Domingo 5 de Cuaresma A - 'Lázaro, sal afuera' - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa Dominical
Falta un dedo: Celebrarla
1.1 Primera Lectura: Ezequiel 37,
12-14
1.2 Segunda Lectura: Romanos 8, 8-11
6.
Leamos La Biblia Con La Iglesia
1. Introducción a la Palabra
1.1 Primera Lectura: Ezequiel 37, 12-14
No puedo
leer este pasaje sin agradecer al Señor. Fue pronunciado, o más bien,
proclamado en un momento crítico de mi vida. El Señor cumplió su promesa y me
sacó de una situación de muerte y desesperanza espiritual. De esta manera he
experimentado una vez más que la palabra de Dios no se proclama como
información aunque sea muy importante. La palabra de Dios es eficaz.
¿Recuerda
usted también un pasaje bíblico cuya promesa se ha cumplido en su vida como
para conmemorarla con gratitud y como para dar testimonio en su familia de que
Dios cumple con sus promesas?
Tengamos
presente que el profeta no habla de la muerte física. Nuestra fe, iluminada por
el Nuevo Testamento, nos enseña que la
muerte física no es nada más que un episodio, un paso, un dormirse para ser
despertados amorosamente por Jesucristo, nuestro Salvador. La muerte, el
sepulcro del que se habla aquí es otra cosa. Es el producto del pecado que nos
separa de Dios, fuente de vida. Es la muerte eterna, la perpetua separación de
Dios.
Leamos, o
mejor, proclamemos este pasaje y
apropiémonos de la promesa. El Señor lo dice y esto es lo mismo como decir: lo
va a hacer. Mira las cosas y a las personas que te están matando, es decir, te
llevan a pecar, a morir interiormente, y luego cree en la palabra. El Señor es
más poderoso que todas tus debilidades. Ya en esta vida experimentarás la
resurrección en carne propia.
1. 2 Segunda Lectura: Romanos 8, 8-11
Hay
cristianos que creen que la vida eterna es como un premio por buen
comportamiento que se recibe luego de morir. No es así. La vida eterna comienza
ya. Cuando te arrepientes de tus pecados tienes vida eterna. Es importante de
tener presente una cosa. Dios sabe que sin su ayuda no podemos hacer nada
bueno. Por eso Dios viene en nuestra ayuda no sólo dándonos la vida, todas las
condiciones que han posibilitado de que no seamos criminales o algo semejante.
Todo es don.
Con todo,
Dios no es como un entrenador que nos da unas píldoras vitamínicas como para darte
más fuerzas. Dios supera siempre todas las expectativas. Ha derramado en nuestro
corazón el principio y la garantía de la vida terna, que es el Espíritu Santo.
Él mora en nuestro cuerpo como en un templo.
Por eso nuestra resurrección será completa como la de Cristo.
Resucitaremos con cuerpo y alma, es decir, resucitaremos como personas humanas
transformadas. Esta lectura nos invita a estar atentos y obedecer a las
inspiraciones del Espíritu Santo y no someternos a las apetencias naturales.
Sólo el Espíritu Santo puede darnos la vida.
1.3 Evangelio. Juan 11, 1-45
¿Qué cosa
es creer? Si sabemos creer de verdad podemos apropiarnos en este momento de la
vida eterna porque Jesús dice en el evangelio: "Yo soy la resurrección y
la vida..., el que está vivo y cree en mí, no morirá jamás". La
resurrección, la vida eterna no es una esperanza lejana que se cumplirá el último
día de la historia humana. Es para hoy, para aquí y ahora, si sé creer en
Jesús, el enviado del Padre.
La paz que
te invade cuando Dios te perdona los pecados, la plenitud que experimentas
cuando has podido amar más allá de tus fuerzas, la dulzura que sientes cuando
has sabido perdonar a tu enemigo, todo esto te hace vislumbrar lo que es la vida
eterna. Son signos que estás superando la muerte espiritual, el egoísmo que te
lleva a endurecerte dentro de ti y te momifica. Escuchemos este pasaje como si
fuéramos Marta o María o inclusive Lázaro. Todos tenemos unas debilidades
dentro que nos matan. Si tienes fe como un grano de mostaza, hoy resucitarás.
