Solemnidad de San Pedro y San Pablo: Iglesia del Hogar - En casa, en la Iglesia doméstica preparemos la Acogida de la Palabra de Dios de la Celebración Festiva
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción a las Lecturas de la Solemnidad
Primera lectura: Hech 12, 1-11
A través de los tiempos de la Iglesia ha sufrido persecuciones. Éstas
comenzaron ya en los tiempos de los apóstoles. La primera lectura de la
Solemnidad de San Pedro y San Pablo nos describe cómo el rey Herodes, para
congraciarse con los judíos, hizo arrestar también a Pedro después de haber
ejecutado a Santiago. Dios mandó a su ángel para que liberase a Pedro de la
cárcel. ¡Cómo no quisiéramos que un ángel liberase también en nuestros días
a los que están presos por dar testimonio de su fe! Sin embargo,
contemplando como el Padre celestial ha permitido que su hijo entre a la
pasión y a la muerte, nos hace vislumbrar que el ahorrar la persecución a
los cristianos no está en los designios amorosos de Dios. Jesús mismo nos
dice: "El discípulo no está encima de su maestro". Es que San Pedro tenía
que desempeñar todavía un papel muy importante en el desarrollo de la
primera Iglesia, ya que él había recibido de Jesús el encargo de ser "la
piedra sobre la cual Jesús quería construir su Iglesia". De todos modos,
también él entregará su vida como mártir muriendo en la Cruz dando
testimonio de su fe. Así que esta lectura nos anima a ser valientes y dar
testimonio de nuestra fe.
Segunda lectura: 2 Tim 4, 6-8. 17-18
También San Pablo sabe que se acerca el momento cuando dará la vida en
testimonio del evangelio de Jesucristo. Se solía entregar a los vencedores
en las competencias una corona como signo de victoria. La "corona de
justicia" le será concedida no sólo como el signo para todos los que viven
con amor la esperanza de la manifestación del Señor. Como con San Pablo
también con nosotros el Señor estará a nuestro lado y nos dará la fuerza
necesaria para dar testimonio de nuestra fe. Cuando tenga tiempo ¿por qué no
lee la encíclica de Benedicto XVI sobre la esperanza? Le ampliará el
horizonte de su vida cristiana.
Evangelio: Mt 16, 13-19
También a nosotros el Señor dirige la pregunta que hizo a sus discípulos: "Y
ustedes ¿quién dicen que soy?" Es un estímulo para una profunda reflexión de
lo que significa Jesús para vida. Depende de nuestra respuesta a la pregunta
de Jesús el descubrir si y cuanto pertenecemos a la Iglesia que Jesús quiso
construir sobre la piedra que es Pedro. Podemos incluir también una
reflexión acerca de qué importancia tiene para nosotros las enseñanzas del
Papa, de los obispos y de los sacerdotes.
Reflexionemos los padres
La solemnidad de San Pedro y San Pablo nos invita a reflexionar
acerca de nuestra relación con la Iglesia. No con la Iglesia en general sino con la Iglesia que se puede tocar, tu comunidad parroquial. Es fácil de
expresar simpatía por el Santo Padre que vive lejos y está rodeado de una
aureola de santidad. En cambio las personas u comunidad parroquial están de
cerca y hacen sentir su manera muy particular de vivir, de hablar, de
actuar. Las hay que nos disgustan. Y cuando se trata de los sacerdotes de la
parroquia a veces las reacciones negativas nuestras van en aumento y
modifican nuestra visión de la parroquia. De antemano se sugiere un cuidado
muy especial: de nunca hablar mal de los sacerdotes o de otras personas que
de alguna manera representan la comunidad parroquial. Podemos dañar de una
manera permanente la relación de los hijos con la Iglesia Eso no significa
que se nos quiere cerrar los ojos de no ver las imperfecciones. Sin embargo,
recordemos lo que dice el Señor: "Con la medida que midan serán medidos".
Reflexionemos con los hijos
La solemnidad de San Pedro y San Pablo nos hace contemplar el
privilegio de pertenecer a la Iglesia católica. Reflexionemos con los hijos
como participar en las actividades de la comunidad parroquial. Pensamos para
los muchachos en integrar el grupo de los acólitos, para los jóvenes el
grupo juvenil. Pensamos también en las múltiples actividades parroquiales
que se realizan durante el año. Sería bueno elaborar una lista y conversar
acerca de cómo participar en ellas.
