DIÁLOGOS Y ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO
Señor: Enséñanos a orar...
La actitud orante del Maestro, indujo a sus discípulos a imitarlo.
¿quién podría desentrañar el maravilloso y profundo diálogo de Jesús con el
Padre?
En un mundo tan cambiante y rápido como el de hoy ¿dedicamos los cristianos
durante el día algunos momentos a la súplica y a la plegaria, como nos lo
pide permanentemente Su Santidad, Juan Pablo II?
¿anteponemos, como nos enseñó Jesús, la oración confiada al Padre a todas
nuestras actividades y proyectos, para que ellos tengan con la bendición de
lo alto, su plena realización?
¿creemos verdaderamente en estas palabras de Jesús?
(Lucas 11 9-13)
"Pues bien, Yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a
la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla
y al que llame a una puerta se le abrirá.
¿qué padre de entre ustedes, si su hijo le pide pescado, en vez de pescado
le da una serpiente, o si le pide un huevo le pasa un escorpión? Por lo
tanto, si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuanto
más el Padre del Cielo, dará el ESPIRITU SANTO a los que se lo pidan"
La oración es un DON, un regalo misericordioso que nos hace el Señor. Pero
requiere nuestra colaboración: pedirlo, suplicarlo y esperarlo.
Los Padres de la Iglesia Católica aseveraron en sus enseñanzas que se
aprende a orar...ORANDO. No hay técnica de oración que pueda sustituir un
estado interno de vaciamiento y disponibilidad para dejarnos inundar por el
misterio de la gracia.
No es simplemente un acto de orar, sino que el aprendizaje diario y continuo
nos debería llevar a lograr un estado permanente de oración, que gobierne y
santifique nuestros vínculos y actividades cotidianas.
El secreto de la oración es la perseverancia. No desanimarse jamás y orar
noche y día. La respuesta del Señor no se hace esperar: Nos da su
ESPIRITU.!!!
Las oraciones presentadas en este sitio son una invitación para empezar a
recorrer junto al Señor un camino de diálogo íntimo para que El sople en
nuestro corazón los dones del Espíritu Santo, convirtiéndonos en nuevas
personas y dejando atrás al hombre viejo, que limita y desestabiliza el
desarrollo de nuestra dimensión espiritual.
"Felices los sirvientes a los cuales el patrón encuentre velando cuando
llegue. Yo les digo que él mismo se pondrá el delantal, los hará sentarse a
su mesa y los servirá uno por uno. Felices si los encuentra así, aunque se
presente a la medianoche o a la madrugada"
(Lucas 12 37-38)
¿CÓMO NOS ENCONTRARÁ EL SEÑOR?
Señor: Necesitamos convertirnos. Danos entonces tu Gracia.
Sabes los momentos que estamos atravesando. Siempre nos escuchas.
Al iniciar las oraciones, te pedimos que nos acompañes y con el corazón
abierto y sincero, suplicamos a tu Misericordia
nos regales los dones de tu Espíritu:
Señor, hoy quiero hablar contigo. Concédeme la luz y la paz interior para ir
hablándote paso a paso y sentirme escuchado.
Hoy es tiempo de una gran prueba interior, tu purificación para conmigo. Te
siento como el Podador, estás arrancando de cuajo lo que no sirve y preparas
el terreno para que ello suceda: una prueba aquí, una cruz allá, un disgusto
aquí, una resistencia acá. Estás transparentando la toma de conciencia de
mis propias respuestas interiores para convertirme.
Recuerdo a San Juan de la Cruz cuando dice que al investir esa llama de amor
y de fuego en que consiste la purificación, el Espíritu Santo nos da la luz
a nuestro ojo espiritual, para poder ver con toda claridad nuestra
naturaleza humana: miseria.
Sé que tu forma de amarme es purificarme. ¿pero cual es hoy mi respuesta?
En la alternativa, sabes que muchas veces elijo mi propio parecer y evado la
respuesta evangélica que me haría vivir en paz y hasta soportar con alegría
la cruz.
Me doy cuenta que aspiro a pensar y a actuar sobrenaturalmente con medios y
actitudes exclusivamente humanos, apareciendo entonces por doquier, las
contradicciones que frustran, desconsuelan y angustian.
Te estoy escuchando: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... Sin mí no
podéis hacer nada". En estos momentos quiero comenzar algo distinto:
AYUDAME, ven con tu hierro candente, cámbiame, transfórmame y que aprenda a
orar incesantemente noche y día contigo.
No quiero contar más conmigo, deseo vencer mi orgullo y dar un paso de
humildad: Sin ti, no puedo hacer nada y nada soy. Espero verte cara a cara
en el misterio, charlar juntos con confianza y fe, sin miedos y sin culpas.
Tú resucitaste, estás en espíritu y verdad, aquí, ahora, junto a mí. Acepta
mis miserias, te las entrego como lo único que puedo ofrecerte y háblame al
oído con tu delicada dulzura.
¿porqué golpeas tan insistentemente?
¿qué buscas en mí?
Espíritu Santo, eres la delicia nutriente de nuestras necesidades
espirituales. Solo tú, con tu venida nos induces continuamente al ejercicio
de la oración. A veces, como hoy, el deseo de orar se va diluyendo porque
nos vamos como deprimiendo al sumergirnos implacablemente en la oscuridad de
la fe a la vez que aumenta compulsivamente el deseo de tocar y ver algo que
nos de firmeza y confianza. Y más nos amargamos cuando nada sucede y el
silencio se amplifica y se eterniza.
En esos momentos, sopla con fuerza y levántanos, no nos dejes caer, por
favor.
Ven espíritu santo, que tu lluvia límpida nos empape de deseos eternos y en
nuestro corazón no haya más que un solo querer: sentir TU MISERICORDIA
INFINITA.
Ven. Ayúdanos a caminar y sana nuestro corazón. Fortifícanos, anímanos,
rompe la dureza de nuestros sentimientos de orgullo y suficiencia para que
podamos renunciar a lo de cada día, cumplir tu voluntad, saber discernir y
fundamentalmente lograr lo que más nos cuesta: la actitud espontánea y
sincera de estar abierto a las dulzuras y cruces del Reino.
Espíritu que todo lo puedes porque supiste escuchar al Padre y al Hijo,
danos energía y fuerza diaria para enfrentar los acontecimientos y leerlos
todos como mensajes educativos y transformadores de Aquel que nos ama
incansablemente. Espíritu mensajero y mediador, no permitas que nuestra
naturaleza humana egoísta y caprichosa determine nuestra personalidad. Al
contrario, combátela en donde ella se hace fuerte y aprovecha nuestros
puntos débiles para generar esos comportamientos que en definitiva nos
alejan del reino e impiden que gocemos de las maravillas derivadas de la
gracia y la santidad.
