Domingo 22 del Tiempo Ordinario C - 'El que se humilla será enaltecido' - Catequesis preparatoria para niños: preparemos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Falta un dedo: Celebrarla
Pasaje dominical: Lucas 14,1. 7-14
EL TEXTO
a) El mensaje de hoy no habla de un reglamento de urbanidad o del buen comportamiento para la reunión de los cristianos. En otro momento el Señor ejemplarizará lo que quiere decir al respecto cuando lava los pies a sus discípulos. La modestia y la humildad se expresan ante todo en una actitud de servicio.
d) La reunión debe estar abierta a todos sin excluir a los pobres y desdichados. El servicio a los pobres culminará en la resurrección.
c) La primera lectura nos enseña de dónde viene la humildad como actitud de servicio: quien experimenta la misericordia de Dios sabe que también uno tiene que actuar como Dios.
Humillación
Una señora devota se quejó un día ante el Padre Liebermann de una humillación que había sufrido injustamente. El sacerdote le contestó suavemente: "Nuestro Señor tenía que humillarse mucho más esta mañana, en la sagrada comunión, al entrar en el corazón de usted".
El más grande
¿Ustedes saben quién es el más grande?... (Dios). ¿Por qué es el más grande?... (Por que ha creado todo el universo). ¿Hay alguien que sería más grande que Dios?... (No). ¿Aún que nos fuéramos caminando por todo el mundo buscando a alguien que sea más grande?... (No). ¿Aún que nos fuéramos en un cohete al espacio y buscaríamos en la luna y en las estrellas más lejanas?... (No). No hay nadie más grande que Dios.
¿Qué hizo Dios?
A pesar del hecho de que Dios ha creado el mundo entero y se lo ha regalado al hombre, lamentablemente el hombre ha pecado y sigue pecando queriendo hacer su propia voluntad. Esto comenzó con Adán y Eva que querían ser ellos el dueño del paraíso. Cuando la humanidad se alejaba de Dios ¿qué hizo él? ¿Dejó a los hombres a su suerte para que se perdieran lejos de él?... (No). ¿Qué hizo?... (El Hijo de Dios se hizo hombre, cargó con nuestros pecados y murió en la Cruz por todos nosotros). O sea Dios que es el más grande de todo el universo, se hizo pequeño para salvar a los hombres. Recuerdo haber visto una película en la cual un científico se había enfermado y querían salvarlo a toda costa. Tenía un coágulo en el cerebro. ¿Qué hicieron? Redujeron un sumergible con los médicos dentro y lo hicieron tan pequeño junto con la tripulación y los médicos que quedaba como la punta de un alfiler. Así lo inyectaron en la corriente sanguínea para que pasara por todo el cuerpo en búsqueda del coágulo para eliminarlo. Después de mil peripecias lograron salvarlo. El Hijo de Dios hizo algo aún más maravilloso. No sólo, para decirlo de alguna manera, no sólo se achicó sino que se convirtió en algo distinto de lo que era.
Recuerdo lo que contó un hombre famoso. Cuando niño, tenía un perrito que cada día lo recibía con mucha alegría al volver del colegio, saltando y ladrando. El chico pensaba: "Mi perrito me quiere mucho, él me entiende mucho más que cualquier otra persona". Un día le había ido muy mal en el colegio. El profesor lo había castigado y así volvió muy triste a la casa. Cuando abrió la puerta de su casa, el perrito lo recibió como de costumbre, con mucha alegría ladrando y saltando. El muchacho se dio cuenta entonces que el perrito no lo entendía de ninguna manera. Para que su perito pudiese entenderlo tendría que convertirse en perrito.
Dios está infinitamente más encima de todo lo que podemos nosotros entender. A pesar de ello se ha puesto a nuestra altura para que podamos escucharlo y verlo. Se ha hecho hombre. Además, cuando se hizo hombre, ¿nació en una familia rica?... (No, nació en una familia pobre). Y toda su vida ha tenido un amor especial por los pobres.
Las diferencias entre los hombres
Cuando pasa un futbolista conocido o el Presidente de la República, entonces toda la gente presta atención y cuando viene de visita le hacen una gran recepción. Sin embargo, cuando pasa un cholito por la calle, nadie le presta atención. ¿Ustedes me pueden decir por qué se presta atención al futbolista o al presidente ?... (Por que todos los conocen y saben que hacen cosas importantes). ¿Ante Dios quien vale más, el presidente o el cholito ?... (No se sabe). No se sabe porque depende de cómo viven y cómo sienten y piensan en su corazón. Uno vale ante Dios según vive, sea presidente o sea cholito que no sabe leer o escribir. Tú nunca sabes qué lugar ocupa a los ojos de Dios. Sin embargo, sabes una cosa: Yo soy un pecador, una pecadora. Es por eso que Dios dice que cuando estés invitado te pongas en cierto lugar: ¿el primero o el último?... (El último). Cuando el Hijo de Dios vino a este mundo ¿se puso con el primer lugar o el último para nacer? ¿Un palacio o un establo?... (Un establo). Y Jesús siempre va a donde están los pecadores ¿A Jesús les gusta el pecado?... (No). De ninguna manera. Y entonces, ¿por que quiere estar con los pecadores?... (Porque quiere salvarlos). Para ser felices deberíamos hacer las cosas como las hizo Jesús. Por eso nunca vamos a buscar el primer lugar, ¿sino?... (El último). Y eso por dos razones: Queremos ayudar a los demás como lo hacía Jesús y somos pecadores por eso nos toca y corresponde el último lugar. Es que queremos seguir a Jesús. Supongamos que en la puerta comienza una larga fila de personas que da la vuelta alrededor de la manzana. Tan larga es la cola. Supongamos que te dicen que Jesús se encuentra en esta cola. ¿En donde vas a buscarlo?... (Al final de la cola).