Vivencia familiar
Recemos una oración por la
Iglesia en general y por la
comunidad parroquial en particular.
Conexión eucarística
Especialmente los que estamos acostumbrados de participar en la
eucaristía de otras parroquias que no es la nuestra, demos comienzo a la
costumbre de ir a misa en la propia parroquia.
Nos habla la Iglesia
Creo en la Iglesia católica
Youcat, Catecismo joven de la Iglesia católica. (Los números
al final del pasaje hacen
referencia a los números del Catecismo Católico)
121. ¿Qué significa "Iglesia"?
Iglesia viene del griego ekklesía = los convocados. Todos nosotros, quienes
hemos sido bautizados y creemos en Dios, somos convocados por el Señor. Y
juntos somos la Iglesia. Como dice san Pablo, Cristo es la Cabeza de la
Iglesia. Nosotros somos su Cuerpo. [748757]
Cuando recibimos los SACRAMENTOS y escuchamos la Palabra de Dios, Cristo
está en nosotros y nosotros estamos en él: esto es la IGLESIA. La estrecha
comunión de vida de todos los bautizados con Cristo es descrita en la
Sagrada Escritura con una gran riqueza de imágenes. A veces se habla del
Pueblo de Dios, otras de la esposa de Cristo; unas veces se llama madre a la
Iglesia, otras, la familia de Dios o se la compara con los invitados a una
boda. Nunca es la Iglesia una mera institución, nunca sólo la "Iglesia
oficial", que uno podría rechazar. Nos irritarán las faltas y los defectos
que se dan en la Iglesia, pero no nos podemos distanciar nunca de ella,
porque Dios ha optado por ella de forma irrevocable y no se aleja de ella a
pesar de todos sus pecados. La Iglesia es la presencia de Dios entre
nosotros los hombres. Por eso debemos amarla.
122.¿Para qué quiere Dios la Iglesia?
Dios quiere la Iglesia porque no nos quiere salvar individualmente, sino
juntos. Quiere convertir a toda la humanidad en su pueblo. [758-781,802-804]
Nadie alcanza el cielo de forma asocial. Quien sólo se preocupa de sí mismo
y de la salvación de su alma, vive de forma asocial. Esto es imposible,
tanto en el cielo como en la tierra. El mismo Dios no es asocial; no es un
ser solitario, que se baste a sí mismo. El Dios trinitario es en sí
"social", una comunión, un eterno intercambio de amor. Según el modelo de
Dios, el hombre está hecho para la relación, el intercambio, el compartir y
el amor. Somos responsables unos de otros.
123.¿Cuál es la misión de la Iglesia?
La misión de la Iglesia es hacer brotar y crecer en todos los pueblos el
reino de Dios, que ha
comenzado ya con Jesús. [763-769,774-776,780]
Allí donde estuvo Jesús, el cielo tocó la tierra: Comenzaba el reino de
Dios, un reino de paz y justicia. La Iglesia sirve a este reino de Dios. No
es un fin en sí misma. Tiene que continuar lo que ha comenzado con Cristo.
Debe actuar como lo haría Jesús. Continúa realizando los signos sagrados de
Jesús (SACRAMENTOS). Transmite las palabras de Jesús. Por eso la Iglesia,
con todas sus debilidades, es realmente un fragmento de cielo en la tierra.
124. ¿Por qué la Iglesia es más que una institución?
La Iglesia es más que una institución porque es un ( MISTERIO) que es a la
vez humano y divino. [770-773, 779]
El amor verdadero no es ciego, sino que hace ver. Lo mismo ocurre cuando
miramos a la Iglesia: vista desde fuera la Iglesia es únicamente una
institución histórica, con logros históricos, pero también con errores e
incluso crímenes: una Iglesia de pecadores. Pero esta mirada no es
suficientemente profunda. Porque Cristo se ha comprometido de tal modo con
nosotros pecadores que no abandona nunca a la Iglesia, incluso si le
traicionáramos a diario. Esta unión inseparable de lo humano y lo divino, de
pecado y de gracia, forma parte del misterio de la Iglesia. Por eso, vista
con los ojos de la fe, la Iglesia es indestructiblemente santa. 132
125 ¿Qué es lo que hace único al Pueblo de Dios?