Que tu gracia nos permita dedicar el tiempo máximo a la actitud orante y
perseverante. Que no nos desanimemos por el aparente silencio de Dios,
porque El nos dice siempre que ninguna oración se pierde. Por favor, que
creamos esto en toda oportunidad. Nada se pierde, absolutamente nada.
Espíritu de claridad y sabiduría, convive con nosotros y regálanos la gracia
de tener la certeza de que siempre respondes y más que nada que nos asistes
aunque nosotros no nos demos cuenta.
""No te escandalices por los malvados, ni envidies a los que proceden mal.
Porque se marchitarán tan pronto como la hierba, se secarán como el pasto de
los prados. Confía en el Señor y haz el bien, vive en tu tierra y come
tranquilo. Pon tu alegría en el Señor, él hará lo que desea tu corazón. Pon
tu porvenir en manos del Señor, confía en él y déjalo actuar. Sacará a luz
tus méritos y tus derechos se impondrán como el mediodía. Cállate junto al
Señor y espéralo y no te indignes por el aprovechador, por el que vive
intrigando, para dañar al pobre y al débil. Cesa en tu cólera, acalla el
rencor, no te irrites, eso es sólo daño"".
Cómo me cuesta agradecer ! Entonces gracias Señor por la gracia que nos
permite realizar en gozo lo que tenemos que hacer. Realmente ¿ si tu no
estuvieras, que sería de nosotros ? Que podríamos hablar, decir, sentir sin
Tí, sino estuviera la fuerza, la claridad, la coherencia de ese espíritu que
todo lo hace bien.
Señor, quiero manifestarte mi alegría porque estuviste y estás siempre que
te necesito. Creo que el espíritu santo es tu mano derecha, es el soplo
gratificante que da luz y verdad a nuestras palabras y hechos. Nada sin tí,
Señor, nunca, absolutamente nada sin tí. No puedo expresar en palabras
certeras lo que es la acción de tu espíritu en mí, cuando lo llamo y le pido
con esfuerzo y a veces con perseverancia, su asistencia. El viene, él está,
él hace acto de presencia, dulcifica la mirada, nos hace sentir canales e
instrumentos y sentimos que solo fluyen palabras que no surgen de nosotros y
ahí comprobamos la gracia. Pero Señor, soy desagradecido y lo sé y a veces
no hago nada por superarlo y me quedo y exijo y espero y cuando él no llega
para que aprenda la paciencia y la virtud, me pongo ansioso y parece que no
tiene sentido mi vida y después me siento mal. Por favor, Señor, entiéndeme,
ayúdame, dame fuerzas para creer y confiar y seguir a pesar de todos los
obstáculos y situaciones que se me presenten.
De mañana, parece que tengo que empezar a levantar una carga pesada y nunca
lo hago con alegría por el solo hecho de ofrecértelo a Tí. Juego siempre a
dos aguas, un paso aquí y otro que queda estancado y no desarrollo ese SI
grandote que hace tiempo quisiera sentirlo en mi corazón. Estoy atado Señor,
oprimido a veces, con esperas que se hacen interminables, esperas decisivas
para cualquier persona y tu silencio me paraliza, me petrifica y me
angustia. Guardo mucho como lo ves, sí, guardo egoístamente y siento que me
es imposible cambiar en este sentido y a veces me aburro y quedo solo,
esperando...
Tengo momentos que no entiendo ni adonde estoy parado por más que sé con
profundidad que Tu estás y me lo haces ver continuamente, en el signo, en la
palabra y en hecho más banal de la vida cotidiana. Pero lamentablemente no
puedo expresar lo que realmente soy y siento y hacia donde voy, si es que
voy a algún lugar porque no lo puedo avizorar en lo más mínimo. Señor, ¿qué
quieres de mí? ¿Cuál es tu voluntad en mí?
Sabes que hace tiempo que no puedo más y todavía, tengo temor ante tí y me
falta en verdad la confianza y la fe ciega que solo las puede dar el AMOR,
el amor que no tengo y que es renunciar y y dejarme llevar y CONFIAR.
Hoy más que nunca, ya que hace mucho tiempo que no escribo con ganas y con
lágrimas, te pido con todo el deseo la delicadeza y la compañía del espíritu
santo. Solo él me podrá acompañar y hacerme sentir que estoy vivo, ahí,
donde se presente y me espere. Derrama un poco de tu misericordia y más que
nada tu ternura, la estoy necesitando. Escúchame y ten presente mi súplica.
Que tu luz me siga fortificando y acompañándome en la búsqueda y en el deseo
de saber y poder cumplir tu Voluntad.
Gracias.
Cuando menos nos imaginamos su presencia, nos asalta a la vuelta de la
esquina y nos dice: aquí estoy !
Ahora, ¿ que nos dice? ¿ como podemos darnos cuenta del mensaje que nos trae
? ¿ que busca con tanta insistencia?
Creo que debe existir de base la súplica del discernimiento, entendido como
la capacidad de elegir lo bueno y desechar lo malo, o quizás tomar la
decisión adecuada en la suerte de una inspiración. Los dones más preciados
del espíritu santo son todos en su mayoría, pero no podemos hacer nada bien
sin la sabiduría y el entendimiento. Al darnos Dios estos dones nuestra
inteligencia, voluntad y los afectos se enriquecen considerablemente.
Imprevisiblemente surgen dejándonos atónitos esa palabra, ese hecho, esa
decisión que ocupan justamente el lugar vacío dejado por nuestras carencias.
Pero ¿suplicamos de verdad? Realmente somos muy orgullosos como para que
Otro nos diga lo que tenemos que hacer. También estamos muy desatentos por
estar muy concentrados en nuestro propio parecer.
Que hermosura resultaría si continuamente invocáramos los dones del espíritu
santo!
Su soplo es energía transparente y creadora, capaz de derribar montañas y al
mismo tiempo bajarnos a la humildad.
Señor, es poco el tiempo que te gritamos para que oigas nuestras plegarias.
Nuestro corazón está muy cargado de necedades y de muchas riquezas
innecesarias. Nuestra voz está opacada y es poco el esfuerzo que realizamos
para estar siempre en tu presencia y compañía.
Señor te necesitamos, queremos que seas nuestro amparo y que nos hagas ver
que tu espíritu está orando sin cesar con gemidos que todavía no podemos
percibirlos suficientemente.
Envíanos tu espíritu que es MISTERIO, pero un misterio clarificador y guía
que jamás nos defrauda.
Ven espíritu santo, ven, infunde tu gracia y haznos conocer la voluntad de
Dios. No sabemos lo que El quiere de nosotros, pero sí sabemos, que debemos
cumplir una misión. Señor, ¿cual es tu voluntad? Te pedimos a su vez la
fuerza para llevarla a cabo, poder cumplirla sin más trámite, sin dilación.
Esa es la gracia más importante, no dejarnos vencer por la desidia y dejar
todo y abandonar todo para simplemente hacer con ganas lo que quieres que
hagamos.
