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Domingo 4 Tiempo Ordinario B: Iglesia doméstica - Preparemos en casa la Fiesta del Domingo

 


Introducción a las lecturas

Reflexionemos los padres

Reflexionemos con los hijos

Conexión eucarística

Vivencia familiar

Nos  habla la Iglesia

Leamos la Biblia con la Iglesia

Oraciones y Reflexiones
   


La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

 

 

Introducción a las lecturas

Primera lectura: Dt 18, 15-20

Cuando entre rayos y truenos Dios hablaba desde el Sinaí al pueblo de Israel, la gente se asustó mucho y pidieron que sea sólo Moisés quien escuchara para luego contárselo a ellos. Desde entonces, generalmente, Dios envía a profetas que sólo de manera extraordinaria ven acompañadas sus palabras con signos poderosos y milagros. Lo que importa es que hablen en nombre de Dios. ¿Quiénes te hablan a ti en nombre de Dios? ¿Les haces caso? De acuerdo, aquí en esta lectura se trata de una profecía acerca de Jesús. Pero también él se presentó como cualquier hijo de vecino. A veces hacía milagros pero en la mayoría de los casos enseñaba con viva palabra. ¿No sería bueno que lo escuches cada día? De todos modos ayudará recitar el salmo responsorial que la Iglesia ha puesto después de esta lectura.

 

Segunda lectura: 1 Cor 7, 32-35

¿Se acuerdan de la lectura del domingo pasado? Nos decía, por ejemplo, que los que tiene que mujer vivan como si no la tuvieran. Hoy seguimos escuchando a San Pablo. Nos plantea de nuevo la misma pregunta: ¿Qué o, más bien, quien es lo más importante en tu vida?

La Iglesia coloca después de la segunda lectura un aleluya repetido con su versículo. En este momento la asamblea se pone de pie porque el Señor nos quiere hablar. Cuando se proclama el Evangelio en familia también sería bueno que todos se pongan de pie. Con esta postura manifestamos que somos conscientes que es el Señor quien quiere enseñarnos.

 

Evangelio: Mc 1, 21-28

La palabra de Jesús tiene hoy el mismo poder de  aquel entonces. Cuando escuchamos con fe los espíritus malos de nuestro corazón (egoísmo, rencor, malos pensamientos, etc.) son expulsados. Cuando escuchamos distraídamente o sin fe la palabra no surte efecto. Lo hemos comprobado tantas veces, ¿no es verdad?

 

Reflexionemos los padres

Afirman los antiguos que en la casa donde se encuentran las Escrituras, los malos espíritus no tienen lugar. Esto no quiere decir que basta tener una Biblia en la casa. La palabra de Dios necesita ser leída y proclamada y entonces tendrá la fuerza para expulsar los malos espíritus de nuestro corazón. El primer paso puede consistir en el esfuerzo de identificar cuáles son los malos espíritus que ocupan principalmente nuestra mente y nuestro corazón. En esto puede ayudarnos la lista de los pecados capitales. El segundo paso puede consistir en desarrollar la manera de cómo la palabra de Dios sea leída por todos los miembros de la familia. Hay familias que, antes de comenzar con los quehaceres del día, proclaman un pasaje bíblico para que acompañe nuestra mente en el camino a las obligaciones del día. Puede ayudar también una breve palabra de explicación y aplicación que ofrece por turno un miembro de la familia. Cuando la palabra reina en nuestro hogar experimentaremos su poder en nuestra vida. El punto neurálgico es el tipo de fe que vive cada uno. La fe es ante todo una adhesión personal de la persona humana a Dios, es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios nos revela.

 

Reflexionemos con los hijos

Cada día somos “bombardeados” con información, con imágenes, con las cosas y personas que se mueven, etcétera. Para protegernos limitamos el efecto que todo eso tiene en nuestra mente y en nuestro corazón.  Esto es normal porque no podemos ni queremos recordar todas las tonterías. Sin embargo, esto trae como peligro que, cuando se proclama la palabra de Dios o la leemos, estemos también con esta limitación que nos protege contra los “bombardeos” de cada día. Consecuencia: no le prestamos mucha atención. Cuando se proclama el Santo Evangelio durante la celebración de la misa, tanto el sacerdote como los integrantes de la asamblea se persignan marcando una cruz en la frente, en la boca y en el corazón. Queremos con ello significar nuestro deseo que la palabra de Dios ilumine nuestra mente, permita hablar en su nombre anunciando a otros la buena nueva y que, aterrizando la palabra en nuestro corazón, pueda dar mucho fruto en nuestra vida. El gran enemigo siempre es la rutina, que no poner verdadera atención.. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a prestar atención cuando leemos o escuchamos la palabra divina.

 

Conexión eucarística

La Santa Misa consta de dos partes de igual valor: la liturgia de la palabra y la liturgia del sacrificio. Cuanto más y mejor así acogemos la palabra de Dios en nuestro hogar tanto más y mejor podremos participar en la celebración eucarística.