El fundador de este pueblo es Dios Padre. Su líder es Jesucristo. Su fuente
de energía es el Espíritu Santo. La puerta de entrada al Pueblo de Dios es
el bautismo. Su dignidad es la libertad de los hijos de Dios. Su ley es el
amor. Si este pueblo permanece fiel a Dios y busca ante todo el reino de
Dios, transforma el mundo. [781786]
En medio de todos los pueblos de la tierra existe un pueblo que no es como
ningún otro. No se somete a nadie, sólo a Dios. Debe ser como la sal, que da
sabor; como la levadura, que lo penetra todo; como la luz, que aleja las
oscuridades. Quien pertenece al Pueblo de Dios debe contar con entrar en
contradicción abierta con las personas que niegan la existencia de Dios y
desprecian sus mandamientos. Pero en la libertad de los hijos de Dios no hay
que tener miedo a nada, ni siquiera a la muerte.
126.¿Qué quiere decir que "la Iglesia es el Cuerpo de Cristo"?
Especialmente mediante los SACRAMENTOS del Bautismo y la EUCARISTÍA se
establece una unión indisoluble entre Jesucristo y los cristianos. Esta
unión es tan fuerte que nos junta a él y a nosotros como cabeza y miembros
de un cuerpo humano y nos convierte en una unidad. [787-795] 0146, 175, 200,
208, 217
127. ¿Qué quiere decir que "la Iglesia es la esposa de Cristo"?
Jesucristo ama a la Iglesia como un esposo ama a su esposa. Se vincula para
siempre a ella y entrega su vida por ella. [796]
Quien ha estado enamorado una vez, intuye lo que es el amor. Jesús lo sabe y
se denomina a sí mismo esposo, que corteja a su esposa con amor ardiente y
que desea celebrar la fiesta del amor con ella. Su esposa somos nosotros, la
Iglesia. Ya en el ANTIGUO TESTAMENTO se compara el amor de Dios por su
pueblo con el amor entre esposo y esposa. Cuando Jesús nos corteja a cada
uno de nosotros, ¡cuántas veces es un amante desgraciado, por así decir,
enamorado de aquellos que no quieren saber nada de su amor y no le
corresponden!
128 ¿Qué quiere decir que la Iglesia es "templo del Espíritu Santo"?
La Iglesia es el lugar del mundo donde el Espíritu Santo está plenamente
presente. [797-801,809]
El pueblo de Israel adoraba a Dios en el templo de Jerusalén. Este templo ya
no existe. Su puesto lo ha ocupado la Iglesia, que no está sujeta a un lugar
determinado. "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos" (Mt 18,20). Quien vivifica a la Iglesia es el Espíritu de
Cristo: habita en la palabra de la Sagrada Escritura y está presente en los
signos sagrados de los SACRAMENTOS. Habita en los corazones de los fieles y
habla en sus oraciones. Conduce a la Iglesia y le otorga sus dones
(CARISMAS), tanto los sencillos como los extraordinarios. Quien se confía al
Espíritu Santo puede experimentar también hoy verdaderos milagros.
0113-120,203-205,310-311
Oraciones
Oración por la Iglesia
Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo Sacerdote,
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.
(Santa Faustina Kowalska)
Oración por mi parroquia
Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi parroquia.
¡Estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Gracias, Jesús, por mi parroquia,
Gracias por los niños y los jóvenes,
por los mayores y los ancianos.
Todos, formamos tu Comunidad, tu Iglesia.
También hoy quiero pedirte
por ella ,Señor,
por sus grupos y actividades,
por su gente.
¡Cuánto me ayudan!
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi parroquia no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias por mi Parroquia.
Jesús, te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte.
Amen
Leemos el periódico, miramos el noticiero en la televisión papra estar informados. Conviene muchísimo aumentar nuestros conocimientos en materia religiosa porque son una ayuda en la familia: podemos compartir, enseñar y vivir más concientemente nuestra fe.
San Pedro y san Pablo, apóstoles y mártires.
