INTRODUCCIÓN: Comentario al profeta Isaías
Defender que Isaías
sea o no el autor de todo el libro que lleva su nombre tiene poca
importancia. Lo que cuenta es el mensaje, la palabra de Dios que
contiene el libro y no la persona que lo transmite.
Isaías nace,
probablemente en Jerusalén, hacia el 760, durante el reinado de Ozías,
llamado también Azarías (767-739). Este rey marca una época de esplendor
si lo comparamos con la triste situación precedente. El libro de las
Crónicas habla de sus victorias contra los filisteos y otros pueblo
vecinos, de las fortificaciones levantadas en Jerusalén y de las
reformas agrícolas que realiza (2Cro 26). Sigue sus pasos su hijo Yotán
(2Cro 27), aunque “por entonces empezó el Señor a mandar contra Judá a
Rasín, rey de Damasco y a Pecaj, hijo de Romelías” (2R 15,37). Es el
comienzo de las hostilidades que van a llevar a la guerra
siro-efraimita. Esta guerra se desencadena abiertamente en tiempos del
sucesor, Acaz (734-727). Se trata de una coalición de Damasco y Samaría
contra Judá. Acaz, atemorizado, pide ayuda a Asiria (2R 16,7-9). La
ayuda de Asiria tuvo graves consecuencias para Judá, que desde entonces
se vio obligada a pagar un fuerte tributo a su “benefactora”. Con ello
terminó el período de esplendor y autonomía de Judá. El 722 muere el rey
Acaz y le sucede su hijo Ezequías, de pocos años de edad. Al llegar a su
mayoría de edad, Ezequías, uno de los pocos reyes de Judá fieles al
Señor, intenta llevar a cabo una reforma religiosa, eliminando los
cultos paganos (2R 18,4; 2Cro 29-31). En el campo político todo sigue
normal hasta la muerte de Sargón II el año 705. Casi todos los reinos
del entorno de Israel desean aprovechar la ocasión para independizarse
de Asiria. Judá, confiando en el apoyo de Egipto, encabeza la rebelión.
Pero Senaquerib, sucesor de Sargón, reacciona con extrema rapidez y, en
el 701, invade Judea y asedia Jerusalén. Jerusalén se libró de la
destrucción porque Senaquerib recibió malas noticias de Asiria, donde
había estallado un revuelta. Preocupado por lo que le informa,
Senaquerib renuncia a conquistar Jerusalén y se contenta con imponerle
un fuerte impuesto: “nueve mil kilos de plata y novecientos kilos de
oro” (2R 18,14). Así termina el reinado de Ezequías, sumiendo a Judá en
una de sus mayores desgracias. Muere el año 698. Le sucede su hijo, el
“malvado Manasés”, que inicia una etapa de terror y corrupción
religiosa, que se prolongará por cincuenta y cinco años.
Isaías ejerce su
ministerio profético durante unos cuarenta años (740-701). Durante esta
segunda mitad del siglo VIII el hecho político principal es la rápida
expansión de Asiria. A Isaías le impresionan las botas de su ejército de
infantería, porque “pisan con estrépito” (9,4). Judá es vasallo del
imperio de Asiria desde el año 734. E Israel cae bajo su dominio en el
722, tras dos años de asedio de Samaría, su capital, aunque la
deportación de los samaritanos tiene lugar dos años después, en el 720.
Judá sigue pagando sus impuestos y goza de tranquilidad hasta el reinado
de Senaquerib (704-681). Judá, junto con otros pequeños reinos, y con el
apoyo de Egipto, se rebela contra Asiria, entra en guerra y se encamina
al fracaso.
Isaías es hijo de
Amós, que no es el profeta de Tecoa. Nacido y crecido en Jerusalén,
Isaías basa su fe y su predicación sobre la elección divina de Jerusalén
y de la dinastía davídica. Recibe su vocación bastante joven, “el año de
la muerte de Ozías” (6,1), hacia los veinte años de edad. Poco después
de la vocación contrae matrimonio. No sabemos cuál era el nombre de su
esposa, a la que en una ocasión llama “profetisa” (8,3), por ser
realmente una profetisa o simplemente por ser la esposa del profeta. En
su matrimonio le nacen al menos dos hijos, cuyos nombres conocemos: Sear
Yasub y Maher Salad Jas Baz. Son dos nombres simbólicos: “Un resto
volverá” y “Pronto al saqueo”. Con este hecho muestra que toda su vida
está al servicio de su ministerio profético.