Domingo 2 de Pascua C - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Diosproclamada durante la celebración de la Misa dominical
Introducción a las lecturas
Reflexionemos los padres
Reflexionemos con los hijos
Relación con la Santa Misa
Vivencia familiar
Nos habla la Iglesia
Leamos la Biblia con la Iglesia
Oraciones
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
Primera Lectura:
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16
Como nos gustaría que suceda hoy lo mismo lo que
sucedió en los primeros tiempos de la Iglesia. ¿No sería mucho mejor que se
dieran prodigios, curaciones y milagros como en aquel entonces para que la
gente alejada se pusiera a creer en lugar de hablar mal de la Iglesia o
simplemente ocuparse solamente de las cosas del mundo. Basta que pensemos en
el hecho que Jesús hizo muchos milagros. ¿Acaso los sumos sacerdotes y los
escribas, enterándose de que Jesús había realizado muchos milagros como, por
ejemplo, resucitando a Lázaro, se convirtieron? Al contrario, pensaban como
matarlo porque no se ajustaba a su esquema. Y además, lo más importante era
que la gente escucharán la predicación, el anuncio de la muerte y
resurrección de Jesucristo. Y eso es también hoy en día lo más importante:
anunciar y dar testimonio del amor de Dios manifestado en Jesús.
Segunda Lectura:
Apocalipsis 1.9-11a. 12-13. 17-19
Si
algo me ha causado dificultad en la Biblia ha sido el libro del Apocalipsis.
Uno lee y lee y no entiende casi nada. Se arma una confusión tremenda y al
final uno deja este libro sagrado como campo de entrenamiento para los
expertos. A lo largo de mi vida he
aprendido que hay cosas que no se pueden expresar directamente. Faltan los
conceptos. Recuerdo a personas que me han hablado de una experiencia muy
profunda de Dios. No encontraban las palabras adecuadas y al final siempre
recurrían a imágenes: “Fue como una luz… Fue como si uno estaba de niño
seguro en los brazos del padre…”. Apocalipsis es eso: Presentar algo
inexplicable por medio de imágenes y símbolos.
El
problema es que los símbolos de
los judíos son distintos de los nuestros. Si pensamos que han pasado dos mil
años, no nos oponemos que los expertos nos den una mano.
Pero aún así podemos entender algunas cosas importantes de la lectura
sin su ayuda.
A mí
me dice que se habla del resucitado y él tiene poder sobre la muerte y el
infierno. Y puesto que me ama querrá llevarme donde está él.
Hasta aquí estaremos de acuerdo, ¿no? Y Jesús es el primer y el
último, es decir, de él viene todo y a él vendrá todo, también yo, también
usted. Conclusión: Jesús vive, él me salvará de la muerte y del infierno. El
resucitado es mi destino, es promesa, esperanza de que él me salvará a pesar
de mis debilidades…
Si
quiere leer algo más de este tipo de mensaje además de la Apocalipsis, lea
especialmente a Ezequiel que lucha con los mismos problemas: ha visto a Dios
y no sabe como comunicarlo a no ser por medio de imágenes.
¿Porqué Jesús le reprocha a Tomás su incredulidad?
Porque no se ha fiado del testimonio de los apóstoles compañeros. En su
arrogancia le da exclusiva importancia a su propio juicio. Es como aquellos
cristianos que le tienen ojeriza a la Iglesia y el único criterio que valga es
la propia inteligencia. ¿De dónde viene nuestra fe? Como dice San Pablo, la fe
viene por lo escuchado, porque otros nos han dado testimonio, porque la Iglesia
a través de los tiempos atestigua que Jesús ha resucitado. Jesucristo ha
escogido a unos cuantos “que han visto al Señor “ para que ellos sean los garantes
de la fe. Lo siento, Jesús no se aparece a los hombres para convencerlos que
está vivo. ¿Por qué? Porque desea salvaguardar nuestra libertad.
