Domingo de Pascua 4 A - 'Yo soy el buen Pastor' - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
1. INTRODUCCIÓN A LA PALABRA
DE DIOS
1.1 Primera Lectura (Hechos 2,14a.36-41)
1.2
Segunda Lectura (1 Pedro 2, 20b-25)
1.3
Evangelio (San Juan 10,1-10)
6. LEAMOS LA BIBLIA CON LA IGLESIA
Falta un dedo: Celebrarla
Las Lecturas del Domingo
1. INTRODUCCIÓN A LA PALABRA DE DIOS
1.1 Primera Lectura (Hechos 2,14a.36-41)
Es un ejercicio un poco
escalofriante - cuando uno lo toma en serio - de imaginarse que no hubiese
sacerdotes en nuestras parroquias. Es como si Dios nos hubiese abandonado. Es
verdad que Dios nunca abandona a su Iglesia; pero puede suceder que un grupo de cristianos o una comunidad
o un barrio o una región o un país no
ofrezca el ambiente para que pueda
crecer una vocación sacerdotal. Dios actúa pero no se impone contra la voluntad
de un pueblo. Basta leer al Antiguo
Testamento cómo el pueblo estaba
buscando los ídolos y abandonaba a Dios. La consecuencia: persiguieron a los
profetas, a los mensajeros de Dios. Y Dios dejó a ese pueblo sin profetas.
En la lectura que vamos a escuchar,
podemos ya vislumbrar cuál es el papel
del sacerdote: Anunciar la Buena Noticia, invitar a la conversión, bautizar y
construir Iglesia. Ya desde el primero momento
de su existencia, el papel sacerdotal de Pedro y de los apóstoles es
evidente. Dios ha querido que su Iglesia disponga de sacerdotes que
desempeñen el papel de Cristo y
continúen su misión de pastor.
Vamos a leer la lectura y en lugar de hacer ejercicios
escalofriantes, vamos a rezar con fervor que el Señor nos bendiga con muchas y
santas vocaciones y a la vez vamos mirar cerca nuestra vida y nuestra familia
para erradicar todo lo que pueda ser veneno para una vocación.
1.2 Segunda
Lectura (1 Pedro 2, 20b-25)
Estaba presente en una reunión de lo
que se llamaría en la jerga moderna un
grupo de cristianos comprometidos. Se encontraban allí también algunos jóvenes
que habían anunciado que querían entrar al seminario. Uno de los dirigentes del
grupo que moderaba la reunión dijo a uno de los jóvenes:"¿Sabes para qué
te harás sacerdote?” El joven contestó:” Para morir". Me dejó pensando. ¿Es cierto que
uno se hace sacerdote para morir por los demás".
Las palabras de San Pedro apuntan en
la misma dirección. Ahí nos dice que todos los cristianos continúan la misión
de Cristo que incluye, por cierto, la pasión y la muerte por los demás. El
sacerdote debe vivir esta misión de manera potenciada. Él debe cargar con el
pecado del pueblo en nombre de Cristo. Ahora
entiendo el slogan que están utilizando en Canadá para promover las vocaciones:"Atrévete a ser
sacerdote".
Sólo le
encuentro un problema personal:
Como sacerdote debería poder dar yo
un ejemplo que anime a los jóvenes a seguir este camino. Si no hay vocaciones a
mí alrededor puedo sacar sólo una conclusión: Es mi culpa porque no doy
testimonio. Hermanos, ¡recen por sus
sacerdotes para que no se pierdan después de haber anunciado el mensaje de
Cristo!
1.3
Evangelio (San
Juan 10,1-10)
En este pasaje puede confundirnos un poco ya que Jesús se compara
a una puerta y luego al pastor. Sin embargo el fondo es fácil de comprender: no hay revelación, no hay salvación fuera
de Jesús. Donde hay vida, sólo de Él viene; donde hay verdad sólo es
comprensible a través de la voz de
Jesús. Donde hay comunidad y hay los
que la dirigen y cuidan como pastores
al rebaño, allí el centro es el Señor y los dirigentes están al servicio y bajo
juicio del buen Pastor.
Es Dios mismo que cuida a su pueblo
como lo prometió por el profeta. En su infinita providencia ha querido que sean
hombres pecadores que lo representen y lo hagan presente en medio de su pueblo.
