Domingo 7 Tiempo Ordinario C - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
PASAJES DOMINICALES
Primera Lectura: 1 Sam 2. 7-9. 12-13. 22-23
David frágil como todo hombre (cfr. 2 Sam 11) da un ejemplo de heroísmo, al
sobreponerse a si mismo y a las Insinuaciones de su compañero: perdona la
vida al que le persigue, cuando lo tenía a su merced, El perdonar a los
enemigos es algo que sobrepasa las fuerzas humanas. Cristo nos lo pide (Mt,
5,44) pero Él va delante con su ejemplo. La misericordia con el prójimo
atreves de la misericordia divina (Lc 23,34), y nos hace imitar el amor y la
misericordia de Dios que nos recuerda el evangelio de hoy.
SEGUNDA LECTURA (1 Cor 15, 45-49)
La presente lectura viene a ser la conclusión del tema sobre la resurrección
de los muertos. Seremos como el nuevo Adán-Cristo. oResucitaremos con él. La
tarea del creyente en esta vida es conformarnos a este nueve Adán
como lo describe la lectura del evangelio de hoy.
EVANGELIO (Lc 6,27-38)
Aquí se manifiesta que las bienaventuranzas son promesas y exigencias (cfr.
el evangelio del domingo pasado). Lo que exige Jesús va mas allá de la
conducta moral normal, hasta puede parecer imposible. Jesús le dice de todos
los cristianos, sin exeepecion. La razón es que Dios mismo se ha revelado
como el amor sin límites. Lo que nosotros llamamos amor al prójimo muchas
veces es una caridad limitada y hasta se trata de un negocio de intercambio.
Dios se entrega totalmente y gratis. (Ex 34,6-9; 2 Re 13,23: ls 30,18;
54-8-10; 55,7; Jer 12,51; 31,20; Os 14,4; 5,8-11; Miq 7,19; Zac 10,6; Mt
9,10.-13; 18, 21-22; Lc 10,33-37; 5, 8, 5-11; 12,9-21.; 13,8-10; Rom 5,8-11;
12, 9-21; 1 Pe 3,8-17.
REFLEXIONEMOS
La buena nueva del amor que Cristo impone es bastante desconcertante en el
momento de su proclamación; hoy mismo, en nuestro mundo, sigue produciendo
verdaderos desconciertos. Jesús amplía los límites del amor más allá de les
límites de las comunidades naturales en las que el amor surge con
espontaneidad natural, instintiva: familiares, parientes, amigos, vecinos,
bienhechores, aquellos de quienes se está esperando recibir algo (Lc 14,12).
El amor que Cristo intima debe ser "católico" universal, ampliamente
comprensivo, debe tener las dimensiones de Dios, o sea las dimensiones que
abarcan a todos los hombres. La conducta con los enemigos, las situaciones
desfavorables (pobres y lisiados), las limitaciones ( cojos y ciegos)
(Le14,13-14), no son limitaciones para el amor sino más bien motivos
especialmente cristianos para amar; son ocasiones de preferencia para la
amistad cristiana. Hoy esas categorías de hombres no han desaparecido;
pueden ser los
Marginados de la sociedad actual: los mal pagados, los oprimidos por
dictaduras políticas o económicas, por explotación. Nada es ajeno al amor
cristiano como nada es ajeno al amor del Padre. Frecuentemente se constata
que las enemistades más arraigadas tienen lugar entre parientes por
cuestiones de herencia. La caridad comienza por casa, pero no excluye a
nadie
REFLEXIONEMOS CON LOS HIJOS
En el trato con los demás, en los reces diarios rechazamos a los demás.
Pensamos que estamos defendiendo nuestros derechos, nuestra propiedad,
nuestras cosas. Esto puede ocasionar unos choques continuos entre hermanos;
es como una situación de guerra permanente: uno quiere imponerse al otro,
trátese de escoger el programa de TV, o quien entra primero al baño, o muy
dentro de nosotros acerca de quien es el preferido de la familia.
