Domingo de Pascua 5 A - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
1.1. Primera Lectura (Hechos 6,1-7
1.2 Segunda Lectura(1 Pe 2,4-9)
1.3 Evangelio (San Juan 14,1-12)
6. Leamos la Biblia con la Iglesia
Recursos adicionales para la preparación
Falta un dedo: Celebrarla
Las Lecturas del Domingo
1.1. Primera Lectura (Hechos 6,1-7) (La
lectura)
Para la joven Iglesia cristiana la unidad entre palabra y obra fue
algo vital. Lo era también el servicio al hermano. Ahora bien, el servicio al prójimo no debe impedir el anuncio de la
Buena Nueva. La Iglesia no puede dejar de predicar y de celebrar porque los
pobres requieren de atención. Por eso, la primera comunidad cristiana busca una
solución que debería ser la de siempre. Se presentan nuevos colaboradores que
eran instituidos para servir la mesa.
Lo curioso del caso es que muy
pronto escucharemos que varios de entre los destinados a servir la mesa, se
ponen a predicar, destacando San Esteban.
Este hecho parece indicar que los que participan de la vida y responsabilidades
materiales en la Iglesia de alguna manera siempre anuncian la Buena Nueva, aunque sea en primer lugar por su ejemplo de vida. Tarde o temprano uno debe
explicitar por qué actúa de esta manera y sale a relucir inexorablemente el
mensaje de la fe.
Esta lectura es para todos los católicos una invitación a dar su tiempo, a
dar de sí para ponerse a servir a los demás en la Iglesia.
Mientras Usted no ha asumido alguna responsabilidad en su comunidad
parroquial o en la Iglesia diocesana, su vida cristiana no es completa, algo le
falta. No diga que no tiene tiempo. Todos tenemos una hora a la semana para
dar. ¿Qué los hijos, que las obligaciones de al casa... ? ¿Cómo aprenderán los
hijos que Dios es más importante que ellos? Y no espere que le inviten y le
indiquen qué hay que hacer. Abra los
ojos y luego de descubrir una necesidad que usted como cristiano puede remediar
por medio de su capacidad y conocimiento - aunque sea limpiar
el templo o arreglar las flores - vaya y ofrézcase. Verá como Dios le dará su Espíritu y en algún momento lo enviará
también a predicar. Ahora si esta probabilidad le parece muy onerosa, no haga
nada y siga leyendo la Biblia como una
novela y no como la Palabra de Dios que debería transformar su vida y hacerla
gloriosa.
1.2 Segunda Lectura (1 Pe 2,4-9) (La
lectura)
Cristo, la Piedra angular, la
Iglesia como templo que Dios ha construido y fundamentado en esta piedra
angular, los creyentes como piedras vivas pero a la vez pueblo santo y
sacerdocio real... las imágenes se
multiplican y se explican mutuamente: Cristo es la piedra viva: se le ha
rechazado, se le ha muerto, pero vive y todo aquel que cree en Él vivirá y será
glorificado por Dios. Cristo se ha ofrecido en la cruz como ofrenda viva y
espiritual. Ha cumplida plenamente la
voluntad del Padre. Ahora nosotros también - por medio de Él - podemos ofrecer
a Dios un sacrificio que aceptará con seguridad: nuestra fe, nuestro servicio
en el amor, la entrega de la vida, en la manera que Dios lo decida. Todo es servicio sacerdotal. Forma parte de este
servicio sacerdotal que alabemos a Dios por todas las maravillas que ha
realizado porque nos ha hecho su pueblo santo.
Todos estos son pensamientos
profundos y maravillosos que deben encontrar su expresión en la vida de todo
bautizado. Los antiguos dicen que donde
se presenta un creyente ahí está presente Dios de manera poderosa. Son
los bautizados que por su presencia santifican todas las dimensiones del mundo:
el mundo del trabajo, del vecindario, del descanso, de la diversión. Vivida cristianamente la realidad se convierte en ofrenda
agradable a Dios en y por Cristo. El día de mañana abra los ojos y alégrese de
todo lo que va a experimentar de cara a Dios porque Usted como cristiano(a)
debe hacer del mundo una ofrenda permanente.
