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1. No hubieramos hecho nada en purgar al entendimiento para
fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la
esperanza, si no purgásemos tambien la voluntad acerca de la
tercera virtud, que es la caridad, por la cual las obras hechas en
fe son vivas y tienen gran valor, y sin ella no valen nada, pues,
como dice Santiago (2, 20), sin obras de caridad, la fe es muerta.
Y para haber ahora de tratar de la noche y desnudez activa de esta
potencia, para enterarla y formarla en esta virtud de la caridad
de Dios, no halle autoridad más conveniente que la que se escribe
en el Deuteronomio, capítulo 6 (v. 5), donde dice Moises: Amarás a
tu Señor Dios de todo tu corazón, y de toda tu ánima, y de toda tu
fortaleza. En la cual se contiene todo lo que el hombre espiritual
debe hacer y lo que yo aquí le tengo de enseñar para que de veras
llegue a Dios por unión de voluntad por medio de la caridad.
Porque en ella se manda al hombre que todas las potencias, y
apetitos, y operaciones, y aficiones de su alma emplee en Dios, de
manera que toda la habilidad y fuerza del alma no sirva más que
para esto, conforme a lo que dice David (Sal. 58, 10), diciendo:
Fortitudinem meam ad te custodiam.
2. La fortaleza del alma consiste en sus potencias, pasiones y
apetitos, todo lo cual es gobernado por la voluntad; pues cuando
estas potencias, pasiones y apetitos endereza en Dios la voluntad
y las desvía de todo lo que no es Dios, entonces guarda la
fortaleza del alma para Dios, y así viene a amar a Dios de toda su
fortaleza.
Y para que esto el alma pueda hacer, trataremos aquí de purgar la
voluntad de todas sus afecciones desordenadas, de donde nacen los
apetitos, afectos y operaciones desordenadas, de donde le nace
tambien no guardar toda su fuerza a Dios.
Estas afecciones o pasiones son cuatro, es a saber: gozo,
esperanza, dolor y temor. Las cuales pasiones, poniendolas en obra
de razón en orden a Dios, de manera que el alma no se goce sino de
lo que es puramente honra y gloria de Dios, ni tenga esperanza de
otra cosa, ni se duela sino de lo que a esto tocare, ni tema sino
sólo a Dios, está claro que enderezan y guardan la fortaleza del
alma y su habilidad para Dios. Porque cuanto más se gozare el alma
en otra cosa que en Dios, tanto menos fuertemente se empleará su
gozo en Dios; y cuanto más esperare otra cosa, tanto menos espera
en Dios; y así de las demás.
3. Y para que demos más por entero doctrina de esto, iremos, como
es nuestra costumbre, tratando en particular de cada una de estas
cuatro pasiones y de los apetitos de la voluntad; porque todo el
negocio para venir a unión de Dios está en purgar la voluntad de
sus afecciones y apetitos, porque así de voluntad humana y baja
venga a ser voluntad divina, hecha una misma cosa con la voluntad
de Dios.
4. Estas cuatro pasiones tanto más reinan en el alma y la
combaten, cuanto la voluntad está menos fuerte en Dios y más
pendiente de criaturas; porque entonces con mucha facilidad se
goza de cosas que no merecen gozo, y espera lo que no aprovecha, y
se duele de lo que, por ventura, se había de gozar, y teme donde
no hay que temer.
5. De estas afecciones nacen al alma todos los vicios e
imperfecciones que tiene cuando están desenfrenadas, y tambien
todas sus virtudes cuando están ordenadas y compuestas.
Y es de saber que, al modo que una de ellas se fuere ordenando y
poniendo en razón, de ese mismo modo se pondrán todas las demás,
porque están tan aunadas y tan hermanadas entre sí estas cuatro
pasiones del alma, que donde actualmente va la una, las otras
tambien van virtualmente; y si la una se recoge actualmente, las
otras tres virtualmente a la misma medida tambien se recogen.
Porque, si la voluntad se goza de alguna cosa, consiguientemente,
a esa misma medida, la ha de esperar, y virtualmente (va) allí
incluido el dolor y temor acerca de ella; y a la medida que de
ella va quitando el gusto, va tambien perdiendo el temor y dolor
de ella y quitando la esperanza.
Porque la voluntad, con estas cuatro pasiones, es significada por
aquella figura que vio Ezequiel (1, 89) de cuatro animales juntos
en un cuerpo, que tenía cuatro haces y las alas del uno estaban
asidas a las del otro, y cada uno iba delante su haz, y cuando
iban adelante no volvían atrás. Y así, de tal manera estaban
asidas las plumas de cada una de estas afecciones a las de cada
una de esotras, que doquiera que actualmente llevaba la una su
faz, esto es, su operación, necesariamente las otras han de
caminar virtualmente con ella; y cuando se abajare la una, como
allí dice, se han de abajar todas, y cuando se elevare, se
elevarán. Donde fuere tu esperanza, irá tu gozo, y temor y dolor;
y si se volviere, ellas se volverán, y así de las demás.
6. Donde has de advertir que dondequiera que fuere una pasión de
estas, irá tambien toda el alma y la voluntad y las demás
potencias, y vivirán todas cautivas en la tal pasión, y las demás
tres pasiones en aquella estarán vivas para afligir al alma con
sus prisiones y no la dejar volar a la libertad y descanso de la
dulce contemplación y unión. Que, por eso, te dijo Boecio que, si
querías con luz clara entender la verdad, echases de ti los gozos,
y la esperanza, y temor, y dolor; porque, en cuanto estas pasiones
reinan, no dejan estar al alma con la tranquilidad y paz que se
requiere para la sabiduría que natural y sobrenaturalmente puede
recibir.
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