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1. Para haber de declarar y dar a entender esta noche oscura por
la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unión
perfecta del amor de Dios, cual se puede en esta vida, era
menester otra mayor luz de ciencia y experiencia que la mía;
porque son tantas y tan profundas las tinieblas y trabajos, así
espirituales como temporales, por que ordinariamente suelen pasar
las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de
perfección, que ni basta ciencia humana para lo saber entender, ni
experiencia para lo saber decir; porque sólo el que por ello pasa
sabrá sentir, mas no decir.
2. Y, por tanto, para decir algo de esta noche oscura, no fiare ni
de experiencia ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar
y engañar; mas, no dejándome de ayudar en lo que pudiere de estas
dos cosas, aprovecharme he para todo lo que, con el favor divino,
hubiere de decir -a lo menos para lo más importante y oscuro de
entender- de la divina Escritura, por la cual guiándonos no
podremos errar, pues que el que en ella habla es el Espíritu
Santo. Y si yo en algo errare, por no entender bien así lo que en
ella como en lo que sin ella dijere, no es mi intención apartarme
del sano sentido y doctrina de la santa Madre Iglesia Católica,
porque en tal caso totalmente me sujeto y resigno no sólo a su
mandato, sino a cualquiera que en mejor razón de ello juzgare.
3. Para lo cual me ha movido, no la posibilidad que veo en mí para
cosa tan ardua, sino la confianza que en el Señor tengo de que
ayudará a decir algo, por la mucha necesidad que tienen muchas
almas; las cuales, comenzando el camino de la virtud, y
queriendolas Nuestro Señor poner en esta noche oscura para que por
ella pasen a la divina unión, ellas no pasan adelante; a veces,
por no querer entrar o dejarse entrar en ella; a veces, por no se
entender y faltarles guías idóneas y despiertas que las guíen
hasta la cumbre. Y así, es lástima ver muchas almas a quien Dios
da talento y favor para pasar adelante, que, si ellas quisiesen
animarse, llegarían a este alto estado, y quedanse en un bajo modo
de trato con Dios, por no querer, o no saber, o no las encaminar y
enseñar a desasirse de aquellos principios. Y ya que, en fin,
Nuestro Señor las favorezca tanto, que sin eso y sin esotro las
haga pasar, llegan muy tarde y con más trabajo y con menos
merecimiento, por no haber acomodádose ellas a Dios, dejándose
poner libremente en el puro y cierto camino de la unión. Porque,
aunque es verdad que Dios las lleva -que puede llevarlas sin
ellas-, no se dejan ellas llevar; y así, camínase menos,
resistiendo ellas al que las lleva, y no merecen tanto, pues no
aplican la voluntad, y en eso mismo padecen más. Porque hay almas
que, en vez de dejarse a Dios y ayudarse, antes estorban a Dios
por su indiscreto obrar o repugnar, hechas semejantes a los niños
que, queriendo sus madres llevarlos en brazos, ellos van pateando
y llorando, porfiando por se ir ellos por su pie, para que no se
pueda andar nada, y, si se anduviere, sea al paso del niño.
4. Y así, para este saberse dejar llevar de Dios cuando Su
Majestad los quiere pasar adelante, así a los principiantes como a
los aprovechados, con su ayuda daremos doctrina y avisos, para que
sepan entender o, a lo menos, dejarse llevar de Dios. Porque
algunos padres espirituales, por no tener luz y experiencia de
estos caminos, antes suelen impedir y dañar a semejantes almas que
ayudarlas al camino, hechos semejantes a los edificantes de
Babilonia que, habiendo de administrar un material conveniente,
daban y aplicaban ellos otro muy diferente, por no entender ellos
la lengua (Gn. 11, 19), y así no se hacía nada. Por lo cual es
recia y trabajosa cosa en tales sazones no entenderse una alma ni
hallar quien la entienda. Porque acaecerá que lleve Dios a una
alma por un altísimo camino de oscura contemplación y sequedad, en
que a ella le parece que va perdida, y que, estando así, llena de
oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones, encuentre quien le
diga, como los consoladores de Job (2, 1113) o que es melancolía,
o desconsuelo, o condición, o que podrá ser alguna malicia oculta
suya, y que por eso la ha dejado Dios; y así, luego suelen juzgar
que aquella alma debe de haber sido muy mala, pues tales cosas
pasan por ella.
