Domingo 22 del Tiempo Ordinario A - 'Que cargue con su
cruz y me siga' - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica,
preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa
dominical
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción a Las Lecturas del Domingo
Jeremías no quiso aceptar el oficio de profeta (1,6). Pero se inclinó ante la orden clara de Dios. No estaba hecho para esta faena porque su naturaleza era suave y su temperamento sensible casi no podía soportar la carga que Dios le había impuesto. Tenía que luchar contra los abusos de su tiempo. La catástrofe que anunció de parte de Dios demoraba. En consecuencia, continuamente sufría la burla y la persecución. Con todo, no podía dejar do enunciar y denunciar. Todos los llamados por Dios han tenido experiencias similares y han entrado en crisis. Las han superado sólo no porque huyeron de Dios, sin. porque huyeren hacia Dios. Puede leer también al respecto: Am 3,8; Lam 3,14; Jer 23,29; 1 Cor 9,16. ¿Cómo es eso de huir hacia Dios? Es la huída del niño hacia los brazos del padre cuando no entiende un sufrimiento. ¿Cómo reaccionamos nosotros en la crisis?
SEGUNDA LECTURA Rom 12, 1-2
Dios ha revelado en el evangelio de Jesús, definitivamente su plan de salvación, así lo ha explicado muy marcadamente San Pablo en los capítulos 1-12 de la carta a los Romanos. En estos últimos capítulos presenta las consecuencias de la misericordia de Dios para la vida del cristiano. La nueva manera de actuar es "un culto espiritual", este culto espiritual consisto en que el hombre ofrece todo su ser renovado en Cristo. El mundo ya no tiene poder sobre él. San Pablo se preocupa que la vida cristiana no se adecue a este mundo; quiero decir, está en oposición a la propaganda, a la opinión general, a la fascinación del dinero, del sexo, del poder.
Evangelio Mt 16,21-27
Destino del Mesías y de sus discípulos. Por medio de la confesión de Pedro los discípulos, inmediatamente antes de estas palabras que siguen, han manifestado su fe en Cristo (vea el evangelio del domingo pasado). Y he aquí que su fe es puesta a prueba: El Mesías debe sufrir y morir porque así realizará la salvación de la humanidad. San Pedro no quiere aceptar que esto sea la voluntad de Dios y recibe, provoca una reacción muy dura del Señor, signo que aquí se trata de algo esencial de su misión. En consecuencia la vida del discípulo está también expuesta al riesgo, al sufrimiento si quiere vivir en estrecha solidaridad con el Señor.
REFLEXIONEMOS
Los Padres
En la historia de la cristiandad ha habido muchos intentos de extender el Reino de Dios de manera inhumana y con medios que no se adecuan a nuestros conceptos. Pensemos en las guerras religiosas. Por la espada y el fuego se ha querido imponer la fe en nombre de un crucificado. ¡Qué paradoja! El plan de Dios y su manera de obrar son radicalmente distintos. No perdonó a su propio hijo sino lo entregó por los pecados de los hombres y por su salvación.
Una actitud que se acerca a la manera de Dios, la encontramos en un Mahatma Gandhi quien, para protestar contra la injusticia, ayuna y estimula a sus compatriotas a una revolución no violenta. La encontramos en un Martín Luther King. Lo único que opone a la opresión es su canto, su prédica, su testimonio. La manera de pensar y actuar de Dios recuerda un acontecimiento reciente: soldados con fusiles y bayonetas amenazan a un grupo de jóvenes que protestan y estos colocan flores en la boca del fusil y guirnaldas alrededor del cuello de los soldados con casco. De repente el arma se ha vuelto ridícula, se ha convertido en florero.
Así la ternura de Dios ridiculiza la dureza, el egoísmo y la violencia del corazón humano. A la larga el odio debe fallar porque, al comienzo de la nueva historia humana, el Hijo de Dios ha vencido la violencia con la entrega y el odio con el amor. A nosotros los cristianos nos toca prolongar esta lucha de amor. Se necesita mucha fuerza moral para contestar al atropello con una sonrisa, y a la amenaza del arma y de la opresión con la fuerza moral de una palabra, de una bendición. Los cristianos tenemos que aprender constantemente a no conformarnos con este siglo.
No es por casualidad que la mujer más venerada de la Iglesia no es una exponente del sexo femenino superdotada de atracivo como la hierodulita de las santiguas religiones, ni valiente en conducir la guerra como Artemisa según los ritos de la antigüedad), sino una virgen que se entrega silenciosamente al servicio del Señor. Con todo, la violencia anida en lo más profundo de nuestro corazón y necesitamos que Dios no dé la mansedumbre de Cristo.
