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El
cristianismo de los orígenes ha crecido entre las paredes domesticas,
evidenciando la connaturalidad que existe entre el proyecto de Dios, que
convoca a todos en la única casa del Padre y la experiencia de la convivencia
familiar bajo el mismo techo.
En Efeso, junto al matrimonio Aquila y Priscila (cfr. Rm 16,5), en Corinto en casa de Gayo (cfr. Rm 16,23), en Colosas en casa de Filemon (Fil 4,22) y en Roma en las casas de los patricios convertidos al Evangelio - llamadas basílicas - las comunidades de los orígenes fueron iglesias domesticas.
“Haced de vuestra casa una Iglesia” ! aconsejaba S.
Juan Crisostomo, proponiendo una experiencia genuina de cristianismo.
Rehacer el tejido cristiano de la sociedad humana es
la misión de la Iglesia en este momento histórico, en el cual parece siempre
más evidente la perdida de la originalidad cristiana que tiende a ceder ante la
mentalidad corriente y común.
La fe, en efecto, hoy más que ayer, aparece
frecuentemente desarraigada de los momentos más significativos de la vida de
los hombres; se manifiesta sólo esporádicamente, y, a veces, es relegada a la
esfera privada y, por así decir, intimistica.
La practica religiosa está más unida a las
tradiciones y usanzas que a una auténtica vida de fe.
Rehacer el tejido cristiano de la sociedad será
posible si los cristianos sabrán superar en si mismos la ruptura entre
Evangelio y vida recomponiendo en su cotidiana actividad la unidad de una vida
que, en el Evangelio, encuentra inspiración y fuerza para realizarse.
El Concilio Vaticano II afirma: “La separación que
se constata en tantos entre la fe que profesan y su vida cotidiana, se ha de
enumerar entre los más graves errores de nuestro tiempo” (GS 43).
Incluso entre las familias que se dicen cristianas
se puede constatar una vida sin fe. Se trata de un modo de vivir demasiado
oportunistico y dicotomico; en algunos momentos - sobre todo en aquellos más
difíciles - la fe se presenta como el puerto seguro y el pasaje obligado para
obtener aquello de lo que se tiene necesidad... En otros - los de bienestar,
del éxito, de la serenidad - la fe no cuenta.
Y no es difícil oír afirmaciones como:
n
pero qué tiene que ver la fe con mi vida ?
n
qué tiene que ver la Iglesia con mis
decisiones ?
n
porqué debo escuchar la enseñanza del Papa, de
los Obispos, de los sacerdotes sobre cuestiones que son mías personales y/o de
mi familia ?.
Es indispensable “alcanzar y arrollar mediante la
fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los
puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los
modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios
y con el plan de salvación” (EN 19).
Será suficiente referirse:
n
al difundirse de una visión inmanente del
hombre, del mundo, de la historia;
n
al resurgir del nihilismo con los opuestos
extremos de desesperación y de violencia o de la indiferencia del vivir;
n
a la explosión de la subjetividad radical que
se traduce en el primado del individualismo, de la exasperación de las
necesidades, del principio del tener....
Es verdad que parece que asistimos a una renovado
interés religioso.
Sin embargo, es necesario estudiar atentamente su
valor para comprender hasta qué punto se trata de una genuina búsqueda de fe o
de religiosidad, que, si así fuera, debería ser bien orientada y purificada.
El empeño por promover una fe adulta y de familias
adultas en la fe es el objetivo primordial de la nueva evangelización en el
sentido de una renovada fidelidad al Evangelio de Jesús.
De este cambio, mediante la fuerza del Evangelio,
tiene urgente necesidad también la familia, frontera decisiva de la nueva
evangelización.
La comunidad familiar tiene necesidad de escuchar
siempre más profundamente las palabras auténticas que le descubran su
identidad, sus energías interiores, la importancia de su misión en la ciudad de
los hombres y en la Ciudad de Dios.
Ella esta llamada a ser verdaderamente “espacio en
el que el Evangelio es trasmitido y desde donde el Evangelio se irradia. Por
tanto, en el íntimo de una familia consciente de esta misión todos sus miembros
evangelizan y son evangelizados” (FC 52).
Es muy importante asumir la dimensión de la familia
como iglesia laical.
La familia cristiana tiene una profecía propia, un
culto, una pastoralidad. Los padres deben ser conscientes de tal ministerio.
Deben prepararse para tal ministerio. Deben formarse
como educadores cristianos. Qué es lo específico de este ministerio o servicio
?.
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