No hay proyecto que se pueda realizar sin tu asistencia, no hay día
tranquilo y feliz cuando tú no estás. Ven, ven y pacifícanos, límpianos de
nuestras faltas más ocultas y enciende siempre esa chispa misteriosa que
jamás debería de desaparecer, sino estaría todo perdido... la chispa de TU
PRESENCIA, todos los días y a cada hora. Señor a pesar de mis faltas, no
dejes nunca de regalarme esa gracia del deseo de tu presencia, porque en
cualquier situación que estemos siempre nos salvará y nos levantará.
Señor que tu espíritu rompa de una buena vez nuestro corazón de piedra para
que volvamos a renacer a lo sobrenatural, al agua de caridad y al pan de la
ternura.
Ven espíritu santo, te llamo sin más para que me ayudes a ser distinto y a
realizar en la vida concreta lo que a mi naturaleza me parece imposible.
Ven espíritu santo, regálanos la gracia de la oración continua y despeja esa
sensación tan humana de preguntarnos para que debemos rezar siempre y
porqué.
Limpia la mancha del pecado original que nos impide volvernos a Tí, creador
nuestro y santificador de nuestros pasos.
Otórganos el don de la alegría intensa, la capacidad de la sonrisa y la
despreocupación de nuestros problemas para abandonarnos plenamente en Ti y
en tu asistencia.
Espíritu Santo, don misterioso y regalo más preciado de las misericordias
del Señor.
Confiamos en Ti, esperamos en Ti y sufrimos en Ti.
Despiértanos por la mañana y cúbrenos con tu Sombra.
Despliega tus alas silenciosas y posa en nuestra ventana.
Y si somos dignos susúrranos al oído tus delicadas sugerencias.
No estamos limpios, Tú lo sabes, pero que importa !
Tu gracia MISERICORDIOSA es capaz de olvidar el color opaco de nuestro
corazón y dejarlo celeste y dilatado.
Te esperamos, ven, acércate un poco... sin Tí nada podemos y nada somos.
Te acuerdas Señor, de aquel momento sublime cuando decidí decirte: SI.
Vivía enamorado de Ti, rezaba diariamente, oraba sin cesar, estaba
continuamente en diálogo contigo y vivía contento y muy feliz.
Atendía a todos los que me requerían, siempre tenía una palabra de aliento y
esperanza para los pobres de espíritu, hacía tal novena, ofrecía muchos
Rosarios a la Virgen, miraba permanentemente hacia el cielo para trabajar
bien en la tierra. Que momentos ...
Durante algunas semanas misionaba en aquel pueblo, volvía y preparaba la
Fiesta de Nuestra Señora, la Iglesia estaba adornada de multicolores flores
y el cansancio no se hacía ver.
Confesaba con gusto y me preparaba varias horas para que la Misa fuera el
momento más sublime de encuentro con tu santísimo cuerpo y tu santísima
sangre.
Pero, el tiempo ha pasado.
Hoy, ya no es así.
No está aquella chispa que inundaba mi vida y me estimulaba con audacia a
buscarte.
No tengo el espíritu de oración profunda que bendecia y gobernaba mis
comportamientos y proyectos.
Hoy casi no tengo tiempo.
Estoy sumido en un mar de actividades, ando de aquí para allá y a veces ni
me acuerdo de Ti.
La rutina se ha instalado en mí y me siento desmotivado. Me vienen a la
cabeza dudas, cosas que no hice y me pregunto porqué no las hice y la carne
se ha despertado y afila punzante cuando estoy desprevenido.
Hoy estoy solo, sentado a la sombra de una tenue luz. Me siento cansado,
desvitalizado, sin ideas y hasta preguntándome: ¿para qué?
¿qué me ha pasado Señor?
No temas!!! Te entiendo y te comprendo. No dejé de estar un segundo a tu
lado. Es más, dejé pasar esos momentos y no intervine, para que hoy, me
contaras tu preocupación y volvieras a desearme con más intensidad.
Estoy aquí, sentado contigo en la otra silla, escuhándote y amándote.
Pregúntame!!! Si no hay palabras recogeré con ternura tus lágrimas. Ya me
dicen mucho.
No estás viejo, ni cansado, simplemente estás dormido, pero la semillita,
aquella que te regalé, en -tu gran día- está en lo más íntimo de tu corazón,
prendida y fulgurante.
Siempre hay tiempo para volver a comenzar, siempre hay un momento especial
para recobrar la gracia perdida, siempre habrá necesidades y almas sedientas
de mi AMOR.
Todavía te queda mucho por delante. Dime: ¿qué quieres que haga por tí? En
un día puedes hacer todavía mucho más de lo que no hiciste en años.
¿quieres volver a empezar?
Ora, ora y ora.
Estoy en ti. Déjame tomar tu mano y elevemos juntos lo que el Padre está
esperando:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu
reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy
nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas así como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos
del mal, amén.
¿cuento contigo?
Los caminos de Dios son únicos e imprevisibles. Tienen la característica de
que se hacen esperar y están marcados por el silencio más profundo. Ya están
delineados pero que misterioso que es Dios al darnos pocas pistas para saber
por donde están. Pero están y solamente hay que saber esperar.
En este misterio de la Fe, Dios nos va regalando dos preciosas virtudes: la
paciencia y la fidelidad. Paciencia para seguir caminando a pesar que no se
sabe donde se pisa y hacia donde vamos. Y fidelidad por esperarlo y por la
certeza que en el momento menos pensado se abre un surco de claridad y con
el sello de su "respuesta".
Mientras, si no estamos lo suficiente fortificados nos invade la
incertidumbre y la ansiedad y en la medida que éstas aumentan más Dios hace
silencio porque le estamos diciendo que no! que no creemos en su camino, que
no sabermos esperar pacientemente, que no confiamos en su divina
providencia, que somos débiles por carecer de los ojos fijos en Aquel que
todo lo puede.
Señor, danos la gracia para que nuestros ojos miren hacia al cielo y te
invoquemos, pidiéndote lo único que nos falta: el espíritu santo.
Cuando las fuerzas se debilitan y la voluntad comienza a marchitarse, Tú
deseas fervientemente que gritemos tu asistencia para venir nuestra ayuda y
desplegar tu santificadora Sombra. La misma que cubrió a María en Nazaret,
tu Madre, para engrendrarte con júbilo y gozo.
Señor, sé que estás atento a nuestros más mínimos deseos; entonces atiende
esta súplica y esta gracia que te pedimos: Envía tu espíritu. Que El con su
energía y su fuerza arrolladora penetre la piel de nuestro cuerpo para
llegar al corazón y bombee torrentes divinos de adrenalina y así saber que
tu presencia nos transforma en la medida que recibimos tu AMOR. Señor,
envíalo cuanto antes, ahora. Sabes que lo estamos esperando porque El viene
sin tardanza. Ven espíritu santo, ven, santifícanos y gozaremos de unos
instantes de alegría que no tienen comparación.