Solemnidad - Fiesta el 29 de junio.
Origen de la fiesta: san Pedro y san Pablo son apóstoles, testigos de Jesús
que dieron un gran testimonio. Se dice que son las dos columnas del edificio
de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el
cristianismo se extendió por todo el mundo.
Los cadáveres de san Pedro y san Pablo estuvieron sepultados juntos por unas
décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas originales. En 1915 se
encontraron estas tumbas y, pintadas en los muros de los sepulcros,
expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción por san Pedro y
san Pablo desde los inicios de la vida cristiana. Se cree que en ese lugar
se llevaban a cabo las reuniones de los cristianos primitivos. Esta fiesta
doble de san Pedro y san Pablo ha sido conmemorada el 29 de Junio desde
entonces.
El sentido de tener una fiesta es recordar lo que estos dos grandes santos
hicieron, aprender de su ejemplo y pedirles en este día especialmente su
intercesión por nosotros. Pero ante todo se trata de contemplar y agradecer
cómo Dios instaura la Iglesia católica en el mundo y de anunciar al mundo
entero dónde se encuentra la verdadera salvación: en la Iglesia cuyos
primeros anunciadores fueron San Pedro y San Pablo.
* * *
San Pedro
San Pedro fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Su nombre era Simón, pero
Jesús lo llamó Cefas que significa «piedra» y le dijo que sería la piedra
sobre la que edificaría Su Iglesia. Por esta razón, le conocemos como Pedro.
Era pescador de oficio y Jesús lo llamó a ser pescador de hombres, para
darles a conocer el amor de Dios y el mensaje de salvación. Él aceptó y dejó
su barca, sus redes y su casa para seguir a Jesús.
Pedro era de carácter fuerte e impulsivo y tuvo que luchar contra la
comodidad y contra su gusto por lucirse ante los demás. No comprendió a
Cristo cuando hablaba acerca de sacrificio, cruz y muerte y hasta le llegó a
proponer a Jesús un camino más fácil; se sentía muy seguro de sí mismo y le
prometió a Cristo que nunca lo negaría, tan sólo unas horas antes de negarlo
tres veces.
Vivió momentos muy importantes junto a Jesús:
Vio a Jesús cuando caminó sobre las aguas. Él mismo lo intentó, pero por
desconfiar estuvo a punto de ahogarse.
Prensenció la Transfiguración del Señor.
Estuvo presente cuando aprehendieron a Jesús y le cortó la oreja a uno de
los soldados atacantes.
Negó a Jesús tres veces, por miedo a los judíos y después se arrepintió de
hacerlo.
Fue testigo de la Resurrección de Jesús.
Jesús, después de resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres
veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe
Supremo de la Iglesia.
Estuvo presente cuando Jesús subió al cielo en la Ascensión y permaneció
fiel en la oración esperando al Espíritu Santo.
Recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés y con la fuerza y el valor
que le entregó, comenzó su predicación del mensaje de Jesús. Dejó atrás las
dudas, la cobardía y los miedos y tomó el mando de la Iglesia, bautizando
ese día a varios miles de personas.
Realizó muchos milagros en nombre de Jesús.
En los Hechos de los Apóstoles, se narran varias hazañas y aventuras de
Pedro como primer jefe de la Iglesia. Nos narran que fue hecho prisionero
con Juan, que defendió a Cristo ante los tribunales judíos, que fue
encarcelado por orden del Sanedrín y librado milagrosamente de sus cadenas
para volver a predicar en el templo; que lo detuvieron por segunda vez y aún
así, se negó a dejar de predicar y fue mandado a azotar.
Pedro convirtió a muchos judíos y pensó que ya había cumplido con su misión,
pero Jesús se le apareció y le pidió que llevara esta conversión a los
gentiles, a los no judíos.
En esa época, Roma era la ciudad más importante del mundo, por lo que Pedro
decidió ir allá a predicar a Jesús. Ahí se encontró con varias dificultades:
los romanos tomaban las creencias y los dioses que más les gustaban de los
distintos países que conquistaban. Cada familia tenía sus dioses del hogar.
La superstición era una verdadera plaga, abundaban los adivinos y los magos.
