Domingo 8 Tiempo Ordinario C - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
PASAJES BÍBLICOS
PRIMERA LECTURA Eclo 27, 5-8
La palabra surge de lo más íntimo del hombre. Manifiesta lo más
concreto. de su corazón. Es signo de madurez cuando alguien sabe dominar
la palabra propia para entrar en diálogo respetuoso con el otro. La
propaganda de hoy arranca la palabra de sus raíces humanas y las
manipula, Esa palabra ya no une a los hombres, sine que produce una
torre de Babel de nuestro siglo. Es que quiere suscitar sólo deseos y
anhelos que se concentran en la propia
satisfacción. Más de una vez es patente que la misma palabra de los avisos
comerciales tiene otro sentido. Busquemos donde encontrar la verdadera
sabiduría.
SEGUNDA LECTURA 1 Cor 15, 54-58
La presente lectura es la triunfal conclusión de la sección de la primera
carta a les Corintios donde se desarrolla el misterio del triunfal de Cristo
sobre la muerte, mediante su propia resurrección y la de los creyentes. La
acción de Cristo resucitado va lentamente llevando a cabo, en sus últimas
aplicaciones, la victoria sobre la ley, el pecado y la muerte. La lectura
concluye con un grito de optimismo: Nuestra vida tiene sentido en todo lo
que realizamos.
EVANGELIO Lc 6, 39-45
La vida en el Reino de Dios es una vida de misericordia y amor. Pero este
amor debe expresarse de manera concreta en relación con los demás. Esta
expresión del amor la explica Lucas en este fragmento con la imagen de la
fructificación. Esta parábola es clara y su consecuencia muy inteligible. Lo
que pensamos y lo que hablamos de los demás ¿es fruto de un árbol bueno?
REFLEXIONEMOS
Hay personas que no pueden vivir en paz consigo mismo porque su punto de
referencia y de apoyo no 1a encuentran en una visión serena de la vida sino
en el criterio de querer orientar su comportamiento de acuerdo con los demás
de su clase social, o de una clase social que quieren integrar. Empeora la
situación cuando la insistencia se concentra en el tener cosas y les medios
que permiten seguir el tren de vida de la clase admirada. Se sacrifica hasta
la salud para quedar bien. Así entran en un círculo vicioso porque esta
carrera no tiene meta final. Las actitudes resultantes brotan de un deseo de
aparentar, de ser aceptados, de él.a1ternar con gente cuya compañía
ambiciona. Frecuentemente todos queremos quedar bien. En el fondo esta
actitud parece legitima porque necesitamos del aprecio y de la estima de los
demás. La buena fama de una persona tiene mucha importancia. Comienzan las
dificultades cuando se sacrifican valores como 1ª sinceridad, la sencillez y
la confianza en sí mismo. Y eso para mantener una apariencia de a1go que no
es y tal cuando hacemos las cosas con la exclusiva finalidad de querer
impresionar.
Es un síntoma de madurez que 1a persona encuentra les criterios de su acción
en sí misma, con su conciencia, en su propia escala de valores. Este no
significa que despreciemos a les demás, como algunos aconsejan.
Con todo, 1as personas que han llegado a esta confianza en sí mismas, siguen
siempre con el peligro de querer aparentar, de aceptar esta sea una falta de
sinceridad. Tenemos muchas excusas: 1a cortesía, el deseo de no herir, el
simple deseo de evitar situaciones desagradables. Así poco a poco en el
matrimonio, en el hogar, puede crecer una atmosfera de aparente felicidad
que se derrumba cuando los nervios ya no dan. Entonces se descubre que no
hay fundamento real para enfrentar esta tempestad; queda sólo el intentar a
reedificar este mundo de apariencias, que no deja a nadie en la casa ser
como realmente es. Deberíamos tener momentos en la familia cuando se pueden
decir las cosas, cuando se pueden confesar las frustraciones, cuando se
puede dejar que los demás vean las heridas que los demás, sin darse cuenta
muchas veces, nos infligen. Esta apertura nos llevará ser más sensibles y a
ser más sinceros. La sinceridad no tiene nada que ver con la brutalidad que
desprecia les buenos modales, que hace caso omiso de la sensibilidad del
otro, que goza con ver sufrir a al otro. La verdadera sinceridad contiene
una buen dosis de humildad que reconoce sus propias faltas, un buena dosis
de amor que busca lo mejor para el otro.
