Disfruten de
la Palabra Divina de los Domingos
tomados de la mano de los Padres de la
Iglesia, de los Santos y Sabios de todos los tiempos y del Catecismo de la
Iglesia Católica
(Nota
Bene: Los números consignados entre paréntesis ( ) hacen referencia a los
números del Catecismo).También puede saltar a:
DOMINGO III DE CUARESMA
“La Pascua de Cristo no es para
``destruir'' sino para que nazca el Hombre
Nuevo”
* Ex 20,1-17: “La
Ley fue dada por Moisés”
* Sal 18,8.9.10.11:
“Señor tú tienes palabras de vida eterna”
* 1Co 1,22-25:
“Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero para los
llamados sabiduría de Dios”
* Jn 2,13-25:
“Destruid este templo y en tres días lo levantaré”
La tradición
Sacerdotal, al redactar el Decálogo, usa un estilo imperativo, conciso. Los
mandatos se imponen sin condiciones ni
matices. Es una manera de entender por parte del pueblo la voluntad de Dios.
Jesucristo, al
mantener la antigua Ley en todo su vigor y dimensiones, pone en la caridad, en
el amor al Padre, la motivación principal para su cumplimiento. Y es
precisamente ese amor, experiencia única de los cristianos y velada a los que
ponen en la racionalidad la única fuente de su conocimiento, lo que hará que la
Cruz sea “escándalo para los griegos o necedad para los judíos” (2.a lectura).
El antiguo templo
ya no tendrá razón de ser a partir del Nuevo Templo que es Cristo. Y la
referencia a los “tres días” y a la Pascua, muestra que Juan está pensando en
el acontecimiento pascual que dará lugar al inicio de ese tiempo nuevo.
Quienes creen que
lo religioso ha de circunscribirse y limitarse a lo estrictamente personal, al
ámbito de la conciencia, al repliegue a las sacristías, hoy pueden advertir que
Cristo propone algo distinto. La acción pública de Jesús en el templo muestra
que el celo de la casa de su Padre presupone lo privado y además se presenta
públicamente. Contrapone la religiosidad
exterior y vana, con la suya, interior y profunda.
_ “Jesús subió al
templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El templo era
para Él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio
exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21,13). Si expulsa a los
mercaderes del templo es por celo hacia las cosas de su Padre: ``No hagáis de
la casa de mi Padre una casa de mercado''. Sus discípulos se acordaron de que
estaba escrito: ``El celo por tu Casa me devorará' (Sal 69,10)'' (Jn 2,16-17)”
(584).
_ “Jesús anunció,
no obstante, en el umbral de su Pasión, la ruina de ese espléndido edificio del
cual no quedará piedra sobre piedra (cf. Mt 24,1-2). Hay aquí un anuncio de una
señal de los últimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua” (585).
_ Nuevo templo:
“Por eso su
muerte corporal anuncia la destrucción del templo que señalará la entrada en
una nueva edad de la historia de la salvación: ``Llega la hora en que, ni en
este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre'' (Jn 4,21)” (586).
_ El templo,
lugar propio de oración:
“La iglesia, casa
de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial.
Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de
Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es
indiferente para la verdad de la oración” (2691).
_ “Ora por
nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él
dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él
nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros” (San Agustín, Sal 85,1) (2616).
_ “El Espíritu es
verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Espíritu un lugar
propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado su templo” (San
Ambrosio, Spir. 26, 62). (2684).
Porque Cristo es
el Nuevo Templo, la Iglesia, su Cuerpo Místico, es su plenitud (pléroma), y
nosotros, signos vivos (piedras vivas).
vea:
clerus.org
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