Durante esta semana queremos imitar a Jesús. Dejaremos que los demás vayan primero, ocupen el primer asiento. ¿Cómo podemos hacer esto en la casa, en el colegio, en la calle? No se trata sólo de dejar pasar, sino escoger el último lugar, dejar que los demás tengan el pedazo más grande, etcétera. ¿Cómo puedes hacer para ocupar el último en tu casa, por ejemplo?...
Actividad
Se han colocado una serie de sillas de manera que claramente se vea que hay asientos importantes y asientos de menos importancia. Se les entrega tarjetas a los niños que los identifican según alguna posición social: presidente, barrendero, bancario, ama de casa, empleada del hogar, zapatero, etc. Se les dice que se sientan de acuerdo a la importancia de su personaje según la tarjeta que ostentan. Cuando todos los niños que tengan tarjeta estén sentados se les pregunta por qué están sentados en este orden. Luego se escoge a uno de los niños que no tienen tarjeta para que les asigne el asiento de acuerdo a su juicio. Luego se le pregunta por qué los ha sentado en este orden.
Se lean los versículos 1. 7-10 del Evangelio.
Como han escuchado, el Señor piensa de manera distinta. ¿Se fija en la profesión o el dinero o el cargo o en el corazón?... (En el corazón). Todos los niños sentados salgan de sus asientos por favor y vengan aquí. Nuevamente vamos a sentarnos. ¿Necesitan ahora tarjetas para saber dónde sentarse?... (No las necesitamos). Las tarjetas no cuentan ante Dios. Ahora ¿cómo podemos hacer para que sea nuestro corazón el que manda? ¿Qué nos aconseja Jesús?... (Sentarnos en el último lugar). Por eso se sientan nuevamente sin empujar, sólo convenciendo al otro para que les den el asiento que les corresponda según su juicio. (Por turno cada niño ofrece su argumentación para poder sentarse en el asiento que desea ocupar).
Ahora les voy a dar unas tarjetas en blanco y un lapicero. Ustedes mismos van a escribir en ellas los nombres de los que ustedes quisieran invitar a su casa o convidar un caramelo o invitar a jugar con ustedes. (El catequista escoge uno o dos y lee los nombres de los invitados). Vamos a ver qué dice Jesús.
Se lee en la segunda parte del Evangelio, los versículos 11-14.
¿Quien quiere cambiar los nombres de sus invitados? ¿A
quienes deberíamos invitar?... (A los pobres). ¿Por qué Jesús nos dice que
invitemos a los pobres? La última frase nos da una idea. Cuando invitas a un
bancario, ¿qué favor puedes esperar de él? Te puede prestar... (Dinero).
Cuando invitas a un heladero, ¿qué favor puedes esperar de él?... (Que te
convide un helado). Cuando invitas a un pobre, que no tiene nada de nada,
¿qué favor puedes esperar de él?... (Ninguno). Sin embargo ¿quién te va a
recompensar?... (Jesús).
Aplicación
Ahora vamos a apuntar en nuestras tarjetas a los que
queremos invitar a jugar, convidar nuestros caramelos, etc. ¿Vamos a apuntar
a los que nos pueden hacer muchos favores?... (No, apuntaremos a los que no
nos pueden retribuir el favor). ¿Quiénes podrían ser aquellos que no pueden
devolvernos el favor?... (Hermanitos pequeños, niños que están solos, quizás
en el colegio los niños con quien nadie quiere jugar).
LITURGIA
Elementos a reforzar
-Jesús se convirtió en PAN para alimentarnos y estar
con nosotros. También nos habla por medio del su palabra. Jesús sabe que
muchas veces andamos distraídos y no pensamos en el cuando escuchamos la
Palabra de Dios. Sin embargo, Jesús es humilde, no se resiente, seguirá
siempre hablándonos por que quiera ayudarnos y a hacernos felices.
EL NIÑO
El niño tiene la innata tendencia de luchar para ser el
primero en recibir el caramelo, por ocupar el primer asiento, para colocarse
como primero en la fila. Cierto tipo de pedagogía defiende la idea que
enseñar a los niños a que se impongan para ser aptos a entrar en la lucha
por la supervivencia de adultos. Para estos pedagogos enseñar a los niños
que dejen a que otros pasen primero, que otros tengan el pedazo más grande,
que el otro es más importante, todo esto significa incapacitarlos para el
futuro. ¿En qué mundo desea vivir usted? Cristo nos invita a vivir en un
mundo que considere al otro más importante porque nadie tiene más amor que
aquel que da la vida por su prójimo.
CONDICIÓN PREVIA
Los adultos hemos visto mucho mundo, mucha maldad humana, mucha prepotencia y quizás hemos contribuido a todo ello también nosotros. La reflexión presente quizás despierte una nostalgia de una inocencia irrecuperable. El reino de amor no es un mundo de niños inocentes -aunque los niños se muevan en este mundo con más soltura que nosotros- sino es un reino que exige esfuerzo. Que nuestro trato que damos a los niños refleje nuestro esfuerzo de compartir con ellos este reino del Señor Jesús: alegría, paciencia, amabilidad, bondad, dominio propio. Por si acaso, son dones del Espíritu Santo.
Queremos ayudar
a que los niños, por medio de la catequesis dominical, puedan
compenetrarse de la Palabra de Dios proclamada durante la Misa Dominical
Parroquial. De
ningún modo queremos dar
pie al terrible malentendido como si pretendiéremos colaborar en sustituir
la Misa Dominical de la Comunidad Parroquial con una Misa para Niños.
Tenemos una
seria acusación al
respecto.