Por eso el pueblo de Dios debe rezar por sus sacerdotes para que no se coloquen
ellos al centro sino sean portavoz, instrumento, transparencias del Buen
Pastor.
2. REFLEXIONEMOS
2.1
Los Padres de
Familia
El Concilio Vaticano II presenta
unas enseñanzas muy valiosas respecto al sacerdocio. Ha sido instituido por
Cristo en su Iglesia y es vivida a niveles distintos: episcopado, sacerdocio y
diaconado. El sacerdocio es la presencia de Cristo Pastor en su Iglesia y
participa de la misión de Cristo
mediador, pastor y cabeza. El sacerdote tiene el poder de actuar en nombre y en
la persona de nuestra cabeza que es
Cristo. Su tarea consiste en dirigir a
la Iglesia en nombre del Señor por medio de la predicación y de los
sacramentos. Esto incluya el anuncio de la Buena Nueva, el servicio pastoral a
los fieles y la celebración de la liturgia.
El sacerdocio se confiere por medio
de un sacramento especial que imprime una marca, un carácter especial. Los
sacerdotes son ordenados no para su propia perfección sino para servicio de los
hermanos y para preparar al pueblo de Dios el camino para llegar a su
perfección escatológica.
Como se nota, la Iglesia expresa verdades profundas de una manera muy
sobria. Queremos ofrecerles otra manera de ver esta realidad. Traemos unas palabras de san Alfonso María de
Liguori para que reflexionen sobre el
sacerdocio con sus hijos. En otra
oportunidad esperamos hablarles de la
consagración de la vida religiosa.
Ahora bien, vamos a hacer un examen
de conciencia. ¿Nunca han hablado mal de los sacerdotes delante de los hijos?
Pues ahora tienen la oportunidad de hablar bien de ellos. Ustedes aclararán
ante sus hijos que la ordenación sacerdotal confiere un ministerio. Las
personas que ejercen este ministerio no se transforman automáticamente sino
poco a poco tienen que adecuarse a su misión. En el bautismo llegamos a ser
hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Pero toda la vida necesitamos luchar
para crecer como tales.
2.2 CON LOS HIJOS
La dignidad del sacerdote (pasajes
tomadas del libro de San Alfonso María).
San Ignacio, el mártir, dice que el
sacerdocio es la cumbre de todas las dignidades que puedan existen en este mundo. Y san Efrén subraya:"Es un milagro admirable la inconmensurable
dignidad sacerdotal". Bartolomé
Caneo escribe apoyándose en San Agustín:"Oh sacerdote de Dios. Si
contemplas lo alto del cielo, más
elevado eres tú... si contemplas la
sublimidad de los señores terrenos, más
sublime eres tu; sólo eres inferior a tu Creador”.
San Crisóstomo, recordando las
palabras de Jesús:"Quién los escucha a ustedes, me escucha a mí",
escribe:"Quien honra al sacerdote, honra a Cristo y quien injuria al
sacerdote a Cristo injuria". Los
sacerdotes son los dispensadores de las gracias divinas, son colaboradores de
Dios. Por eso declara San Máximo de Torino que el juicio del cielo está
sometido a la voluntad del sacerdote porque ”el señor obedece al siervo y todo
lo que aquel indica aquí abaja, lo cumple aquel arriba", se atreve escribir
San Juan Crisóstomo.
Si bajase el redentor mismo a su
Iglesia y se sentaría en el confesionario para perdonar los pecados diría Jesús:"Yo te
absuelvo", y si estuviese sentado
un sacerdote en el confesionario al lado también diría":Yo te
absuelvo", y ambos penitentes serían perdonados de la misma manera".
¡Qué honor sería si el jefe de
gobierno le diese a alguien el poder de sacar de la cárcel a quien quiera! Pero más grande es el privilegio y el poder que el Padre le
ha dado a Cristo y este a los sacerdotes de liberar a las almas del poder del
infierno como dice san Crisóstomo:"Todo juicio del cielo les ha sido
entregado".