CON LOS HIJOS
A los padres nos da pena cuando nuestros hijos sufren y hacemos todo para aliviar su sufrimiento. Queremos hacerlo todo para que no sufran. Pero evitarles todo sufrimiento sería dañino por una sencilla razón: Les quitaríamos el chance de crecer, de hacerse fuertes y resistentes. Por ejemplo si dijéramos: "Si le decimos a nuestro hijo que apague la TV él va a sufrir, no le va a gustar", en verdad le evitaríamos un disgusto si no le decimos nada. Pero también, a lo mejor, no le enseñaríamos a sacrificarse por los demás, por otras cosas que son más importantes, como ayudar a sus hermanos en lugar de mirar la TV.
Un hijo que no se enfrenta con estas cosas, será más tarde alguien que no se encuentra, como con dos pies y tres zapatos. Por eso los padres tenemos que pedir y hasta exigir cosas que son quizás duras. Ahora la experiencia enseña que las cosas se hacen con suma facilidad cuando uno mismo está convencido, cuando uno mismo ha decidido. ¿Por qué no hacerlas por si mismo, en lugar de pensar: "¿A ver cuando me dirán algo?” ¿Por qué no tener iniciativa propia con los hermanos, con las tareas de la casa, con las propias cosas?
Otra cosa más: a veces nos sumergimos en un mar de tristeza, repetimos que los padres siempre se lo tienen con nosotros y nunca con los demás. De ahí que el encuentro con las frustraciones siempre nos deja deprimidos y somos un lastre para los demás. Basta pensar en todo lo bien que nos va y todo lo bueno que tenemos para darnos cuenta que no hay porque amargarse la vida. Hay dos alternativas de ver las cosas corno puede expresarlo une que cayó al agua: "Estoy medie mojado ó estoy medio seco". Creo que la segunda alternativa es la correcta. Hay que entrenarse a si mismo de ver les lados buenos.
3. Relación con la Liturgia
En la Eucaristía recibimos el cuerpo de Jesús " que fue entregado por nosotros, "el cáliz de la sangre " que fue derramada por nosotros". El Señor nos comunica el fruto de su muerte, el fruto de su entrega total al Padre en el servicio de los hombres. He aquí la fuente donde cobrar fuerzas ante el sufrimiento. Comprender esto debería despertar en cada un. el deseo de arriesgarse, el anhelo de basar su vida en este amor al servicio de Dios
Vivencia familiar
- En algunos pueblos de nuestra sierra existe la costumbre que el padre de familia castigue con un látigo a sus hijos durante la semana santa. Un padre lo explicó así: "Los latigazos que les doy no se lo darán al Señor, y mis hijos pueden estar orgullosos". Hoy en día no creemos en estas cosas, no porque no nos gusta de sentirnos solidarios con el Señor, sino porque creemos que las formas deban ser diferentes.
Hay ciertos servicios en la familia que nadie quiere hacerlos. En la reflexión del evangelio puede aparecernos que turnarnos es seguir las huellas del señor.
LECTURAS BÍBLICAS DURANTE LA SEMANA
Lunes: |
I. 1 Tes 4,13-18 |
II.1 Cor 1-5 |
Lc 4,16-30 |
Martes: |
I. 1 Tes 5,1-6.9-11 |
II.1 Cor 2,10b-16 |
Lc 4,31-37 |
Miércoles: |
I. Col 1,1-8 |
II. 1 Cor 3,1-9 |
Lc 4,38-44 |
Jueves: |
I. Col 1,9-14 |
II. 1 Cor 3,18-23 |
Lc 5,1-11 |
Viernes: |
I. Col 1,15-20 |
II.1 Cor 4,1-5 |
Lc 5,33-39 |
Sábado: |
I. Col 1,21-23 |
II.1 Cor 4,6-15 |
Lc 6,1-5 |
ORACIONES
Cargamento blando
Señor: Cuando en esta cuaresma, que estamos navegando durante toda la vida, recuerdo tus exhortaciones a cargar con la cruz, mis hombros comodones, debilitados por tantos slogans publicitarios de confort, rehúsan la carga. Pero, cuando recuerdo tu frase de que tu carga es ligera, tu yugo suave, me siento impelido a rezar como el poeta chileno:
"Amo, Señor, tus sendas, me es suave la carga (la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste; pero me encuentro que la jornada es larga, que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste, que el agua del camino es amarga, que se enfría este ardiente corazón que me diste y una sombría y honda desolación me embarga, y siente el alma triste, hasta la muerte triste.
El espíritu débil y la carne cobarde, lo mismo que el cansado labriego por la tarde, de la dura fatiga quisiera reposar.
Mas entonces me miras.... y me llena de estrellas, Señor, la oscura noche..... y detrás de tus huellas, con la cruz que llevaste, me es dulce caminar."
Yo sé esto, Señor, y te doy gracias. Pero quisiera pedirte por todos cuantos chirrían ante la idea de la cruz, porque no saben distinguir el sufrimiento de la mortificación cristiana que nos asemeja a ti, no mutila nuestra personalidad, sino que la perfecciona, dominando nuestros excesos.
(Rafael de Andrés)