Dones del Espíritu Santo: El Don del Entendimiento - Catequesis del Papa Francisco
30 de abril de 2014
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Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
Después de haber examinado la sabiduría, como el primero de los siete dones
del Espíritu Santo, hoy quisiera llamar la atención sobre el segundo don, es
decir, el intelecto. No se trata en este caso de la inteligencia humana, de
la capacidad intelectual de la que podamos estar más o menos dotados. Es una
gracia que solo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el
cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y
escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su diseño de
salvación.
El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los
efectos de este don. ¿Qué hace este don del intelecto en nosotros? Y Pablo
dice esto: “Lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni entraron en el corazón
del hombre, Dios las ha preparado para los que le aman. Pero a nosotros Dios
nos las ha revelado por medio del Espíritu” (1 Cor 2, 9-10). Esto,
obviamente no significa que un cristiano pueda comprender cada cosa y tener
un conocimiento pleno del diseño de Dios: todo esto permanece a la espera de
manifestarse con toda claridad cuando nos encontremos ante Dios y seamos
verdaderamente una cosa sola con Él. Pero, como sugiere la misma palabra, el
intelecto permite “intus legere”, es decir, leer dentro. Y este don nos hace
entender las cosas como las entiende Dios, con la inteligencia de Dios.
Porque uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con
prudencia y va bien, pero entender una situación en profundidad como la
entiende Dios es el efecto de este don. Y Jesús ha querido enviarnos el
Espíritu Santo para que nosotros entendamos este don, para que todos
nosotros podamos entender las cosas como Dios las entiende, con la
inteligencia de Dios. ¡Es un hermoso regalo el que Dios nos ha hecho a todos
nosotros! Es el don con el que el Espíritu Santo nos introduce en la
intimidad con Dios y nos hace partícipes del diseño de amor que Él tiene
para nosotros.
Está claro que el don del intelecto está estrechamente conectado con la fe.
Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente,
nos hace crecer día tras día en la comprensión de lo que el Señor nos ha
dicho y ha realizado. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: “Os enviaré
el Espíritu Santo y Él os hará entender todo lo que yo os he enseñado”.
Entender las enseñanzas de Jesús, entender su palabra, entender el
Evangelio, entender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y
entender algo, pero si leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo
podemos entender la profundidad de las palabras de Dios y esto es un gran
don, un gran don que todos debemos pedir y pedir juntos: dános Señor el don
del intelecto.
Hay un episodio en el evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad
y la fuerza de este don. Tras haber asistido a la muerte en cruz y a la
sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, desilusionados y afligidos, se
van de Jerusalén y regresan a su pueblo de nombre Emaús. Mientras están en
camino, Jesús resucitado se pone a su lado y empieza a hablar con ellos,
pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no son capaces de
reconocerlo. Jesús camina con ellos, pero ellos estaban tan tristes y tan
desesperados que no lo reconocen. Pero cuando el Señor les explica las
Escrituras, para que comprendan que Él debía sufrir y morir para después
resucitar, sus mentes se abren y en sus corazones vuelve a encenderse la
esperanza (cfr Lc 24,13-27). Y esto es lo que el Espíritu Santo hace con
nosotros. Nos abre la mente, nos la abre para entender mejor, para entender
mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las
cosas. Es importante el don del intelecto para nuestra vida cristiana.
Pidamos al Señor que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don, para
entender, como entiende Él, las cosas que suceden y para entender sobre todo
la Palabra de Dios en el Evangelio ¡Gracias!