Por eso podemos comprender que San
Ambrosio afirma sin dudar:"No hay en este mundo nada que sea más
elevado." O para utilizar las palabras de San Bernardo:" A ustedes
los sacerdotes el Señor los ha puesto por encima de reyes y emperadores, encima
de los mismos ángeles". Continúa diciendo San Pedro Damiani:" Los
ángeles están al lado de los que ellos guardan y esperan la palabra del
sacerdote; ni uno de ellos tiene el poder de atar o desatar". Se cuenta
una historia de los tiempos de San Francisco de Sales. Éste había ordenado
sacerdote a un joven clérigo. El santo
había observado antes cómo llegado a la puerta el joven solía siempre pararse
como quien cede el paso a alguien. Después de la ordenación vio que ya no cedía
al paso. San Francisco le preguntó al joven sacerdote al respecto y éste le respondió:"Tengo el privilegio de ver continuamente
a mi ángel de la guarda. Este siempre caminaba a mi derecha y delante de mí.
Pero después de mi ordenación sacerdotal el ángel camina a mi izquierda y ya no
quiere pasar delante de mí por la
puerta". Algo similar enseña San
Francisco de Asís: '"Si veo al mismo tiempo a un sacerdote y a un ángel, saludaría primero al sacerdote y
luego al ángel.".
Muchos santos se animan hasta a
decir que el poder del sacerdote es mayor que el de la Virgen María. San
Bernardino de Siena escribe:"Bendita Virgen María, no quiero hablar en
contra tuyo; perdóname, si digo: el Señor ha elevado al sacerdocio más que a
ti porque el sacerdote puede llamarte a
estar presente en este mundo en la consagración cuantas veces quiere mientras
que tú tenias que esperar que se haga la voluntad de Dios".
San Alfonso María de Liguori ha
coleccionado muchas citas de los santos sobre el sacerdocio que se pueden leer
en el libro del santo "Sacerdotes en la soledad.".
3. Relación con la
Misa
Cuando se celebra la Eucaristía el
sacerdote ocupa el lugar de Cristo y actúa en la persona de Cristo para
que en medio del pueblo sacerdotal sea
ofrecido al Padre un sacrificio perfecto, el sacrificio de su Hijo Jesús.
4.
Vivencia Familiar
Sugerimos durante esta semana rezar
al comienzo de la comida, junto con la
bendición de los alimentos, una oración especial por las vocaciones. A la
vez les animamos a averiguar la fecha
de cumpleaños, bautismo y ordenación de los
sacerdotes de su parroquia para rezar en este día por ellos y saludarles.
5. Nos habla la
Iglesia
LOS PRESBÍTEROS, RECTORES DEL PUEBLO
DE DIOS
Los presbíteros (sacerdotes), que
ejercen el oficio de Cristo, Cabeza y Pastor, según su parte de autoridad,
reúnen en nombre del obispo, la familia de Dios, como una fraternidad de un
solo ánimo, y por Cristo, en el Espíritu, la conducen a Dios Padre. Y para
ejercer este ministerio, como para cumplir las restantes funciones del
presbítero, se les confiere potestad espiritual, que ciertamente se da para
edificación. Ahora bien, para la edificación de la Iglesia, los presbíteros han de tratar con todos, a
ejemplo del Señor, con eximia humanidad. Deben portarse con ellos no de acuerdo
con los principios de los hombres, sino conforme a las exigencias de la
doctrina y vida cristianas, enseñándolas y amonestándolos también como a hijos
carísimos, según las palabras del Apóstol:" Insiste con ocasión y sin
ella, reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina" (cf. 2 Tim
4,2)
Por lo tanto, a los sacerdotes, en
cuanto educadores en la fe, atañe procurar, por si mismos o por otros, que cada
uno de los fieles sea llevado, en el Espíritu Santo, a cultivar su propia
vocación de conformidad con el Evangelio, a una caridad sincera y activa y a la
libertad conque Cristo nos libertó De
poco aprovecharán las ceremonias, por bellas que fueren, ni las asociaciones,
aunque florecientes, si no se ordenan a educar a los hombres para alcanzar la
madurez cristiana. Para promoverla, les servirán de ayuda a los presbíteros, a
fin de que en los acontecimientos mismos, grandes o pequeños, puedan ver
claramente qué exige la realidad y cual es la voluntad de Dios. Instrúyase
asimismo bien a los fieles para que no vivan solamente para sí mismos, sino
que, de acuerdo a las exigencias de la ley nueva de la caridad, cada uno, cual recibió la gracia, adminístrela en
favor de su prójimo, y así cumplan
todos cristianamente sus deberes en la comunidad de los hombres.