Ven, esperamos todo de Ti. Ven.
Nada sin tu asistencia.
A veces nuestras preocupaciones nos desorganizan internamente
y no vemos más allá de lo que pensamos y sentimos subjetivamente
en ese momento.
Somos egoístas y orgullosos porque confiamos en nuestras soluciones
y puntos de vista personales.
Es un error.
EL está presente y solo espera un grito y una súplica sincera para correr
en nuestro socorro.
Gran drama del hombre, tener que dejar momentáneamente la solución y
esperar...
Todo se dilucidaría si en ese instante decisivo decidimos detenernos y...
gritar.
El nos respondería: Aquí, estoy. ¿qué necesitas? Yo obraré por ti,
abandónate, renuncia y deja. Yo puedo ver lo que tú no eres capaz, hacer lo
que a ti te parece prácticamente imposible y cambiar en un soplo cualquier
situación.
Escucha, atiende, siéntate un poco, respira y mira hacia lo alto.
Yo estoy contigo siempre para ayudarte y ampararte.
Déjame a mí, córrete a un lado, ten plena confianza en lo que puedo
hacer por tí. No te defraudaré.
Ven entonces Espíritu Santo, envía tu poder y tu fuerza y seremos salvos.
Ven y hazte entender. Envía a nuestros oídos suaves y delicadas
sugerencias. Deja una marca indeleble en tu paso.
Ven y santifícanos.
Ven.
Gratitud. Palabra que a veces la hacemos esperar. La dejamos olvidada. Está
muy guardada. y nos cuesta expresarla sinceramente. La gratitud es volverse
humilde para dar gracias a Dios que nos ha ayudado y ha hecho posible lo que
nosotros no hubiéramos podido.
Es la consideración en un momento del día que debería plasmar un estado
afectivo de gozo y alegría por haber sido retribuidos por el misterio de la
gracia.
Gratitud es el silencio y la mirada fuerte fija en Aquel que la está
esperando. Es una actitud reverente de hacer presencia al Invisible, al que
todo lo puede, al que nos asiste en los pequeños y decisivos detalles de la
vida cotidiana.
La gratitud se ausenta cuando huele amor propio y orgullo. La vanidad la
esfuma por completo y la arrogancia la destruye para no volver a renacer.
La descortesía provoca el olvido y nos enceguece para percibir las
maravillas que el Señor nos regala durante el día. ¿Y si no vemos por esa
tela de niebla que oscurece nuestra visión, que vamos a agradecer, entonces?
Señor, perdóname por los años de ingratitud y por el silencio egoísta que de
alguna forma marca el atribuirme lo logrado.
Que vivencia triste siento hoy por desconocerte y no haberte dado las
gracias en la cantidad grande de veces que interviniste sin que yo lo
pudiera reconocer. Que ciego estaba !
Quisiera pedirte la gracia para que me despiertes y mañana me levante con
otros ojos y un nuevo corazón. Que mi espíritu alabe y cante las maravillas
de las cosas más insignificantes que se nos presenten.
Hoy, ahora me doy cuenta que estuviste siempre, en la palabra acertada, en
la mirada suave y tierna que transmitió sin palabras tu parecer, en la
decisión adecuada que estimulaste para que otro la tomara en el momento
justo, en muchos momentos y en varias circunstancias... ¡Permanentemente
estuvo tu silenciosa pero firme presencia, aunque no nos dimos cuenta.!
Perdona nuestro olvido y acepta nuestra gratitud.
Señor, hazme humilde, que no me olvide que todo viene de Tí. A veces siento
que no puedo responder a las necesidades de las personas y me parece que me
veo desbordado y que es poco lo que yo puedo dar. Y creo que es así, porque
por sí solo no puedo dar nada de nada. Sin embargo, si hay algún éxito,
increíblemente me lo adjudico en forma socarrona, lo gozo y me creo algo sin
serlo. Que no me olvide... Hoy reconozco la importancia de la oración
continua, siempre, a cada minuto porque solo Tu con tus dones nos permites
dar respuesta adecuada a lo que tenemos que resolver.
Señor, dame la gracia del convencimiento que debo rezar con perseverancia y
confiar en tu poder y en tu asistencia. Que no decaiga nunca, que cada día
me estimules más a aspirar a un segundo de tu gracia inigualable.
Envía al Paráclito, al Defensor y al que asiste, al que ve en lo secreto, al
que descubre lo más recóndito, al que construye la Paz, al que interviene en
el momento menos pensado, al que ve todo y no se le escapa nada. Envíalo,
Señor.
¿ Que podemos saber de los demás y lo que le debemos decir? ¿Cómo puede
tener fuerza y eficacia nuestra palabra ? ¿ Que es lo que necesita esa
persona ? ¿ Cómo podemos ayudar a que alguien pueda cambiar su forma de ser
y de pensar cuando nos parece que eso resultaría prácticamente imposible por
los hechos...?
¿ Que es nuestra palabra, sino mediadora de contenidos egoístas, caprichosos
y muchas veces hasta inadecuados e impertinentes ?
Señor mira nuestra limitación por todas partes. Nos impide redimensionar y
enriquecer lo estrictamente humano y el vínculo y el encuentro con los
demás, a veces, se va empobreciendo y se vuelve infructuoso.
Hoy, ante cada experiencia que me pueda venir te pido: Que me vuelvas
humilde y que me recuerdes que debo gritarte para pedir siempre tu auxilio
divino, y esperar con paciencia y confianza el desarrollo y solución de
cualquier obstáculo.
No dejes que mi orgullo y vanidad me hagan creer que algo viene de mí.
Señor, que sea solo sarmiento que dependa en todo de Ti, la verdadera Vid.
Y que me vengan al corazón tus palabras para no envanecerme: Y cuando hayan
hecho todo lo que tenían que hacer, digan: somos siervos inútiles que no
hacíamos falta.
Necesito de tu Mirada misericordiosa para que cada día compruebe que con
cada persona con quien me encuentro Tu estás siempre interviniendo y estás
obrando entre los dos para que la Verdad salga a luz. Te pido que esto lo
pueda ver en carne propia esperando ese milagro cotidiano, esa intervención
divina que da certeza, que convence, que nos maravilla y que nos hace creer
y cambiar.
Entonces, solo El, Señor, el espíritu de la verdad puede acompañarnos en
esta aventura. El viene con sus dones valiosos y yo creo que más que nada
viene con Tu Palabra, ahí con la palabra justa en el momento preciso.
No lo sentimos, no sabemos donde está, no lo podemos ver con los ojos, pero
sabemos que está, tú, lo prometiste. Necesitamos la gracia de depender del
espíritu santo si queremos vivir en armonía y en lágrimas de gozo. Señor,
que tu mano poderosa y tierna, de un golpe, derrame en respuesta a nuestro
grito diario, la santidad y la verdad del espíritu santo.
