Catequesis
Dominical para Niños Domingo
12 del tiempo Ordinario”A”
Contenido 2.1
Catequesis 1: Jesús nos da valor 1. Pasajes
del Domingo
1. Primera Lectura: Jeremías
20,10-13 1.2 Segunda Lectura: Romanos 5,12-15 1.3 Evangelio: San Mateo 10,2 2. Catequesis 2.1 Catequesis 1: Jesús nos da valor
2.1.1 Meta Tratamos de crear una situación que estimula la valentía de la fe para que desarrollen
aunque sólo inicialmente sentimientos de intrepidez. 2.1.2 La Catequesis ¿Anuncio o no anuncio? (Los niños encargados de la procesión del evangelio están llevando la Biblia
[sugerimos que en las catequesis se resalte la veneración a la Palabra de Dios
trayendo la Biblia en procesión y retirándola. Si se puede conseguir una Biblia
enchapada, tanto mejor.]. De repente tocan la puerta y un ayudante entrega una
carta al catequista. El-La catequista se disculpa cortésmente y lee en alta voz
la carta que dice): Decretamos de prohibirle
terminantemente leer en alta voz el evangelio a los niños. Le doy permiso
leerla en su casa, a solas, pero no puede leerla ahora para todos los niños. En
caso contrario ya verá lo que le va a pasar porque tomaremos medidas muy drásticas.
No se atreva, se lo advierto, a leer el evangelio; obedezca, se lo ordeno con
toda mi autoridad. Ya sabe que podemos castigar a UD. muy duramente. Firmado El Jefe de los ateos. (Durante el siguiente diálogo los niños con la Biblia y las velas están
esperando). ¿Díganme, qué hago? ¿Leo el evangelio o no lo hago?... Puede pasarme
alguna cosa mala. De repente me hacen daño. Puede ser también que tienen algo
planeado. ¿Leo el evangelio o no lo leo?.... Quizás es mejor que lea la Biblia
en mi casa, a solas, donde nadie me ve ni me escucha. ¿Leo el evangelio o no lo
leo? ... Si Uds. me apoyan quizás me decida. ¿Ustedes quieren que lea el
evangelio?... ¿Me van a ayudar si me pasa algo?... Entonces voy a leer el
evangelio. (Se leen los versículos 26-27. Puede primero leerlos con voz baja
mirando con miedo hacia la puerta y luego los lee nuevamente con voz fuerte.) Confieso que he tenido miedo de leer el evangelio pero ahora ya no tengo
miedo. ¿Por qué?... (Porque Jesús ha
dicho que no tengamos miedo). Así es. Cuando Jesús me dice que no tenga miedo
de hablar fuerte, de leer fuerte el evangelio aunque sea del techo de la
Iglesia, yo lo voy a hacer. (Nuevamente tocan la puerta y el ayudante trae otra carta) (El catequista lee en voz alta): Nos hemos enterado que usted no ha
obedecido a nuestras órdenes. A pesar de haber sido avisado (a) usted se ha
atrevido de leer el evangelio en voz alta. La corte de castigos ha decidido la
condena a muerte. Usted tiene que obedecer a nosotros y a nadie más. Piense que
UD. puede perder la vida Por eso es mejor que obedezca a nosotros. Usted puede
salvar la vida si obedece las órdenes que le vamos a dar ahora: Enseñe a los
niños que sean malos en su casa, en el colegio y con sus amigos. En hacer esto
le perdonamos la vida, en caso de desobedecer ya verá lo que le va a pasar. Firmado El jefe de los ateos. Ahora sí, la cosa se vuelve seria. ¿Qué hago? Para salvar mi vida, ¿qué
tengo que hacer?... (Enseñar a los niños que sean malos). ¿Qué hago? ¿Qué me aconsejan?... ¿Si les enseño
a ustedes a ser malos, le gustará a Dios? ....(no). ¿Les enseño a ustedes a ser
malos?... Es fácil de decir que no. Yo perderé la vida. Vamos a escuchar lo que
dice el evangelio porque hace un momento el evangelio mismo me dijo lo que
tengo que hacer y ahora lo vuelve a hacer. (Se leen los versículos 28-33) ¿A quién obedezco, a Dios o a los que amenazan mi vida?... (A Dios).
Porque si me matan los malvados, ¿adonde iré directamente?... (Al cielo). Si
les obedezco a los ateos y les enseño a ustedes que sean malos, ¿qué me pasará
después de morir? ¿Adónde iré?... (Al infierno). Estaría por siempre lejos de
Dios. Así que les voy a enseñar a ser buenos. ¿A quien debemos obedecer? ...(a
Dios). ¿Aunque nos amenacen?... (Si). ¿Aunque nos quieran quitar la vida y nos
desprecien? Jesús al final del evangelio nos promete algo lindo si le obedecemos y
cuando no tenemos miedo de seguirlo a El...
