladio en Escocia; San Patricio en
Irlanda; San Agustín de Cantorbery en Inglaterra; San Eloy en Flandes; San
Kilien en Franconia; San Willibrordo y San Swibert en Frisia; San Bonifacio
en Alemania; San Huberto en Brabante; San Ascanio en Dinamarca y Suecia; los
Santos Cirilo y Metodio entre los eslavos; San Meinhart en Livonia; San Otón
en Pomerania; los dominicos y franciscanos en Grecia, Armenia, Etiopía,
Tartaria, Noruega...en el Congo; en el nuevo mundo San Pedro Claver, San
Francisco Solano, Santo Toribio de Mogrovejo; la obra ciclópea de los
jesuitas en tantas partes, San Francisco Javier en India, Molucas, Japón...;
Mateo Ricci en China; Nobili en la India; San Luis María Grignion de
Montfort el oeste de Francia; y otros grandes misioneros como San Vicente
Ferrer; San Felipe Neri; San Vicente de Paul; San Francisco de Sales;
Francisco Pallú; ; San Alfonso María de Ligorio; San Pablo de la Cruz; San
Leonardo de Puerto Mauricio; San Antonio María Claret; San Juan María
Vianney; San Gaspar del Búfalo; los Padres Blancos del Card. Lavigerie; los
Oblatos de María Inmaculada entre los esquimales; los Picpus en Australia;
el Beato Anchietta, los Mártires rioplatenses, el Beato Junípero Serra, San
Maximiliano Kolbe; Pío XI, el Papa de las misiones; los Padres del Vaticano
II con "la Iglesia es esencialmente misionera"; Juan Pablo II, el gran Papa
misionero... y miles y miles de grandes misioneros que con la santidad y el
genio plantaron la Iglesia de Cristo en los cinco continentes y en las
circunstancias más difíciles y más adversas... si la gracia fue lo que los
movió y pudieron, ¿por qué no nos podrá mover a nosotros? Creer que uno no
puede hacer la misión, es IRRACIONAL y refutado por el ejemplo de tantos
otros. Podemos imaginar, como lo hacía San Agustín, que esos santos: "se
burlaban de mí con cariño y decíanme con ironía: ¿Y tú no podrás lo que
pudieron éstos y éstas? ¿Acaso éstos y éstas lo pudieron por sí mismos y no
en su Dios y Señor? Confías en tí mismo y por eso dudas. ¡Arrójate en su
seno! No temas que se aparte y caigas. Arrójate seguro; Él te recibirá y te
sanará".
d- Comunión.
Ninguno de nuestro Padres misioneros se considera solo o aislado, aún en
medio de las heladas estepas rusas, o navegando en un junco, o atravesando
un desierto de sal y de arena... toda nuestra familia religiosa está con él.
Hay, por decirlo así, momentos fuertes de comunión. El principal es la Santa
Misa donde todos participamos del mismo y único sacrificio de Cristo, donde
todos comemos y bebemos de su mismo y único Cuerpo y Sangre: "porque aun
siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos
de un solo pan" (1 Co 10, 17). ¡Unidad inefable!
Nos sabemos íntimamente unidos en Cristo y en la Virgen, en el Cuerpo físico
y en el Cuerpo místico de Cristo, en la fe , esperanza y caridad, en el
Colegio Episcopal del que formamos parte en nuestro grado: "todos los
sacerdotes ... están adscriptos al Cuerpo Episcopal...", en ser "sucesores
de los Apóstoles en el sacerdocio a quienes fue dado el poder de consagrar,
ofrecer y administrar el Cuerpo y Sangre del Señor, así como el de perdonar
o retener los pecados...", en la misma consagración y misión.
Vivimos en muy distintos husos horarios, algunos en las antípodas, en
distintos hemisferios, en oriente y occidente, en el norte y en el sur, con
muy distintos niveles de vida, en variadas lenguas: árabe, inglesa,
italiana, española, china (taiwanes y mandarín), rusa, ucraniana, quechua,
etc., pero "todos somos uno en Cristo Jesús" (Ga 3, 28). A pesar de la
lejanía experimentamos lo del Salmo: "¡oh, qué bueno, qué dulce habitar los
hermanos todos juntos!" (Ps 133, 1), pero aún más, podemos decir que gracias
a la lejanía, más se aumenta nuestra unión, porque como decía un escritor
francés el amor es a la distancia lo que el fuego es al viento, si el amor
es pequeño la distancia lo apaga, pero si es grande la distancia lo aviva.