Ven, no te escondas. Golpea suavemente nuestra angustia. Pasa y hazla
desaparecer. Instálate Tú, con tu alegría y con tu fuerza, ¿ sabes porqué ?
Porque a veces si tú estás podemos derramar las lágrimas de alegría más
hermosas que un ser humano pueda gozar y disfrutar. Que no lo olvide: no se
puede comparar ese segundo con ninguna otra experiencia humana por más
gratificante que parezca.
Ven espíritu santo, ven y larga la lluvia de tus dones para que pueda sentir
lo que el Señor dice de Tí. Es terrible lo que aguanta la roca y rudeza de
mi corazón. A veces es inexpugnable ya que estoy fortificado terriblemente y
no permito que Tu entres para experimentar la gracia y la alegría misteriosa
que regalas a aquellos que se encuentran disponibles. Pero, yo no estoy así,
me cierro, te evito y resisto cual si fueres un enemigo enorme. ¿Que tengo
que hacer para salir de esta situación anímica? ¿Cómo puedo sentirme
disponible de verdad? Estoy en una confusión como nunca me había pasado
antes, en no entender nada de nada, en no tener el más mínimo norte de lo
que debo hacer, en como salir de acá. Estoy cubierto de desesperanza, de
incredulidad y todo decae y todo se vuelve oscuro y relucen todos mis
sentimientos más negativos y atroces. Auxilio, auxilio... lo pido por todas
partes. No puedo más. Tengo tu palabra y los caminos pero no los recibo y
los tiro a cualquier parte y quedo vacio totalmente. No creo, no confío, no
espero, no aguanto más, no se lo que hacer, estoy desesperado y triste y sin
ninguna ilusión. Dudo de tu palabra, de tu verdad y esto es muy peligroso y
estoy pecando y cometiendo el más nefasto pecado: no creer en el espíritu
santo. Entonces: ¿ QUE ES LO QUE ME PASA ? ¿QUE DEBO HACER? ¿COMO PUEDO
CAMBIAR Y EMPEZAR A VER ALGO MAS CLARO?
Me pongo mal porque Tu respondes pero es igual: no lo acepto, quiero seguir
mis caprichos y no admito de ninguna forma la prueba y el camino que me
estás indicando para que logre la transformación de mi corazón. Parece que
quiero ver, pero estoy seguro que si viera igualmente sería lo mismo. Quedo
encerrado en un círculo, siento que estoy en una prisión y no hay la más
mínima esperanza. Veo todo negro, no creo en nada y me aniquila
anímicamente.
Señor, Tú eres misericordioso. Me lo has demostrado. Hoy te suplico que me
regales los dones del espíritu santo. Tu prometiste que después de tu
partida vendría El para santificarnos y decirnos TODO. Despójame de
sensaciones que me impiden recibirlo y sentirlo. Que El venga y me calme,
que venga y me pacifique, que venga y me haga creer, que venga y se apodere
de mi ser en toda su dimensión, que venga y me ayude a soportar la prueba,
que venga y me señale el futuro, que venga y ore conmigo, que venga y me
haga ver... que venga y me regale la CONFIANZA, que venga y me oriente, que
venga y me estimule a perserverar, que venga, que venga, que venga...
Señor tu sabes que no hay verdad en mis labios ni transparencia en mi
corazón. Conoces todos mis pensamientos y siempre te anticipas para corregir
mis defectos. Pero lamentablemente no te oigo, no quiero escucharte y
rechazo tu palabra y tu verdad.
Sé que siempre estás a mi lado a pesar de mi indiferencia, sé que siempre me
cuidas y me proteges aunque yo no lo perciba. Tu amparo está permanentemente
todas las horas del día. Pero mi duro corazón se entretiene en cosas vacías
y efímeras y te dejo a un costado. Tu igual me esperas, me miras y me sigues
hablando. No te respondo, estoy totalmente dormido. Y cuando despierto me
domina el desamor.
Sin embargo, tú insistes, amas mi miseria aunque yo no te la entrego. La
guardo y quedo ensimismado en ella y me empobrezco hasta perder el sentido
de mi vida. Me detengo, no quiero avanzar y la tristeza gobierna mis actos y
mis pensamientos.
Oh Dios de las misericordias, Padre de todos los tiempos, estoy aquí ante ti
y no sé que hacer ni que decirte. Abre mi corazón, purifícalo, no permitas
que la tentación sea mi compañera. Regálame el deseo de la oración continua
y cuando aparezca el cansancio, aléjalo y vuélvete tú y llévame de tu mano.
Mírame, pon tu amor en mi persona. Que tenga la valentía de empequeñecerme,
de arrodillarme para dejarme llevar por Ti. Pon toda la fuerza de tu
espíritu, la gracia sobrenatural para acercarme un poquito más a ti y
conocerte y ver tu rostro. Has que tú seas el centro de mi vida en toda
circunstancia, que viva en ti y por ti. No tengo nada para darte, nada que
ofrecerte. Ni siquiera lágrimas de arrepentimiento, al contrario, vestigios
de orgullo y dureza.
Pero tú estás igualmente ahí, aquí, ahora. Por favor: derrama tu
misericordia, que sienta tu amor, tu mano cálida y protectora que me haga
regresar a la vida. No tengo nada para darte. Me queda solo mirarte, sé que
tu me lo pides y me dices que todo está en calma.
Señor, te doy gracias, infinitas gracias por ser como eres, por esperarme,
por atenderme, por amarme aunque estoy convencido que no soy digno de ti: no
me lo merezco.
Pero tu vuelves cada día: estás ahí, te veo con ojos de corazón enternecido
diciéndome: Mírame. Te amo...Continúa y sígueme.
El señor ama a aquellos que se dedican a buscar y encontrar la sabiduría.
¿como ser sabio, Señor? Uno necesita eso que no se puede definir y que solo
viene de Ti en el misterio más total. Señor, mi armadura humana me impide ir
a Tí, con deseos y con ganas. Un día bien y otro que quedo estancado y me
domina la ansiedad que no logro neutralizarla nunca.
Como desembarazarme de ella, es algo que me perturba y ojalá pueda darme
cuenta que igualmente con ella, debo pedir tu sabiduría. Rezar y orar para
que venga y contar con Ella para resolver lo que el día nos presente.
Sin sabiduría todo es necedad y dificultad; no tenemos armas para resolver
con éxito aquello imprevisible. En cambio si pedimos y adquirimos la
sabiduría, Ella viene y se hace presente y actúa sin que nos demos cuenta.
Hay como una protección especial cuando Ella está y se hace sentir. ¿que
sucederá en esta reunión, que debo decir, que palabras, que juicios debo
emitir sin quizás causar daño o alguna dificultad? Cada día compruebo más
que debo rezar y rezar para buscar la sabiduría y esperarla sin
desconfianza. La deseo y la necesito para que Ella gobierne mis actos y mis
actitudes y pueda con Ella mostrar algo a los demás que les de confianza y
tranquilidad. Es decir emitir palabras con vida que convenzan, motiven y
ayuden a cambiar los comportamientos y a vivir un poco más en armonía.
