Domingo 17 del Tiempo Ordinario A - 'El Reino de Dios es
como un Tesoro escondido' - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia
doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de
la Misa dominical
1.1 Primera Lectura: 1R 3,5.7-12: “Pediste
discernimiento”
1.2 Segunda Lectura: Rm 8,28-30: “Nos predestinó a
ser imagen de su Hijo”
1.3 Evangelio: Mt 13,44-52: “Vende todo lo que tiene y compra el campo”
6. Leamos La Biblia con la Iglesia
7.1 POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES
7.2 Entrega (Rito oriental: Nocturno)
Falta un dedo: Celebrarla
1.1 Primera Lectura:
1R 3,5.7-12: “Pediste discernimiento”
Vale la pena
de repasar su oración de los últimos días y preguntarse qué cosas ha pedido al
Señor. Será un sinnúmero de cosas y seguramente incluye su propio bienestar
y el de su familia.
Entre las
encantadoras historietas del pasado he encontrado una que habla de dos súbditos
que son recibidos por su rey y éste les concede tres deseos a cada uno. El
primero pide tiempo para pensar porque no sabe decidirse tan instantáneamente
entre tantas posibilidades. El segundo, en cambio, dice que sólo tiene un deseo
y que lo declarará enseguida, si lo desea el rey. Picado por la curiosidad el
rey le invita a manifestar su deseo y recibe como respuesta:”Tengo sólo un
deseo, el deseo de siempre agradar a mi rey”. Esto le gustó sobremanera al rey
que lo colmó de regalos y le invitó a quedarse con él.
En realidad
necesitamos sólo una cosa. La que la escogió María, la hermana de Marta, y
Jesús dijo que no le sería quitada. Me parece que los cristianos andamos
a veces un poco despistados. Pedimos esto y aquello y nos olvidamos de que
nuestro Padre en el cielo ya sabe lo que necesitamos. Busquemos las cosas importantes
y lo demás nos será dado por añadidura. Leamos este pasaje y aprendamos a pedir
lo que importa en realidad.
1.2 Segunda Lectura:
Rm 8,28-30: “Nos predestinó a ser imagen de su Hijo”
Lo que va a
leer ahora en este pasaje de la carta a los Romanos, no lo va a creer. Bueno,
va a aceptarlo como Palabra de Dios. Pero en la vida práctica no lo va a vivir.
Es un ejemplo para mostrarnos de cómo somos creyentes fervientes ‘teóricos” y
ateos prácticos.
Me refiero especialmente
a la primera frase, eso de”todo les sirve para bien”. ¡TODO! Todo lo que le pasó
durante la semana, el mes, el año pasado, s le sirve para bien porque usted ama
a Dios.
Ahora voy a
probarle lo del”ateo". Si fuera cierto que usted es consciente que todo le
sirve para bien, alegrías, penas, fracasos, éxitos, usted estaría alabando a
Dios a más no poder. Despertaría alabando a Dios, se acostaría alabándolo. No
se desesperaría porque sabe que todo le sirve para bien suyo y de los suyos. No
estaría triste, porque sabe que todo es para bien. ¿Y qué hace en realidad? Quejarse
con Dios y con todo el mundo de su vida tan difícil en lugar de darle las
gracias porque le ha enviado justo este problema, aquel sufrimiento porque
usted lo necesitaba para su bien.
Podemos
comenzar con dar gracias a Dios por el último fracaso que hemos tenido. Luego
pasaremos al siguiente problema. Esto lo haremos después de haber leído en alta
voz esta lectura. Y para no olvidar escriba la primera frase en un papel y
péguelo en el espejo o en lugar donde lo verá frecuentemente, y cada vez que lo
vea, déle gracias a Dios.
1.3
Evangelio:
Mt 13,44-52: “Vende todo lo
que tiene y compra el campo”
Había una vez
un señor al que le ofrecieron un pingüe negocio. Le decían que iba a ganar el
200% de su inversión. Siendo el señor precavido y prudente hizo una pequeña
inversión aunque la persona que le ofrecía el negocio era de toda confianza. Y
verdad que le rindió el 200%. Luego quiso invertir toda su plata pero el negocio
había terminado. Se imaginan la cólera de este señor, los reproches que
dirigiría a sí mismo:” ¿Por qué no he invertido más? ¡He sido un tonto!” Fue un
tonto porque no se fió del que le ofreció el negocio, quiso comprobarlo por su
propia cuenta porque solía fiarse sólo
de su propio criterio.
Pienso que hay
tantos cristianos infelices, insatisfechos porque no inviertan en el Reino de
Dios. No se fían de la persona que les ofrece el mejor negocio del mundo:
Cristo, el Señor.
¿Qué no es
cierto? Entonces ¿por qué trabajan con recomendaciones, con coimas, con
influencias? ¿Por qué se fían más de su cuenta bancaria que del amor de Dios?
