ABRAHÁN EL CREYENTE SEGÚN LA ESCRITURA Y EL MIDRASH (José Pons.-Emiliano Jiménez)
10. ABRAHAM Y LOT: DISPUTAS Y AMOR
"De Egipto subió Abraham al Négued, junto con su mujer y todo lo suyo, y acompañado de Lot. Abraham era muy rico en ganado, plata y oro. Caminando de acampada en acampada se dirigió desde el Négued hasta Betel, hasta el lugar donde estuvo su tienda entre Betel y Ay, el lugar donde Abraham había invocado el nombre de Yahveh" (Gn 13,1-4).
Pero, ¡ay!, al regreso de Egipto, Abraham se encontró con nuevas dificultades. También su sobrino Lot tenía ovejas, vacadas y tiendas, pues andando con Abraham, Dios le había bendecido. Ya la tierra no les permitía vivir juntos, porque su hacienda se había multiplicado, de modo que no podían vivir juntos. Hubo, pues, una riña entre los pastores del ganado de Abraham y los del ganado de Lot (Gn 13,5-7).
Abraham había dicho a sus pastores:
-He aquí el dinero que necesitáis; comprad los pastos de la gente del lugar. De ese modo el ganado comerá hasta saciarse sin necesidad de pastar en campos de otros. Y así, además podremos vivir en paz con estas gentes.
Los pastores de Abraham hicieron como éste les había indicado y sus rebaños pacían siempre en campos regularmente arrendados. Pero los pastores de Lot estaban acampados a poca distancia y Lot no les había dado semejantes instrucciones, ni tampoco dinero para arrendar los campos, por lo que no les quedaba más remedio que llevar los rebaños a pastar en los campos ajenos, incluidos los arrendados por los pastores de Abraham. Estos, cansados de tal abuso, un día se dirigieron a los pastores de Lot, pidiendo explicaciones de su conducta:
-¿Por que actuáis de este modo?
-¿Acaso no ha dicho el Señor a Abraham: "a ti y a tu descendencia daré esta tierra"?
-¿Y eso qué significa?
-Muy sencillo. Como bien sabéis, Abraham no tiene hijos y, dada su edad y la de su mujer, es ya imposible que llegue a tener herederos; esto significa que, a su muerte, Lot heredará todos sus bienes. De hecho, Lot, nuestro señor, es ya dueño de todo este país y, entonces, ¿no os parece absurdo pagar por él? Y además, ¿a quién pagar?
Abraham, puesto al corriente de estas disputas, cada día más frecuentes y más violentas, llamó a Lot y le dijo:
-"Ea, no haya disputas entre nosotros ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos hermanos. ¿No tienes todo el país por delante? Pues bien, apártate de mi lado. Si tú tomas por la izquierda, yo iré por la derecha; y si tú por la derecha, yo iré por la izquierda" (Gn 13,8-9).
A Lot le pareció bien y aceptó gustoso la propuesta de Abraham:
-Está bien, me alejaré de ti. No tengo ningún deseo de seguir a tu lado.
Lot levantó los ojos y vio toda la vega del Jordán, rica en pastos y agua, semejante al jardín de Yahveh o, quizás, Lot la vio, más bien, "semejante a Egipto" (Gn 13,10). Eligió, pues, para sí toda la vega del Jordán y se fue a habitar en Sodoma, ya tristemente famosa por sus vicios. Abraham, en cambio, se estableció en Hebrón. Así se separaron Abraham y su sobrino. Dios se apareció de nuevo a Abraham, que se había quedado con la parte menos fértil, dejando elegir a su sobrino, y le dijo:
-Mira desde el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre. Haré tu descendencia como el polvo de la tierra... Ahora, levántate y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo he de dar.
Abraham, a su regreso de Egipto, toma posesión de toda aquella tierra que su descendencia poseerá para siempre. Como esa tierra se extiende, por todas partes, en las cuatro direcciones, así se extenderá su descendencia. Y, lo mismo que la tierra es bendecida con el agua, así será bendecida su descendencia con la Torá, que es comparada con el agua; y, como la tierra es más resistente que el metal, así su descendencia resistirá a todo, porque, lo mismo que la tierra es pisada por todos, pero ninguno logra destruirla, así sucederá con sus descendientes, que serán pisoteados y oprimidos, pero nadie logrará aniquilarles, pues
"llevamos este tesoro en vasos de barro para que aparezca que algo tan extraordinario es de Dios y no nuestro. Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, más en vosotros la vida" (2Co 4,7ss).
En la descendencia de Abraham culmina lo que Dios comenzó con él.
La fama de Abraham se esparció por todo el país, difundiendo por todo él la bendición de Dios. Esta fama suscitó alegría en los pobres y envidia en los potentes. Así, se cuenta que en una reunión extraordinaria de los reyes vecinos, uno de ellos se alzó y propuso a los demás:
-Es hora de acabar con ese hebreo, que se ha instalado entre nosotros, difundiendo ideas extrañas y peligrosas. Es preciso destruirlo cuanto antes y, de este modo, nuestros siervos, que sienten tanta simpatía por él, muy pronto le olvidarán y no les perderemos para siempre.
Pero no todos estuvieron de acuerdo. Entonces otro lo presentó en forma distinta:
-No se trata de ir directamente contra él; eso sería, ciertamente, peligroso; son muchos los que simpatizan con él y, si nos vieran atacándolo, se congregarían en torno a él y lo librarían de nuestras manos. Vamos, más bien, a Sodoma y cojamos prisionero a su sobrino Lot. Apenas se entere de ello, Abraham tratará de librarlo y se precipitará en nuestras manos, sin dar tiempo a que se organicen sus seguidores. Ese será el momento oportuno para librarnos de Abraham.
