Solemnidad de la Santísima Trinidad C - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
Leamos la Biblia con la Iglesia
Falta un dedo: Celebrarla
1. Introducción a la Palabra
1. 1 Primer al Lectura:
Proverbios 8, 22-31
Aúnque en el AT no aparece una revelación expresa de la Santísima Trinidad,
con todo habla frecuentemente del Dios vivo, del Dios que habla, del Dios
que se presenta de muchas maneras. Su palabra, su espíritu, su sabiduría
aparece frecuentemente en los textos veterotestamentaria: el libro de los
Proverbios describe cómo actúa la sabiduría. Los antiguos cristianos han
visto en este pasaje una profecía que habla del "Hijo" que se ha hecho
hombre en la tierra. Y ¿acaso no es maravilloso la expresión de la última
frase: "Mi delicia era estar con los hijos de los hombres", es decir, con
todos nosotros.
1. 2 Segunda lectura:
Rom 5, 1-5
también la segunda lectura nos presenta en la voz de San Pablo una luz, un
gran consuelo también de cara a nuestras tribulaciones. Dios nos ama tanto
que hasta ha entregado a su único hijo para que muera por nosotros y
resucite y de esta manera seamos colmados de su gracia. Y más aún: el amor
de Dios, el Espíritu Santo, ha sido derramado en nuestros corazones. Por eso
podemos enfrentar también los sufrimientos con esperanza de que todo Dios lo
dirigirá para bien.
1. 3 Evangelio:
Jn 16, 12-15
Jesús sigue preocupándose por nosotros. También hoy nos envía al Espíritu
Santo para que nos abra los ojos de la fe y del corazón para la verdad y de
esta manera nuestra vida sea iluminada y sostenida por ella. En Jesucristo
nos viene la inmensa riqueza de lo que llamamos la Santísima Trinidad. Basta
con creer.
2. Reflexionemos
2. 1 Los padres
¿Así que Dios mora en nosotros? … Creo en la gracia porque no la veo", dijo
César Pico; lo cual es exacto; se cree lo que no se ve; pero si de ninguna
manera la viéramos, no podríamos creer en ella. La vemos a veces en sus
efectos, por lo menos en sus efectos totales. Los Apóstoles vieron venir al
Espíritu en forma de viento impetuoso y lenguas de fuego. Después del día de
Pentecostés los Apóstoles cambian, parecen otros hombres: "Iban gozosos
delante del Sinedrio a padecer por el nombre de Cristo contumelia" los que
no querían creer ni a la Magdalena ni a la Santas Mujeres ni a Pedro, los
que no acababan de creer ni el día de la Ascensión, los que huyeron
despavoridos del Sinedrio cuarenta días antes. Pedro negó a Cristo y después
fue mártir. Pablo persiguió a los cristianos y después convirtió a la
gentilidad. Una fuerza sobrehumana propaga y sostiene la Iglesia.
En la vida de cualquier cristiano generalmente no hay milagros; pero puede ser que mirada
en su conjunto no deje de ser algo milagrosa. Vivió cristianamente, tropezó,
cayó, se levantó, creyó, esperó, acabó y se fue; no dejó nada en la
Historia; pero... hizo lo que otros declaran imposible, perseveró en lo que
otros tienen por locura, duró derecho a través de las vicisitudes de la
vida, no perdió la línea y temblaba el suelo, fue una cosa igual a sí misma
cuando en cada hombre hay tantos hombres diversos, y en el mundo tantos
contrastes e incoherencias. Parecía que había una voz escondida en su
fragilidad infinita, un silbo, un compás, un Apoyo y un Co-estante; que eso
significa en griego Parácleto: el que está junto: el Apoyo, el Co-estante.
Cosa curiosa: cuando creó a la mujer, Dios dijo que hacía una "ayuda" para
el hombre; y la palabra con que se designa aquí al Espíritu de Dios es
"ayuda"; "Parácleto" puntal, soporte, refuerzo (R. P. L. Castellani).
2. 2 Con los hijos
Santo Tomás visitó a San Buenaventura y se asombraba de su celda vacía; sin
libros. - ¿Cómo escribe usted tanto sin tener libros? - "En la oración me
dice el Señor mucho más de lo que yo puedo escribir". Dios y su Espíritu
Santo siempre nos acompaña y siempre quiere iluminar nuestra vida para que
podamos tomar siempre las decisiones más conformes a su voluntad. No nos
habla como nosotros nos hablamos entre nosotros. Sin embargo, cada vez
cuando nos ponemos a orar nos ponemos en sintonía con Dios y, si somos
perseverantes en la oración, nos daremos cuenta cómo que cada día más
entendemos lo que nos quiere decir. Con todo, es bueno entrenarse. Vamos a
contemplar algunas situaciones y trataremos de descubrir cómo reacciona el
cristiano que está abierto a la presencia de Dios.