Generalmente se busca una solución de "justicia equitativa", que todos por
turno tengan el mismo derecho, que le toque a cada uno lo mismo, etc., etc.
Pero esta no es la solución de Cristo. Tampoco se trata de lo siguiente: Uno
está dispuesto de ceder su derecho cuando el otro ofrece algo en cambio;
esto es un negocio.
La solución de Cristo es distinta: que sea, siempre el otro el primero, cedo
mi derecho sin esperar nada a cambio, dejo que el otro tenga aunque no tenga
yo. ¿Por qué el Señor reclama algo tan difícil? Porque Dios es así. El da,
se entrega, tiene paciencia con nosotros, tiene misericordia, nos perdona,
porque es amor, porque n-s ama. ¿Dónde voy a aprender a amar a la manera, de
Cristo, sino en mi casa, en mi hogar, en mi ·familia? ¿Dónde desarrollaré
esta actitud de entrega sino con los familiares con los cuales convivo?
¿Difícil? En verdad, muy difícil. Podemos, porque somos hijos de Dios. Es
cierto: cuánto menos egoísta más felicidad porque el Espíritu Santo está
actuando en nuestro corazón.
CONEXlON EUCARISTlCA
La celebración de la Eucaristía debe conducirnos al encuentro y
pacificación con los demás. Cristo en la Eucaristía es el signo y testigo de
nuestra amistad con Dios y con los hermanos. Si no volvemos a casa
profundamente purificados en nuestros sentimientos hacia les demás, sean
quienes sean, no hemos celebrado dignamente la Eucaristía. Celebremos
nuestra convivencia alrededor del altar no solamente para hacer presente al
Señor, sino también para tener una experiencia religiosa del compromiso del
amor con demás hombres, presentes o ausentes, amigos o enemigos.
NOS HABLA LA IGLESlA
Quienes sienten y obran de modo distinto al nuestro en materia
social, política e incluso religiosa deben ser también objeto de nuestro
respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión
intima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con
ellos el diálogo.
Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en
indiferencia ante la verdad y el bien. Más aun, la propia caridad exige el
anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario
distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que
yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está~
desviad. por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa.
Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe
juzgar la culpabilidad interna de les demás.
La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto
del amor se extiende a todos los enemigos. El mandamiento de la Nueva Ley:
Habéis oido que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: Amada vuestros enemigos, haced el bien los que os odian y
orad por los que os persiguen y calumnian. (Mt 5,43-44).
Vat.II GS n. 28
VIVENCIA FAMILAR
Leer juntes el himno de la caridad y comentarlo (1 Cor 13,4-7)
Leamos la Biblia con la Iglesia
Lunes: I. Sir 1.1-10; II. St 3,13-18; Mc 9,14-29
Martes: I. Sir 2,1-11 II. St 4,1-10; Mc 9,30-37
Miércoles: I. Sir 4,11-19; II. St 4,13 -17; Mc 9,33-40
Jueves: I. Sir 5,1-8; II. St. 5,1-6; Mc 9,41-50
Viernes: I. Sir 6,5-17; II. St 5,9-12; Mc 10,1-12
S4bado: I. Sir 17,1-15; II. St 5,13-20; Mc 10,13-16
ORACIONES
Oración ante la miseria del mundo (Follereau)
Señor: enséñame a no contentarme con amar a los míos, enséñame a pensar en
todos les demás; a amar a aquellos que nadie ama.
Señor: haz que sienta el sufrimiento de les demás. Dame la gracia de
comprender que, en cada minuto de mi vida, tan feliz y protegida por ti, hay
millones de seres que son hermanos míos, y que mueren de frío. y de miseria
sin haberlo merecido.
Ten piedad de les pobres del mundo. Perdónanos por haberlos olvidado. No
permitas que pretenda ser feliz para mí solo. Dame la angustia de la miseria
del mundo ,
Que mi oración y mi trabajo de hoy ayuden a que la angustia y la miseria
disminuyan, y para que mi corazón se abra a la cardad verdadera. Amén.