Y ahora, sí, todos estuvieron de acuerdo. De este modo, Sodoma y Gomorra, las fértiles ciudades de la vega del Jordán, fueron teatro de una gran contienda entre dos coaliciones adversarias desde tiempos inmemoriales. Por una parte estaban: Amrafel, rey de Senear, Aryok, rey de Ellasar, Kedorlaomer, rey de Elam y Tidal, rey de Goyim; de la otra parte estaban: Bera, rey de Sodoma, Birsà, rey de Gomorra, Sinab, rey de Admá, Semeber, rey de Seboyim y el rey de Soar. Estos últimos, después de haber estado sometidos al imperio elamítico por doce años, finalmente se habían rebelado y llevaban ya trece años viviendo en libertad.
Los cuatro primeros reyes, que eran los más potentes, comenzaron su campaña, derrotando a los refaítas en Asterot Carnáyim, a los zamzumíes en Ham, a los emíes en la llanura de Quiryatayim y a los joritas en las montañas de Seír. De vuelta, triunfantes, llegaron a Cadés, batieron todo el territorio de los amalecitas y de los amorreos, que habitaban en Jamor Tamar, sembrando el pánico en todo el territorio. Era el momento de atacar a los reyes del valle del Jordán.
Bera, Birsà, Sinab, Semeber y el rey de Soar, ante la noticia de los triunfos de sus adversarios, se aliaron en el valle de Siddim. Los cinco reyes entablaron batalla en Siddim contra los otros cuatro. El valle de Siddim estaba lleno de pozos de betún y, en su huida, cayeron en ellos los reyes de Sodoma y de Gomorra. Entonces, los otros tres reyes huyeron a la montaña. Los vencedores tomaron toda la hacienda de Sodoma y Gomorra y se fueron. Apresaron también a Lot, el sobrino de Abraham, llevándose toda su hacienda. Los vencedores, en su euforia, iban proclamando:
-¡Hemos hecho prisionero al sobrino de Abraham!
De este modo, ponían de manifiesto la verdadera intención de su campaña: provocar y aniquilar a Abraham.
Y, en efecto, como ellos habían previsto, un evadido corrió a avisar a Abraham de que su sobrino había sido llevado cautivo por los cuatro reyes. Era la noche de Pésah y Abraham estaba celebrando el Seder, comiendo mazòth. Apenas oyó la noticia, Abraham olvidó las disputas con Lot, movilizó la tropa de gente nacida en su casa, en número de trescientos dieciocho, y salió en persecución de los reyes hasta Dan. Y cayendo sobre ellos por la noche, los derrotó.
Era el 15 de Nisán, noche de acontecimientos maravillosos para Abraham y para sus hijos de generación en generación hasta el final de los siglos. Cada paso de Abraham y de Eliezer -la suma del valor numérico de las letras de Eliezer es de 318, es decir, los que iban con Abraham- era de tres millas; por ello fue fácil para ellos alcanzar a los reyes y sorprenderles mientras se retiraban de la batalla, eufóricos por la victoria y por el rico botín conseguido. Cuando se dieron cuenta de que Abraham estaba a sus talones, antes de lo esperado, se sintieron desconcertados, pero intentaron atacarlo. Pero era la noche de Pésah y las flechas que lanzaban se transformaban en polvo inofensivo, mientras que el polvo que lanzaban contra ellos Abraham y Eliezer se transformaba en flechas. Los reyes, ante el portento milagroso, se dieron a la fuga, abandonando el botín y los prisioneros, entre ellos a Lot con toda su hacienda. Abraham tomó todo y se volvió hacia casa.
A su regreso, después de batir a Kedorlaomer y a los reyes aliados con él, salió al encuentro de Abraham el rey de Sodoma en el valle de Savé. Con el rey de Sodoma iba también Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo y rey de Salem (Hb 5-7). Como sacerdote presentó a Abraham pan y vino, pronunciando ante ellos la berakah:
-¡Bendito sea Abraham, del Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!
Abraham fue el primero en el mundo en ofrecer los diezmos. Recogió todos los diezmos de Sodoma y de Gomorra y todos los diezmos de Lot, el hijo de su hermano, y los entregó a Melquisedec, como est�� escrito: "Y le dio el diezmo de todo" (Gn 14,20).
El rey de Sodoma se postró por tierra y con él todos sus soldados y dijo a Abraham:
-¡Tú eres nuestro rey y nuestro Dios!
Pero Abraham, que ya se había negado a sentarse en el trono, que le habían preparado, cediendo el puesto al sacerdote del Altísimo, exclamó:
-Dios me libre de aceptar ser vuestro rey. Y, en cuanto a lo segundo, yo no soy más que polvo como todo mortal. El Señor, creador del cielo y de la tierra, es el único Dios, a El únicamente se debe dar culto.
Y, rechazando igualmente el botín, que le ofrecían, añadió:
-Alzo mi mano ante el Dios Altísimo, creador de cielos y tierra: ni un hilo, ni la correa de un zapato, ni nada de lo tuyo tomaré, y así no dirás: "Yo he enriquecido a Abraham". No tomaré nada, salvo lo que han comido los mozos y la parte de los hombres que fueron conmigo: Aner, Eskol y Manre que tomen su parte.
Y, puesto en pie, Abraham oró ante todos:
-Señor de todos los mundos, no conseguí esta victoria por la fuerza de mi mano, sino por la potencia de tu diestra, porque Tú eres mi escudo en este mundo y en el mundo futuro.
Y los ángeles, ante el trono del Altísimo, respondieron:
-Bendito Tú, Yahveh, escudo de Abraham.
Lot, que se esconde en el silencio total, regresa a Sodoma, y Abraham con todos los suyos se vuelve a Mambré, en Hebrón, donde le espera el Señor, pues es la fiesta de Pésah.