Tratado de la Verdadera
Devoción a la
Santísima Virgen
Por San Luis María Grignion de
Montfort
INTRODUCCIÓN
María en el designio de Dios
1. Por
medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe
también reinar en el mundo.
MARIA ES UN MISTERIO:
a. a causa de su humildad.
2. La
vida de María fue oculta. Por ello, el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman
alma mater. Madre oculta y escondida. Su humildad fue tan grande que no hubo
para Ella anhelo más firme y constante que el de ocultarse a sí misma y a todas
las creaturas, para ser conocida solamente de Dios.
3. Ella pidió pobreza y humildad. Y Dios, escuchándola, tuvo
a bien ocultarla en su concepción, nacimiento, vida, misterios, resurrección y
asunción, a casi todos los hombres. Sus propios padres no la conocían. Y los
ángeles se preguntaban con frecuencia uno a otros ¿Quién es ésta?. Porque el
Altísimo se la ocultaba. O, si algo les manifestaba de Ella, era infinitamente
más lo que les encubría.
b. por disposición divina.
4. Dios Padre a pesar de haberle comunicado su poder,
consintió en que no hiciera ningún milagro al menos portentoso durante su
vida.
Dios
Hijo a pesar de haberle comunicado su sabiduría consintió en que Ella casi no
hablara.
Dios
Espíritu Santo a pesar de ser Ella su fiel Esposa consintió en que los Apóstoles
y Evangelistas hablaran de Ella muy poco y sólo cuanto era necesario para dar a
conocer a Jesucristo.
c. por su grandeza excepcional.
5. María es la excelente obra maestra del
Altísimo.
Quien
se ha reservado a sí mismo el conocimiento y posesión de Ella.
María
es la Madre admirable del Hijo. Quien tuvo a bien humillarla y ocultarla durante
su vida, para fomentar su humildad, llamándola mujer, como si se tratara de una
extraña, aunque en su corazón la apreciaba y amaba más que a todos los ángeles y
hombres.
María
es la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo, cuya Esposa
fiel es Ella.
María
es el santuario y tabernáculo de la Santísima Trinidad, donde Dios mora más
magnífica y maravillosamente que en ningún otro lugar del universo sin exceptuar
los querubines y serafines: a ninguna creatura, por pura que sea, se le permite
entrar allí sin privilegio especial.
6. Digo con los santos, que la excelsa María es
el paraíso terrestre del nuevo Adán, quien se encarnó en él por obra del
Espíritu Santo para realizar allí maravillas incomprensibles. Ella es el sublime
y divino mundo de Dios, lleno de bellezas y tesoros inefables. Es la
magnificencia del Altísimo, quien ocultó allí, como en su seno, a su Unigénito y
con El todo lo más excelente y precioso.
¡Oh qué
portentos y misterios ha ocultado Dios en esta admirable creatura, como Ella
misma se ve obligada a confesarlo no obstante su profunda humildad ¡El Poderoso
ha hecho obras grandes por mí! El mundo los desconoce porque es incapaz e
indigno de conocerlo.
7. Los santos han dicho cosas admirables de esta
ciudad Santa de Dios. Y, según ellos mismo testifican, nunca han estado tan
elocuentes ni se han sentido tan felices como al hablar de Ella. Todos a una
proclaman que:
· la altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono de la Divinidad, es inaccesible;
· la grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el mismo dios, es incomprensible.
· Y, en fin, la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias es un abismo insondable.
· ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin medida! ¡Oh abismo impenetrable!
8. Todos los días, del uno al otro confín de la tierra,
en lo más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos, todo pregona y
exalta a la admirable María. Los nueve coros angélicos, los hombres de todo
sexo, edad y condición, religión, buenos y malos, y hasta los mismo demonios, de
grado o por fuerza, se ven obligados por la evidencia de la verdad a proclamarla
bienaventurada.
Todos
los ángeles en el cielo dice San Buenaventura le repiten continuamente: "¡Santa,
santa, santa María! ¡Virgen y Madre de Dios!" y le ofrecen todos los días
millones y millones de veces la salutación angélica: "Dios te salve, María...",
prosternándose ante Ella y suplicándole que, por favor, los honre con alguno de
sus mandatos. "San Miguel llega a decir San Agustín aún siendo el príncipe de
toda la milicia celestial, es el más celoso en rendirle y hacer que otros le
rindan toda clase de honores, esperando siempre sus órdenes para volar en
socorro de alguno de sus servidores".