¿Por qué trabajan con ahínco para lograr una posición social? ¿Por qué las
señoras se desviven para lograr un buen partido para sus hijos? Es que queremos
asegurarnos por ambos lados. Creemos en la Palabra de Dios. Creemos que Dios
nuestro Padre cuidará de nosotros. Pero, por si acaso, vamos a poner un seguro
de parte nuestra. Por cierto, nunca vamos a pensar que Dios no se acordará de nosotros.
Pero en la práctica le tenemos más confianza a nuestro ingenio que al amor de
Dios.
Imagínense su
vida como una copa de oro. Mientras está llena de podredumbre, no entra nada o
muy poco y esto poco estará adulterado. Conforme la vacía de las cosas malas o inferiores
en la misma proporción se llenará del vino precioso del Reino. Inviértalo todo
y lo ganará todo. Esta lectura se lo probará.
2. REFLEXIONEMOS
2.1 Los padres
De la misma
manera que Dios cuidó de los israelitas en cu su caminar hacia la tierra
prometida, así también cuida de nosotros en nuestro camino hacia la patria
celestial. Al cristiano no le hace falta que demos una demostración de cómo lo
hace. Nos ilumina, nos santifica, nos protege de las asechanzas del enemigo maligno
y nos alimenta con el pan celestial. Nos guía amorosamente y nos da todo lo
necesario en nuestro camino hacia el cielo.
Dios nos
concede también las cosas de la tierra. Alimentos, vestido, salud, talento;
todo viene de su mano paternal. También los bienes temporales deben servirnos
para nuestra eterna salvación.
Estamos en las
manos de Dios. El ha previsto los menores detalles de nuestra vida y todo lo
dispone para nuestra salvación. “Dios cuidas de de cada uno de nosotros como si
fuera uno solo y de todos, como de cada uno”, dice San Agustín. Este cuidado
que Dios tiene de nosotros es lo que llamamos la divina providencia. Dios es
bueno para con todas sus criaturas. No menosprecia a ninguna; mira por todas, y
les o concede innumerables beneficios. Dios es bondadoso. ¿Cuál es nuestra
reacción ante este hecho? ¿A lo mejor somos como aquellos esposos de años que
se han acostumbrado al amor del otro que ni siquiera piensan agradecérselo?
2.2 Con los Hijos
Había una vez
un joven que decidió ir en busca del reino de Dios. Primero se fue a una tienda
a comprar un libro con todos los países del mundo, pero no lo encontró el reino
ahí. Pensaba: Lo encontraré en Palestina donde vivió y murió nuestro Señor.
Pero allí encontraba sólo el nombre de Israel. Consultó a otros libros. Y nada.
Por fin le ocurrió buscar en la Biblia misma hasta que leyó por alguna parte de
ella: 'El reino de Dios está en medio de ustedes’. Esto ya no lo entendía. Así
que se fue a consultar a un hombre sabio que vivió fuera de la ciudad en la
soledad. Este le contestó con una frase enigmática:”Busca al rey y tendrás el
reino”.No quiso decirle nada más. El joven se fue pensativo: ¿Quién es el rey
del reino de Dios?
La respuesta
la sabemos porque es fácil. Ahora ¿por qué dice Jesús que el reino de Dios es
como un tesoro escondido, es como un comerciante? Dios está escondido y sólo
los que están dispuestos a dejar otras cosas no tan necesarias lo pueden
conseguir. Vamos a conversar sobre esto para comprenderlo mejor.
Luego, si hay
tiempo y ganas e invirtiendo la figura, se
puede conversar también sobre lo que significa que Dios es como un mercader que
lo entrega todo para ganar la perla preciosa que somos nosotros. Es que nosotros
no somos los únicos llamados a poner en juego
lo nuestro para conseguir el Reino de Dios. Dios ya hace rato puso en juego
todo lo suyo para conquistar la perla somos nosotros preciosa. Entregó a su propio
Hijo por nosotros.
4 VIVENCIA FAMILIAR
Siempre es
bueno y provechoso buscar una aplicación muy práctica de lo reflexionado. No
convienen las exageraciones porque desaniman: uno se propone demasiado a la vez
o se propone algo superior a sus fuerzas.
Evitemos también el otro extremo: el de
no proponernos nada que será generalmente nuestra tendencia. Habrá que buscar
siempre un progreso creciente que deje lugar a la generosidad individual. Para
hoy sugerimos que la familia sacrifique una vez un placer o descanso del
domingo para ir a visitar a algún enfermo o anciano. La idea es esta: que en
este anciano o enfermo encontraremos a Jesús y lo que sacrificamos es poco en
comparación de lo que recibiremos.