1.3
Evangelio (San Juan 14,1-12) (La
lectura)
Jesús prepara a sus discípulos a su partida. El ir al Padre será a través
de la muerte. Les es difícil a los discípulos entender la partida del Señor
para ir al Padre.
Las preguntas de Tomás y Felipe producen una respuesta del Señor que en verdad lo pone d
todo de cabeza. El camino hacia el Padre no se encontrará en libros o en
verdades o la inteligencia o en trucos. El camino al Padre es Jesús mismo. Él
es el hombre en el cual todos encontramos orientación para nuestra vida; Él es
camino y meta a la vez. Él es camino y puerta, movimiento y descanso, partida y
llegada. Por eso nuestra felicidad y salvación
se encuentran sólo en Jesús. Sólo Él puede llevarnos al Padre.
2.1. Los Padres
¿Cuándo vive la Iglesia?
La Iglesia muere cuando los
"cristianos bautizados" hablan de la Iglesia pero se refieren solo a
los demás, al párroco y no sí ellos mismos. La Iglesia vive cuando los hombres
que se llaman católicos viven la vida de Jesús aplicada a nuestro tiempo. No la
viven para ellos mismos sino buscan la comunión con los demás. Cuando dan testimonio de la verdad y resisten a la
violencia, cuando se ponen al lado de los débiles y de los oprimidos,
cuando trabajan por la justicia y la
paz, cuando sufren con los que sufren injusticia. Entonces vive la Iglesia.
2.2
''Con los Hijos
"PUEBLO VIVO DE DIOS"
Cuenta un feligrés. “Cuando el nuevo
párroco, el Padre Heriberto inició su labor en la Parroquia de Allá, encontraba
solamente indiferencia y rechazo. El primero domingo predicó en un templo
completamente vacío. El segundo domingo sucedió lo mismo. Y cuando entre semana
visitaba a los feligreses, nadie quería escuchar. Le dijeron: "La Iglesia está muerta, tan muerta que no hay
posibilidad de revivirla”.
El jueves de la segunda semana
apareció un aviso en el periódico del pueblo vecino."Cumplimos con el
penoso deber de informarles con en
el consentimiento de la comunidad
parroquial, que ha fallecido la Iglesia de San Francisco de Allá. La Misa
de Honras se celebrará el domingo a las 11. 00 a.m. Cordialmente invitamos a
los feligreses de Allá a que asistan a
este ultimo acto en su templo parroquial.
Padre Heriberto, Párroco
A las 10.30 a.m. los asientos de la
Iglesia parroquial estaban ya ocupándose y hasta las 11. 00 el templo otrora
abandonado estaba repleto. El centro de atención de la comunidad reunida en
el templo fue al ataúd colocado delante
el altar.
Puntualmente a las 11.00 el párroco
salió de la sacristía y luego de haber orado unos momentos en silencio ante el
altar se acercó al pulpito para
dirigirse a la comunidad reunida:" Ustedes me han hecho comprender que están verdaderamente convencidos que
nuestra Iglesia está muerta. Tampoco tienen esperanza alguna de revivirla.
Quisiera pedirles un ultimo favor. Tengan la bondad de pasar uno por uno
delante el ataúd y contemplen un momento al difunto ofreciéndole sus últimos
respetos. Luego salgan de la Iglesia por el portón lateral. Al final concluiré
yo solo el servicio fúnebre. En el caso de que algunos de entre ustedes cambien
de idea y piensen que sería posible revivir a al Iglesia, les suplico de entrar
nuevamente por la puerta principal. En lugar del servicio fúnebre
celebraré una misa en acción de
gracias”.
Sin una palabra más el párroco se
acercó al ataúd y reverentemente levantó la tapa.
Yo
fui uno de los últimos de la larga fila y así tenía tiempo para
pensar:" ¿Qué es la Iglesia, de qué se compone? ¿A quien encontraría en el
ataúd, acaso la imagen del Salvador? Pero esto no podía ser porque la Iglesia
fue fundada sobre la muerte del Señor. ¿La Iglesia vive? ¿Puede morir?".
