Domingo 32 del Tiempo
Ordinario B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos
la Acogida de la Palabra de Dios durante la celebración de la Misa dominical
parroquial
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción a
las lecturas
Primera Lectura: 1 Re 17, 10-18
La viuda de este pasaje entrega todo lo que tiene
porque se fía de la palabra del profeta Elías. Su esperanza no es
defraudada. Es fácil dar cuando uno vive en abundancia. Pero los que aman a
Dios pueden realizar gestos de generosidad también en la escasez porque su
vida gira no alrededor de su propia persona sino alrededor del amor de Dios.
Escuchemos con atención porque podemos aprender como ama Dios.
Segunda
Lectura: Hebr 9, 24-28
A través de la historia del Antiguo Testamento los
creyentes han ofrecido muchísimos sacrificios a Dios para reconciliarse con
él, para pedir sus favores. Los cristianos anunciamos la buena noticia que
el sacrificio de Cristo ha obrado nuestra salvación, una vez por siempre.
Que esta lectura nos ayude a estar siempre con el corazón dócil ante las
inspiraciones de Dios para que la salvación de Cristo pueda tener su efecto
también en nuestra vida.
Vamos a escuchar un mensaje un tanto inquietante:
los pobres con facilidad dan más que nosotros que vivimos con cierta
seguridad y opulencia. A la sociedad de consumo no le gustan estas palabras.
Pero los cristianos abrimos nuestro corazón a las palabras de Cristo aunque
nos denuncian y nos ayudan a cambiar. Son palabras de espíritu y de vida.
Reflexionemos los padres
La comunidad cristiana y cada cristiano somos
llamados a vivir un continuo proceso de crecimiento hacia la generosidad y
disponibilidad de cara a Dios y de cara a los hermanos. No puede ser de otra
manera pues nos reunimos domingo tras domingo para celebrar el acto de
entrega total de Cristo, su muerte y su resurrección.
Pensemos un poco: ¿Qué mérito es mayor: que des de
lo que de sobra o de lo que necesitas tú también? Este Evangelio nos invita
a compartir con aquellos que tienen menos. Demos con amor procurando que
aquel que recibe no se sienta humillado. Esta actitud es posible cuando
pones tu confianza en Dios en todas las circunstancias de la vida.
Reflexionemos con los hijos
Todos tenemos la inclinación a tener cosas, a
guardarlas, a tener reservas en caso de necesidad. Y fácilmente acumulamos
cosas. Es que estamos pensando en nosotros mismos. Cuando el Hijo de Dios se
hizo hombre no estaba pensando en sí mismo sino en nosotros. Se hizo hombre
para cargar con nuestros pecados, estrellarlos en la cruz en su muerte y
resucitar para que todos nosotros nos salváramos. Todo por amor. Dios nos
ama y nos cuida cada día por amor. También es nuestra experiencia que,
cuando ayudamos y compartimos, nos sentimos mucho más felices que cuando
guardamos alguna cosa. En la familia hay muchísimas oportunidades de
compartir, en otras palabras, de amar. Pensemos un poco como podemos ser
menos egoístas, como amar más.
Relación con la Santa Misa
En la Santa Misa se borra el tiempo y el espacio
porque cuando estamos participando en la celebración eucarística es el mismo
Señor Jesús que se hace presente con su sacrificio en la cruz, con su
resurrección y con la última cena. Realmente estamos viviendo la última
cena, la pasión y muerte y la resurrección de Cristo y la santa comunión es
como hacernos físicamente uno con toda esta realidad. Tanto nos ama Dios.
Vivencia familiar
Hay familias que tienen una alcancía para los pobres
para que todo el que quiera puede dejar sigilosamente sin que nadie se dé
cuenta algo de su dinero y de su propina. Hay otras familias que adoptan a
una familia necesitada y le ayudan por medio de terceros para que su
donación quede en el anonimato. Hay otras familias que al fin del año hacen
una colecta de todo aquello que no se ha utilizado durante ese año para
donarlo a los necesitados.