Es palabra de vida eterna.
2. Reflexionemos
2.1 Los Padres
Las
lecturas del domingo nos hacen comprender qué es resucitar. Es la acción salvadora del que nos ama. El
hombre ya no desparece en la nada del anonimato porque Dios lo ha llamado por
su nombre y lo ha amado. El amor en su esencia quiere la eternidad. El amor de
Dios no sólo quiere la eternidad sino la realiza y realmente es la eternidad.
El que ora, por ejemplo, sabe que Dios quiere el bien nuestro. También en medio
de nuestros sufrimientos, problemas y debilidades el Señor está para llamarnos
a la vida. ¿Por qué puedo creer esto? Porque en Jesucristo todo se ha cumplido
ya. Él es el primogénito de todo el género humano, el primero en entrar como
humano en esta vida eterna. Por el bautismo estamos incorporados a él e
insertados en su resurrección. Es como una luz que entra en mis tinieblas y
cuando yo por la conversión me dejo colocar ante y dentro de esta luz ya nada
ni nadie puede llevarme a las tinieblas. Seguiré siendo iluminado pase lo que
pase. Sólo un acto puede arrojarme fuera de esta luz: que yo decida retirarme.
¿Cómo se hace esto? Pecando gravemente.
Queda
siempre la pregunta si se puede trasladar nuestros conceptos humanos del tiempo
a la trascendencia de la existencia
gloriosa. La eternidad no conoce ni antes ni después. Por eso nuestros conceptos a lo mejor no se pueden aplicar a realidades eternas. Lo que
importa es que Dios nos ama tanto que nos llama a vivir eternamente con Él.
Esto nos
hace cuestionar nuestros anhelos, nuestras inquietudes y nuestros deseos. Alguien
dijo: "Tú eres lo que amas". ¿Por qué crees que ya en el Antiguo Testamento
aparece el "... amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón?". Es la
única manera de tener vida eterna.
2.2 Reflexionemos con los hijos
Lázaro
estaba muerto, La prueba es que ya apestaba. El cuerpo sin alma se corrompe rápidamente.
A pesar de ello Jesús manda quitar la tapaba que cerraba el sepulcro de Lázaro.
"Lázaro, sal afuera". Y el muerto sale del sepulcro, de la muerte
envuelto en los vendajes que usan los antiguos judíos para embalsamar a sus
muertos. Jesús ordena que los desaten para que pueda caminar.
También a nosotros
el Señor tiene que llamarnos para que salgamos de nuestro sepulcro, de nuestra
muerte. ¿Qué es nuestro sepulcro? Todo lo que nos separa de Dios y de los
demás. Es la muerte espiritual. Cuando hemos hecho algo muy malo, es como si
estuviéramos separados de todos los demás. Sin embargo, la separación más
terrible es la que nos aleja de Dios. Por eso primero tiene que llamarnos Jesús
con su voz poderosa para que tengamos nuevamente la vida dentro de nosotros. El
que se arrepiente en su interior, el que se reconcilia con Dios por medio del
sacramento de la confesión, ese experimenta algo similar a lo experimentó
Lázaro. Jesús llama a salir del sepulcro.
Y luego
necesitamos ser desatados. Esta es una ayuda maravillosa que podemos prestarnos
en familia: desatar las ataduras que nos impiden caminar, movernos hacia los
demás. Por eso los padres exhortamos, corregimos, reprendemos y aconsejamos. El
mismo servicio podemos hacernos mutuamente todos los miembros de la familia.
Por eso, en lugar de molestarse sería mejor estar agradecido cuando nos
corrijan. Nos desatan de nuestras ataduras que nos impiden caminar con los
demás. Vamos a conversar. Podemos cada uno decir cuándo hemos estado en el
sepulcro y Jesucristo nos ha sacado de allí. Podemos también cada uno decir cuáles
son las ataduras que nos impiden caminar juntos con los demás. Podemos también
recordar cuando nos han desatado y cómo. Es un buen momento para agradecer
también toda ayuda que recibimos.
