Domingo 30 del Tiempo Ordinario C - El fariseo y el publicano - Catequesis preparatoria para niños: preparemos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Falta un dedo: Celebrarla
La Lectura del Domingo: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14
Catequesis
¿Cuántas personas entran en esta historia que Jesús
dijo? Hay dos: el fariseo y el publicano. Los fariseos, como sabemos, fueron
judíos que cumplen fielmente con todas las leyes de la religión judía, las
leyes del Antiguo Testamento. Y eran muchas. Gozaban de mucho respeto en la
sociedad porque eran considerados como personas muy religiosas. Los
publicanos eran judíos que recaudaban impuestos para los romanos. Como los
romanos eran extranjeros ocupando Palestina, los recaudadores de impuestos,
apoyados por los soldados romanos, les obligaron a los demás judíos, a veces
a la fuerza, a que pagasen lo que exigían los romanos. Eran muy odiados y
considerados como grandes pecadores. Imagínate que alguien entra en tu casa
y a la fuerza se lleva todo el dinero que hay.
Como han escuchado fueron al templo un fariseo y un
publicano. Y cada uno oró de manera diferente.
a) La oración del "santo".
El fariseo en su oración expresó que era santo.
Dijo: “No soy un pecador, como uno que está en la parte posterior. Cumplo
con todas las leyes obligatorias e incluso algunas más. Ayuno dos veces a la
semana y no sólo una vez al año. Le doy la décima parte de todos los
ingresos al templo. Yo soy un hombre serio, honesto, libre de culpa”.
Escuchen lo que dice la
Biblia en el libro de los Proverbios (24,
16) “Que siete veces cae el justo, pero se
levanta, mientras los malos se hunden en la desgracia” y
en
el evangelio de San Mateo
Jesús
dice (19, 17): “Uno solo es el Bueno“.
Es
decir, no hay nadie sin pecado porque hasta los justos caen y el único Bueno
es Dios.
b) La oración del "pecador".
El publicano en su oración dijo que era un pecador.
Dijo: “Usted sabe que yo soy un pobre pecador. Usted sabe que les saco los
impuestos a mis compatriotas a veces a la fuerza. Usted sabe que tengo que
sufrir la vergüenza de que me llamen ladrón. Usted sabe que yo quiero que me
perdone. Contigo voy a cambiar y vivir una vida diferente”.
Quién crees que oró correctamente? ¿El fariseo o el
publicano?… (Fue el publicano). ¿Y por qué? … (Porque él fue humilde y
reconoció que necesitaba ayuda para ser santo, es decir, solamente uno es
santo Dios y todos nosotros somos pecadores).
Estamos mirando
al
mundo y a las personas a veces con los mismos sentimientos del fariseo para
con el publicano. ¿El fariseo apreciaba al publicano o lo despreciaba?… (Lo
despreciaba). Escuchen una leyenda:
Cuenta una leyenda que Dios, cansado de estar
sentado todo el santo día en su encumbrado Trono, dejó por un momento su
silla, y decidió dar un pequeño paseo por las praderas del cielo. Un
angelito travieso que pasaba por la corte celestial, al ver vacío el sitial
de Dios, se sentó en él. Desde allí pudo contemplar, en una especie de
zapping tele-celestial, todas las miserias, los robos, los asesinatos, las
mentiras, la violencia, en definitiva, la variopinta maldad de los hombres.
Absorto en esta aterradora visión, lo sorprendió el buen Dios, que regresaba
de dar sus vueltas por la campiña celeste.
- ¿Qué haces sentado en mi trono, angelito?, ¿No
sabes que esa silla me está reservada sólo a mí?, - le preguntó Dios.
- Oh Dios - le respondió el angelito, poniendo
carita de "yo no fui"- perdona, es que venía a hacerte una visita, y cómo no
estabas,... pues me senté, vale, perdóname...Mira, nunca pensé,...