3 - Incomprensiones.
Como suele suceder ante las cosas que no ocurren habitualmente algunos no
comprenden que, habiendo tanta necesidad de sacerdotes en la Argentina, los
nuestros vayan a otras partes. A ellos les decimos que vamos a donde nos
piden los Obispos, nosotros no podemos entrar en ninguna Diócesis a menos de
ser llamados por el responsable de la misma. Estimamos que es sumamente
providencial que no nos llamen los Obispos argentinos, poque en caso
contrario probablemente no habríamos fundado en el exterior, y, además,
estamos convencidos que el Dios que no se deja ganar en generosidad, a
través de los nuestros, bendecirá más abundantemente la Iglesia que
peregrina en la Argentina. Tal vez no esté tan lejano el día en que no
seamos extranjeros en nuestro propio país. De hecho a nosotros nos bendice
con vocaciones de Perú, Chile, México, España, Italia, Inglaterra, Estados
Unidos, etc.
Uno nos acusó de practicar "un internacionalismo forzado", ese tal parece no
darse cuenta que vivir aquí en San Rafael es "un nacionalismo forzado". Pero
fuera de bromas en nuestra Congregación nadie es obligado a vivir fuera del
país. Hemos tenido 1 (un) caso de no adaptación en un país extranjero y,
cuando nos enteramos, le dijimos que volviese. Y si volviese a reiterarse
esa situación, todos nuestros religiosos saben que volveríamos a hacer lo
mismo. Por gracia de Dios con el número de vocaciones que tenemos podemos
hacer esto, sin mayores dificultades.
A algún otro le pareció una imprudencia mandar jóvenes sacerdotes a Rusia
sin saber el idioma y resulta que ¡a los 6 (seis) meses ya traducen a
Vladimir Soloviof! Nos hacen pensar en aquello del Evangelio "...atan
pesadas cargas... pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas" (Mt 23, 4).
Otros han dicho que mandamos al exterior a los sacerdotes "que nos hacen
sombra", así lo han dicho de los Padres Walker, Sergio Perez, Mazzeo, etc.
El primero es Provincial de nuestra provincia anglófona, viajó para hacer
los contactos con los señores Obispos de Chicago, California, Fall River,
China, Guyana, etc. y está estudiando, ¡nada menos!, que en la Fordham
University de New York. El segundo, luego de licenciarse, con altas notas,
en Patrística, es el superior del Monasterio contemplativo de Los Coroneles
y miembro del Consejo General. El tercero, junto con el Padre Sack está en
Buguruslam (Rusia) donde por primera vez en la historia, gracias a ellos, se
creó una Parroquia, "Santos Pedro y Pablo". Esto lo afirman algunos que
viven acobachados en las cuatro paredes de sus cuartos enmohecidos. Ignoran
que para poder fundar en lugares tan difíciles hay que mandar a los mejores.
¿Por qué hay gente que, sin fundamento, emiten tales juicios? Tal vez porque
a ellos le "hacen sombra" hasta las plantitas "Bonsai". Las almas grandes,
por el contrario, se engrandecen más al tener al lado a los mejores, y el
tener a los mejores les engrandece más el alma. Sócrates fue más grande por
tener por discípulo a Platón. A Platón no lo hizo chico el tener por
discípulo a Aristóteles, y éste fue más grande por tenerlo por discípulo a
Alejandro Magno. El padre espiritual auténtico encuentra su mayor gozo al
saber que sus hijos espirituales son mucho mejores que él. Los que no tienen
hijos nunca sabrán esto. ¿Acaso se disminuyó San Alberto Magno por tener un
alumno como Santo Tomás de Aquino? ¿O Blanca de Castilla por tener como hijo
a San Luis, Rey de Francia? Hay que tener alma de ratón para poder pensar lo
contrario.
Nosotros debemos creer en las palabras de Jesucristo: "Id por todo el
mundo..." (Mc 16, 15) y no en estos aprendices de gurú que mientras la
Iglesia arde por los cuatro costados, se están preguntando por la
composición química del agua -como decía Mons. León Kruk-; y en vez de
prender una vela maldicen la oscuridad. "Id por todo el mundo..." dijo el
mismo que dijo: "el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán"
(Mt 24, 35), que es el Único que tiene "palabras de vida eterna" (Jn 6, 68).