Disfruten
de la Palabra Divina de los Domingos
tomados
de la mano de los Padres de la Iglesia, de los Santos y Sabios de todos los
tiempos y del Catecismo de la Iglesia Católica
(Nota Bene: Los números consignados entre paréntesis ( )
hacen referencia a los números del Catecismo).También puede saltar a:
DOMINGO II DE CUARESMA
“Ante la proximidad de la Pasión,
fortaleció la fe de los apóstoles, para que sobrellevasen el escándalo de la
cruz”
* Gn
22,1-2.9-13.15-18: “El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe”
* Sal 115,10 y 15.16-17.18-19:
“Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”
* Rm 8,31b-34:
“Dios no perdonó a su propio Hijo”
* Mc 9,2-10:
“Éste es mi Hijo amado”
El relato de la
ofrenda de Isaac por su padre Abraham pone de relieve que el sacrificio que Dios
prefiere es la fe-obediencia, en que tanto insisten los profetas contemporáneos
al autor de la tradición elohísta. Se advierte sin embargo que la perícopa ha
sido elegida en función del Evangelio: Jesús, obediente y entregado al Padre,
es por eso mismo, el Siervo Glorificado en la Transfiguración.
San Marcos une la
Transfiguración al primer anuncio de la Pasión. Así, el Cristo paciente y
glorioso adquiere mayor relevancia. El
Padre, avalando al Hijo mediante la invitación a que sea escuchado,
acepta su entrega sacrificial y lo coloca por encima de todos los personajes
del Antiguo Testamento. La referencia a que el Padre “no perdonó a su propio
Hijo” (2.a lectura) trae a la memoria
igualmente la obediencia de Abraham.
Nada hay más
buscado que la felicidad y a la vez con la convicción profunda de que su
conquista no es fruto simplemente de un esfuerzo. Cuanto más se experimenta,
con más ansia se busca. El hombre sabe que hay que trabajar por ser feliz,
aunque reconoce que la felicidad en definitiva es un regalo.
_ La
Transfiguración, visión anticipada del Reino:
“Por un instante,
Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra
también que ``para entrar en su gloria'' (Lc 24,26), es necesario pasar por la
cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña;
la ley y los Profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías. La Pasión
de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como Siervo de
Dios. La nube indica la presencia del Espíritu Santo: ``Tota Trinitas
apparuit''” (555).
_ “...La
Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de
Cristo ``el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo
glorioso como el suyo'' (Flp 3,21). Pero ella nos recuerda también que ``es
necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de
Dios'' (Hch 14,22)” (556).
_ Fe-obediencia
de Abraham:
“Como última
purificación de su fe, se le pide al ``que había recibido las promesas'' (Hb
11,17) que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: ``Dios
proveerá el cordero para el holocausto'' (Gn 22,8), ``pensaba que poderoso era
Dios aun para resucitar a los muertos'' (Hb 11,19). Así, el padre de los
creyentes se hace semejante al Padre que no perdonará a su propio Hijo sino que
lo entregará por todos nosotros” (2572).
_ “Pedro no había
comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la montaña. Te ha reservado
eso, oh Pedro, para después de la muerte. Pero ahora, él mismo dice: Desciende
para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y
crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan
desciende para tener hambre; el camino desciende para fatigarse andando; la
fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir?” (San
Agustín, serm 78,6) (556).
Tan montaña es el
Calvario como el Tabor; pero no se puede subir a ésta sin haber pasado por
aquélla.
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