5. Y tambien habrá quien le diga que vuelve atrás, pues no halla
gusto ni consuelo como antes en las cosas de Dios; y así doblan el
trabajo a la pobre alma. Porque acaecerá que la mayor pena que
ella siente sea del conocimiento de sus miserias propias, en que
le parece que ve más claro que la luz del día que está llena de
males y pecados, porque le da Dios aquella luz del conocimiento en
aquella noche de contemplación, como adelante diremos; y, como
halla quien conforme con su parecer, diciendo que serán por su
culpa, crece la pena y el aprieto del alma sin termino, y suele
llegar a más que morir. Y no contentándose con esto, pensando los
tales confesores que procede de pecados, hacen a las dichas almas
revolver sus vidas y hacer muchas confesiones generales, y
crucificarlas de nuevo; no entendiendo que aquel, por ventura, no
es tiempo de eso ni de esotro, sino de dejarlas así en la
purgación que Dios las tiene, consolándolas y animándolas a que
quieran aquella hasta que Dios quiera; porque hasta entonces, por
más que ellas hagan y ellos digan, no hay más remedio.
6. De esto habemos de tratar adelante con el favor divino, y de
cómo se ha de haber el alma entonces y el confesor con ella, y que
indicios habrá para conocer si aquella es la purgación del alma,
y, si lo es, si es del sentido o del espíritu, lo cual es la noche
oscura que decimos, y cómo se podrá conocer si es melancolía u
otra imperfección acerca del sentido o del espíritu.
Porque podrá haber algunas almas que pensarán, ellas o sus
confesores, que las lleva Dios por este camino de la noche oscura
de purgación espiritual, y no será, por ventura, sino alguna
imperfección de las dichas; y porque hay tambien muchas almas que
piensan no tienen oración, y tienen muy mucha; y otras, que tienen
mucha, y es poco más que nada.
7. Hay otras que es lástima que trabajan y se fatigan mucho, y
vuelven atrás, y ponen el fruto del aprovechar en lo que no
aprovecha, sino antes estorba, y otras que con descanso y quietud
van aprovechando mucho.
Hay otras que, con los mismos regalos y mercedes que Dios les hace
para caminar adelante, se embarazan y estorban y no van adelante.
Y otras muchas cosas que en este camino acaecen a los seguidores
de el, de gozos, penas y esperanzas y dolores: unos que proceden
de espíritu de perfección, otros de imperfección.
De todo, con el favor divino, procuraremos decir algo, para que
cada alma que esto leyere, en alguna manera eche de ver el camino
que lleva y el que le conviene llevar, si pretende llegar a la
cumbre de este monte.
8. Y por cuanto esta doctrina es de la noche oscura por donde el
alma ha de ir a Dios, no se maraville el lector si le pareciere
algo oscura. Lo cual entiendo yo que será al principio que la
comenzare a leer; mas, como pase adelante, irá entendiendo mejor
lo primero, porque con lo uno se va declarando lo otro. Y despues,
si lo leyere la segunda vez, entiendo le parecerá más claro, y la
doctrina más sana.
Y si algunas personas con esta doctrina no se hallaren bien,
hacerlo ha mi poco saber y bajo estilo, porque la materia, de
suyo, buena es y harto necesaria. Pero pareceme que, aunque se
escribiera más acabada y perfectamente de lo que aquí va, no se
aprovecharan de ello sino los menos, porque aquí no se escribirán
cosas muy morales y sabrosas para todos los espíritus que gustan
de ir por cosas dulces y sabrosas a Dios, sino doctrina sustancial
y sólida, así para los unos como para los otros, si quisieren
pasar a la desnudez de espíritu que aquí se escribe.
9. Ni aun mi principal intento es hablar con todos, sino con
algunas personas de nuestra sagrada Religión de los primitivos del
Monte Carmelo, así frailes como monjas, por habermelo ellos
pedido, a quien Dios hace merced de meter en la senda de este
monte; los cuales, como ya están bien desnudos de las cosas
temporales de este siglo, entenderán mejor la doctrina de la
desnudez del espíritu.
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