9. Toda la tierra está llena de su gloria,
particularmente entre los cristianos que la han escogido por tutela y patrona de
varias naciones, provincias, diócesis y ciudades. ¡Cuántas catedrales no se
hallan consagradas a Dios bajo su advocación! ¡No hay iglesia sin un altar en su
honor, ni comarca ni religión donde no se dé culto a alguna de sus imágenes
milagrosas, donde se cura toda suerte de enfermedades y se obtiene toda clase de
bienes! ¡Cuántas cofradías y congregaciones en su honor! ¡Cuántos institutos
religiosos colocados bajo su nombre y protección! ¡Cuántos congregantes en las
asociaciones piadosas, cuántos religiosos en todas las Ordenes! ¡Todos publican
sus alabanzas y proclaman sus misericordias!
No hay
siquiera un pequeñuelo que, al balbucir el Avemaría, no la alabe. Ni apenas un
pecador que, aunque obstinado, no conserve alguna chispa de confianza en Ella.
Ni siquiera un solo demonio en el infierno que, temiéndola, no la respete.
MARÍA NO ES SUFICIENTEMENTE CONOCIDA
10. Es,
por tanto, justo y necesario repetir con los santos: DE MARIA NUNQUAM SATIS.
María no ha sido aún alabada, ensalzada, honrada y servida como se debe. Merece
aún mejores alabanzas, respeto, amor y servicio.
11.
Debemos decir también con el Espíritu Santo: "Toda la gloria de la Hija del rey
está en su interior". Como si toda la gloria exterior que el cielo y la tierra
le rinden a porfía, fuera nada en comparación con la que recibe interiormente de
su Creador y que es desconocida a creaturas insignificantes, incapaces de
penetrar el secreto de los secretos del Rey.
12. Debemos también exclamar con el Apóstol: "El
ojo no ha visto, el oído no ha oído, a nadie se le ocurrió pensar..." las
bellezas, grandezas y excelencias de María, milagro de los milagros de la
gracia, de la naturaleza y de la gloria. "Si quieres comprender a la Madre dice
un santo trata de comprender al Hijo. Pues Ella es digna Madre de Dios"
¡Enmudezca aquí toda lengua!
HAY
QUE CONOCER MEJOR A MARIA.
13. El corazón me ha dictado cuanto acabo
de escribir con alegría particular para demostrar que la excelsa María ha
permanecido hasta ahora desconocida y que ésta es una de las razones de que
Jesucristo no sea todavía conocido como debe serlo. De suerte que si el
conocimiento y reinado de Jesucristo han de dilatarse en el mundo como
ciertamente sucederá esto acontecerá como consecuencia necesaria del
conocimiento y reinado de la Santísima. Virgen, quien lo trajo al mundo la
primera vez y lo hará resplandecer, la segunda.
María en la historia de la
salvación
Necesidad del Culto a María.
14. Confieso con toda la iglesia que siendo María una
simple creatura salida de las manos del Altísimo, comparada con tan infinita
Majestad es menos que un átomo, o, mejor, es nada, porque sólo El es EL QUE ES.
Por consiguiente, este gran señor siempre independiente y suficiente a Sí mismo,
no tiene ni ha tenido absoluta necesidad de la Santísima. Virgen para realizar
su voluntad y manifestar su gloria. Le basta querer para hacerlo todo.
15. Afirmo, sin embargo, que dadas las cosas como son
habiendo querido Dios comenzar y acabar sus mayores obras por medio de la
Santísima. Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de
proceder: es Dios y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera de
obrar.
CAPITULO I
María en el misterio de Cristo
a. En la Encarnación
16. Dios Padre entregó su Unigénito al mundo solamente por
medio de María. Por más suspiros que hayan exhalado los patriarcas, por más
ruegos que hayan elevado los profetas y santos de la antigua ley durante 4,000
años a fin de obtener dicho tesoro, solamente María lo ha merecido y ha hallado
gracia delante de Dios por la fuerza de su plegaria y la elevación de sus
virtudes. El mundo era indigno dice San Agustín de recibir al Hijo de Dios
inmediatamente de manos al Padre.
Quien
lo entregó a María para que el mundo lo recibiera por medio de Ella.
Dios
Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María.
Dios
Espíritu Santo formó a Jesucristo en María, pero después de haberle pedido
consentimiento por medio de los primeros ministros de su corte.
b. En los misterio de la Redención.
17. Dios Padre comunicó a María su fecundidad, en cuanto una
pura creatura era capaz de recibirla para que pudiera engendrar a su Hijo y a
todos los miembros de su Cuerpo Místico.
18. Dios Hijo descendió al seno virginal de María como nuevo
Adán a su paraíso terrestre, para complacerse y realizar allí secretamente
maravillas de gracia.
· Este Dios hombre encontró su libertad en dejarse aprisionar en su seno.