“El que me reconozca delante de los hombres yo lo reconoceré delante de
mi Padre que está en los cielos”. Vale la pena de pasar un poco de miedo.
Porque lo importante es que Jesús nos reconozca como quién ha hablado de El
aunque nos lo hayan prohibido. Es que Jesús nos defenderá. Aunque nos acusen
ante Dios que hemos mentido, que hemos tenido malos pensamientos, que hemos sido
violentos, que hemos peleado Jesús será nuestro defensor y mejor abogado se
puede tener. NUESTRO LEMA SERÁ: EL QUE HABLA DE MI A LOS HOMBRES YO HABLARE DE EL A
DIOS PADRE 3. Vivencia
Entregaremos a los niños una lista con cosas que pueden dar miedo:
oscuridad, monstruos, personas desagradables, cuevas, túneles, alturas, sueños
macabros, estar solos lejos de los padres y hermanos, que se burlen de
nosotros, perder la amistad de alguien, infierno, ruidos especiales. Les
invitamos a los niños que pongan en la lista lo que más miedo les da. Y luego
sugerimos a los padres que
conversen con sus hijos sobre las tres
cosas que más miedo les dan a los hijos. Les aconsejan de cómo superar el
miedo. Se añade una oración de confianza para que la recen durante la semana. “Señor Dios, creador del cielo y de la tierra. Tú ordenas nuestra vida.
Tú eres nuestro Padre que nos ama tiernamente. Por eso has enviado a tu Hijo Jesucristo
para que, muriendo y resucitando, nos salve del pecado y la muerte. En tu infinita bondad me has destinado un ángel
para que me cuide y me guarde todos los días de mi vida. Padre, en Ti confío.
Tú me proteges de día y de noche. Virgen María, también a ti doy las gracias
porque me cuidas. Amén”. 4. Liturgia
En todas las capas sociales nos encontramos con personas que consciente
o inconscientemente tratan de solucionar el problema del miedo con la magia.
Hasta utilizan los signos religiosos (el agua bendita, imágenes de los santos,
ciertas devociones que parecen ofrecer garantías contra el infortunio). ¿Qué es más poderoso, un medio que obliga a
una persona para que nos proteja o fiarnos de esta misma persona que ha dado
tantas pruebas que nos ama como ni podemos imaginarlo? Por tanto, es tan
importante transmitir una fe en la providencia de un Padre amoroso. Para ello
es importante escuchar la Palabra de Dios con atención y confianza porque la Palabra
se cumple. Esto no se logra de un día al otro, especialmente si los padres son
unos supersticiosos. Antes de escuchar la lectura podemos recordar con los
niños los momentos cuando nuestros padres nos han hablado y nos han
tranquilizado, cuando nos dijeron que nos amaban aunque a veces nos portábamos
mal. Recordar los momentos cuando estábamos sentados en las rodillas de
nuestros padres y nos sentíamos seguros. Les podemos decir con toda justicia:
“Mucho más te ama Dios Padre. Siempre estás en sus brazos protectores”. ¿No se
escuchará la lectura de manera muy distinta? El Concilio Vaticano II, al hablar
de la proclamación de la Palabra de Dios en medio de la asamblea, dice que Dios
viene como un Padre para hablar familiarmente con sus hijos. 5. El niño
La psicología descubre cada vez más que los temores y miedos son
producto de múltiples influencias. Hasta las experiencias pre-natales entran en
juego. No se puede disolver las nubes oscuras del miedo con unas palabras tranquilizadoras.
No es posible en una sola catequesis eliminar la desconfianza existencial,
producto del ambiente familiar y del descuido de los padres. Sin embargo,
podemos tratar de transmitir una fe que tiene sus raíces ante todo en un
evangelio que es Buena Nueva. Quizás hemos utilizado la Palabra muchas veces
como moralismos y exigencias. Revisemos la manera cómo hablamos a los niños de
Dios. 6. Condición
previa
Los catequistas también tenemos nuestros miedos. También cuando estamos
realizando la catequesis. Y este miedo influencia nuestro comportamiento. Tratemos
hacernos “amigos” de nuestros miedos mirándolos de cerca. Y cuando los enfrentamos,
con la gracia de Dios, poco a poco se desvanecen. Igualmente se sugiere un
trato de los niños a base de ternura, paciencia y amabilidad. Por favor, esto
no es lo mismo como ser “melosos”, es decir, derramar afectividad. Porque este
tipo de comportamiento generalmente busca que los demás le tengan afecto a uno.
En tal caso estamos utilizando egoístamente la catequesis para que los niños
nos quieran. Los niños han de querer a Dios y el catequista como que tiene que
“desaparecer” hacerse “transparentes” para que los niños sólo vean a Dios. Es
cierto, muchas veces somos impotentes ante el daño que han hecho los padres.
Pero el catequista mostrará que Dios es distinto y los niños se quedarán con
esta esperanza. |