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1. Cuanto a lo primero, si el alma no oscurece y apaga el gozo que
de las cosas sensuales le puede nacer, enderezando a Dios el tal
gozo, todos los daños generales que habemos dicho que nacen de
otro cualquier genero de gozo, se le siguen de este, que es de
cosas sensuales, como son: oscuridad de la razón, tibieza y tedio
espiritual, etc. Pero, en particular, muchos son los daños en que
derechamente puede caer por este gozo, así espirituales como
corporales sensuales.
2. Primeramente, del gozo de las cosas visibles, no negándole para
ir a Dios, se le puede seguir derechamente vanidad de ánimo y
distracción de la mente, codicia desordenada, deshonestidad,
descompostura interior y exterior, impureza de pensamientos y
envidia.
3. Del gozo en oír cosas inútiles, derechamente nace distracción
de la imaginación, parlería, envidia, juicios inciertos y variedad
de pensamientos, y de estos otros muchos y perniciosos daños.
4. De gozarse en olores suaves le nace asco de los pobres, que es
contra la doctrina de Cristo, enemistad a la servidumbre, poco
rendimiento de corazón en las cosas humildes e insensibilidad
espiritual, por lo menos según la proporción de su apetito.
5. Del gozo en el sabor de los manjares, derechamente nace gula y
embriaguez, ira, discordia y falta de caridad con los prójimos y
pobres, como tuvo con Lázaro aquel epulón que comía cada día
esplendidamente (Lc. 16, 19). De ahí nace el destemple corporal,
las enfermedades; nacen los malos movimientos, porque crecen los
incentivos de la lujuria. Críase derechamente gran torpeza en el
espíritu y estrágase el apetito de las cosas espirituales, de
manera que no pueda gustar de ellas, ni aun estar en ellas ni
tratar de ellas. Nace tambien de este gozo distracción de los
demás sentidos y del corazón y descontento acerca de muchas cosas.
6. Del gozo acerca del tacto en cosas suaves, muchos más daños y
más perniciosos nacen, y que más en breve trasvierten el sentido
al espíritu y apagan su fuerza y vigor. De aquí nace el abominable
vicio de la molicie o incentivos para ella, según la proporción
del gozo de este genero; críase la lujuria, hace al ánimo
afeminado y tímido y al sentido halagüeño y melífluo y dispuesto
para pecar y hacer daño; infunde vana alegría y gozo en el
corazón, y cría soltura de lengua y libertad de ojos y a los demás
sentidos embelesa y embota, según la cantidad del tal apetito,
empacha el juicio, sustentándole en insipiencia y necedad
espiritual, y moralmente cría cobardía e inconstancia; y, con
tiniebla en el ánima y flaqueza de corazón, hace temer aun donde
no hay que temer; cría este gozo espíritu de confusión algunas
veces e insensibilidad acerca de la conciencia y del espíritu, por
cuanto debilita mucho la razón y la pone de suerte que ni sepa
tomar buen consejo ni darle, y queda incapaz para los bienes
espirituales y morales, inútil como un vaso quebrado (Ecli. 21,
17).
7. Todos estos daños se causan de este genero de gozo, en unos más
intensamente, según la intensión del tal gozo y según tambien la
facilidad o flaqueza o inconstancia del sujeto en que cae; porque
naturales hay que de pequeña ocasión recibirán más detrimentos que
otros de muchas.
8. Finalmente, de este genero de gozo en el tacto se puede caer en
tantos males y daños, como habemos dicho, acerca de los bienes
naturales, que, por estar allí ya dichos, aquí no los refiero,
como tampoco digo otros muchos daños que hace, como son mengua en
los ejercicios espirituales y penitencia corporal, y tibieza e
indevoción acerca del uso de los sacramentos de la Penitencia y
Eucaristía.
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