Disfruten
de la Palabra Divina de los Domingos tomados
de la mano de los Padres de la Iglesia, de los Santos y Sabios de todos los
tiempos y del Catecismo de la Iglesia Católica (Nota Bene: Los números consignados entre paréntesis ( ) hacen referencia a los números del Catecismo).También puede saltar a: DOMINGO XV ORDINARIO A “Si el sembrador
siembra y la semilla es fecunda, ¿por qué no hay fruto?” INDICE A. Comentarios de los Sabios y Santos I. LA
PALABRA DE DIOS
* Is 55, 10-11: “La lluvia hace germinar la
tierra” * Sal 64, 10.10-11.12-13: “La semilla cayó en
tierra buena y dio fruto” * Rm 8, 18-23: “La creación, expectante, está
aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios” * Mt 13, 1-23: “Salió el sembrador a sembrar” A.
Comentarios de los Sabios y Santos
Introducción chocante a la primera lectura B.
Suplementos
II. APUNTE
BÍBLICO-LITÚRGICO
* La palabra, como la semilla, en sí eficaz. La Palabra de Dios que
anunciaba a Israel el fin de la cautividad de Babilonia se cumpliría: “hará mi
voluntad, cumplirá mi encargo” (1.a Lect.). * La Palabra necesita de la cooperación humana como la semilla necesita de
la tierra. Su eficacia está condicionada a la libre responsabilidad del hombre.
Con la imagen de la tierra, el evangelista señala cuatro actitudes: 1) el
corazón duro, orgulloso, autosuficiente; 2) los veleidosos, inconstantes,
caprichosos; 3) los que están esclavizados por las riquezas, las comodidades,
los honores, las vanidades, etc; 4) los que acogen la Palabra con buena
voluntad (Ev.). * El Espíritu que habita en nosotros nos introduce en la Palabra para que
produzca el fruto de la esperanza de la “libertad gloriosa de los hijos de
Dios”. III.
SITUACIÓN HUMANA
* Ya se ha dicho en otro lugar que el hombre de hoy halla dificultades
dentro y fuera de sí mismo para reflexionar, pensar, crear ideas... Siguen
ocupando lugar de privilegio las lecturas que sólo entretienen y alienan, y son
pocos los que se ocupan de lo serio y profundo. No es una mirada negativa sobre
la realidad. Es un hecho que no solamente ofrece dificultades a la semilla
evangélica. También para cualquier idea mínimamente seria. IV. LA
FE DE LA IGLESIA
* La
fe
_ Cristo, Palabra única de la Sagrada Escritura: “En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su
fuerza, porque en ella no se recibe solamente la palabra humana, sino lo que es
realmente: la Palabra de Dios” (104). _ “Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e
insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra Palabra más que ésta”
(65). _ La fe cristiana es la religión de la Palabra: “Sin embargo la fe cristiana no es una ``religión del Libro''. El
cristianismo es la religión de la Palabra de Dios, ``no de un verbo escrito y
mudo, sino del Verbo encarnado y vivo'' (S. Bernardo, hom. mis.4.11). Para que
las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna
del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de
las mismas” (108). * La respuesta
_ Fecundidad de la Palabra divina: “El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos
describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ello avanzamos
paso a paso mediante los actos de cada día sostenidos por la gracia del
Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en
la Iglesia para la gloria de Dios” (1724; cf. 2654). * El testimonio cristiano
_ “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que
no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola
Palabra...porque lo que hablaba antes en partes a los profetas, ya lo ha
hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora
quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría
una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en
Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (S. Juan de la Cruz, Carm.2.22)”
(65). Llamados a sembrar, arrojemos la semilla. Dios dará el incremento. No
sembrar por miedo a la falta de fruto es desconfiar de Dios. vea:
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