3. Relación con la Misa
Cada Santa
Misa renueva la Alianza, el Pacto de Dios con los hombres, nos introduce cada vez
más en la realidad de Dios. Ojalá en la
familia tengamos la costumbre de confesarnos regularmente. Este domingo es una
buena motivación. Vivamos al el perdón de nuestros pecados como saliendo de la
muerte eterna para alimentarnos luego del pan de vida eterna.
4. VIVENCIA FAMILIAR
Después de
haber reflexionado serenamente sobre la muerte, después de haber llenado
nuestro corazón de la esperanza de vida
eterna, podemos hablar sobre la muerte de algún ser querido cercano (abuelo, etc.) mirando
las fotos y recordándolo. Terminaremos con una oración de fe en la Resurrección
también nuestra. ¿No les parece que los cristianos que tienen fe pueden también
hablar sobre la propia muerte como quien anticipa también para ese momento el amor de Dios y la Resurrección?
5. - Nos habla la Iglesia
La OBRA DE
LA SALVACIÓN REALIZADA POR CRISTO
Dios, que
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
(1 Tim 2,4). Habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes
maneras a nuestros padres por medio de los profetas(Hb 1,1), cuando llegó la
plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el Verbo hecho carne, ungido por el
Espíritu Santo, para evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón,
como "medico corporal y espiritual", Mediador entre Dios y los
hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento
de nuestra salvación. Por esto, en Cristo se realizó plenameente nuestra reconciliación
y se nos dio la plenitud del culto divino.
Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación
de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua
Alianza, Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de
su bienaventurada pasión, resurrección de
entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio, "con su muerte destruyó nuestra muerte
y con su resurrección restauró nuestra vida". Pues del costado de Cristo
dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera." (Vat II. Sobre la Liturgia no. 5)
6. LEAMOS LA
BIBLIA CON LA IGLESIA
Lunes: Dan
13,1-9.15-17.19-30.33-62 Jn 8,12-20
Martes: Num 21,4-9 Jn
8,21-30
Miércoles:Dan3,14-20.91-92.95 Jn 8,31-42
Jueves: Gen 17,3-9 Jn 8,51-59
Viernes: Jer 20,10-13 Jn 10,31-42
Sábado:
Ez 37,21-28 Jn 11,45-56
7. Oraciones
7.1 Dies irae
Anuncian ira
divina que cielo y tierra calcina los profetas del Señor.
Yo temo el
juicio severo, al examen justiciero del divino Redentor.
La
trompeta con sus sones, llamaa a todas las naciones, las convoca al tribunal.
Todos
tiemblan por su suerte, al retornar de
la muerte para el juicio universal
Un libro
será llevado, donde figura anotado todo lo que hay que juzgar.
Todo
quedará patente cuando en el trono se siente el Rey del juicio final.
¿Qué diré
yo, miserable, quien me será favorable, si el justo tiene temor?
Rey
sublime y majestuoso si a todos salvas piadoso, sálvame por tu bondad.
Recuerda, Dios
de mi vida, fui causa de tu venida, aquel día, ten piedad.
Por
buscarme, te has cansado; por salvarme, te han clavado, ¿será vana tu pasión?
Justo
Juez, por tu clemencia has que logre tu indulgencia, haz que alcance tu perdón.
De mis ojos
brota el llanto, de mis culpas yo me espanto; Oh Señor, perdón, piedad.
Si salvaste
a Magdalena y al ladrón de eterna pena, tu serás mi Salvador.
De tu amor
yo no soy digno, mas tú, Señor, sé benigno, no arda yo en fuego eternal.
Líbrame de
todo daño, admíteme en tu rebaño, a tu diestra, sacro Rey.
Librado ya
del averno sé mi guía al gozo eterno a tu dulce corazón.
Puesto,
Jesús, yo de hinojos, con lágrimas en los ojos, te pido la salvación.
Cuando el reo
vaya al juicio, por la muerte, sé propicio, por tu vida, Salvador.
Oh Dios
santo uno y trino, llévanos por tu camino a la patria celestial. Amén.
(El padre
o la madre dice por partes la frase y toda la familia la repite).