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Este día podrás pensar la descendida del Señor al limbo y el
aparecimiento a nuestra Señora y a la santa Magdalena y a los
discípulos. Y después el misterio de su gloriosa Ascensión.
Cuando a lo primero, considera qué tan grande sería la alegría que
aquellos Santos Padres del limbo recibirían este día con la
visitación y presencia de su Libertador, y qué gracias y alabanzas
le darían por esta salud tan deseada y esperada. Dicen los que
vuelven de las Indias Orientales en España, que tienen por bien
empleado todo el trabajo de la navegación pasada por la alegría que
reciben el día que vuelven a su tierra. Pues si esto hace la
navegación y destierro de un año o de dos años,¿qué haría el
destierro de tres o cuatro mil anos, el (lía que recibiesen tan gran
salud y viniesen a tomar puerto en la tierra de los vivientes?
Considera también la alegría que la Sacratísima Virgen recibiría
este día con la visita del Hijo resucitado, pues es cierto que así
como Ella fue la que más sintió los dolores de su pasión, así fue
la que más gozó de la alegría de su resurrección. Pues, ¿qué
sentiría cuando viese ante sí a su Hijo vivo y glorioso, acompañado
de todos aquellos Santos Padres que con El resucitaron? ¿Qué
haría? ¿Qué diría? ¿Cuáles serían sus abrazos y besos y las
lágrimas de sus ojos piadosos? ¿Y los deseos de irse tras Él, si
le fuera concedido?
Considera la alegría de aquellas santas Marías, y especialmente de
aquella que perseveraba llorando par del sepulcro cuando viese al amado
de su ánima, y se derribase a sus pies y hallase resucitado y vivo al
que buscaba y deseaba ver siquiera muerto; y mira bien que, después
de la Madre, a aquella primero apareció que más amó, más
perseveró, más lloró y más solícitamente le buscó, para que así
tengas por cierto que hallarás a Dios, si con estas mismas lágrimas
y diligencias lo buscares.
Considera de la manera que apareció a los discípulos que iban
(Lc.24,13) a Emaús en hábito de peregrino, y mira cuán
afable se les mostró, cuán familiarmente los acompañó, cuán
dulcemente se les disimuló, y en cabo cuán amorosamente se les
descubrió y los dejó con toda la miel y suavidad en los labios;
sean, pues, tales tus pláticas, cuales eran las de éstos, y trata
con dolor y sentimiento lo que trataban éstos (que eran los dolores y
trabajos de Cristo), y ten por cierto que no te faltará su presencia
y compañía, si tuvieres siempre esta memoria.
Acerca del misterio de la Ascensión considera primeramente cómo
dilató el Señor esta subida a los cielos por espacio de cuarenta
días, en los cuales apareció muchas veces a sus discípulos y. los
enseñaba y platicaba con ellos del Reino de Dios (Act.1,3).
De manera que no quiso subir a los cielos, ni apartarse de ellos,
hasta que los dejó tales que pudiesen con el espíritu subir al cielo
con Él. Donde verás, que a aquellos desampara muchas veces la
presencia corporal de Cristo (esto es, la consolación sensible de la
devoción), que pueden ya con el espíritu volar a lo alto y estar
más seguros del peligro. En lo cual maravillosamente resplandece la
providencia de Dios y la manera que tiene en tratar a los suyos en
diversos tiempos: cómo regala los flacos y ejercita los fuertes; da
leche a los pequeñuelos y desteta a los grandes; consuela los unos y
prueba los otros, y así trata a cada uno según el grado de su
aprovechamiento. Por donde ni el regalado tiene por qué presumir,
pues el regalo es argumento de flaqueza; ni el desconsolado por qué
desmayar, pues esto es muchas veces indicio de fortaleza.
En presencia de los discípulos, y viéndolo ellos (Act.1,3),
subió al cielo, porque ellos habían de ser testigos de estos
misterios, y ninguno es mejor testigo de las obras de Dios que el que
las sabe por experiencia. Si quieres saber de veras cuán bueno es
Dios, cuán dulce y cuán suave para con los suyos, cuánta sea la
virtud y eficacia de su gracia, de su amor, de su providencia y de sus
consolaciones, pregúntalo a los que lo han probado; que éstos te
darán de ello suficientísimo testimonio. Quiso también que le
viesen subir a los cielos, para que le siguiesen con los ojos y con el
espíritu, para que sintiesen su partida, para que les hiciese soledad
su ausencia, porque éste era el más conveniente aparejo para recibir
su gracia. Pidió Elíseo a Elías su espíritu, y respondióle el
buen Maestro (Reg.2,10): Si vieres cuándo me parto de ti,
será lo que pediste. Pues aquellos serán herederos del Espíritu de
Cristo, a quien el amor hiciere sentir la partida de Cristo, los que
sintieren su ausencia y quedaren en este destierro suspirando siempre
por su presencia. Así lo sentía aquel santo varón que decía:
Fuiste consolador mío, y no te despediste de mí; yendo por tu
camino bendijiste los tuyos, y no lo vi. Los ángeles prometieron
volverías, y no lo oí, etc.
Pues, ¿cuál sería la soledad, el sentimiento, las voces y las
lágrimas de la sacratísima Virgen, del amado discípulo y de la
santa Magdalena y de todos los Apóstoles, cuando viesen írseles y
desaparecer de sus ojos aquel que tan robados tenía sus corazones? Y
con todo esto, se dice que volvieron a Jerusalén con grande gozo por
lo mucho que le amaban. Porque el mismo amor que les hacía sentir
tanto su partida, por otra parte les hacía gozarse de su gloria,
porque el verdadero amor no se busca a sí, sino al que ama.
Resta considerar con cuánta gloria, con qué alegría y con qué
voces y alabanzas sería recibido aquel noble triunfador en la ciudad
soberana, cuál sería la fiesta y el recibimiento que le harían,
qué sería ver ayuntados en uno hombres y ángeles y todos a una
caminar a aquella noble ciudad, y poblar aquellas sillas desiertas de
tantos años, y subir sobre todos aquella sacratísima humanidad, y
asentarse a la diestra del Padre. Todo es mucho de considerar para
que se vea cuán bien empleados son los trabajos por amor de Dios, y
cómo el que se humilló y padeció más que todas las criaturas es
aquí engrandecido y levantado sobre todas ellas, para que por aquí
entiendan los amadores de la verdadera gloria el camino que han de
llevar para alcanzarla, que es descender para subir y ponerse debajo de
todos para ser levantados sobre todos.
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