Él comenzó con su predicación y ahí surgieron las primeras comunidades
cristianas. Estas comunidades daban un gran ejemplo de amor, alegría y de
honestidad, en una sociedad violenta y egoísta. En menos de trescientos
años, la mayoría de los corazones del imperio romano quedaron conquistados
para Jesús. Desde entonces, Roma se constituyó como el centro del
cristianismo.
En el año 64, hubo un incendio muy grande en Roma que no fue posible
sofocar. Se corría el rumor de que había sido el emperador Nerón el que lo
había provocado. Nerón se dio cuenta que peligraba su trono y alguien le
sugirió que acusara a los cristianos de haber provocado el incendio. Fue así
como se inició una verdadera «cacería» de los cristianos: los arrojaban al
circo romano para ser devorados por los leones, eran quemados en los
jardines, asesinados en plena calle o torturados cruelmente. Durante esta
persecución, que duró unos tres años, murió crucificado Pedro por mandato
del emperador Nerón.
Pidió ser crucificado de cabeza, porque no se sentía digno de morir como su
Maestro. Treinta y siete años duró su seguimiento fiel a Jesús. Fue
sepultado en la Colina Vaticana, cerca del lugar de su martirio. Ahí se
construyó la Basílica de San Pedro, centro de la cristiandad.
San Pedro escribió dos cartas o epístolas que forman parte de la Sagrada
Escritura.
¿Qué nos enseña la vida de Pedro?
Nos enseña que, a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a
la santidad. A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir
con su misión. Para ser un buen cristiano hay que esforzarse por ser santos
todos los días. Pedro concretamente nos dice: «Sean santos en su proceder
como es santo el que los ha llamado» (1 Pedro 1, 15)
Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe trabajar y pedirle a Dios
que le ayude a alcanzar su santidad.
Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar maravillas en un hombre común y
corriente. Lo puede hacer capaz de superar los más grandes obstáculos.
La Institución del Papado
Toda organización necesita de una cabeza y Pedro fue el primer jefe y la
primera cabeza de la Iglesia. Fue el primer Papa de la Iglesia Católica.
Jesús le entregó las llaves del Reino y le dijo que todo lo que atara en la
Tierra quedaría atado en el Cielo y todo lo que desatara quedaría desatado
en el Cielo. Jesús le encargó cuidar de su Iglesia, cuidar de su rebaño. El
trabajo del Papa no sólo es un trabajo de organización y dirección. Es, ante
todo, el trabajo de un padre que vela por sus hijos.
El Papa es el representante de Cristo en el mundo y es la cabeza visible de
la Iglesia. Es el pastor de la Iglesia, la dirige y la mantiene unida. Está
asistido por el Espíritu Santo, quien actúa directamente sobre Él, lo
santifica y le ayuda con sus dones a guiar y fortalecer a la Iglesia con su
ejemplo y palabra. El Papa tiene la misión de enseñar, santificar y gobernar
a la Iglesia.
Nosotros, como cristianos debemos amarlo por lo que es y por lo que
representa, como un hombre santo que nos da un gran ejemplo y como el
representante de Jesucristo en la Tierra. Reconocerlo como nuestro pastor,
obedecer sus mandatos, conocer su palabra, ser fieles a sus enseñanzas,
defender su persona y su obra y rezar por Él.
Cuando un Papa muere, se reúnen en el Vaticano todos los cardenales del
mundo para elegir al nuevo sucesor de San Pedro y a puerta cerrada, se
reúnen en Cónclave (que significa: cerrados con llave). Así permanecen en
oración y sacrificio, pidiéndole al Espíritu Santo que los ilumine. Mientras
no se ha elegido Papa, en la chimenea del Vaticano sale humo negro y cuando
ya se ha elegido, sale humo blanco como señal de que ya se escogió al nuevo
representante de Cristo en la Tierra.
San Pablo
Su nombre hebreo era Saulo. Era judío de raza, griego de educación y
ciudadano romano. Nació en la provincia romana de Cilicia, en la ciudad de
Tarso. Era inteligente y bien preparado. Había estudiado en las mejores
escuelas de Jerusalén.