Ahora: ¿cuándo viene? "El Espíritu Santo les hará conocer los hechos futuros
y los acompañará con protección y firmeza para que se enfrenten a las
dificultades." Pero... hay que pedirla siempre y con perseverancia, sin
cansancio, sin desanimarse a pesar de los vaivenes afectivos del día de
ocasión. ¿donde estás? ¿cuando vienes? ¿que nos dirás? pero en definitiva
¿que debemos hacer?
Creo que la sabiduría es darse cuenta que sin Ella nada somos y nada
podemos. Creerlo en la certeza y en consecuencia mantener una actitud
permanente de escucha y disponibilidad.
Señor: Gracias por este momento que sé que es tuyo y de la Virgen. No
obstante: ¿cumpliré...? Apelo a tu misericordia porque a pesar de nuestros
olvidos, Tú, por tu amor infinito nos la regalas cuando menos la deseamos y
casi siempre cuando más la necesitamos. Gracias.
Si clamamos al espíritu santo para pedirle el don de la oración continua,
tal deseo se instala en nuestro corazón de tal forma, que los minutos
desperdiciados conscientemente en hechos que no son de oración, se
transforman en un estado de angustia que nos hace pensar el alejamiento del
Señor.
Es buen índice, porque refleja lo bueno que es estar misteriosamente en la
presencia de Aquel que nos ama.
Pero deseo de corazón que el espíritu santo no me deje ni un momento y con
sus soplos active permanentemente esa necesidad que es una gracia y que solo
cuando nos damos cuenta de que no la tenemos, recién ahí le damos la
importancia debida.
Señor perdóname por estar ausente ese tiempo que verdaderamente no lo
dediqué a nada y que más bien lo perdí. Disculpa, pero recibe con sinceridad
esta angustia que de alguna forma me deja contento porque es una angustia de
no estar en Tí y ojalá que nunca desaparezca entonces.
Señor, vuelve tu rostro de ternura y de piedad para disipar esa sensación de
soledad y de tensión que nos invade y de la que a veces no podemos salir.
Haznos experimentar tu Misericordia y saber que te alegras ante este
comportamiento porque entonces confirmas que si te extrañamos es porque
alguna vez vivimos intensamente tu presencia, ahí, en cada momento de
nuestra existencia.
Envía tu espíritu, el que ora con gemidos indescriptibles pero en silencio y
en lo profundo del corazón. Que estemos abiertos a su soplo y muy
agradecidos por su insistencia y su tierno desinterés. Nos hace bien sentir
que nos ama y que nos cuida mucho más allá de lo que podemos imaginar.
Que tu espíritu no se desprenda de nuestro caminar y nos allane los pasos
para crecer en madurez e integridad hacia una auténtica vida de oración
continua.
Gracias.
Señor, antes de escribir, te pido que tu Espíritu me envíe el don de
sabiduría para que tus palabras se plasmen en estas líneas. Solo tu verdad
es capaz de escribir lo que nosotros no podemos, justamente porque nos falta
este don y sobremanera hay que pedírtelo con insistencia.
Señor, algo que leí decía que el principio de la sabiduría es tener
necesidad de Ti. Si nos creemos sabios, no te necesitamos y te dejamos a un
costado.
Nuestro orgullo, que es muy engañoso y dominante nos hace creer que nuestros
logros surgen de nuestra inteligencia, de nuestra capacidad, cuando la
verdadera humildad es más que nada reconocer que todo lo bueno viene de Tí.
El misterio de tu espíritu a veces, cuando estamos disponibles y abiertos a
tu soplo, se instala y gobierna nuestras palabras y las decisiones que
debemos tomar en cualquier circunstancia. Yo me pregunto y trato de pensar
como salen nuestras palabras... tengo que hablarle a alguien, a una persona
que está necesitando de una palabra adecuada... Que increible proceso debe
sucederse para que salgan tal o cuales palabras y no otras. Si está la
sabiduría, Ella se encarga en el misterio más total de unirlas y
seleccionarlas para que se verbalicen de la forma más clara y convincente y
así ayudar a quien las está esperando.
Regálanos entonces, la necesidad de la súplica, del pedido, de la oración
con fuerza para que Ella venga en nuestro auxilio. Reconozco que no lo hago
todos los días y no me abandono al despertar a la súplica fervorosa para que
yo sea digno de recibir la fuente sabia y transparente que el Espíritu
regala en la gratuidad de su don.
Si todavía no siento necesidad es porque sigo siendo orgulloso y
verdaderamente ignorante. Pero sé que tampoco pido porque no tengo resuelto
el gran problema: LA CONFIANZA Y EL ABANDONO.
Siento que no está desarrollada en mi ser la confianza y la fe en Tí que
todo lo puedes. A veces, como no puedo ver ni tocar, me digo que todo esto
es una locura, que no existe nada y parece que estoy viviendo un gran vacío.
¿señor, como entonces adquirir la confianza, base de la sabiduría?
Mi corazón pareciera que no registra esa sensación de seguridad y confianza
en tu poder. Dudo, vacilo, pregunto, miro indirectamente y estoy anclado en
la depresión y en la desesperanza.
Señor ¿cuando tendré esa certeza maravillosa en mi corazón de lo que
significa abandonarme en tus brazos ? Sé que no lo lograré por mi mismo,
sino solamente a través de la súplica y de la gracia. Que tu espíritu, en su
sabia ternura, penetre la roca de mi corazón y de a poquito me haga sentir
que estoy viviendo la tranquilidad de estar permanentemente en tus manos y
en tu cuidado.
Señor, mano de misericordia y de bondad, escúchame: Hoy dirijo esta súplica
ferviente para pedirte que me regales la confianza, que no decaiga nunca
para que cada día cuando lo empiezo recurra a Ti y la sabiduría sea mi
compañera en cada acto y palabra que pueda decir. Regálame la confianza, ya
que confiar solamente en Tí es la verdadera sabiduría, que nos hará audaces
y nada temerosos para enfrentar los acontecimientos de cada día, que son
muchos y difíciles.
Sensibilízame en el deseo de aprender a ser sabio para tener algo que podré
volcar a los demás y enderezar correctamente mi propia vida. Adviérteme a
través de pequeños signos la senda de tu Voluntad, para que desarrolle un
espíritu sobrenatural y continúe pidiendo, suplicando y gritando: Señor,
envía cada mañana al levantarnos el don de la sabiduría. Renueva nuestro
corazón con la gracia de la confianza.
Estando sin Ti, hay un vacío y nuestra alma está inquieta.
¿Quién eres y que tienes para que te necesitemos tanto?
Vuelve tu soplo hacia nuestras heridas y grietas
Cicatriza con tu brisa los bordes negros y las manchas que deja
al pasar nuestro pecado.