3. RELACIÓN CON LA MISA
Para muchos
cristianos la Misa misma es un tesoro escondido que no llegan a descubrir o no
quieren descubrir porque las cosas que deberían vender para poder comprar el
campo donde está escondido el tesoro: un esfuerzo de recogimiento, una apertura
a la palabra de Dios, un contacto diario con el Señor. Recordemos que al Señor
nadie le gana en generosidad. ¿Qué más nos puede dar? Ya nos lo ha dado todo
cuando entregó a su Hijo y sigue entregándolo en la Misa. Reavivamos nuestra fe
porque la Santa Misa es
origen y culminación
de toda comunidad cristiana.
5. Nos Habla la Iglesia
Necesidad del
sacrificio
No es ajeno a
este propósito recordar aquí a todos, tanto a los poderoso como a los humildes que
es absolutamente inseparable del sentido que la sabiduría cristiana tiene de la
vida la voluntad de vivir sobriamente y de soportar con la gracia de Dios, el
sacrificio.
Más, por desgracia, hoy se ha apoderado de
muchos el anhelo inmoderado de placeres. No son pocos, en efecto, los hombres
para quienes el supremo objeto de la vida es anhelar los deleites y saciar la
sed de sus pasiones, con grave daño indudablemente del espíritu y también del
cuerpo. Ahora bien, quien considere esta cuestión, aun en el plano meramente
natural del hombre, ha de confesar que es medida sabia y prudente usar de
reflexión y templanza en todas las cosas y refrenar las pasiones. Quien, por su
parte, considera dicha cuestión desde el punto de vista sobrenatural, sabe que
el Evangelio, la Iglesia católica y toda la tradición ascética exigen de los
cristianos una intensa mortificación de las pasiones y paciencia singular
frente a las adversidades de la vida, virtudes ambas, que han de garantizar el
dominio firme y equilibrado del espíritu sobre la carne, ofrecen medio eficaz
de expiar la pena del pecado, del que ninguno está inmune, salvo Jesucristo y su
Madre Inmaculada.
(Papa Juan
XXIII “Madre y Maestra” nos. 234-235)
6. Leamos La Biblia con
la Iglesia
17ª semana
L. Ex 32,15-24.30...34
S.105 Jer
13,1-11 Deut 32,18-21 Mt 13,31-35
M. Ex 33,7-11; 34,5b-9.28 S.102 Jer 14,17-22 S.78 Mt 13,36-43
M. Ex 34,29-35 S.
98 Jer 15,10.16-21 S. 58 Mt
13,44-46
J. Ex
40,14-19.32-36 S.
83 Jer 18,1-6
S.
145
Mt
13 47-53
V. Lev 23,1.4—11.15-16.27.34b-37 S.80 Jer 26,1-9 S.68 Mt
13,54-58
S. Lev 25,1.8-17 S.66 Jer 26,11-16.24 S-68 Mt 14,1-12
7. Oraciones
7.1 POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES
Hermanos, pidamos
a Dios que purifique nuestra intenciones para que el Padre no aleje sus ojos de
la ofrenda de nuestras vidas.
Unidos a todos
los hermanos, los hombres, que, en nombre de su fidelidad a la condición
humana, rechazan a cualquier oración o sacrificio, despojemos nuestra religión
de toda hipocresía para que nuestra oración y nuestra ofrenda lleguen hasta el
Dios, invisible y misterioso, el Dios que nadie puede nombrar ni reducir a
imágenes o conceptos.
Todos: Te lo
pedimos, Señor.
Unidos a todos
los cristianos, nuestros hermanos de los que estamos apartados por el egoísmo y
la división, para que los hombres no rechacen a la Iglesia por ser incapaz de
unidad, ofrecemos a Dios, que tiene el secreto de toda comunión, nuestros
deseos de reconciliación.
Todos: Te lo
pedimos, Señor.
Unidos a los
miembros del pueblo de Dios, al Papa y a los obispos del mundo entero pongámonos
al ritmo de la Iglesia extendida por la tierra, para que nuestra oración y ofrenda
y nuestra preocupación por las Iglesias lleguen hasta el altar de Dios.
Todos: Te lo
pedimos, Señor.
Unidos al Espíritu
Santo que conoce el secreto deseo de nuestro corazón y que sugiere el sentido
que hemos de dar a las cosas, ofrecemos a Dios nuestra esperanza, y la esperanza
de la creación entera de ver un día al universo en manos de los hijos de Dios.
Todos: Te lo
pedimos, Señor.
(Oración muy
apropiada para rezarla antes de ir a Misa).
7.2 Entrega (Rito oriental: Nocturno)
Dios
inmutable, que no cambias:
Tú conociste
el cambio cuando padeciste en tu carne.
La Creación,
no pudiendo soportar verte colgado del madero se estremeció de pavor.
En su congoja
cantaba tu prodigalidad. Pero Tú, tras descender a los infiernos,
has resucitado
al tercer día dando la vida al mundo.