Solamente cuando la fe nuestra acepta el
testimonio entonces está abierta la puerta de nuestro corazón apra que se
manifieste en nuestras vidas. Hay miles de maneras de cómo nos llega la fe. Y
bienaventurados los que creen si haber visto.
El tiempo pascual es un momento muy propicio para
mirar nuestra manera de vivir la fe más de cerca. ¿Qué es la fe? Es una manera de vivir la realidad de Dios en la
vida de todos los días. No se trata sólo de un Dios omnipotente y omnipresente
que me cuida. Se ha hecho hombre, ha muerto y resucitado para que yo pueda
resucitar no solamente al final de los tiempos sino que pueda tener vida nueva
todos los días de mi vida.
De esta manera todos los acontecimientos de
la vida se convierten en ocasión de encuentro, de diálogo entre Dios y el
creyente. Es la fe del evangelio, es la fe en el Resucitado con las manos, los
pies y el costado traspasado por amor mío, es la fe en Dios que nos llama
“amigos”. Si no hay nada de todo esto será necesario que dejes de pedir lo que
estás pidiendo a Dios en este momento. Sólo pídele la fe y todo los demás te
será dado por añadidura. Además hay que tener bien claro lo siguiente:
no se puede vivir la fe y crecer
en ella a solas. La fe necesita el testimonio
permanente de una comunidad, necesita de los sacramentos y necesita de la
participación en la vida comunitaria.
Nos ayuda crecer en la fe cuando hay momentos en la familia donde se
proclama la palabra de Dios y se explica. Esto debería suceder regularmente.
Lunes:
Hech 2, 14.22-33; Mt 28, 8-15
Martes:
Hech 2, 36-41; Jn 20, 11-18
Miércoles: Hech 3, 1-10; Lc 24, 13-35
Jueves:
Hech 3, 11-26; Lc 24, 35-48
Viernes:
Hech 4, 1-12; Jn 21, 1-14
Sábado:
Hech 4, 13-21; Mc 16, 9-15
Oración ante la duda
Señor Jesús la duda debilita mi fe, me vuelve débil y presa fácil de la
tentación, refuerza mi fe al igual que lo hiciste con tus apóstoles cuando
en el episodio bíblico el mar y el viento te obedecieron. Haz que se
mantenga fresca e inamovible esta palabra “Jesús subió a la barca y sus
discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan
grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos,
Señor, nos hundimos!".Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de
poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran
calma”. Amen y amen…
La alabanza hacia ti Señor Jesús, fluye sin cesar de mi boca. Tu presencia
me reconforta y tu palabra me concede paz, sosiego y fuerza. Reconozco y
admito que La palabra de Dios, es una palabra viva, que tiene poder, que
ofrece salvación, que reparte dones, que nos llena de santidad y gracia.
Esa palabra penetra no solamente en nuestra inteligencia y razón. Va mucho
más allá. La palabra de Dios llena todos los espacios, nada es invisible
para ella, penetra todo nuestro ser. Sin embargo mis debilidades hacen
plausible que la duda se entronice, por algunos periodos, en mi pensar,
hablar y actuar. En esos momentos, mi Señor, me envuelven las sombras, las
confusiones, y los temores. Me hacen caer mis tentaciones, actitudes
perversas y cargadas de maldad.
Pasado un tiempo, recupero la sensatez, la prudencia y el buen juicio.
Entonces recobro mi fidelidad y continúo mi vida. Pero mi pesada carga
pecaminosa, no permite que esta vida sea placentera, alegre y dichosa. Por
ello señor Jesús ven en mi auxilio y con tu palabra, echa fuera de mi, todo
tipo de duda, perdona mis pecados, y una vez que lo hagas, que ya no los
recuerde, y pueda guardarte fidelidad eterna. Ánimo, gozo alegría…
(Mervy Enrique González Fuenmayor, Fragmentos del Evangelio según San Mateo,
capítulo 8)