Da vuelta la esquina y espéranos ahí para marcarnos el camino
insospechable.
Nadie te ha visto, nadie te ha podido tocar pero creo que sí,
que de pronto un susurro imperceptible está ahí, marcando tu
presencia.
Espíritu de claridad ven y ampáranos.
Cuando faltas la oscuridad es nuestra compañera y equivocamos
el diario proceder.
Tu eres la Verdad, la fuerza del comprender.
Eres misterio cándido y melodioso pero a veces no nos percatamos
de tu sutil sugerencia. Estamos desatentos.
Asáltanos y róbanos nuestras pertenencias, que son pesadas
y que por defenderlas nos embarga la preocupación.
Quiero escucharte y recibir tus palabras. Quiero estar disponible a tus
dones.
Ven Espíritu Santo, ven. Nada sucede sin tu asistencia. Todo es nada,
sin embargo necesito segundo a segundo tu amistad.
Escucha nuestras plegarias, nuestro grito y nuestra angustia.
Que tu luz nos guíe y nos apaciente. Nos transparente el camino y en su
recorrido, contemplemos y glorifiquemos al Dios único, santo y verdadero.
Señor, envía tu Espíritu: que nos santifique y haga de nosotros instrumentos
dóciles al servicio de los demás.
Cuando venga la duda y nos preguntemos ¿que es esto? sopla tu espirítu.
Cuando estemos solos y nos falte el alimento de los afectos que de alguna
forma nos dicen que estamos vivos, envía con fuerza tu espíritu.
Cuando no tengamos voluntad de orar y el esfuerzo decaiga, sopla tu
espíritu.
En los días que no podemos estar contigo y el tiempo pasa sin que Tu pases
por nosotros, abre la puerta y envía de la Sombra la dulce claridad y
compañía de Aquel que realmente es espíritu y verdad.
En los días que más quiero tu luz y no aparece la presencia de tu Amor,
levántanos la mirada para esperar y gritar: ven espíritu santo, ven, llena
los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
En los momentos que me detenga y desatienda las llamadas de los demás,
regálame el hablar para que las emociones salgan puras y transparentes al
amparo del Amor que nace de la dulce misericordia del Padre de todas las
luces.
Gracias por la estrella que está debajo de nuestro corazón, siempre a la
sombra y llenando un espacio vital. Gracias por esa mujer de fuego que
enciende la leña al soplo del que no tiene momento de llegada. Gracias por
la Virgen, Señor, porque nos hace estremecer, orando en el Espíritu con su
único deseo de que Tú y yo nos encontremos.
Señor, me he vuelto indiferente. Te lo quiero confesar.
Hoy, el recuerdo de tu Palabra me ha hecho meditar y he quedado muy
apesadumbrado por la esterilidad de mi respuesta cotidiana.
Estoy muy ocupado en actividades exclusivamente humanas y la ambición de
poder y prestigio me han hecho prisionero de mí mismo.
Que lejos estoy de dejarme impregnar e invadir por la gracia sobrenatural
que haga que mi ser y mis conductas, signifiquen para los demás un reflejo
de tu rostro.
Me he instalado en la indiferencia.
Te elevo esta plegaria y devuelvo tus palabras que hoy me has susurrado para
que el Espíritu Santo me despierte y despliegue su sombra sabia y así
santifique y transforme mi pétreo corazón.
Señor, no quiero perderme en las palabras y en las intenciones, sino que tu
Palabra de verdad comience a limpiar las resistencias que me impiden
recibirla y vivirla.
Espíritu Santo: sopla tu DON, despiértanos:
"Vine a llamar a los pecadores para confundir a los sabios. Amame por encima
de todas las cosas. Soy tu maestro, tu estrella, tu ejemplo y tu confidente.
Estoy en tu corazón.
Ama al prójimo como a ti mismo, socórrelo, aýudalo siempre. Parte tu pan con
el hambriento y viste a los desnudos. Práctica la limosna, escucha a los
atribulados, a los pobres, a los solitarios... entonces amanecerá en ti una
luz como la aurora y serás una antorcha dificil de apagar.
Haz el bien siempre sin mirar a quien. Persevera en el bien y tendrás tu
recompensa. No des lugar al mal, porque los espíritus malignos siemprer
están al acecho. Combátelos con la armadura de la fe. No dejes guiarte por
la carne y sus concupiscencias, sus pasiones desordenadas, porque sus
consecuencias son: lujurias, riñas, disputas, envidias, separaciones y
rencores.
Sigue al espíritu y encontraréis paz, paciencia, caridad, misericordia,
mansedumbre y amor.
Velad y orad con persistencia, porque mucho puede la oración asidua del
justo. Ten mucha confianza en Mí y confianza en conseguir todo lo que
pidieres con fe, en la oración.
Si pecas, arrepiéntete con todo tu corazón, pídeme perdón, busca la
penitencia y mi paz estará contigo. Por nada os desmayéis, la tribulación
edifica, ejercita la paciencia, ésta prueba nuestra fe y la prueba engendra
la esperanza que no quedará burlada, porque mi caridad ha sido derramada en
tu corazón por el espíritu santo que te he dado.
Si estáis tristes, orad y si estáis alegres, cantad salmos de alabanza
porque yo me regocijo.
Para mí nada es imposible, todo el que crea no será confundido.
Acuérdate: El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el
campo, que si lo halla un hombre, lo encubre de nuevo y gozoso del hallazgo,
va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.
Sin mí nada podéis hacer. No me puedes engañar. Lo que el hombre sembrare,
eso recogerá.
Sed un verdadero templo de oración y te darás cuenta que soy la verdadera
puerta. Alábame. Humíllate y serás ensalzado. Mantiene la caridad la cual es
atadura de perfección y todo cuanto hagáis hacedlo en mi Nombre.
No quiero holocaustos ni sacrificios, cumple la voluntad de mi Padre.
Dad siempre gracias por todo lo que recibes. Agrada al Padre haciendo el
bien. Usa de la misericordia, de la humildad y del perdón.
Calla a tiempo y tened prudencia, así serás honrado por todos.
No digan mentiras tus labios, no maldigas, no condenéis. Ama a tu enemigo y
házle el bien. Deja atrás al hombre viejo, vive en continua actitud de
conversión para que me testimonies como el Resucitado.
Siempre y a todo momento, estoy contigo.
Necesito tu oración"
Cuando llegue el momento de tener que renunciar y de sufrir, clamo a tu
Misericordia y te pido que me regales la gracia, la bondad de tu espiritu
reparador, para que vuelva a comenzar.
Cuando el dolor fuerte golpee mi pecho, vuelve tu rostro de piedad y
ampárame con tu espíritu que crea y revitaliza.
Cuando no haya luz ni caminos abiertos por mi falta de fe, atiende mi
súplica fervorosa y envía la brisa matinal de tu espíritu.
