|
1. Así como las imágenes son de gran provecho para acordarse de
Dios y de los santos y mover la voluntad a devoción usando de
ellas (por vía ordinaria), como conviene, así tambien serán para
errar mucho si, cuando acaecen cosas sobrenaturales acerca de
ellas, no supiese el alma haberse como conviene para ir a Dios.
Porque uno de los medios con que el demonio coge a las almas
incautas con facilidad y las impide el camino de la verdad del
espíritu, es por cosas sobrenaturales y extraordinarias, de que
hace muestra por las imágenes, ahora en las materiales y corpóreas
que usa la Iglesia, ahora en las que el suele fijar en la fantasía
debajo de tal o tal santo o imagen suya, transfigurándose en ángel
de luz para engañar (2 Cor. 11, 14). Porque el astuto demonio, en
esos mismos medios que tenemos para remediarnos y ayudarnos, se
procura disimular para cogernos más incautos; por lo cual, el alma
buena siempre en lo bueno se ha de recelar más, porque lo malo
ello trae consigo el testimonio de sí.
2. Por tanto, para evitar todos los daños que al alma pueden tocar
en este caso, que son: o ser impedida de volar a Dios, o usar con
bajo estilo e ignorantemente de las imágenes, o ser engañado
natural o sobrenaturalmente por ellas (las cuales cosas son las
que arriba habemos tocado) y tambien para purificar el gozo de la
voluntad en ellas y enderezar por ellas el alma a Dios, que es el
intento que en el uso de ellas tiene la Iglesia, sola una
advertencia quiero poner que bastará para todo, y es que, pues las
imágenes nos sirven para motivo de las cosas invisibles, que en
ellas solamente procuremos el motivo y afección y gozo de la
voluntad en lo vivo que representan.
Por tanto, tenga el fiel este cuidado, que en viendo la imagen no
quiera embeber el sentido en ella, ahora sea corporal la imagen,
ahora imaginaria; ahora de hermosa hechura, ahora de rico atavío;
ahora le haga devoción sensitiva, ahora espiritual; ahora le haga
muestras sobrenaturales. No haciendo caso de nada de estos
accidentes, no repare más en ella, sino luego levante de ahí la
mente a lo que representa, poniendo el jugo y gozo de la voluntad
en Dios con la oración y devoción de su espíritu, o en el santo
que invoca, porque lo que se ha de llevar lo vivo y el espíritu no
se lo lleve lo pintado y el sentido. De esta manera no será
engañado, porque no hará caso de lo que la imagen le dijere, ni
ocupará el sentido ni el espíritu que no vaya libremente a Dios,
ni pondrá más confianza en una imagen que en otra. Y la que
sobrenaturalmente le diese devoción, se la dará más copiosamente,
pues que luego va a Dios con el afecto; porque Dios, siempre que
hace esas y otras mercedes, las hace inclinando el afecto del gozo
de la voluntad a lo invisible, y así quiere que lo hagamos,
aniquilando la fuerza y jugo de las potencias acerca de todas las
cosas visibles y sensibles.
|
|