 

Vivencia familiar

Como ya venimos insinuando la palabra de Dios debe tener un lugar habitual en nuestra familia. Cada familia tiene que revisar cómo hacer para que la palabra de Dios pueda desplegar toda su potencia en nuestro hogar.

 

Nos habla la Iglesia

Solamente con la luz de la fe y con la meditación de la palabra divina es posible reconocer siempre y en todo lugar a Dios, “en quien vivimos, nos movemos y existimos”(Hech 17, 28); buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres, próximos o extraños, a juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en sí mismas como en orden al fin del hombre (Vaticano II, Sobre el apostolado de los seglares 4 C).

Es uno de los capítulos principales de la doctrina católica, contenido en la palabra de Dios y predicado constantemente por los Padres, que el hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios (Vaticano II, Sobre la libertad religiosa 10).

 

Leamos la Biblia con la Iglesia

 

Año impar

Salmo responsorial

Año par

Salmo responsorial

Evangelio

Lunes

Hebr 11, 32-40

Sal 30

2 Sam 15, 13-14.30; 16, 5-13a

Sal 3

Mc 5, 1-20

Martes

Hebr 12, 1-4

Sal 21

2 Sam 18, 9-10.14b. 24-25a. 30-19, 3

Sal 85

Mc 5, 21-43

Miércoles

Hebr 12, 4-7. 11-15

Sal 102

2 Sam 24, 2. 9-17

Sal 31

Mc 6, 1-6

Jueves

Hebr 12, 18-19.21-24

Sal 47

1 Re 2, 1-4. 10-12

Sal 1 Cro 29, 10-11ab. 11d- 12

Mc 6, 7-13

Viernes

Hebr 13, 1-8

Sal 26

Ecli 47, 2-13

Sal 17

Mc 6, 14-29

Sábado

Hebr 13.15-17.20-21

Sal 22

1 Re 3, 4-15

Sal 118

Mc 6, 30-34

 

Oraciones y reflexiones

Para el examen de conciencia

Pecados Capitales

Virtudes para  vencerles

1-Soberbia ante el deseo de alto honor y gloria

Humildad Reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.

2-Avaricia ante el deseo de acaparar riquezas

Generosidad. Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.

3- Lujuria ante el apetito sexual

Castidad.  Logra el dominio de los apetitos sensuales

4- Ira  ante un daño o dificultad

Paciencia. Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.

5- Gula ante la comida y bebida

Templanza. Moderación en el comer y en el beber

6- Envidia resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra auto-estima

Caridad. Desear y hacer siempre el bien al prójimo

7- Pereza del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales

Diligencia. Prontitud de ánimo para obrar el bien

 Sto. Tomás enumera siete (I-II:84:4) y define así un pecado capital:
“un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal” (II-II:153:4)

 

Orar y meditar a partir de los Ejercicio Espirituales Ignacianas

(Esto necesita un tiempo regular. Si ha podido identificar cuál de los pecados capitales debe ser atacado ante todo, le aplicaremos nuestro esfuerzo durante una semana)

Modo de orar sobre los Siete Pecados Capitales-(EE 244-245)

¿Cuál es el objetivo de este  modo de orar?

-        Conocer mis faltas, mis afecciones desordenadas.

-        Confrontarme con mi realidad

-          Ver cómo corregirlas

-          Entender el por qué de cada falta mía

-          Portarme mejor como hijo de Dios y darle gloria.

 

Pasos de la oración

1 - Relajarme: Ignacio recomienda: repose un poco el espíritu, asentándose o paseándose, como mejor le parecerá, considerando a dónde voy y a qué [EE 239]. Hay que desconectarse de lo que nos ocupaba para poder abrirnos a esta confrontación.

2 - Oración preparatoria: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina Majestad” (EE. 240).

3 - Petición: Pido gracia a Dios nuestro Señor

 

Los Siete Pecados Capitales

1.Lujuria vs. Pureza:

2. Gula vs. Sobriedad en la comida

3. Avaricia vs. Generosidad (Austeridad, Desprendimiento).

4. Pereza vs. Actividad

5. Ira (hija de la Soberbia) vs. Mansedumbre

6. Envidia vs. Aprecio a los demás.

7. Soberbia vs. Humildad:

 

Examen general

¿Cuáles son los pecados más comunes en mi familia en orden de importancia?

¿Quiénes representan a cada uno de estos pecados?

¿Cómo corregir cada uno de estos pecados?

Oración, examen particular y general. (EE 24-44).

Ejemplo de S. Alberto Hurtado (ver su película).

¿Cuáles son las virtudes que más aprecio?

¿Cuáles son las virtudes características de mi familia?

Pongámoslas en orden de preferencia:

Quizá: generosidad, aprecio a los demás, mansedumbre, humildad, pureza, actividad, sobriedad en comida.

¿Cómo fomentar cada una de estas virtudes?

¿Quiénes son mis modelos para cada una de estas virtudes?

 

 Examen particular

José Martínez de Toda, S.J.
Preparándonos para los Ejercicios Espirituales – S. Francisco - El Silencio, Caracas
http://ejerciciosvcsfrancisco.blogspot.com/

 

 


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