Parece que mis vecinos cobijaban pensamientos similares al acercarse al ataúd.
Vi que algunos temblaban. De repente nos
asustó el chirrido del portón
principal que se abría para dar paso a
una multitud innumerable que entraba.
Y ahora me tocaba mirar a la Iglesia en el ataúd. Casi sin querer
cerré los ojos cuando me incliné sobre el difunto. Cuando abrí los ojos vi en
el ataúd no a la Iglesia difunta sino
un miembro difunto de la Iglesia. Me vi a mí mismo. Habían colocado en el ataúd
un gran espejo”.
Ya no vemos a Jesús con los
ojos físicos como los vieron los
apóstoles, pero el Señor está presente en la Eucaristía de manera real . Su
presencia en la Eucaristía crea y comunión eclesial porque es un pueblo sacerdotal convocado para celebrar y
realizar la salvación.
Jesucristo, esposo de la Iglesia y
el sacramento del matrimonio
La comunión entre Dios y los hombres
halla su cumplimiento definitivo en Cristo Jesús, el Esposo que ama y se dona como Salvador de la humanidad, uniéndola
a sí como su cuerpo. Él revela la
verdad original del matrimonio, la verdad del "principio" y,
liberando al hombre de la dureza del corazón, lo hace capaz de realizarla
plenamente.
Esta revelación alcanza su plenitud
definitiva en el don de amor que el Verbo de Dios hace a la humanidad asumiendo
la naturaleza humana, y en el sacrificio que Jesucristo hace de sí mismo en la cruz por su Esposa, La
Iglesia. En este sacrifico se desvela
enteramente el designio que Dios ha impreso en la humanidad del hombre y de la
mujer desde la creación; el matrimonio de los bautizados se convierte así en el
símbolo real de la nueva y eterna Alianza, sancionada con la sangre de Cristo.
El Espíritu que infunde el Señor renueva el corazón y hace al hombre y a la
mujer capaces de amarse como Cristo nos amó. El amor conyugal alcanza de este
modo la plenitud a la que está ordenado interiormente, la caridad conyugal ,
que es el modo propio y específico con que los esposos participan y están
llamados a vivir la misma caridad de Cristo que se dona sobre la cruz.
En una página justamente famosa,
Tertuliano ha expresado acertadamente la grandeza y belleza de esta vida
conyugal en Cristo:" ¿Cómo lograré exponer la felicidad de este matrimonio
que la Iglesia favorece, que la ofrenda eucarística refuerza, qué la bendición
sella, que los ángeles anuncian y que el Padre ratifica? ¡Qué yugo el de los fieles unidos en una
sola esperanza, en su solo propósito, en una sola observancia, en un solo
servicio y servidumbre! Ambos son hermanos y los dos sirven juntos; no hay
división ni en la carne ni en el espíritu. Al contrario, son verdaderamente dos
en una sola carne y donde la carne es única, único es el espíritu".
La Iglesia, acogiendo y meditando
fielmente la Palabra de Dios , ha
enseñado solemnemente y enseña que el matrimonio de los bautizados es uno de
los siete sacramentos de la Nueva Alianza.
En efecto, mediante el bautismo, el
hombre y la mujer son inseridos definitivamente en la Nueva y Eterna Alianza
esponsal de Cristo con la Iglesia. Y debido a esta inserción indestructible, la
comunidad íntima de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador, es elevada
y asumida en al caridad esponsal de Cristo, sostenida y enriquecida por su
fuerza redentora.
En virtud de la sacramentalidad de su matrimonio, los esposos quedan
vinculados uno a otro de la manera más profundamente indisoluble. Su recíproca
pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma
relación de Cristo con la Iglesia.
Los esposos son por tanto el
recuerdo permanente, para la Iglesia,
de lo que acaeció en la cruz.; son el uno para el otro y para los hijos,
testigos dela salvación, de la que el sacramento les hace partícipes. De este
acontecimiento de salvación el matrimonio, como todo sacramento, es memorial,
actualización y profecía; "en cuanto memorial, el sacramento les da la gracia y el deber de recordar las
obras grandes de Dios, así como de dar
testimonio de ellas ente los hijos; en cuanto actualización les da la gracia y
el deber de poner por obra en el presente, el uno hacia el otro y hacia los
hijos, las exigencias de un amor que
perdona y que redime; en cuanto profecía les da la gracia y el deber de vivir y
testimoniar la esperanza del
futuro encuentro con Cristo".