Pero, si es cierto que los
presbíteros se deben a todos, de modo particular, se les encomienda los pobres
y los más débiles, con quienes el Señor mismo se muestra unido, y cuya
evangelización se da como signo de la obra mesiánica. Dedíquese también
particular diligencia a los jóvenes, lo mismo que a los cónyuges y padres de
familia, que es de desear se unan en asociaciones de amistad, a fin de ayudarse
unos con otros a portarse cristianamente, con
mas facilidad y plenitud, en una vida a menudo difícil. Recuerden los
presbíteros que todos los religiosos,
varones o mujeres, como quiera que son la parte más excelente en la casa del Señor, son dignos del cuidado
especial en orden a su adelantamiento espiritual para bien de toda la Iglesia.
Tengan por fin, la mayor solicitud por
los enfermos y moribundos, visitándolos y confortándolos en el Señor.
Mas el deber del pastor no se limita
a cuidar sólo individualmente a los fieles, sino que extiende también
propiamente a formar una genuina comunidad cristiana. Ahora bien, para cultivar
debidamente el espíritu de comunidad, ese espíritu ha de abarcar no solo la
Iglesia local, sino también a la Iglesia universal. Y la comunidad local no
debe fomentar sólo el cuidado de sus propios fieles, sino preparar también,
imbuida de celo misionero, para todos los hombres, el camino hacia Cristo.
Especialmente, sin embargo, se les recomiendan los catecúmenos y neófitos, que
han de ser gradualmente educados para que conozcan y vivan la vida cristiana.
Sin embargo, ninguna comunidad
cristiana se edifica si no tiene su corazón y quicio en la celebración de la
santísima Eucaristía, por la que debe, consiguientemente, comenzarse toda
educación en el espíritu de comunidad. Esta celebración, para ser sincera y
plena, debe conducir tanto a las varias obras de caridad ya la mutua ayuda como
a la acción misional y a las varias formas de testimonio cristiano.
Además, la comunidad eclesial
ejerce, por la caridad, la oración, el ejemplo y las obras de penitencia, una
verdadera maternidad par conducir las almas a Cristo. Ella constituye, en
efecto, un instrumento eficaz por el que se señala y allana a los no creyentes
el camino hacia Cristo y su Iglesia y por el que también los creyentes se incitan, nutren y fortalecen para la
lucha espiritual.
Sin embargo, en la construcción de
la comunidad de los cristianos, los cristianos no están al servicio de una
ideología o facción humana, sino que, como heraldos del Evangelio y pastores de
la Iglesia, trabajan por lograr el espiritual incremento del Cuerpo de Cristo
(Vat. II "Sobre el ministerio y
vida de los presbíteros no. 6)
6.- LEAMOS LA BIBLIA
CON LA IGLESIA
Lunes: Hechos 11,
1-18 Jn 10,1-18
Martes Hechos 11,
19-26 Jn 10,22-30
Miércoles Hechos 12,
24 -13,5a Jn 12,44-50
Jueves: Hechos
13,13-25 Jn 13,16-20
Viernes: Hechos
13,22 -33 Jn
14, 1-6
Sábado: Hechos
13,44-52 Jn
14,7-14
7.- ORACIONES
ORACIÓN
DIARIA POR VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS
Jesús Buen Pastor que has venido para buscar y salvar lo que se había perdido y que has instituido el sacerdocio en la Iglesia para continuar tu obra por todos los tiempos. Te rogamos insistentemente: envía operarios a tu campo, envía sacerdotes dignos a tu Iglesia, envía religiosos y religiosas. Haz que sigan tu llamado todos los que desde la eternidad elegiste para tu santo servicio, pero que ninguno se atreva a penetrar en tu Santuario sin haber recibido ese llamado.
Fortalece,
Señor, a todos tus sacerdotes y religiosos en su difícil vocación y bendice sus
esfuerzos y trabajos. Que sean la sal de la tierra; que eviten la corrupción;
que sean luz del mundo; que a todos iluminen con su palabra y con su ejemplo.
Concédeles sabiduría, paciencia y fortaleza para que busquen tu gloria,
extiendan tu reino en los corazones de los hombres y lleven las almas a ellos
confiadas hasta la Vida Eterna. Amén.
Maria
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.