· Manifestó su poder dejándose llevar por esta jovencita;
· Cifró su gloria y la de su Padre en ocultar sus resplandores a todas las creaturas de la tierra, para no revelarlos sino a María.
· Glorificó su propia independencia y majestad, sometiéndose a esta Virgen amable en la concepción, nacimiento, presentación en el templo, vida oculta de treinta años, hasta la muerte, a la que Ella debía asistir, para ofrecer con Ella un solo sacrifico y ser inmolado por su consentimiento al Padre eterno, como en otro tiempo Isaac por la obediencia de Abraham a la voluntad de Dios.
Ella le
amamantó, alimentó, cuidó, educó y sacrificó por nosotros.
¡Oh
admirable e incomprensible dependencia de un Dios! Para mostrarnos su precio y
gloria infinita, el Espíritu Santo no pudo pasarla en silencio en el Evangelio,
a pesar de habernos ocultado casi todas las cosas admirables que la Sabiduría
encarnada realizó durante su vida oculta. Jesucristo dio mayor gloria a Dios, su
Padre, por su sumisión a María durante treinta años que la que le hubiera dado
convirtiendo al mundo entero con los milagros más portentosos. ¡Oh! ¡Cuán
altamente glorificamos a Dios, cuando para agradarle nos sometemos a María, a
ejemplo de Jesucristo, nuestro único modelo!
19. Si examinamos de cerca el resto de la vida de
Jesucristo, veremos que ha querido inaugurar sus milagros por medio de
María.
Por la
palabra de Ella santificó a San Juan en el seno de Santa Isabel, su madre, habló
María, y Juan quedó santificado. Este fue su primero y mayor milagro en el orden
de la gracia.
Ante la
humilde plegaria de María, convirtió el agua en vino en las bodas de Caná. Era
su primer milagro en el orden de la naturaleza. Comenzó y continuó sus milagros
por medio de María y por medio de Ella los continuará hasta el fin de los
siglos.
20. Dios Espíritu Santo, que es estéril en Dios es
decir, no produce otra persona divina en la Divinidad se hizo fecundo por María,
su Esposa. Con Ella, en Ella y de Ella produjo su obra maestra, que es un Dios
hecho hombre, y produce todos los días hasta el fin del mundo a los
predestinados y miembros de esta Cabeza adorable.
Por
ello, cuanto más encuentra a María, su querida e indisoluble Esposa, en una
alma, tanto más poderoso y dinámico se muestra para producir a Jesucristo en esa
alma y a ésta en Jesucristo.
21. No quiero decir con esto que la Santísima. Virgen
dé al Espíritu Santo la fecundidad, como si El no la tuviese, ya que siendo El
Dios, posee la fecundidad o capacidad de producir tanto como el Padre y el Hijo,
aunque no la reduce al acto al no producirá otra persona divina. Quiero decir
solamente que el Espíritu Santo, por intermedio de la Santísima. Virgen de quien
ha tenido a bien servirse, aunque absolutamente no necesita de Ella reduce al
acto su propia fecundidad, produciendo en Ella y por Ella a Jesucristo y a sus
miembros. ¡Misterio de la gracia desconocido aún por los más sabios y
espirituales entre los cristianos!
CAPITULO II
María en el misterio de la Iglesia
22. El proceder que las tres divinas personas de la
Santísima. Trinidad han adoptado en la Encarnación y primera venida de
Jesucristo,
· lo prosiguen todos los días de manera invisible en la santa iglesia
· y lo mantendrán hasta el fin de los siglos en la segunda venida de Jesucristo.
A. Misión de María en el pueblo de Dios.
a. Colaboradora de Dios.
23. Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó
mar.
Creó un
depósito de todas las gracias y lo llamó María.
El Dios
omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más
hermoso, refulgente, raro y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este
inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor, de cuya
plenitud se enriquecen los hombres.
24. Dios Hijo comunicó a su Madre cuanto adquirió mediante su
vida y muerte, sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó
tesorera de todo cuanto el Padre le dio en herencia. Por medio de Ella aplica
sus méritos a sus miembros, les comunica virtudes y les distribuye sus gracias.
María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave
y abundantemente sus misericordias.
25. Dios Espíritu Santo comunicó a su fiel Esposa, María, sus
dones inefables y la escogió por dispensadora de cuanto posee. De manera que
Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos
sus dones y gracias. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no
pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que
todo lo tengamos por María. Y porque así será enriquecida, ensalzada y honrada
por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el
fondo de la nada por su humildad. Estos son los sentimientos de la iglesia y de
los Santos Padres.