Reflexionemos CON LOS HIJOS
Muchas veces tenemos miedo de herirnos, de que nos pase algo malo, que les
pase algo a los que amamos , Y es muy natural que tratemos de defendernos
para que estas cosas nos sucedan. Supongamos que se haya derramado leche en
el sofá. Es más fácil mentir y decir que fue el gato o el hermanito para
salir del apuro, porque entonces todo el mundo concentra su atención en los
demás. Interiormente nos sentimos aliviados, pero a la vez nos sentimos mal.
Hemos actuado empujados por e1 miedo. Así que hay que aprender no tanta a
decir la verdad, como a ser valientes. Cuando sentimos miedo hay que
preguntar: ¿Por qué siento miedo? Me podré contestar: porque me va a pasar
esto o aquello. El débil se dirá: Voy a mentir- y así salgo del apuro. El
valiente (la valiente) se dirá: Aguantaré lo que me va a pasar. Me lo
merezco. Además, no es el fin del mundo. A veces pasa que la mentira. ha
sido una reacción sin mucho pensar. Me libraré de la mentira a1 hacer
entender al otro que no fue así, que me he equivocado al mentir. Hay otro
tipo de mentira que consisten en inventar Cosas para, que les demás me
admiren. Lo que deseo en realidad es que me quieran, que me presten
atención. Hay mejores maneras de lograrlo. Ayudar a los demás, ser buenos
con ellos. Y al que nos cuenta estos cuentos inverosímiles, lo tenemos que
tratar con más cariño porque lo hace buscando nuestra atención y admiración.
Conexión Eucarística
La Eucaristía es también un proceso de liberación y de purificación. Por
medio de su palabra y su sacrificio Cristo nos hace crecer en su gracia, la
que elimina más y más la corrupción del pecado y refuerza en la conciencia
que es él que nos ama como nadie nos puede amar. Dejemos que su victoria se
repita también en nosotros.
NOS HABLA LA IGLESIA
Consideramos ahora la persona misma de los evangelizadores. Se ha repetido
frecuentemente en nuestros días que este siglo siente la autenticidad. Sobre
todo con relación a los jóvenes, se afirma que estos sienten y sufren
horrores ante lo ficticio, ante la falsedad, y además son decididamente
partidarios de la verdad y la transparencia. A estos "signos" de los tiempos
debería corresponder en nosotros un actitud vigilante. Tácitamente sin
grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: ¿Creéis realmente
lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? Predicáis verdaderamente lo que
vivís? Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en un
condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin
andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos
responsables del Evangelio que proclamamos.
... Exhortamos así mismo a los seglares, familias cristianas, jóvenes y
adultos, a todos los que tienen algún cargo, a los dirigentes, sin olvidar a
los pobres, tantas veces ricos de fe y esperanza, a todos los seglares
conscientes de su papel de evangelizadores al servicio de la Iglesia, o en
el corazón de la sociedad y de mundo. Se lo decimos a todos: es necesario
que nuestro esfuerzo evangelizador brote de una verdadera santidad de vida y
que, como lo sugiere el Concilio Vaticano II, la predicación alimentada con
la oración y sobre todo con el amor a la Eucaristía, redunde en mayor
santidad de predicador.
(Evangelii nuntiandi, Pablo VI 76)
VIVENCIA FAMILIAR
Se declara una semana de la sinceridad. Todos los que se sorprenden a si
mismos en una falta de sinceridad dejan su óbolo en una cajita. Un buen
examen de conciencia. El resultado se entrega a los pobres.
ORACIONES
Oración del que busca la verdad
Confieso, Señor, que sólo Tu puedes iluminar mi oscuridad. Anhelo con todas
mis fuerzas que mi oscuridad sea despejada por tu luz. Prometo que aceptaré
todo lo que me enseñas como tu verdad, tan exigente que sea. Con tu gracia
quiero evitar todo engaño que me tienta de aceptar más lo que me es cómodo,
que lo que Tu me enseñas. Dame ojos ciegos para todo lo que no tiene valor.
Dame ojos de claridad para descubrir tu Verdad. Amén.
Leamos la Biblia con la Iglesia
Lunes: I. Ecl 17,24-29; II. 1 Pe 1,3-9; Mc 10,17-27
Martes: I. Ecl 35,1-12; II. 1 Pe 1,10-16; Mc 10, 28-31
Miércoles: I. Ecl 36,4-5.10-17; 1 Pe1,28-35; Mc 10,32-45
Jueves: I. Ecl 42, 15-25: II. 1 Pe 2,2-5.9-12; Mc 10,46-52
Viernes: I. Ecl 44,1.8-13; II. 1 Pe 4,7-13; Mc 11,11-26
Sábado: l. Ecl. 51,12-20; II. Jud 17,20b-25; Mc 11,22.27-33
(I año impar; II año par)