- Ya me imagino lo que viste, angelito.
- Sí, es espantoso. ¿Cómo lo soportas?, ¿Cómo no los
destruyes de inmediato con un rayo de tu divina justicia? Es lo que merecen
los humanos.
- Es que sólo viste una parte. Te faltaban mis
lentes.
- ¿Tus lentes?
- Sí, con ellas puedes ver más allá de lo que se
"ve" a simple vista,...ellas me permiten poner mi corazón en las miserias
humanas, ...conocer lo que hay dentro, muy adentro de los hombres, sus
debilidades, sus sufrimientos y sus luchas, la soledad, el desamparo, la
falta de amor,...
- Es verdad, eso no lo vi.
- Claro, sólo yo, con mis lentes, puedo ver y
penetrar hasta el último rincón del corazón humano. Por eso, les he mandado
a los hombres que no se juzguen unos a otros. Ellos, como tú, sólo ven lo
externo.
- Buen Dios, una última cosa, - se aventuró a decir
el angelito, que ya tenía cara de sueño - , ¿Y cómo se llaman esos lentes
tuyos?
- Misericordia, querido angelito, esos lentes se
llaman Misericordia. Venga, no vuelvas a sentarte en mi sitio, pero ven a
visitarme cuando quieras. Ahora dame un abrazo, y vete a dormir, que mañana
te quiero bien despierto en el coro, con tus hermanitos.
Por eso vamos a decir la siguiente oración. Repitan
conmigo:
Padre Santo, por favor, en el nombre de tu hijo
Jesús, préstanos tus lentes,...Amén.
Ejercicio: el golpe de pecho
A veces al comienzo de la
Misa se reza el “Yo pecador…” y nos damos unos golpes de pecho. Para
entender mejor el golpe de pecho, es necesario que practiquemos un poco.
Extiende tu brazo derecho y apunta con tu dedo índice a algo o a alguien.
En
la actitud del fariseo, ¿a quiénes debes apuntar?… (Al pecador, al publicano
y a los otros fariseos).
Ahora regresa tu dedo
índice para que deje de apuntar hacia fuera y
cierra
tu puño. En lugar de ver hacia fuera, tu mano expresa que estás
viendo
hacia adentro, hacia ti mismo. Cuando golpeas tu pecho con tu
puño,
estás queriendo decir que te duele lo que hay en tu corazón y que
tú
eres el responsable de todo lo malo que hay en él. Reconoces que delante de
Dios que es tan bueno, tan lleno de amor, tú eres pecador y sucio y por eso
le pides compasión.
Vamos ahora rezar la oración que algunas veces se reza al comenzar la Santa Misa para pedir perdón por los pecados. Al repetir "Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa" nos golpeamos el pecho. Repitan conmigo:
“Yo, pecador, me confieso ante Dios todo poderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles y a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mi ante Dios, nuestro Señor”.
¿Qué hicimos cuando decimos tres veces: por mi
culpa… (Nos golpeamos el pecho). ¿Y nuestros dedos a quien indican?… (A
nosotros mismos). Les sugiero que durante esta semana cuando hacen la
oración de la noche, traten de recordar lo que han hecho mal durante el día
y, aunque no recuerdes toda la oración, por lo menos te golpees el pecho
tres veces diciendo ¿?... (Por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa). De
esta manera seremos justificados porque Dios perdona a los que se
arrepienten.
(Fuentes: cf. Arcoíris.guatemala.com,
http://librosyvideoscristianos.blogspot.com, Erika M. padilla rubi)
Queremos ayudar
a que los niños, por medio de la catequesis dominical, puedan
compenetrarse de la Palabra de Dios proclamada durante la Misa Dominical
Parroquial. De
ningún modo queremos dar
pie al terrible malentendido como si pretendiéremos colaborar en sustituir
la Misa Dominical de la Comunidad Parroquial con una Misa para Niños.
Tenemos una
seria acusación al
respecto.