26. Si yo hablara a ciertos sabios actuales, probaría cuanto
afirmo sin más, con textos de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres,
citando al efecto sus pasajes latinos, y con otras sólidas razones, que se
pueden ver largamente expuestas por el R. P. Poiré en u Triple Corona de la
Santísima Virgen. Pero estoy hablando de modo especial a los humildes y
sencillos. Que son personas de buena voluntad, tienen una fe más robusta que la
generalidad de los sabios y creen con mayor sencillez y mérito. Por ello me
contento con declararles sencillamente la verdad, sin detenerme a citarle los
pasajes latinos, que no entiende. Aunque no renuncio a citar algunos, pero sin
esforzarme por buscarlos. Prosigamos.
b. Influjo maternal de María
27. La gracia perfecciona a la naturaleza, y la gloria, a la
gracia. Es cierto, por tanto, que el Señor es todavía en el cielo Hijo de María
como lo fue en la tierra y, por consiguiente, conserva para con Ella la sumisión
y obediencia del mejor de todos los hijos para con la mejor de todas las madres.
No veamos, sin embargo, en esta dependencia ningún desdoro o imperfección en
Jesucristo. María es infinitamente inferior a su Hijo, que es Dios. Y por ello,
no le manda como haría una mare a su hijo de aquí abajo, que es inferior a ella.
María, toda trasformada en Dios por la gracia y la gloria, que transforma en El
a todos los santos no le pide, quiere ni hace nada que sea contrario a la eterna
e inmutable voluntad de Dios.
Por
tanto, cuando leemos en San Bernardo, San Buenaventura, San Bernardino y otros,
que en el cielo y en la tierra todo inclusive el mismo Dios está sometido a la
Santísima Virgen, quieren decir que la autoridad que Dios le confirió es tan
grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y
súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina
Majestad. La cual no desoye jamás las súplicas de su querida Madre, porque son
siempre humildes y conformes a la voluntad divina.
Si
Moisés, con la fuerza de su plegaria, contuvo la cólera divina contra los
Israelitas en forma tan eficaz que el Señor altísimo e infinitamente
misericordioso, no pudiendo resistirle, le pidió que le dejase encolerizarse y
castigar a ese pueblo rebelde, ¿qué debemos pensar con mayor razón de los ruegos
de la humilde María, la digna Madre de Dios, que son más poderosos delante del
Señor, que las súplicas e intercesiones de todos los ángeles y santos del cielo
y de la tierra?
28. María impera en el cielo sobre los ángeles y
bienaventurados. En recompensa a su profunda humildad, Dios le ha dado el poder
y la misión de llenar de santos los tronos vacíos, de donde por orgullo cayeron
los ángeles apóstatas. Tal es la voluntad del Altísimo que exalta siempre a los
humildes: que el cielo, la tierra y los abismos se sometan, de grado o por
fuerza, a las órdenes de la humilde María, a quien ha constituido Soberana del
cielo y de la tierra, capitana de sus ejércitos, tesorera de sus riquezas,
dispensadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los
enemigos de Dios y fiel compañera de su grandeza y de sus triunfos.
c. Señal de fe auténtica
29. Dios Padre quiere formarse hijos por medio de María hasta
la consumación del mundo y le dice: Pon tu tienda en Jacob, es decir, fija tu
morada y residencia en mis hijos y predestinados, simbolizados por Jacob, y no
en los hijos del demonio, los réprobos, simbolizados por Esaú.
30. Así como en la generación natural y corporal concurren el
padre y la madre, también en la generación sobrenatural y espiritual hay un
Padre, que es Dios, y una Madre, que es María.
Todos
los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María
por Madre. Y quien no tenga a María por Madre, tampoco tiene a Dios por Padre.
Por esto los réprobos como los herejes, cismáticos, etc., que odian o miran con
desprecio o indiferencia a la Santísima Virgen no tienen a Dios por Padre aunque
se jacten de ello porque no tienen a María por Madre. Que si la tuviesen por
tal, la amarían y honrarían, como el buen hijo ama y honra naturalmente a la
madre que le dio la vida.
La
señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de
perversa doctrina, a un réprobo de un predestinado, es que el hereje y el
réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen,
cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u
ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos.
¡Ay!
Dios Padre no ha dicho a María que establezca en ellos su morada porque son los
Esaús.
d. María, Madre de la Iglesia.
31. Dios Hijo quiere formarse por medio de María, y por
decirlo así, encarnarse todos los días en los miembros de su Cuerpo Místico y le
dice: Entra en la heredad de Israel.
Como si
dijera: Dios, mi Padre, me ha dado en herencia todas las naciones de la tierra,
todos los hombres buenos y malos, predestinados y réprobos: regiré a los
primeros con cetro de oro, a los segundos justo vengador, de todos seré juez.