Era enemigo de la nueva religión cristiana ya que era un fariseo muy
estricto. Estaba convencido y comprometido con su fe judía. Quería dar
testimonio de ésta y defenderla a toda costa. Consideraba a los cristianos
como una amenaza para su religión y creía que se debía acabar con ellos a
cualquier costo. Se dedicó a combatir a los cristianos, quienes tenían
razones para temerle. Los jefes del Sanedrín de Jerusalén le encargaron que
apresara a los cristianos de la ciudad de Damasco.
En el camino a Damasco, se le apareció Jesús en medio de un gran resplandor,
cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?» ( Hechos de los Apóstoles 9, 1-9.20-22).
Con esta frase, Pablo comprendió que Jesús era verdaderamente Hijo de Dios y
que al perseguir a los cristianos perseguía al mismo Cristo que vivía en
cada cristiano. Después de este acontecimiento, Saulo se levantó del suelo,
y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron a Damasco y pasó
tres días sin comer ni beber. Ahí, Ananías, obedeciendo a Jesús, hizo que
Saulo recobrara la vista, se levantara y fuera bautizado. Tomó alimento y se
sintió con fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y después empezó a
predicar a favor de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios. Saulo se cambió
el nombre por Pablo. Fue a Jerusalén para ponerse a la orden de San Pedro.
La conversión de Pablo fue total y es el más grande apóstol que la Iglesia
ha tenido. Fue el «apóstol de los gentiles» ya que llevó el Evangelio a
todos los hombres, no sólo al pueblo judío. Comprendió muy bien el
significado de ser apóstol, y de hacer apostolado a favor del mensaje de
Jesús. Fue fiel al llamado que Jesús le hizo en al camino a Damasco.
Llevó el Evangelio por todo el mundo mediterráneo. Su labor no fue fácil.
Por un lado, los cristianos desconfiaban de él, por su fama de gran
perseguidor de las comunidades cristianas. Los judíos, por su parte, le
tenían coraje por «cambiarse de bando». En varias ocasiones se tuvo que
esconder y huir del lugar donde estaba, porque su vida peligraba. Realizó
cuatro grandes viajes apostólicos para llevar a todos los hombres el mensaje
de salvación, creando nuevas comunidades cristianas en los lugares por los
que pasaba y enseñando y apoyando las comunidades ya existentes.
Escribió catorce cartas o epístolas que forman parte de la Sagrada
Escritura.
Al igual que Pedro, fue martirizado en Roma. Le cortaron la cabeza con una
espada pues, como era ciudadano romano, no podían condenarlo a morir en una
cruz, ya que era una muerte reservada para los esclavos.
¿Qué nos enseña la vida de San Pablo?
Nos enseña la importancia de la labor apostólica de los cristianos. Todos
los cristianos debemos ser apóstoles, anunciar a Cristo comunicando su
mensaje con la palabra y el ejemplo, cada uno en el lugar donde viva, y de
diferentes maneras.
Nos enseña el valor de la conversión. Nos enseña a hacer caso a Jesús
dejando nuestra vida antigua de pecado para comenzar una vida dedicada a la
santidad, a las buenas obras y al apostolado.
Esta conversión siguió varios pasos
1. Cristo dio el primer paso: Cristo buscó la conversión de Pablo, le tenía
una misión concreta.
2. Pablo aceptó los dones de Cristo: El mayor de estos dones fue el de ver a
Cristo en el camino a Damasco y reconocerlo como Hijo de Dios.
3. Pablo vivió el amor que Cristo le dio: No sólo aceptó este amor, sino que
los hizo parte de su vida. De ser el principal perseguidor, se convirtió en
el principal propagador de la fe católica.
4. Pablo comunicó el amor que Cristo le dio: Se dedicó a llevar el gran don
que había recibido a los demás. Su vida fue un constante ir y venir,
fundando comunidades cristianas, llevando el Evangelio y animando con sus
cartas a los nuevos cristianos en común acuerdo con San Pedro.
Estos mismos pasos son los que Cristo utiliza en cada uno de los cristianos.
Nosotros podemos dar una respuesta personal a este llamado. Así como lo hizo
Pablo en su época y con las circunstancias de la vida, así cada uno de
nosotros hoy puede dar una respuesta al llamado de Jesús.
