La Confirmación: Catequesis I del Papa Francisco
La Confirmación 'confirma' el Bautismo
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de la catequesis sobre el Bautismo, estos días que siguen a la
solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que
el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo sus vidas en movimiento,
abriéndolas al bien de los demás. Jesús confió a sus discípulos una gran
misión: "Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo"
(Mt 5, 13-16). Estas son imágenes que nos hacen pensar en nuestro
comportamiento, porque tanto la falta de sal como su exceso vuelven poco
apetecible la comida, así como la ausencia y el exceso de luz nos impiden
ver. El que puede hacernos realmente sal que da sabor y conserva de la
corrupción y luz que ilumina el mundo es solo el Espíritu de Cristo. Y este
es el don que recibimos en el Sacramento de la Confirmación o Crismación,
sobre el que deseo detenerme y reflexionar con vosotros. Se llama
"Confirmación" porque confirma el Bautismo y refuerza su gracia (véase
Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); así como "Crismación", porque
recibimos el Espíritu a través de la unción con el "crisma" –aceite mezclado
con fragancias consagrado por el obispo - un término que se refiere a
"Cristo," el ungido del Espíritu Santo.
Renacer a la vida divina en el Bautismo es el primer paso. Por lo tanto es
necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que nos
conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en
su misión en el mundo. Esto es lo que otorga la unción del Espíritu Santo: “
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro" (véase Secuencia de
Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el
Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de
Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de
cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu.
Concebido por la Virgen por obra el Espíritu Santo, Jesús emprende su misión
después de que, salido del agua del Jordán, es consagrado por el Espíritu
que desciende y permanece sobre Él (cf Mc 1,10; Jn 1:32). Él lo declara
explícitamente en la sinagoga de Nazaret. ¡Es hermoso como se presenta
Jesús, cual es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret!
Escuchemos como hace: "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva"(Lc 4, 18). Jesús se presenta en
la sinagoga de su pueblo como el Ungido, El que ha sido ungido por el
Espíritu.
Jesús está lleno del Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido
por el Padre (Jn 15, 26; Lc 24, 39; Hch 1, 8, 2.33). En realidad, en la
noche de Pascua el Resucitado sopló sobre los discípulos y les dijo:
"Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22); y en el día de Pentecostés, la
fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria
(véase Hechos 2: 1-4), como sabemos.
El "Respiro" de Cristo resucitado llena los pulmones de la Iglesia de vida
y, en efecto, las bocas de los discípulos, "llenos del Espíritu Santo", se
abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (véase Hechos 2:
1-11).
Pentecostés – que celebramos el domingo pasado- es para la Iglesia lo que
para Cristo fue la unción del Espíritu recibida en el Jordán; es decir,
Pentecostés es el impulso misionero a consumir la vida por la santificación
de los hombres, para gloria de Dios. Si en todo sacramento obra el Espíritu,
de manera especial es en la Confirmación en el cual "los fieles reciben como
don el Espíritu Santo " (Pablo VI, Const. ap., Divinae consortium naturae).
Y en el momento de efectuar la unción, el obispo dice estas palabras:
“Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado en don”: es el gran don de
Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros llevamos al Espíritu dentro. El
Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en
la vida para que nos convirtamos en sal justa y luz justa para los hombres.
Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la
Confirmación es el Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos
como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión,
según el diseño del Padre celestial. El testimonio que dan los confirmados
manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración
creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo vemos que hemos recibido el Don del
Espíritu? Si realizamos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras
enseñadas por el Espíritu (véase 1 Cor 2:13). El testimonio cristiano
consiste en hacer solo y todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide,
otorgándonos la fuerza para hacerlo.
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el alcance de la Confimación para tu vida