Cuando la tentación haga su fuerza e intente llevarme a otra senda, sopla
con caridad la ternura del espíritu santo.
Cuando esté deprimido y sin aliento, cuando las sensaciones emerjan cargadas
de angustia incontrolable, derrama tu espíritu consolador.
Cuando no haya sentido en mi vida y me gobierne el aburrimiento y las pocas
ganas para seguir luchando, pon tu espíritu en mi corazón, para que vuelva
al convencimiento que Tú estás a mi lado.
Padre, Señor que estás en los cielos, hoy suplico a Ti el don de la gracia.
Padre, hoy clamo a Ti, la alegría silenciosa que solamente Tú, regalas a los
pobres suplicantes.
Señor de los misterios, de los milagros escondidos, de las sorpresas
infinitas e indescriptibles, rocíame con la santidad de tu espíritu, con la
fuerza y verdad de Aquel que es cumplimiento vivo de tu Palabra.
Escúchame, atiéndeme, que sepa tu voluntad, que sienta tu ternura y que esté
atento a tu respuesta.
Vuelve tu rostro de piedad, de misericordia y de amparo. Necesito tu gracia
santificante y la sanación para mi alma, tu presencia en el encuentro con
los demás, tu palabra de verdad.
Quema aquí y prende allá. Ampárame, mírame y fortifícame.
Dime lo que debo hacer.
Dime cual es tu voluntad.
Fuerza y confianza para caminar cada minuto hacia Ti.
Gracias.
Hoy clamo al que se hace escuchar, al que está atento siempre y en toda
circunstancia.
Ven espíritu santo, con tu música armoniosa infundiendo paz en nuestra alma
y brindándonos el don del discernimiento.
Aquí estamos perdiendo el tiempo sin poder zafar del poder casi omnipotente
que tienen todas aquellas cosas que no son de Dios. La palabra clave se hace
"ausente" porque nos interpela: RENUNCIA. ¿ pero porque renunciar a lo que
Tú nos diste Señor ?
Entonces comienza a engendrarse el gran drama del hombre: Resistirse o
dejarse guiar por Dios. Y el hombre se opone siempre por el temor
irrenunciable de perder su identidad. "Pedro... otro te guiará..."
Y cada invitación a la renuncia lo sumerge en la depresión y en el vacío.
¿Qué hay más allá de esa línea divisoria donde Dios promete un Banquete al
solo precio de la entrada de la renuncia ? En la incertidumbre de la fe, el
hombre queda bloqueado asegurando insistentemente sus pertenencias. Más vale
lo seguro que el riesgo de perderlo todo. Y Dios le sigue diciendo:
Piérdelo, déjalo, que lo que tengo para ti es muy superior, es algo que no
se asemeja a nada de lo que existe. Y de vez en cuando, nos regala alguna
perlita, para mostrarnos que hay cosas que no son de este mundo, que son de
otra naturaleza y no las podemos ni medir ni comprar. Es mucho el precio
para el hombre y queda solo y sin saber que hacer.
Señor, tú que eres el médico de los que no tienen salud espiritual y que tu
esencia misma es la Misericordia, míranos. Ten en cuenta nuestra miseria y
la sensación interior de no querer ni poder.
Toma nuestro corazón de piedra, duro como una roca y ablándalo con tu
ternura.
Entra si hay todavía alguna fisura y pon con tus delicadas manos el don de
la gracia.
Limpia el óxido de nuestro orgullo e impaciencia. Barre todo lo que no sirva
y que está molestando. Regala las pertenencias más exclusivas que nos hacen
ricos a los ojos de los demás pero paupérrimos en tu Reino.
Pon nuevos muebles y lindos manteles, que la luz del sol invada en forma
imperceptible el rincón de nuestros más caros sentimientos.
A lo lejos, que se escuchen sonidos melodiosos en un clima de paz y fiesta.
Y que al atardecer cuando estemos prontos, vengas a nuestra casa y golpees.
Capaz que puedo abrirte al instante y te haré pasar. Estaré temblando por tu
presencia, mis ojos llorarán, mi corazón se ensanchará y estoy seguro que no
habrá entre nosotros ninguna palabra. Solamente el silencio envolvente que
lo dirá todo.
Te irás y quedaré un poco turbado pero con la esperanza cierta de volverte a
ver. El día no volverá a ser igual, Tu estuviste...
Padre, hoy te quiero agradecer el regalo más infinitamente precioso que nos
has dado: Tu Madre.
Cuando decidiste revelarte, ya en tu misericordia más íntima y escondida,
tenías celosamente guardada y preparada desde siempre, a la que habría de
ser Tu Madre.
No te costó mucho encontrarla. Ella siempre estuvo atenta y fiel a su
misión. Esperaba tu momento.
Y en un lugar perdido, elegiste a una sencilla mujer, HUMANA como nosotros,
parecida como nosotros, de carne y hueso pero muy diferente a nosotros, para
que Tú también fueras uno como nosotros.
De pronto se sintió turbada emocionalmente. Su aprecio de sí no le permitía
tomar conciencia de lo que iba a suceder. Pero el Angel al calmarle el temor
y escuchar que Tú estabas en ella en la plenitud de la Gracia, no dudó un
instante y ahí en ese segundo sublime comenzó a ser tu Madre, pero también
Madre nuestra.
El Espíritu Santo la cubrió con su sombra por su disponibilidad y fidelidad
y Ella simplemente: RESPONDIÓ.
María:
Te doy gracias por estar a nuestro lado. Eres don incondicional y servicio
desinteresado. No nos abandonas nunca y eres Madre educadora que nos
corriges y sostienes cuando nos distanciamos del Creador.
Eres Auxiliadora en las pruebas y Mediadora en nuestras necesidades.
Pero más que nada: eres Madre, que nos cuidas, nos proteges y nos guías en
el crecimiento del espíritu y en el amor a los demás.
Nos dejaste el ejemplo: Hablaste poco y te retiraste a un costado, pero con
firme presencia. Sufriente al pie de la cruz y maestra de la perseverante
oración.
Hoy te quiero regalar un nuevo título: Nuestra Señora de la Mirada.
Tus ojos brillosos reflejan la ternura y la emoción de tu corazón, vacío de
sí pero colmado en plenitud de la gracia, dispuesta a escuchar y a
interceder ante tu Hijo querido.
Y ese especialísimo Don que Dios te regaló, lo tienes en tu mirada, que
trasunta la limpieza de tu alma y la fidelidad a tu compromiso.
Mirada de ATENCIÓN hacia nuestro sufrimiento y nuestras infidelidades para
transformarlas en ofrecimiento silencioso.
Mirada atenta para que no nos desviemos del camino.
Mirada tierna y siempre despierta para hacernos sentir hijos predilectos del
Amor del Padre.
Mirada...
(Agrradeceríamos mucho que nos informen acerca de la fuente de estos
diálogos y oraciones)