Al igual que cada uno de los siete
sacramentos, el matrimonio es también un símbolo real del acontecimiento de la
salvación, pero de modo propio."Los esposos participan en cuanto esposos, los dos como pareja, hasta tal
punto que el efecto primario e inmediato del matrimonio (res et sacramentum) no
es la gracia sobrenatural misma sino el vínculo conyugal cristiano, una
comunión en dos típicamente cristiana, porque representa el misterio de la
Encarnación de Cristo y su misterio de Alianza. El contenido de la
participación en la vida de Cristo es también específico: el amor conyugal
comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la persona -
reclamo del cuerpo y del instituto, fuerza del
sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la
voluntad -; mira una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en
una sola carne, conduce a no hacer más que un solo corazoón y una sola alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca
definitiva y se abre a la fecundiad.(vea Humanae vitae, 9). En una palabra, se
trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un
significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino que las eleva
hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianas
.
Los antiguos padres de la Iglesia
enseñan que la Iglesia vive y actúa en
tres dimensiones y quiero consignar las
palabras griegas que utilizan y que todos vamos a entender enseguida: martiria,
liturgia y diaconía. Ya que el hogar cristiano es una "Iglesia
domestica" deben verificarse en ella las tres dimensiones:
-
martiria: como damos
testimonio de la fe hacia dentro y hacia fuera de la familia.
-
liturgia:
¿Cómo celebramos y rezamos a Dios en el hogar?
-
diaconía:
¿Cómo servimos en familia y a los de fuera?
¿No les
parece que sería bueno hacer una
reflexión entre esposos y luego con los hijos al respecto?
6.- Leamos la Biblia con la Iglesia
Lunes: Hechos 14,5-189 Jn 14,21-26
Martes: Hechos 14,19-28 Jn 14,27-31a
Miércoles: Hechos 15,1-6 Jn 15,1-8
Jueves: Hechos 15,7-21 Jn 15,9-11
Viernes: Hechos 15,22-31 Jn 15,12-17
Sábado: Hechos 16,1-10 Jn 15,18-21
¿A quién podría clamar, Señor, a
quién buscar para tener un refugio, sino en Ti? Todo lo que no es Dios, no
puede saciar mi esperanza. Yo busco a Dios
mismo y a él anhelo; sólo hacia
ti me dirijo, Dios mío, para alcanzarte. Sólo tú has podido crear mi alma, sólo
tú la puedes recrear; sólo tú pudiste marcarla con tu imagen, sólo tu puedes
marcar de nuevo tu rostro borrado en mi corazón. Este rostro que es Cristo
Jesús, mi salvador, él es tu imagen y el signo de tu ser.
A dónde voy - Tú
Donde estoy - Tú
Solamente Tú, de nuevo Tú, siempre
Tú.
¡Tú, Tú, Tú!
Se siento bien; Tú
Sufro: Tú
Solamente Tú de nuevo Tú, siempre
Tú.
¡Tú, Tú, Tú!
Cielo -Tú ; tierra - Tú
Arriba -Tú; abajo- Tú
Solamente Tú, de nuevo Tú, siempre
Tú
¡Tú, Tú, Tú!
Señor, Dios y Padre nuestro,
acuérdate de tu Iglesia en tu bondad y líbrala de todo mal.
Hazla fuerte y guárdala por medio de la palabra y de los
sacramentos, hazla perfecta en tu amor.
Bendice a sus servidores, bendice su
labor.
Permanece con los que sufren
persecución por amor de tu nombre.
Ensancha las fronteras de tu Iglesia
a fin de que el evangelio de Cristo sea conocido por todos los pueblos.
Reúne a tu Iglesia a de todos los
rincones de la tierra en el reino que tú le tienes preparado. Amén