Tú, en cambio, querida Madre Mía, tendrás por heredad y obsesión solamente a los
predestinados, simbolizados por Israel: como buena madre suya, tú los darás a
luz, los alimentarás y harás crecer y, como su soberana, los guiarás, gobernarás
y defenderás.
32. "Uno por todos han nacido en ella", dice el
Espíritu Santo. Según la explicación de algunos Padres, un primer hombre nacido
de María es el Hombre-Dios, Jesucristo, el segundo es un hombre-hombre, hijo de
Dios y de María por adopción.
Ahora
bien, si Jesucristo, Cabeza de la humanidad, ha nacido de Ella, los
predestinados, que son los miembros de esta Cabeza, deben también, por
consecuencia necesaria, nacer de Ella. Ninguna madre da a luz la cabeza sin los
miembros ni los miembros sin la cabeza: de lo contrario, aquello sería un
monstruo de la naturaleza. Del mismo modo, en el orden de la gracia, la Cabeza y
los miembros nacen de la misma madre. Y si un miembro del Cuerpo Místico de
Jesucristo, es decir, un predestinado, naciese de una Madre que no sea María la
que engendró a la Cabeza, no sería predestinado ni miembro de Jesucristo, sino
un monstruo en el orden de la gracia.
33. Más aún, Jesucristo es hoy, como siempre, fruto de
María. El cielo y la tierra se lo repiten millares de veces cada día: "Y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús". Es indudable, por tanto, que Jesucristo es
tan verdaderamente fruto y obra de María para cada hombre en particular que lo
posee, como para todo el mundo en general. De modo que si algún fiel tiene a
Jesucristo formado en su corazón, puede decir con osadía: "Gracias mil a María:
lo que poseo es obra y fruto suyo y sin Ella no lo tendría!" Y se pueden aplicar
a María, con mayor razón que San Pablo se las aplicaba a sí mismo, estas
palabras: "¡Hijitos míos!, de nuevo sufro los dolores del alumbramiento hasta
que Cristo se forme en ustedes". Todos los días doy a luz a los hijos de Dios,
hasta que se conformen a Jesucristo, mi Hijo, en madurez perfecta.
San
Agustín, excediéndose a sí mismo y a cuanto acabo de decir, afirma que todos los
predestinados para conformarse a la imagen del Hijo de Dios están ocultos,
mientras viven en este mundo, en el seno de la Santísima Virgen, donde esta
Madre bondadosa los protege, alimenta, mantiene y hace crecer hasta que los da a
luz para la gloria después de la muerte, que es, a decir verdad, el día de su
nacimiento, como llama la iglesia a la muerte de los justos.
¡Oh
misterio de gracia, desconocido de los réprobos y poco conocido de los
predestinados!
e. María, figura de la iglesia.
34. Dios Espíritu Santo quiere formarse elegidos en
Ella y por Ella y le dice: "En el pueblo glorioso echa raíces". Echa, querida
Esposa mía, las raíces de todas tus virtudes en mis elegidos, para que crezcan
de virtud en virtud y de gracia en gracia. Me agradé tanto en ti, mientras
vivías sobre la tierra practicando las más sublimes virtudes, que aún ahora
deseo hallarte en la tierra sin que dejes de estar en el cielo. Reprodúcete,
para ello, en mis elegidos, para que crezcan de virtud en virtud y de gracia en
gracia. Me agradé tanto en ti, mientras vivías sobre la tierra practicando las
más sublimes virtudes, que aún ahora deseo hallarte en la tierra sin que dejes
de estar en el cielo. Reprodúcete, para ello, en mis elegidos. Tenga yo el
placer de ver en ellos las raíces de tu fe invencible, de tu humildad profunda,
de tu mortificación universal, de tu oración sublime, de tu caridad ardiente, de
tu esperanza firme y de todas sus virtudes. Tú eres, como siempre, mi Esposa
fiel, pura y fecunda. Tu fe me procure fieles, tu pureza me dé vírgenes; tu
fecundidad, elegidos y templos.
35. Cuando María ha echado raíces en un alma,
realiza allí las maravillas de la gracia que sólo Ella puede realizar, porque
Ella sola es Virgen fecunda, que no tuvo ni tendrá jamás semejante en pureza y
fecundidad.
María
ha colaborado con el Espíritu Santo a la obra de los siglos, es decir, la
Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará también los mayores
portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes
santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a Ella, porque sólo
esta Virgen singular y milagrosa puede realizar en unión del Espíritu Santo, las
cosas singulares y extraordinarias.
36. Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la
encuentra en un alma, vuela y entra en esa alma en plenitud y se le comunica
tanto más abundantemente cuanto más sitio hace el alma a su Esposa.
Una de
las razones principales de que el Espíritu Santo no realice maravillas
portentosas en las almas, es que no encuentra en ellas una unión suficientemente
estrecha con su fiel e indisoluble Esposa.