¿Qué piensas y que haces?:
1. Cuando te sucede algo bueno
2. Cuando comienzas con un trabajo
3. Cuando estás preocupado
4. Cuando ves a alguien que sufre
5. Cuando no sabes qué hacer
6. Cuando debes hacer un sacrificio
7. Cuando algo te ha salido bien
8. Cuando experimentas un fracaso
9. Cuando comprendes que algo es tu deber
10. Cuando algo se te hace muy difícil
11. Cuando estás triste, alegre, agitado, tranquilo…
3. Relación con la Santa Misa
Necesitamos siempre de nuevo ser conscientes cuando participamos en la
celebración de la eucaristía que es el Padre celestial que nos entrega a su
Hijo en la palabra y en la hostia y que es el Espíritu Santo que nos
capacita cada vez más de hacernos uno con Dios.
4. Vivencia familiar
Revisemos cómo estamos rezando en familia: bendición de los alimentos,
acción de gracias, etcétera…
5. Nos habla la Iglesia
Resumen de los números 261-267 del Catecismo de la Iglesia Católica:
261 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y
de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y
que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el
mismo y único Dios.
263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo
(cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que él
es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria".
264 "El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el
don eterno de este al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión" (S. Agustín,
Trin. 15,26,47).
265 Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada
Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la
luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9).
266 "La fe católica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la
Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando las
substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del
Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la
divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Symbolum "Quicumque").
267 Las personas divinas, inseparables en lo su ser, son también
inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una
manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones
divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.
6. Leamos la Biblia con la Iglesia
Averiguemos la semana del Tiempo Ordinario que corresponde. La
Solemnidad de la Santísima Trinidad es una fiesta movible de acuerdo a la
fecha en la que se celebra la Pascua de Resurrección.
7. Oraciones
7. 1 Omnipotente y sempiterno Dios, que te dignaste revelar a tus
siervos en la confesión de la verdadera fe la gloria de tu eterna Trinidad,
y que adorasen la unidad, en tu Majestad: te rogamos, Señor, que por la
fuerza de esa misma fe, nos veamos siempre libres de todas las adversidades
y peligros. Por Cristo Señor nuestro. Amén.
7. 2 Líbrame del mal
Amorosísimo Dios, trino y uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Trinidad Santísima, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi
corazón, y humildemente pido protección y ayuda. Santísima Trinidad,
bendíceme, ayúdame, ampárame, líbrame del mal y peligro, de toda mala hora,
que todos mis enemigos se queden atrás.
7.3 Oración de la beata Isabel de la Trinidad
¡Oh Dios mío, trinidad adorable, ayúdame a olvidarme por entero para
establecerme en ti!
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor! Siento mi impotencia y te pido
que me revistas de ti mismo, que identifiques mi alma con todos lo
movimientos de tu alma; que me sustituyas, para que mi vida no sea más que
una irradiación de tu propia vida. Ven a mí como adorador, como reparador y
como salvador...
¡Oh fuego consumidor, Espíritu de amor! Ven a mí, para que se haga en mi
alma una como encarnación del Verbo; que yo sea para él una humanidad
sobreañadida en la que él renueve todo su misterio.
Y tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre tu criatura; no veas en ella más que a tu
amado en el que has puesto todas tus complacencias.
¡Oh mis tres, mi todo, mi dicha, soledad infinita, inmensidad en que me
pierdo! Me entrego a vos como una presa; sepultaos en mi para que yo me
sepulte en vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de
vuestras grandezas.
7.4 Oración de Santa Catalina de Siena
¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un mar sin fondo en el que, cuanto más
me hundo, más te encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco todavía.
De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en tus
profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta de ti,
Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz. Como el
ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma ansía salir de
la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad...
¿Podrás darme algo más que darte a ti mismo? Tú eres el fuego que siempre
arde, sin consumirse jamás. Tú eres el fuego que consume en sí todo amor
propio del alma; tú eres la luz por encima de toda luz...
Tú eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con su
dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de
amargor!
¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de ti misma para que pase esta vida
mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima, con la que
tú has embriagado a mi alma!