Nos habla la Iglesia
Vaticano II, sobre la Iglesia en el mundo
actual 24: Dios, que cuida de todos
con paternal solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola
familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos.
[…]
El amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento. La
Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor
del prójimo: “… Cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: amarás
al prójimo como a ti mismo… El amor es el cumplimiento de la ley” (Rom 13,
9-10; cf. 1 Jn 4, 20)
Vaticano II, sobre la actividad misionera de
la Iglesia 15 y 8: [los cristianos]
cultiven verdadera y eficazmente, como buenos ciudadanos, el amor a la
patria, evitando por entero, sin embargo, el desprecio por las otras razas y
el nacionalismo exagerado, y promuevan el amor universal de los hombres.…
Cristo es en principio y modelo de esa humanidad renovada, a la que todos
aspiran, lleno de amor fraterno, de sinceridad y de espíritu de paz.
Leemos la Biblia con la Iglesia
Semana 32 - Lunes
Sb
1:1-7
Sl
139:1-3, 4-6, 7-8,
9-10
Tit
1:1-9
Sl
24:1-2, 3-4,
5-6
Lc
17:1-6
Semana 32 -
Martes
Sb
2:23-3:9
Sl
34:2-3, 16-17,
18-19
Tit
2:1-8,
11-14
Sl
37:3-4, 18, 23, 27,
29
Lc
17:7-10
Semana 32 -Miércoles
Sb
6:2-11
Sl
82:3-4,
6-7
Tit
3:1-7
Sl
23:1-3, 3-4, 5,
6
Lc
17:11-19
Semana 32 -
Jueves
Sb
7:22–8:1
Sl
119:89, 90, 91, 130,
135, 175
Phlm 7-20
Sl
146:7, 8-9,
9-10
Lc
17:20-25
Semana 32 - Viernes
Sb
13:1-9
Sl
19:2-3,4-5
2 Jn
4-9
Sl
119:1, 2, 10, 11,
17, 18
Lc
17:26-37
Semana 32 - Sábado
Sb
18:14-16;
19:6-9
Sl
105:2-3, 36-37,
42-43
3 Jn
5-8
Sl
112:1-2, 3-4,
5-6
Lc
18:1-8
Oraciones
Oraciones al
Espíritu Santo para pedir sus siete Dones
I
Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la
abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría,
tener este gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe
viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana.
Que, con el don del Consejo, ponga los medios más
conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza me haga vencer todos los
obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación.
Que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente
entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños
del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le
sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga
el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no
ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el
móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer
entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de
tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
II
Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en
él el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus
dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de
Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe;
distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de
Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y
así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de
Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y
así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por
ella.
Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de
Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y
acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.
Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de
Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a
Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.
Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de
Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la
perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de
Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y
proceder con templanza en el uso de las criaturas.
Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la
intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi
corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y
confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y
así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.
III
Amor infinito y Espíritu Santificador:
Contra la necedad, concédeme el Don de Sabiduría,
que me libre del tedio y de la insensatez.
Contra la rudeza, dame el Don de Entendimiento, que
ahuyente tibiezas, dudas, nieblas, desconfianzas.
Contra la precipitación, el Don de Consejo, que me
libre de las indiscreciones e imprudencias.
Contra la ignorancia, el Don de Ciencia, que me
libre de los engaños del mundo, demonio y carne, reduciendo las cosas a su
verdadero valor.
Contra la pusilanimidad, el Don de Fortaleza, que me
libre de la debilidad y cobardía en todo caso de conflicto.
Contra la dureza, el Don de Piedad, que me libre de
la ira, rencor, injusticia, crueldad y venganza.
Contra la soberbia, el Don de Temor de Dios, que me
libre del orgullo, vanidad, ambición y presunción.
Cortesía de:
Devocionario Católico - http://www.devocionario.com