Digo
"fiel e indisoluble Esposa", porque desde que este Amor sustancial del Padre y
del Hijo, se desposó con María para producir a Jesucristo, Cabeza de los
elegidos, y a Jesucristo en los elegidos, jamás la ha repudiado, porque Ella se
ha mantenido siempre fiel y fecunda.
B. Consecuencias.
a. María es Reina de los corazones
37. De lo que acabo de decir se sigue evidentemente:
En
primer lugar, que María ha recibido de Dios un gran dominio sobre las almas de
los elegidos. Efectivamente, no podía fijar en ellos su morada, como el Padre le
ha ordenado, ni formarlos, alimentarlos, darlos a luz para la eternidad como
madre suya, poseerlos como propiedad personal, formarlos en Jesucristo y a
Jesucristo en ello, echar en sus corazones las raíces de sus virtudes y ser la
compañera indisoluble del Espíritu Santo para todas las obras de la gracia... No
puede, repito, realizar todo esto, si no tiene derecho ni dominio sobre sus
almas por gracia singular del Altísimo, que, habiéndole dado poder sobre su Hijo
único y natural, se lo ha comunicado también sobre sus hijos adoptivos, no sólo
en cuanto al cuerpo lo que sería poca cosa sino también en cuanto al alma.
38. María es la Reina del cielo y de la tierra,
por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista. Ahora bien,
así como el reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o interior
del hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está en medio de ustedes",
del mismo modo, el reino de la Virgen María está principalmente en el interior
del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en las almas
juntamente con su Hijo más que en todas las creaturas visibles, de modo que
podemos llamarla con los Santos: Reina de los corazones.
b.
María es necesaria a los hombres.
* para la salvación.
39. Segunda conclusión. Dado que la Santísima Virgen fue necesaria
a Dios, con necesidad llamada hipotética, es decir, proveniente de la voluntad
divina, debemos concluir que es mucho más necesaria a los hombres para alcanzar
la salvación. La devoción a la Santísima Virgen no debe, pues, confundirse con
las devociones a los demás santos, como si no fuese más necesaria que ellas y
sólo de superogación.
40. El doctor y piadoso Suárez, S. J., el sabio y devoto Justo
Lipsio, doctor de Lovaina y muchos otros, han demostrado con pruebas
irrefutables tomadas de los Padres como San Agustín, San Efrén, diácono de
Edesa, San Cirilo de Jerusalén, San Germán de Constantinopla, San Juan
Damasceno, San Alselmo, San Bernardo, San Bernardino, Santo Tomás y San
Buenaventura que la devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la
salvación y que, así como es señal infalible de reprobación según lo han
reconocido el mismo Ecolampadio y otros herejes el no tener estima y amor a la
Santísima Virgen, del mismo modo es signo infalible de predestinación el
entregarse a Ella y serle entera y verdaderamente devoto.
41. Las palabras y figuras del Antiguo y del Nuevo
Testamento lo demuestran. El sentir y ejemplo de los santos lo confirman. La
razón y la experiencia lo enseñan y demuestran. El demonio mismo y sus secuaces,
impelidos por la fuerza de la verdad, se han visto obligados a confesarlo muchas
veces, a pesar suyo.
De
todos los pasajes de los Santos Padres y Doctores de los cuales he elaborado una
extensa colección para probar esta verdad presento solamente uno para no ser
prolijo: "Ser devoto tuyo, oh María, dice San Juan Damasceno es un arma de
salvación que Dios ofrece a los que quiere salvar".
42. Podría referir aquí varias historias que
comprueban esto. Entre otras:
a. La
que se cuenta en las crónicas de San Francisco: cuando vio en éxtasis una larga
escalera que llegaba hasta el cielo y en cuya cima estaba la Santísima Virgen.
Se le indicó que para llegar al cielo era necesario subir por dicha
escalera.
b. La
que se refiere en las crónicas de Santo Domingo. Cerca de Carcasona, donde el
Santo predicaba el Rosario, quincemil demonios que se habían apoderado de un
desgraciado hereje, se vieron forzados a confesar, con gran confusión suya, por
mandato de la Santísima Virgen, muchas, grandes y consoladoras verdades
referentes a la devoción a María, con tal fuerza y claridad que, por poco devoto
que seas de la Santísima Virgen, no podrás leer esta auténtica historia y el
panegírico que el demonio, a pesar suyo, hizo de esta devoción, sin derramar
lágrimas de alegría.
* para
una perfección particular
43. Si honrar a María Santísima, es necesario a todos
los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho más a los que son llamados a
un perfección particular. Creo personalmente que nadie puede llegar a un íntima
unión con el Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo, sin una unión
muy estrecha con la Santísima Virgen y una verdadera dependencia de su
socorro.
