PLEGARIA EUCARISTICA: Inspirada en el libro del Apocalipsis
Santo eres, Señor Dios Todopoderoso,
Aquel que era, que es y que va a venir.
Con gozo inefable, todas las criaturas del cielo, de la tierra, de debajo de
la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, te glorifican diciendo: "Al
que está sentado en el Trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y
potencia, por todos los siglos."
Los Cuatro Vivientes dicen: Amén. Y los ancianos se postran para adorarte.
Envía, Señor Dios Todopoderoso, los Siete Espíritus que están delante de tu
Trono, sobre este pan y este vino, fruto de la creación salida de tus manos
amorosas y del trabajo y la fatiga de los hombres en la historia.
Que este pan y este vino, Señor, lleguen a ser, en medio de nosotros, el
maná escondido, el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, el Testigo Fiel, el
Primogénito de entre los muertos.
Él mismo, antes de ser degollado y comprar para ti hombres de toda raza,
lengua, pueblo y nación, cuando cenaba con sus discípulos, tomó pan y dando
gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS.
Y después de cenar, tomó la copa llena de vino, dando gracias te bendijo y
la pasó a sus discípulos, diciendo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDON DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACION MIA.
Ante el Sacramento de nuestra fe, junto con los Angeles alrededor del Trono,
con los Cuatro Vivientes y con los Ancianos te aclamamos diciendo:
DIGNO ERES SEÑOR DIOS NUESTRO
DE RECIBIR LA GLORIA Y EL PODER.
Padre, Señor Dios Todopoderoso, elevamos ante ti nuestra oración, como una
copa de oro llena de perfume, que es llevada ante tu Trono por mano del
Angel con brasas tomadas de tu altar del cielo.
Celebramos el recuerdo vivo y eterno de Jesús, tu Hijo, al que traspasaron y
por el hacen duelo todas las razas de la tierra. Degollado, nos ha hecho un
reino de sacerdotes para ti, y reinamos en la historia. En su sangre, todos
blanqueamos nuestras vestiduras. Con su sangre ha lavado nuestros pecados.
El es el León de la tribu de Judá, el Retoño de David. El único capaz de
abrir el libro y sus siete sellos. El es el Cordero que está de pie, en
medio del Trono y de los Cuatro Vivientes y de los Ancianos, con siete
cuernos y siete ojos.
Proclamamos con gozo que en nuestra historia llena de lágrimas y dolores, de
pecado y de injusticia, de opresión y de muerte, hay una fuerza de vida y de
amor que todo lo hace nuevo: Un caballo blanco. El que lo monta se llama
"Fiel" y "Veraz" y juzga y combate con justicia. Sus ojos sonllamas de
fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él
conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de
Dios.
Al final de la historia vendrá entre las nubes y todo ojo le verá.
Señor, envía tu Espíritu sobre los siete candelabros de oro, sobre las siete
estrellas que están en la mano del Hijo del Hombre: es tu Iglesia en
oración. Dale dos alas de águila grande para volar al desierto, lejos del
Dragón, y allí continúa alimentándola mientras da a luz, por medio del
anuncio del evangelio y del testimonio de vida, al Hijo varón que ha de
regir las naciones con cetro de hierro.
Que un día, Señor, podamos unirnos en la alabanza de tu gloria por toda la
eternidad,junto con María, imagen de la Iglesia, mujer vestida del sol, con
la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; con
los Doce Apóstoles del Cordero, piedras firmes de la Jerusalén Nueva; con
los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que dieron y
que viven vestidos de blanco y con palmas en las manos; con la innumerable
muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación, los ciento cuarenta y
cuatro mil rescatados de la tierra, que llevan escrito en la frente el
nombre del Cordero y el nombre de su Padre y siguen al Cordero por donde
quiere que vaya.
La oración de ellos llega hasta ti, Señor, como humareda de perfume que
luego tú vuelcas sobre la tierra y la historia, como fuerza renovadora y
vivificante, produciendo truenos, relámpagos y temblor.
Te pedimos, Padre, por las siete iglesias: la Iglesia extendida por toda la
tierra.
Que sepa escuchar lo que el Espíritu le dice, que no pierda el amor primero,
que sufra en tu nombre sin desfallecer, que se mantenga fiel hasta la muerte
como novia engalanada para su Esposo.
Te pedimos por los Angeles de las siete Iglesias: por el Papa N., por
nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos, y por
todos los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de
Jesús.
Te pedimos también, Padre, por todos los que han muerto en el Señor.
¡Dichosos, que descansen de sus fatigas, porque sus obras les acompañan!
Que un día todos juntos en la nueva creación podamos beber del río del agua
de la Vida que brota del Trono de Dios y del Cordero en la Nueva Jerusalén.
Que allí, cuando ya no haya noche ni lágrimas, cuando hayan quedado atrás la
muerte y el llanto, los gritos y las fatigas, en la ciudad santa cuya
lámpara es el Cordero, podamos servirte y glorificarte por toda la
eternidad.
POR CRISTO, CON EL Y EN EL...
clerus.org