Fuente original: TERE FERNÁNDEZ | CATHOLIC.NET ARTÍCULOS Solemnidad de san Pedro y san Pablo
Catequesis del Papa Francisco: El cristiano y la Iglesia
Papa Francisco
Audiencia del miércoles.
CIUDAD DEL VATICANO
25 de junio de 2014
Queridos hermanos y hermanas,
En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, hemos
iniciado de la iniciativa de Dios que quiere formar un pueblo que lleva su
bendición a todos los pueblos de la tierra. Comienza con Abraham y después,
con mucha paciencia -- y Dios la tiene, tiene mucha-- prepara este pueblo en
la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e
instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos.
Hoy queremos detenernos sobre la importancia, para el cristiano, de
pertenecer a este pueblo. Hablamos de la pertenencia a la Iglesia. No
estamos solos y no somos cristianos a título individual, cada uno por su
cuenta: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque
nosotros pertenecemos a la Iglesia.
Es como un apellido: si el nombre es 'soy cristiano' el apellido es
'pertenezco a la Iglesia'. Es muy bonito darse cuenta cómo esta pertenencia
sea expresada también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo.
Respondiendo a Moisés, en el episodio estupendo de la zarza ardiente, se
define como el Dios de los padres, --no dice yo soy el Omnipotente-- Dios de
Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De esta forma Él de manifiesta como
Dios que ha hecho una alianza con nuestros padres y permanece siempre fiel a
su pacto, y nos llama a entrar en esta relación que nos precede.
Esta relación de Dios con su pueblo nos precede a todos nosotros, desde
aquel tiempo. En este sentido, el pensamiento va en primer lugar, con
gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la
Iglesia.
¡Nadie se hace cristiano por sí mismo! ¿Está claro esto? Nadie se hace
cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en el laboratorio. El
cristiano es parte de un pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a
un pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano, el día del
bautismo, ¿se entiende? Y después con el recorrido de la catequesis, y
tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí.
Sí nosotros creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos
escuchar su Palabra, si lo sentimos cerca y lo reconocemos en los hermanos,
es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y después nos la han
transmitido, la fe la hemos recibida de nuestros padres, de nuestros
antepasados y ellos nos la han enseñado.
Si lo pensamos bien, quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan delante
de los ojos, en este momento: puede ser el rostro de los padres que han
pedido para nosotros el bautismo; el de nuestros abuelos o algún familiar
que nos ha enseñado a hacer el signo de la cruz y a recitar las primeras
oraciones.
Yo siempre recuerdo mucho el rostro e la religiosa que me ha enseñado el
catecismo y siempre me viene, está en el cielo seguro porque es una mujer
santa, yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa. O el
rostro del párroco, de otro sacerdote, o de una religiosa, de un catequista,
que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como
cristianos. Esta es la Iglesia: es una gran familia en la cual se es acogido
y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor.
Este camino lo podemos vivir no sólo gracias a otras personas, sino junto a
otras personas. En la Iglesia no existe el 'hazlo tú', no existen
'bateadores libres'. ¡Cuántas veces el papa Benedicto ha descrito la Iglesia
como un 'nosotros' eclesial! A veces sucede que se oye a alguien decir: "yo
creo que Dios. Creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa..." ¿Cuántas
veces hemos oído esto? Y esto no va.
Hay quien afirma poder tener una relación personal, directa, inmediata con
Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son
tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía, el gran Pablo VI,
dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es laborioso, y a veces
puede resultar cansado: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos
dé problemas, o escándalo... Pero el Señor ha confiado su mensaje de
salvación a las personas humanas, a todos nosotros, a los testigos; y es en
nuestros hermanos y hermanas, con sus dones y sus límites, que viene a
nuestro encuentro y se hace reconocer.
Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recordadlo bien, ser cristiano
significa pertenecer a la Iglesia. El nombre es cristiano, el apellido es
pertenencia a la Iglesia.
Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre
de la Iglesia, la gracia de no caer nunca en la tentación de pensar poder
prescindir de los otros, poder prescindir de la Iglesia, poder salvarnos
solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a
Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia,
no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no
podemos ser buenos cristianos si no junto a todos aquellos que buscan seguir
al Señor Jesús, como un único pueblo, un único pueblo, y esto es la Iglesia.
Gracias.