44. Sólo María halló gracia delante de Dios, sin
auxilio de ninguna creatura. Sólo por Ella han hallado gracia ante Dios cuantos
después de Ella la han hallado y sólo por Ella la encontrarán cuantos la
hallarán en el futuro.
Ya
estaba llena de gracia cuando la saludó el arcángel San Gabriel.
María
quedó sobreabundantemente llena de gracia, cuando el Espíritu Santo la cubrió
con su sombra inefable. Y siguió creciendo de día en día y de momento en momento
en esta doble plenitud de tal manera que llegó a un grado inmenso e
incomprensible.
Por
ello, el Altísimo le ha constituido tesorera única de sus tesoros y única
dispensadora de sus gracias para que embellezca, levante y enriquezca a quien
Ella quiera; introduzca, a pesar de todos los obstáculos, por la angosta senda
de la vida a quien Ella quiera; y dé el trono, el cetro y la corona regia a
quien Ella quiera-Jesús es siempre y en todas partes el fruto y el Hijo de María
y María es en todas partes el verdadero árbol que lleva el fruto de vida y la
verdadera Madre que lo produce.
45. Sólo a María ha entregado Dios las llaves que dan
entrada a la intimidad del amor divino y el poder de dar entrada a los demás por
los caminos más sublimes y secretos de la perfección.
Sólo
María permite la entrada en el paraíso terrestre a los pobres hijos de la Eva
infiel para pasearse allí agradablemente con Dios, esconderse de sus enemigos
con seguridad, alimentarse deliciosamente sin temer ya a la muerte del fruto de
los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal, y beber a boca llena
las aguas celestiales de la hermosa fuente que allí mana en abundancia. Mejor
dicho, siendo Ella misma este paraíso terrestre o esta tierra virgen y bendita
de la que fueron arrojados Adán y Eva pecadores, permite entrar solamente a
aquellos a quienes le place para hacerlos llegar a la santidad.
46. De siglo en siglo, pero de modo especial hacia el fin del
mundo, todos los "ricos del pueblo suplicarán tu rostro". San Bernardo comenta
así estas palabras del Espíritu Santo: los mayores santos, las personas más
ricas en gracia y virtud son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen y
contemplarla siempre como el modelo perfecto a imitar y la ayuda eficaz que les
debe socorrer.
47. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el
fin del mundo y muy pronto porque el Altísimo y su Santísima Madre han de formar
grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto
los cedros del Líbano exceden a los arbustos. Así fue revelado a un alma santa,
cuya vida escribió de Renty.
48. Estos grandes santos, llenos de gracia y
dinamismo, serán escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán
por todas partes. Tendrán una excepcional devoción a la Santísima Virgen, quien
les esclarecerá con su luz, les alimentará con su leche, les sostendrá con su
brazo y les protegerá, de suerte que combatirán con una mano y construirán con
la otra. Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus
herejías, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus idolatrías y
a los pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán el templo del
verdadero Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen,
llamada precisamente por los Padres, Templo de Salomón y Ciudad de Dios.
Con sus
palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdadera devoción a María. Esto les
granjeará muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria para Dios
solo. Así lo reveló Dios a Vicente Ferrer, gran apóstol de su siglo, como lo
consignó claramente en uno de sus escritos.
Es lo
que parece haber predicho el Espíritu Santo con las palabras del salmista:
"...Y
sepan que Dios domina en Jacob,
hasta
los confines de la tierra.
Regresan a la tarde,
aullan
como perros,
rondan
por la ciudad
en
busca de comida..."
Esta
ciudad a la que acudirán los hombres al fin del mundo para convertirse y saciar
su hambre de justicia es la Santísima Virgen a quien el Espíritu Santo llama
"morada y ciudadela de Dios".
CAPITULO III
María en los últimos tiempos de la
Iglesia
a. María y los últimos tiempos.
49. La salvación del mundo comenzó por medio de María y por
medio de Ella debe consumarse María casi no se manifestó en la primera venida de
Jesucristo, a fin de que los hombres poco instruidos e iluminados aún cerca de
la persona de su Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado
fuerte e imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella
hubiera sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le
había concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que San Dionisio
Areopagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a
causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe en la que se
hallaba bien cimentado no le hubiera enseñado lo contrario.
Pero,
en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de
manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido,
amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a
ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente aun después
de la predicación del Evangelio.
50. Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra
maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.
a .
porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más baja que el polvo por su
profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas
que no la dieran a conocer.
b. porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el
orden de la gracia como en el de la gloria y El quiere ser glorificado y alabado
en la tierra por los hombres.
c.
porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y
por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo
sea.
d. porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la
primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo
diferente.
e. porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado
para ir a Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por ella deben resplandecer en
santidad. Quien halla a María, halla la vida, es decir, a Jesucristo, que es el
Camino, la Verdad y la Vida. Ahora bien, no se puede hallar a María sino se la
busca, ni buscarla si no se la conoce, pues no se busca ni desea lo que no se
conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para
mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.
f. porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos
tiempos en misericordia, poder y gracia:
· en misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pobres pecadores y a los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica;
· en poder, contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos, judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan,
· en gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor,
g. por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus
secuaces "como un ejército en orden de batalla" sobre todo en estos últimos
tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca
para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho,
suscitará a en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los
fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho
más que a los demás.
b. María y la lucha final.
51. A estas últimas y crueles persecuciones de Satanás, que
aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe referirse sobre
todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada por Dios contra
la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno explicarla aquí, para
la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos y confusión de los
demonios:
"Haré
que haya enemistad entre ti y la mujer,
entre
tu descendencia y la suya,
ésta te
pisará la cabeza
mientras tú te abalanzarás sobre tu talón".
52. Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad,
que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y
el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y
secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado
como Satanás es María, su Santísima Madre. Ya desde el paraíso terrenal aunque
María sólo estaba entonces en la mente divina le inspiró tanto odio contra ese
maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa
antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso
impío, que el diablo la teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino
en cierto modo más que al mismo Dios.
No ya
porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente mayores que los de la
Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino:
a. porque Satanás, que es tan orgulloso sufre infinitamente más al
verse vencido y castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la
humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino;
b. porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra los
demonios que como a pesar suyo se han visto muchas veces obligados a confesarlo
por boca de los posesos tienen más miedo a un solo suspiro de María a favor de
una persona, que a las oraciones de todos los santos y a una sola amenaza suya
contra ellos más que a todos los demás tormentos.
53. Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la
humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la
obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí
y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer
perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para
todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.
54. Dios nos puso solamente una enemistad, sino enemistades, y no
sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la
del demonio. Es decir: Dios puso enemistades, antipatías y los odios secretos
entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima. Virgen y los hijos y
esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.
Los
hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado
¡todo viene a ser lo mismo! han perseguido siempre y perseguirán más que nunca
de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen, como en otro
tiempo Caín y Esaú figuras de los réprobos persiguieron a sus hermanos Abel y
Jacob figuras de los predestinados.
Pero la
humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan
completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María
descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales,
desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de
aquellas garras mortíferas!
El
poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo
particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su
calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres a juicio del mundo;
humillados delante de todos; rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de
los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y
carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en
santidad delante de Dios, superiores a cualquier otra creatura por su celo
ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino que, con la humildad
de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán
triunfar a Jesucristo.
c. María y los apóstoles de los últimos tiempos
55. Si, Dios quiere que su Madre Santísima, sea ahora más conocida,
amada y honrada que nunca. Lo que sucederá sin duda, si los predestinados, con
la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y
perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida.
Entonces verán, en cuanto lo permita la fe, a esta hermosa estrella del
mar y, guiados por Ella, llegará a puerto seguro, a pesar de las tempestades y
de los piratas.
Entonces conocerán las grandezas de esta Soberana y se consagrarán
enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor.
Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán
tiernamente como sus hijos predilectos.
Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la
necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su
querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.
Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto
para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma sin
reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.
56. Pero, ¿qué serán estos servidores, esclavos e hijos de María?
Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el
fuego del amor divino.
Serán
flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como
saetas en mano de un valiente.
Serán
hijos de Levi, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy
unidos a Dios. Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la
oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.
Serán
en todas partes el buen olor de Jesucristo para los pobres y sencillos; pero
para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte.
57. Serán nubes tronales y volantes, en el espacio, al menor soplo
del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada,
derramarán la lluvia de la palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra
el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra
el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la palabra de Dios
traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.
58. Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos. A
quienes el Señor de los ejército dará la palabra y la fuerza necesarias para
realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos.
Dormirán sin oro ni plata y lo que más cuenta sin preocupaciones en medio
de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos. Tendrán sin embargo, las alas
plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y
de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán
en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es
el cumplimiento de toda ley.
59. Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de
Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo
mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura
verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por
nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún
mortal por poderoso que sea.
Llevarán en la boca la espada de dos filos de la palabra de Dios, sobre
sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el
crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en
el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.
Tales
serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del
Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y
mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?... ¡Sólo Dios lo sabe! A
nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar:
"Yo esperaba con ansia".